Luz Adriana: ¿Viste la ilustración de la pasada entrada del blog del maestro?
Mónica: Sí. Me parece que a él le gusta mucho ese músico.
Luz Adriana: Yo creo que la intención era otra…
Mónica: ¿Cuál?
Luz Adriana: Pues, la de darnos una pista para la tarea.
Mónica: ¿Cómo así?
Luz Adriana: Se me ocurre que el trabajo del director de orquesta es análogo a la labor del maestro.
Mónica: De pronto. A mí me parece que la fotografía era para reforzarnos lo que nos mostró en la pasada sesión del Nivelatorio.
Luz Adriana: No creo. Yo pienso que, como tantas cosas que a él se le ocurren, era una forma de insinuarnos una posible analogía.
Mónica: ¿Y por qué lo dices con tanta convicción?
Luz Adriana: Porque, inspirada en esa imagen y en el video de Baremboim mostrado en clase, me puse a pensar en las relaciones que hay entre el director de orquesta y el maestro.
Mónica: Cuéntame a ver si saco material para mi tarea.
Luz Adriana: Mira. Acá tengo el cuadro comparativo con la lista de rasgos puestos en dos columnas.
Mónica: Ya veo…
Luz Adriana: Pero esto es sólo el escenario. Lo importante es la tesis que anima ese cuadro.
Mónica: ¿Cuál?, si se puede saber.
Luz Adriana: Sencilla: la tarea del maestro se parece a la ejecutada por el director de una orquesta.
Mónica: Suena bien.
Luz Adriana: ¿Y cómo lo voy a argumentar?, te preguntarás. Una primera cosa, y fíjate que sigo la lista de características de mi cuadro, es que así como el maestro organiza y lidera a sus alumnos, el director de orquesta tiene a su cargo o maneja unos músicos.
Mónica: Y no siempre es fácil controlarlos… Sobre todo ahora, en esta época, en que la autoridad del maestro es poco reconocida.
Luz Adriana: Sigo… Tanto el director de orquesta como el maestro están al frente de un grupo. Lo dirigen, por decirlo así.
Mónica: Ya entiendo…
Luz Adriana: Y controlan el grupo con su mirada, sus gestos, su postura. Claro, el maestro también usa las palabras; en cambio el director de orquesta utiliza un lenguaje no verbal. O mejor, son sus manos las que hablan, son sus brazos los que comunican o dicen un cambio en el ritmo o en la intensidad de unas notas.
Mónica: Eso es porque a los músicos les interesa estar allí y seguir al director; en clase el asunto es bien distinto. Hay alumnos que no les importa estar en el aula.
Luz Adriana: Pero, tanto el director como el maestro, dirigen a otros, a un grupo de personas. Cada uno usa recursos comunicativos diferentes, pero ambos están preocupados por organizar un conjunto heterogéneo.
Mónica: En algo se parecen, según lo que dices; pero yo creo que son diferentes los dos grupos de personas por ellos dirigidos.
Luz Adriana: Lo fundamental al hacer la analogía, según entendí por la explicación dada el viernes, es sacarle el mayor provecho a las similitudes.
Mónica: ¿Y qué más tienes en tu cuadro?, ¿qué otra cosa has descubierto?
Luz Adriana: Descubrí que una de las finalidades del director de orquesta es lograr que cada quien toque su instrumento pero sin descuidar el resultado armónico del conjunto.
Mónica: Me perdí… Explícame más despacito.
Luz Adriana: Me parece que el director de orquesta como el maestro necesitan darle valor y relevancia a cada persona de su grupo. El director de orquesta y el maestro saben que sin el aporte de cada uno no se logrará el resultado armonioso del final.
Mónica: No lo había visto de esa manera.
Luz Adriana: Yo creo que el éxito de un director de orquesta y de un maestro es que atienden a lo individual para lograr el objetivo común.
Mónica: Digamos que hacen una tarea personalizada.
Luz Adriana: Así parece. Y fíjate que si un músico o un alumno no colaboran o se desconectan de quien dirige el resultado será un fracaso.
Mónica: Y según tus reflexiones, ¿Qué sería lo análogo de la partitura?
Luz Adriana: Podría ser el libro de texto…
Mónica: Ya veo… ¿Y el vestido de frac de los músicos sería como el uniforme de los estudiantes?
Luz Adriana: Puede ser… Pero pienso que la elegancia de los músicos es para resaltar la importancia del evento. Es una ceremonia o un rito, así como también es un rito la clase.
Mónica: Sí. Un rito con sus horarios establecidos, sus fórmulas de saludo y despedida, sus formas de hablar…
Luz Adriana: Eso también lo escribí entre los rasgos semejantes. Así como el director de orquesta está en una sala, el maestro está en su salón. Y es similar que en una y otra situación se tenga prohibido hablar en voz alta o comer.
Mónica: Pero eso será en los países desarrollados, porque en nuestro país…
Luz Adriana: Digo que el espacio del director de orquesta y el del maestro son espacios ritualizados. Y debemos comportarnos de una especial manera si queremos estar allí o participar de ese escenario.
Mónica: ¡Qué interesante! ¿Y qué más similitudes has encontrado?
Luz Adriana: Una que me parece muy importante…
Mónica: Soy toda oídos.
Luz Adriana: Me puse a buscar en internet y vi en youtube a varios directores de orquesta en acción. Me acuerdo ahora de Karajan y de Bernstein, y cada uno dirigía a la orquesta de manera diferente, así fuera una obra del mismo compositor. Cada uno tenía su estilo.
Mónica: Has estado muy estudiosa.
Luz Adriana: Sí, señorita. Entonces, se me ocurrió que de igual modo sucede con nosotros los maestros. Cada uno tiene su estilo de enseñar, de interactuar con los estudiantes, de motivarlos o de controlar un grupo.
Mónica: Eso es cierto. A mí, por ejemplo, me gusta mucho que los estudiantes trabajen en grupo, y poco hago exposiciones magistrales.
Luz Adriana: Yo, en cambio, prefiero el trabajo en grupo para el momento de la motivación inicial. La parte gruesa de los temas las asumo siempre con una exposición magistral.
Mónica: Es inevitable. Cada quien le imprime a su enseñanza unas marcas de su personalidad.
Luz Adriana: Y esos rasgos repetitivos son los que constituyen un estilo, según leí en uno de los libros del maestro.
Mónica: Ah, sí…
Luz Adriana: Entonces, así como el director de orquesta tiene un estilo de dirigir, el maestro de igual manera tiene un estilo para enseñar.
Mónica: Qué interesante…
Luz Adriana: ¿A ti te gusta la música clásica?
Mónica: No tanto. O mejor, poco conozco de esa música.
Luz Adriana: A mí tampoco. Pero después de lo que nos presentó el maestro en el Nivelatorio sobre Baremboim dando esas lecciones de música, me picó la curiosidad y me puse a indagar las sonatas de Beethoven… y me extasié con una en particular…
Mónica: ¿Pero de dónde sacas tiempo para hacer tantas cosas?
Luz Adriana: Me he organizado… El domingo pasado me regalé la audición de varias sontas de Beethoven tocadas por Baremboim. Encontré el video en internet que el maestro nos presentó en clase.
Mónica: Pásame la dirección a ver si yo también aprendo algo de esa música.
Luz Adriana: Te mando el enlace por correo…
Mónica: Que no se te olvide.
Luz Adriana: Tú sabes que no.
Mónica: Pero no me acabaste de contar lo de tu analogía.
Luz Adriana: Ah sí… Tengo en mente desarrollar otros rasgos que comparten uno y otro. Por ejemplo, el hecho de que el director de orquesta conoce, casi siempre de memoria, la partitura que está interpretando cada músico. Por eso puede dirigirlos. Igual le pasa al maestro: debe conocer en profundidad aquello que desea enseñar.
Mónica: Y eso le da a uno, además, seguridad.
Luz Adriana: Sí. Eso me parece fascinante de los directores de orquesta… tener todas esas notas en la cabeza. Sorprendente.
Mónica: Son genios. Y, según leí, tienen que estudiar más de 10 años para llegar a ser directores.
Luz Adriana: Te contaba que tengo otras características en mi cuadro pero me falta desarrollarlas. Por ejemplo, que el “estudio” de la partitura hecha por el director de orquesta corresponde a la preparación de la clase del maestro… y que los “ensayos” del director se asemejan a los ejercicios en clase del maestro con el fin de apropiar o dominar un tema.
Mónica: Tantas cosas similares, ¿no?
Luz Adriana: Y no sé todavía con qué puedo analogar la batuta usada por el director de orquesta.
Mónica: Con las tareas…
Luz Adriana: No. Hace parte de la comunicación en el aula. Es un elemento que amplifica la instrucción del director de orquesta…
Mónica: Entonces, con la tarima que hay en los salones de clase.
Luz Adriana: Déjate de bromas. Mejor ayúdame a encontrar una relación “adecuada y pertinente”, según nos indicó el maestro en su blog.
Mónica: Dame unos días y te cuento…
Luz Adriana: Mejor, recoge tus cosas y apúrate que, con este paro de transporte, a lo mejor no conseguimos en qué llegar temprano a casa.
Mónica: Voy corriendo. Espérame. No te vayas a ir sin mí. Tú sabes que no me gusta salir sola a la avenida.
Luz Adriana: Aquí te espero… mientras sigo pensando en mi analogía.
Jairo Alonso Ramírez C. dijo:
Respetado profesor Fernando, un saludo muy especial.
El maestro como entrenador.
El maestro es a los discípulos, como el entrenador deportivo a los jugadores; tanto el uno como el otro proyectan su labor para que sus dirigidos alcancen el éxito, la trascendencia en la vida.
El entrenador celebra el triunfo de su equipo, el maestro los logros formativos y académicos de sus educandos; pero también, ambos sufren cuando no se da el rendimiento esperado. En este caso, el entrenador cambia las estrategias de juego, da ánimo, exhorta a sus jugadores; el maestro revisa y ajusta las prácticas pedagógicas; igual, motiva, exhorta a los estudiantes para que rindan al máximo.
Ambos son planificadores: el entrenador de la estrategia de juego para que el equipo la desarrolle de manera sincronizada y logre el triunfo; el maestro del currículo, de la didáctica para que los educandos alcancen los aprendizajes esperados. En el caso del fútbol, el gol, la copa, los reconocimientos a jugadores serán estímulo para el entrenador; para el maestro el aprendizaje de la disciplina, la graduación, y por supuesto, todos los reconocimientos hechos a sus estudiantes. Los dos, son observadores minuciosos para detectar líderes; además, habilidades físicas especiales en el caso del entrenador, y el maestro potencialidades intelectuales en cada uno de sus alumnos; de igual manera, ambos están prestos para ayudar a superar dificultades cuando las descubren en sus conducentes.
Los escenarios deportivos son lugares sagrados para el trabajo del entrenador y el balón la herramienta fundamental; de igual forma, para el maestro lo son los escenarios pedagógicos como el aula, el laboratorio, la biblioteca, el patio de recreo, y el libro su herramienta básica, hoy en día, las TIC.
Es así, que el maestro también tiene espíritu de entrenador, y al entrenador no en vano se le dice el profe.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Jairo Alonso, gracias por tu comentario. Muy bien.
Luz Esperanza López Welfar dijo:
Maestro,
Cordial Saludo.
Envío mi segundo intento con base en tus comentarios.
El maestro es para su estudiante, como el padre es para su hijo.El padre y el maestro comparten un mismo sueño, amar. servir,formar…
El padre quiere ver feliz a su hijo, el maestro lo motiva desde la escuela.El padre cultiva esfuerzo y compromiso, el maestro fomenta hábitos de perseverancia. El padre es amigo de su hijo, el maestro es cómplice de su conocimiento.El padre orienta el camino, el maestro ilumina un proceso. El padre brinda seguridad,el maestro promueve autoestima.El padre aconseja a su hijo, el maestro le sugiere soluciones.El maestro está dotado de conocimientos, el padre está colmado de sabiduría.El padre elogia a su hijo, el maestro lo anima a seguir.
El padre forma para la vida, el maestro prepara para el futuro.El padre hace parte del proceso académico de su hijo, el maestro vive con el estudiante la experiencia inolvidable de la enseñanza.El maestro es un ejemplo a seguir, el padre es un modelo a imitar.El padre reprende, el maestro corrige; el padre dialoga, el maestro reflexiona. El padre acompaña, el maestro transforma.
Padre y maestro comprometidos hacia un mismo fin: formar seres humanos para la gran aventura de la vida y con la firme esperanza de verlos llegar muy lejos.
¡Gracias!
fernandovasquezrodriguez dijo:
Luz Esperanza, gracias por tu comentario. Muy bien.
LEONARDO “TEOCAOS” BARRANTES dijo:
Buenas noches
Analogía el maestro y el agricultor
Amanece, comienza la jornada. Camino al cultivo provisto de sus herramientas, el arado, la barra, la pica y el machete. No importa el sol o la lluvia inclemente su decisión está tomada, en el surco arrojando las semillas una a una, limpiando pacientemente, arar, abonar, desyerbar y velar por que el cultivo crezca y provea los mejores frutos a la generaciones venideras. En tiempos de sequía el riego se convierte en una labor ardua, en invierno una oración al altísimo para que apacigüen las tormentas, canales a pica y pala desahogan el plantío. Llegan los días de cosecha, orgulloso se engalana para asistir al mercado, frutos, vegetales, tubérculos para saciar el hambre, flores para cubrir de fragancias y colores los amores, yerbas medicinales encierran la sabiduría de nuestros ancestros. En medio del alborozo el día trascurre, anunciando una nueva cosecha, comenzar una nueva jornada, un nuevo cultivo, abono, fumigar, desyerbar, continúa la faena, aunque despreciada por algunos es la base fundamental del desarrollo y la riqueza de las naciones.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Leonardo, gracias por tu comentario. Tienes la primera parte de de la analogía; ahora te falta comparar estos rasgos con los propios del maestro. Revisa y ajusta.
Julieta Romero dijo:
Buenas noches Profe.
El maestro como un espejo.
La tarea del maestro es como un reflejo de sus propios anhelos, sus sueños y sus esperanzas, es mirar en los ojos de los estudiantes el logro alcanzado.El maestro no solo lleva sus conocimientos a través de los días sino también sus vivencias y experiencias que siempre espera transmitir con el amor, la entrega, y dedicación de esa labor tan maravillosa de ser maestro. Siempre tiene esa preocupación que lleva día a día y tambien año tras año esperando ver un valioso y soñado resultado como quien cuida un tesoro, así contribuye a formar y pulir esos seres que si pudieran verse en un espejo podrían observar todo aquello que hace más agradable y alegre la vida, seres con valiosos valores, con hábitos para poder cumplir las más heróicas tareas, agradecidos con Dios por la vida y además capaces de brindarse al prójimo sin esperar nada a cambio más allá de la satisfacción del deber cumplido.
JUlieta Romero.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Julieta, gracias por tu comentario. Revisa qué tan “pertinente” es el espejo para compararlo con el trabajo del maestro. Analiza y ajusta.
Mauricio Correa Tribin dijo:
Este escrito hará una corta analogía entre dos reyes que representan la perfección del mundo animal y musical. El león y el Piano son la máxima autoridad de sus respectivos reinos; el tamaño, la fortaleza, la jerarquía la complejidad y un sinnúmero de elementos de poder los convierten en reyes y señores de sus particulares entornos. No existe ningún animal o instrumento que tenga las características necesarias para retar a duelo a estos dos reyes. El león con su larga y densa cabellera muestra su carácter al abrir la boca para rugir en la selva, haciendo recordar a todos sus habitantes que con solo un mordisco o arañazo podrían terminar siendo su cena. El piano por su parte deja ver su majestuosa caja de resonancia cubierta de fina caoba, la cual no solo tiene la capacidad de retumbar en escenarios y auditorios sino también de desplazar a toda una orquesta sinfónica.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Mauricio, gracias por tu comentario. Recuerda que la analogía es entre el maestro y otra realidad semejante.
Luz Esperanza López Welfar dijo:
Maestro, cordial saludo. Envió mi primer intento.
El maestro para su estudiante como el padre para su hijo. Uno de los mayores deseos de un padre es ver feliz a su hijo, situación que se logra con grandes esfuerzos; el maestro fomenta hábitos de perseverancia en la ejecución de labores escolares, con el ánimo de lograr los objetivos propuestos. El padre es considerado amigo para su hijo, lo ayuda, lo protege lo anima; el maestro lo acompaña, lo escucha, le vuelve a explicar ,le brinda oportunidades,cree en él. El padre en los diferentes escenarios de la vida le crea hábitos a su hijo para inculcarle valores. El maestro genera espacios para que el estudiante desarrolle actitudes de respeto por sus compañeros, solidaridad, cuidado por la naturaleza, amor por la vida…El padre elogia a su hijo para enseñarle más que criticarle. El maestro motiva el estudiante más que reprocharle. El padre forma para la vida, el maestro prepara para el futuro. El padre hace parte del proceso académico de su hijo, el maestro vive con el estudiante la experiencia inolvidable de la enseñanza. El maestro es un ejemplo a seguir. el padre es un modelo a imitar.
Padre y maestro son un binomio con el gran compromiso de formar seres humanos para la vida.
Mil gracias por tus comentarios
fernandovasquezrodriguez dijo:
Luz Esperanza, gracias por tu comentario. Tienes elementos valiosos, pero están desorganizados. Ve rasgo por rasgo mostrando la comparación.El tono debería ser el que empleas en las últimas tres líneas de tu texto.
Marleny_ Carazo@yahoo dijo:
Escritor Fernando, gracias por tan excelente escrito, me sentí muy alagada ya que soy pedagoga musical y me lleno de alegría tan bella comparación. Gracias
Enviado desde mi iPad
fernandovasquezrodriguez dijo:
Marleny, gracias por tu comentario.
Noruan dijo:
La semilla se lanzó en este terreno desconocido sin saber si su raíz se asirá al terreno..
El maestro como oasis
La presente analogía parte de la idea de concebir al maestro como un lugar de abastecimiento de aquellos viajeros que transitan por el camino del conocimiento. Esta característica de servir de proveedor consiste en brindar las herramientas necesarias para iniciar o continuar recorriendo las sendas del saber, por donde escasea la lluvia de la reflexión y el pensamiento académico. Cuenta con manantiales de agua dulce para saciar la sed de curiosos e inquietos exploradores que llegan allí por diferentes circunstancias del destino, por eso el maestro no está al servicio exclusivo de sus estudiantes sino de familiares, amigos y pares que compartan con él la necesidad y el deseo de aprender. Este oasis es fuente de vida intelectual, quien llega a ese lugar jamás será el mismo.
Dependiendo de las condiciones en que desempeñe su labor, el maestro es valorado o señalado como un espejismo. Esto último se presenta cuando la sociedad, cansada y algunas veces cegada por la luz de la ignorancia, lo culpa del deterioro social en todas sus dimensiones; y que decir cuando en momentos de extrema sequía de raciocinio se le atribuye el fracaso del desarrollo de lo que debe ser la humanidad. En síntesis el maestro oasis promueve el cultivo de la subsistencia, en medio de oleadas de analfabetismo, de manera que se convierte en un medio de protección ante la adversidad.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Noruan, gracias por tu comentario. Me gusta tu propuesta. Interesante y bien escrita. Enriquécela incluyendo aspectos como las palmeras, el sombrío. ¿Los aprendices serían los caminantes, los viajeros? ¿El maestro oasis sería importante para qué tipo de aprendices? Analiza: el oasis cobra mayor valor en medio del desierto; entonces, ¿de qué sendas del saber estaremos hablando?