El ensayista, fiel a su origen, aquilata en la balanza de su escritura lo ajeno con lo propio.
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Del prensado fuerte del tema, sale el mosto de la tesis.
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El ensayista tiene alma de franciscano. Sus preocupaciones están por los temas humildes o los asuntos sencillos.
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No se puede ser ensayista sin un poco de valor. El valor de poner lo propio por encima de lo foráneo.
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El ensayo siendo masculino tiene cuerpo de mujer. Es un género esencialmente seductor.
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Los argumentos de autoridad utilizados por el ensayista deben cumplir los requisitos de los fiadores de finca raíz: tener buena solvencia y suficientes haberes como garantía.
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Las analogías le sirven al ensayista para comprobar cómo entre seres o cosas muy diferentes es posible encontrar alguna semejanza.
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El ensayista trabaja con ideas. Su labor es análoga a la del constructor de antiguas vías férreas: ir riel a riel apuntalando con pernos una ruta argumentativa.
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Los conectores son como un repertorio de articulaciones para el ensayista. Por ellos, lo estático adquiere movimiento y las partes se transforman en un todo.
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El ensayo nació en el momento en que un yo particular se negó a aceptar sumisamente la autoridad de la mayoría.
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El ensayo no puede ser sistemático porque acepta para sí lo inacabado.
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El ensayista intenta por todos los modos suturar lo que su propia pluma va horadando.
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Si la tesis es demasiado simple, el lector la desprecia o la ignora; si es muy compleja, puede confundirlo o impacientarlo. Lo ideal, entonces, es que la tesis sea tan clara como para que lo más profundo parezca bien sencillo.
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El buen ensayista va a la caza de citas pero sin olvidar el compromiso permanente e inseparable con sus tesis.
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El ensayo no concluye; su último párrafo es apenas el germen de una nueva tesis.
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El ensayista va armando su texto como el abogado organiza su defensa: seleccionando testigos, buscando pruebas, presentando evidencias.
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Aunque el ensayista vaya como Teseo por el laberinto de sus argumentaciones, no puede perder el hilo de Ariadna de su tesis.
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Los malos ensayistas y los demagogos prometen más de lo que pueden cumplir.
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Los argumentos empleados por el ensayista participan de las funciones de las columnas arquitectónicas: sirven de sostén y soportan el peso de la tesis. En un ensayo no hay columnas conmemorativas.
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El ensayista es un estratega del discurso: su jugada maestra es lograr convencer al lector de sus tesis.
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Por usar un ropaje persuasivo el ensayista se cuida de no vestir su escrito de ideas gratuitas o frases irrelevantes.
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La puntuación empleada por el ensayista nos recuerda las técnicas del maquillaje femenino: un toque allí, para resaltar un detalle; otro, más allá, para delinear algo impreciso.
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Una vez el ensayista se casa con su tesis, a ella le debe fidelidad eterna.
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El ensayista manipula las ideas como el polvorero su bengala: dosificando, pesando, distinguiendo. En todo caso, cuidándose de juntar de cualquier manera los materiales o las palabras.
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El pensar continuo y dedicado es la primera cartilla en la que aprenden a escribir los buenos ensayistas.
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El ensayo divaga pero manteniéndose fiel a una hoja de ruta oculta: la tesis.
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El esbozo, que el ensayista traza física o mentalmente en su cabeza, es la garantía de que el viaje propuesto llegue a feliz término.
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Los ejemplos empleados por el ensayista tienen la forma de un dibujo. Son ilustraciones de la tesis propuesta.
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Al ensayista le gusta poner a girar –en rotación y traslación– las ideas. Pero siempre, desde el centro solar de su tesis.
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Es el movimiento de las ideas el que crea la fascinación en el ensayo. Los argumentos estáticos frenan el mecanismo de su estructura.
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Dice el ensayista en clase de música: no es suficiente con buscar buenos argumentos, lo definitivo es hacerlos sonar armónicamente con la tesis.
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Las notas a pie de página que el ensayista pone en su texto son vestigios de caminos ya recorridos, un testimonio del viajero frecuente de las ideas.
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Dos son las tentaciones del ensayista: la digresión y la síntesis excesiva.
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Cuando el ensayista cita a otras voces lo que busca en ellas no es tanto su venerada autoridad como un acto de solidaridad con su tesis.
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La tesis que el ensayista presenta en su ensayo debe tener la frescura de lo novedoso y el sabor añejo de las cosas bien pensadas.
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El ensayista piensa y pesa las ideas. Su oficio, y eso se olvida con frecuencia, guarda semejanza con la del filósofo genuino.
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De nada sirve tensar la urdimbre de las voces ajenas si el ensayista no las trama con los hilos de sus propias ideas.
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Las deducciones o inducciones que el ensayista va sacando cuando escribe son el lubricante que facilita el movimiento de su argumentación.
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Si en un primer momento el ensayista privilegia el preguntar y preguntarse, en el segundo, debe comprometerse con alguna respuesta.
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El oficio del ensayista pertenece a las artes de la pesca: ofrecerle al lector una tesis es tanto como prepararle una carnada.
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Si el paso del ensayista cuando escribe es demasiado lento, parecerá un tratado; si es muy rápido, se confundirá con el comentario. El trote, parece ser, el ritmo adecuado para un jinete del ensayo.
Rosa Amparo dijo:
Es enriquecedor lograr argumentar una proposición “verdadera” en el ensayo, y, a la vez, contradecirla, generando una nueva tesis. Es decir, los argumentos de peso iniciales se modifican.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Rosa Amparo, gracias por tu comentario.
Edwin Rodríguez dijo:
La sustancia del ensayo a través del aforismo. Sin sustancia no hay sabor o, ese alimento que ayuda al convaleciente que padece de poca comprensión de este género, para proveerle de los nutrientes necesarios para retomar la construcción de ensayos.
Maestro, utilizar el aforismo provoca un aprendizaje contextualizado y cercano a la realidad. Es alucinante, seductor y de fácil aprehensión.
Maestro, le dejo quizá esta inquietud ¿Alguna vez ha pensado escribir un aforismo sobre el cuento?
Muchas gracias, maestro.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Edwin, gracias por tu comentario. Tendré en cuenta tu sugerencia.
Ulpiano Ulloa Fernández dijo:
Profesor Fernando:
Su artículo proporciona las herramientas necesarias para abordar sin temores el reto del ensayo. Es cuestión de no ignorarlas si se quiere tener un buen resultado en el ejercicio de escribirlo.
Gracias.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Ulpiano, gracias por tu comentario.
Nubia Torres dijo:
Me encanta que el texto empiece con una palabra que tanto tiene que ver con mi que hacer pedagógico, como es la palabra abducción, que en nuestros textos significa alejarse del centro o del eje de movimiento.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Nubia, gracias por tu comentario. La abducción, en términos investigativos, es de una riqueza insospechada.
Katerine Infante dijo:
Éstas palabras me llenan de esperanza, al poder mirar el ensayo con otros ojos, no desde el miedo, sino desde la posibilidad de la creación y del empoderamiento de mis propias ideas.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Katerine, gracias por tu comentario. Lo fundamental, cuando de escribir un ensayo se trata, es no tener miedo de expresar nuestra propia voz.
Karolina González dijo:
Gracias por los excelentes aportes en relación con nuestra formación como personas y como profesionales.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Karolina, gracias por tu comentario. Anhelo que estas reflexiones sigan contribuyendo a enriquecer tu proceso formativo.
María Paola Quiroga Barrios dijo:
Buenas noches Fernando! … Soy alumna de la profe Adriana Goyes de la Universidad de la Salle, estoy fascinada con lo que escribes, todas las noches hablo contigo leyendo tus libros.. Gracias por compartir tu blog.
María.
fernandovasquezrodriguez dijo:
María Paola, gracias por tu comentario. Ojalá lo que encuentres en mis libros sirva de estímulo para tus propias búsquedas. Qué interesante la complicidad que genera la escritura.
Maurczio Moreno dijo:
Buenas noches Fernando, soy Mauricio, el hijo de Edgar Moreno, quien manda saludos y dice que no ha podido comentar por no contar cuentas en ninguna de estas redes sociales. Lo felicita también por los contenidos de su página y dice que lo seguirá leyendo.
En cuanto a mí, la usaré en lo que queda de mi práctica docente, en tanto encuentro contenidos muy interesantes y útiles. Aunque este es mi último semestre en la docencia, compartiré esta información con mis colegas del grupo de Lectura, escritura y Argumentación de la Universidad del Bosque.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Gracias por compartir mis reflexiones. Nada mejor que saber de los hijos de mis más queridos amigos.
claudia liliana dijo:
FERNANDO TU BLOG ES UN FASCINANTE MUNDO POR DESCUBRIR, ESPERARE DEGUSTARLO POCO A POCO COMO UNA BUENA TAZA DE CAFE…. MIL GRACIAS POR TUS ENSEÑANZAS. CLAUDIA
fernandovasquezrodriguez dijo:
El buen café cobra valor por su sabor y su aroma. Pero, lo más importante, es la compañía con quien te lo tomas…