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Fernando Vásquez Rodríguez

~ Escribir y pensar

Fernando Vásquez Rodríguez

Archivos mensuales: mayo 2015

Un lector crítico

24 domingo May 2015

Posted by fernandovasquezrodriguez in Diálogos

≈ 4 comentarios

«Referencias cruzadas» del artista Jonathan Wolstenholme.

Sofía: ¿Y qué haces ahí, tan concentrado?

Gabriel: Leyendo un material sobre lectura crítica. Uno que nos dieron en la capacitación de la semana pasada.

Sofía: Dichoso tú, que te dan permiso para ir a capacitarte.

Gabriel: Más bien, prevenido. Yo le solicité ese permiso a la rectora desde hace por lo menos un mes.

Sofía: Lo que pasa es que ella tiene sus “preferidos”, ¿no?

Gabriel: Pues razón tendrá, porque ¿qué área fue la mejor del colegio en las pasadas pruebas Saber?

Sofía: Eso es pura suerte…

Gabriel: Suerte el tenerte acá, en la sala de profesores.

Sofía: Es que con ese ruido en el patio, dónde puede uno tener un poco de tranquilidad para comerse esta ensaladita de frutas. Pero, cuenta, ¿qué aprendiste en ese curso?

Gabriel: Varias cosas… muy interesantes…

Sofía: ¿Y se pueden saber algunas de esas maravillas?

Gabriel: Tú sabes, Sofy, que yo para ti soy un libro abierto…

Sofía: No, en serio. ¿Qué aprendiste de la lectura crítica?

Gabriel: Que es un manera de leer en la que se busca ir más allá de lo obvio y evidente. O como dijo el conferencista, se trata de ser menos ingenuos en lo que vemos, leemos o vivimos.

Sofía: ¿O sea que la lectura crítica no es sólo para los textos escritos?

Gabriel: Así es… Se puede ser lector crítico de lo que observamos en los noticieros de televisión, de la publicidad, de las relaciones afectivas, de nuestras creencias, de…

Sofía: De todo… Un poco exagerados los alcances de la lectura crítica…

Gabriel: Es que la lectura crítica es como otra mirada, una lente con la que se puede escudriñar a fondo la vida y la cultura. Una lectura lenta y profunda de las cosas.

Sofía: ¿Y eso nace con uno?

Gabriel: Todo lo contrario. Hay que aprender a tomar distancia, a leer entre líneas, a tener la perspicacia suficiente para saber cuándo nos manipulan, o cuándo lo que está oculto es más importante que aquello que aparece en la superficie.

Sofía: Es decir, la letra menuda, ¿no?

Gabriel: Fíjate que el conferencista insistió en los procesos de pensamiento necesarios para lograr una lectura crítica. Dijo que los maestros tenemos que dedicarnos a enseñar con más contundencia la deducción, la inducción, la inferencia…

Sofía: ¿Aún con los chiquitos?

Gabriel: Sí, señora. Especialmente con los más pequeños; hay que irles desarrollando las operaciones lógicas del pensamiento. Y también, insistió el conferencista, es necesario ponerlos en contacto con los procesos relacionales. Que vayan entendiendo cómo los hechos o las cosas no están sueltas, sino que hacen parte de un todo más complejo.

Sofía: ¿Y puso ejemplos?

Gabriel: Sí. Explicó, entre otras cosas, de qué manera cuando uno lee un libro álbum debe relacionar por lo menos cinco grupos de elementos: los que se refieren a la narración, los propios de la imagen, los vinculados con la materialidad del libro, y otros que ahora no me acuerdo… Que no se trata solo de quedarse con la historia…

Sofía: ¿Y qué otras ayudas ofreció tu conferencista?

Gabriel: Varias. Son estrategias para facilitar o propiciar la lectura crítica. Por ejemplo: la de no entregar las fotocopias sólo de un capítulo o un artículo sino fotocopiar también la tabla de contenido o el índice del libro en mención.

Sofía: Y para qué gastar más papel, sobre todo en esta época de ahorro ecológico…

Gabriel: Es ofrecerles a los estudiantes una mirada de la totalidad para que comprendan la parte o el fragmento. “Las partes se entienden mejor cuando se las ve desde el conjunto”, dijo el conferencista.

Sofía: Ahora que lo dices, Gabrielito, yo también he cometido ese pecado. Pero es por asuntos económicos. Si uno puede ahorrarles alguna moneda a esos muchachos, pues no sobra.

Gabriel: Una hoja de más no es un gasto excesivo. El conferencista recalcó en que proveer textos sueltos o sin filiación difícilmente conlleva a la comprensión de los mismos.

Sofía: ¿Y qué otras cosas pudiste recoger para tu labor docente?

Gabriel: Un montón. Por ejemplo, la de contextualizar el autor antes de mandar a leer una obra; o la de no entregar una lista de libros sino elaborar una bibliografía comentada de esos textos. O la de usar la esquemática para mostrar las relaciones entre los diversos elementos de un libro: sus oposiciones, sus jerarquías, sus contrastes…

Sofía: ¿La esquemática?

Gabriel: Sí, demos por caso los diagramas, los mapas de ideas, los mapas conceptuales… Las redes semánticas, los cuadros categoriales…

Sofía: ¿Estuvo como bueno, entonces, el curso?

Gabriel: Buenísimo. Yo no hacía sino anotar y anotar… hay bastante material para estudiarlo.

Sofía: Pero eso es para ti, Gabrielito, que trabajas en español. ¿O es que la lectura crítica también le sirve a una profesora de ciencias, como yo?

Gabriel: La lectura crítica es para todas las áreas. Se me ocurre que la discusión actual sobre la vida en probeta puede dar pie a que los estudiantes elaboren una lectura crítica del sentido de la vida.

Sofía: A veces yo hago eso, pero no llamo a esa actividad lectura crítica.

Gabriel: Mira esta otra estrategia que sugirió el conferencista, y que puede servirte. Dijo él que una buena forma de caldear al estudiante en la lectura crítica era presentarle dos o más lecturas con una perspectiva diferente. Digamos, unos que estén de acuerdo frente a una temática y otros que estén en contra. Que eso ayudaba a que los muchachos se vieran obligados a buscar razones o argumentos para adherirse a una u otra posición.

Sofía: Una especie de debate…

Gabriel: Sí. Pero teniendo en cuenta que con ello lo que se pretende es enseñarles a detectar las falacias o engaños del contrincante. A escudriñar con lupa lo que el otro dice y encontrar argumentos para mostrar sus inconsistencias o sus contradicciones.

Sofía: Bien interesante…

Gabriel: ¿Sabes qué más nos presentó el conferencista?

Sofía: ¿Qué?

Gabriel: Unas rúbricas de evaluación. Dijo que si el maestro construye esas rejillas evaluativas, y las socializa con los estudiantes, ellos irán teniendo puntos de referencia para ir más allá de lo que a primera vista –por pereza o desgano– no descubren en una primera lectura de un texto.

Sofía: Yo llevo haciendo una rúbrica para una salida de campo que me tiene loca…

Gabriel: Así debe ser… Porque no es lo mismo sacarlos a caminar que orientar su salida con unos indicios o unos criterios de observación y registro. Por eso, el conferencista habló de la relectura. El lector crítico necesita releer y releer. Y entre más lee, más cosas aparecen, más aspectos emergen a la superficie.

Sofía: Es una tarea parecida a la de los buzos.

Gabriel: El conferencista habló del arqueólogo. Dijo que el lector crítico va por etapas, descubriendo estratos en los textos. Pasa de la superficie a lo profundo. Excava los significados.

Sofía: Me gusta eso de que se trata de ir capa por capa como pelando una cebolla, o comiéndose poquito a poco una milhoja…

Gabriel: Tú y tu gusto por el dulce….

Sofía: Bueno, no critiques. Más bien sigamos. ¿Y qué?, ¿para qué un maestro debe hacer todas esas cosas?

Gabriel: Pues para que nuestros estudiantes no estén tan alienados, tan dados a la manipulación y para…

Sofía: Se te salió el marxista que estaba dormido, ¿no?

Gabriel: Puede ser… Pero es que en medio de esta avalancha de la sociedad de consumo y este mundo globalizado, los estudiantes terminan necesitando lo que no necesitan y creyendo lo que son flagrantes engaños…

Sofía: La lectura crítica, según lo que he entendido, es “no ser bobito”, ni “dejarse meter los dedos en la boca”…

Gabriel: Por supuesto. Piensa no más en las noticias que uno mira a diario en televisión. Hay gente que cree todo lo que ve, olvidándose de que ese noticiero le pertenece a un grupo económico y que ese grupo económico tiene intereses y que, por esos intereses, muestra solo lo que le conviene, dejando de lado u ocultas las iniquidades o las triquiñuelas elaboradas para lograr sus propósitos.

Sofía: Me parece que tú ya estás haciendo campaña para las próximas elecciones, ¿no?

Gabriel: No es eso. Lo que sucede es que la lectura crítica lo pone a uno alerta para sospechar, para ver detrás del telón, para descubrir los engaños de los mecanismos del poder.

Sofía: No fue sino darte cuerda para que se te saliera el sindicalista…

Gabriel: Eso es lo que muchos creen en este colegio. Que si uno toma postura y se aparta del silencio conformista de la mayoría es un revoltoso o un extraterrestre.

Sofía: Era una broma, Gabrielito, una broma… Más bien dime, antes de que termine el receso de los muchachos, si tienes un consejo sobre la lectura crítica que yo deba seguir.

Gabriel: ¿Y será que sí te lo tomas en serio?

Sofía: Claro que sí… Tú sabes que yo cuando me le dedico a algo lo saco adelante.

Gabriel: Mira, aquí está un decálogo de la lectura crítica que entregaron al final de la conferencia. Ven te leo algunos de los mandamientos:

Sofía: Sí, sí, adelante.

Gabriel: Aquí va el primero: “Nunca leas un texto sin conocer los contextos”.

Sofía: A ver, lee otro.

Gabriel: “Recuerda que detrás del significado visible de una palabra hay más de un sentido oculto”.

Sofía: Excelente…

Gabriel: Va uno más: “Lee las partes comprendiendo el todo; lee el todo, explicando sus partes”.

Sofía: Otro, elige otro…

Gabriel: Ya que insistes: “Los textos no tienen solo palabras, también contienen ideología”.

Sofía: Qué bueno ese decálogo. ¿Por qué no me lo prestas y lo fotocopio, antes de que termine el recreo?

Gabriel: ¿Y será que sí me lo vas a devolver?

Sofía: Ay, ni que fuera la peor de tus amigas, ¿no? Voy corriendo a la secretaría.

Gabriel: Ve, pero no se te olvide traerme la hojita, que así sucedió con el libro de cuentos que te presté hace como quince días…

Sofía: Sí, sí, qué pena. Se me ha olvidado devolvértelo. Mañana te lo traigo, sin falta. Pero no te pongas bravito, que así te aumentan los años.

Gabriel: Como decía el filósofo: “los años enseñan muchas cosas que lo días jamás llegan a conocer”.

Televisión y escritura

21 jueves May 2015

Posted by fernandovasquezrodriguez in Ensayos

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Ilustración del carioca Edgar Moura (“Demo”).

Ilustración del carioca Edgar Moura (“Demo”).

Nadie podría negar hoy que la televisión es una de las mediaciones más potentes de socialización de nuestro tiempo. La televisión es referente obligado de muchos eventos de nuestra vida cotidiana, hace parte de nuestra intimidad y, en muchos casos, ofrece valoraciones tan potentes como las propuestas por la familia o la escuela. Además, la televisión tiene una alta influencia en la consolidación de ideologías, comportamientos, estilos de vida e imaginarios sociales.

Frente a este contexto, se pueden tomar dos posturas, al menos como lo entiende Umberto Eco: unos (los apocalípticos) que consideran que este medio debe alejarse de los espacios educativos. Que la televisión es un vicio que embrutece y sirve de circo para olvidarnos de los problemas esenciales de nuestra humanidad. Más aún, que la televisión es poco lo que puede decirle a la educación; que es su opuesto y la principal causa del bajo rendimiento escolar.

También están los que piensan que la televisión es una ayuda importante para el trabajo del maestro. Este otro grupo (los integrados) hablan de la televisión como un medio productor de cultura, tan importante como el libro, la ciudad o el espacio familiar. Para ellos, lo importante es saber aprovechar lo que la televisión ofrece, aprender sus lenguajes y sus modos de proceder.

Situados en esta última posición hay un tercer grupo (los críticos) que, además de considerar a la televisión como un bien cultural, consideran que hay que desarrollar tanto las estrategias de lectura de la misma, como los procesos de análisis y recepción crítica. A este grupo pertenecen los analistas de la semiótica y los didactas de los medios.

Pero hay otra mediación vigorosa de la cultura; una mediación capaz de objetivar la conciencia, propiciar el análisis y jalonar el desarrollo tanto personal como colectivo. Esa mediación es la escritura. Y dada su importancia para la escuela, podemos valernos de la televisión para convocar o provocar la producción escrita.

Para lograr tal fin necesitamos actuar de manera estratégica: es decir, usando la didáctica. Preocupándonos por apropiar un saber sobre la televisión y, a la vez, un aprender a hacer algo con ella. De otra parte, los aportes conceptuales y los métodos propios de la semiótica y la narratología pueden sernos de gran utilidad para afinar estas estrategias escriturales derivadas de ese seductor ojo sin párpados.

Esbocemos, entonces, algunas estrategias para usar la televisión y propiciar la producción textual:

RECONSTRUIR: Una primera estrategia sería la de usar las telenovelas para aprender los elementos básicos del relato. ¿Cómo construir  un personaje?, ¿cómo hacerlo verosímil?, ¿cómo presentar los diálogos? Al reconstruir esos aspectos se descubren las lógicas de la ficción: se aprende a narrar.

RECICLAR: Una segunda estrategia sería la de emplear diversos materiales de la televisión (frases de un telediario, fragmentos de un diálogo en una telenovela, pedazos de tele-entrevistas…) para elaborar otro tipo de mensajes, otra  “obra”, otro texto. El collage, los acrósticos, los caligramas ofrecen la oportunidad de entender que la escritura, además de un significado, también comporta un espacio.

SUBSTITUIR: Una tercera estrategia, en donde puede retomarse la agenda televisiva en general, es la de proponer substituciones de todo tipo: cambiar un título por otro menos obvio, llamar de otra manera una telenovela, ponerle otro nombre a una sección de cierto programa; en fin, volverse hábil en el pensamiento relacional. El uso de las analogías y de las metáforas son  un ejemplo y propósito de esta otra estrategia escritural.

REFLEXIONAR: Los telenoticieros o los programas de opinión pueden servir para propiciar la reflexión y sopesar los juicios. Porque donde hay puntos de vista, donde hay ideas que se defiendan o refuten, se ofrece una oportunidad para la escritura argumentativa. El ensayo puede ser el género ideal para ejercitar al estudiante en aprender a ofrecer argumentos para apoyar o contrarrestar una tesis presentada en algún espacio televisivo.

ANALIZAR: Aunque esta estrategia puede emplearse con cualquier tipo de programa, la veo propicia retomando la oferta publicitaria. La idea es escribir como lo hace el copy de una agencia de publicidad; ese personaje que convierte una larga conversación con un cliente en una o dos líneas para un aviso. Podría explotarse, entonces, la escritura de avisos clasificados, de banners, de eslóganes o consignas capaces de recoger en pocas palabras aquella pieza publicitaria televisiva de treinta segundos o de algunos minutos.

COMPLETAR: Esta estrategia busca desarrollar el pensamiento abductivo o la lectura inferencial. Se trata de optimizar la información: con muy poca, atreverse a imaginar un avance, un desarrollo o un desenlace. La escritura de sinopsis imaginadas para el otro día, de resúmenes de lo que va a pasar, de síntesis futuras, puede convertirse en un reto de escritura y, a la vez, en un acicate para la imaginación.

IRONIZAR: Esta otra estrategia tiene que ver con el uso del humor, con la imitación que busca la caricatura, la burla o la inversión de sentido. Esta estrategia tiene un amplio espacio de trabajo en las llamadas figuras retóricas. Además de la ironía, la parodia puede ser un género beneficiado con esta estrategia, al igual que la sátira y los juegos de lenguaje de doble sentido… Entrar en el simulacro aguza la atención y la perspicacia.

Bibliografía esencial

José Ignacio Aguaded,  (1999), Convivir con la televisión, Barcelona, Paidós.

Umberto Eco, (1984), Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen.

Neil Postman, (1991), Divertirse hasta morir. El discurso público en la era del “show business”, Barcelona: De la Tempestad.

Francesco Casetti y Federico Di Chio, (1999), Análisis de la televisión, Barcelona: Paidós.

Joan Ferrés, (1994), Televisión y educación, Barcelona, Paidós. 

Fernando Vásquez Rodríguez, (2004), La cultura como texto. Lectura, semiótica y educación, Bogotá: Javegraf.

Fernando Vásquez Rodríguez, (2005), Rostros y máscaras de la comunicación, Bogotá: Kimpres.

Invitación de Ícaro

16 sábado May 2015

Posted by fernandovasquezrodriguez in Poemas

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"Ícaro y Dédalo" del pintor Charles Paul Landon.

«Ícaro y Dédalo» del pintor Charles Paul Landon.

Mira ese cielo:
hermoso, infinito,
azul hasta las lágrimas
¿no sientes su llamado?
Y aquellas nubes blancas,
¿puedes verlas?
semejando ser gigantes almohadas
para abarcar la altura de tus sueños.
No temas,
toda esa infinitud te pertenece.
 
Huele los vientos,
respira, abre los brazos,
siente tus alas…
El insondable firmamento por ti espera.
¡Vamos!
Abandona tus miedos,
cierra los ojos
y escucha tu corazón gritar descalzo.
 
Ahora,
abre los ojos y tus alas,
observa ese verde entre los riscos,
mira qué tanta agua,
qué variedad de luces,
qué multitud de formas nuevas.
Allá, ¡fíjate!,
está naciendo otro color inexplorado.
 
Tranquila, no dudes,
la eternidad es un abismo
si la miramos desde nuestros temores;
pero si observas con atención,
al fondo,
si afinas la percepción y tus sentidos,
verás en medio de las rocas
la variedad de flores,
la riqueza de frutos…
un festival de vida como el canto de los pájaros.
 
Prepárate,
muéstrale al sol tus alas
y recoge de las alturas su mensaje.
Así, ¡perfecto!
Empínate un poco y ve al acantilado.
No hables por ahora
concéntrate en el vuelo,
vas a caminar con otros pasos.
 
No pienses en tu peso,
aminora el pasado,
tira todo ese lastre de temores.
¡Eso!
Desnúdate de corazas y ataduras
que te cubren,
deja limpia tu piel de antiguos atavíos.
Recuerda,
vas a nacer de nuevo…
 
Ven,
¡dame la mano!
y abandonémonos a la caricia de los aires.

 

(De mi libro Ese vuelo de palabras, Kimpres, Bogotá, 2011, pp. 161-163).

Del amor

11 lunes May 2015

Posted by fernandovasquezrodriguez in Aforismos

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Pintura de Roberto Ferri.

Pintura de Roberto Ferri.

El amor es un impulso emocional convertido en sentimiento placentero. Un sentimiento que al convertirse en pasión recupera su original fuerza instintiva.

*

El amor adivina en las miradas lo que aún no saben pronunciar las palabras.

*

¿Cuál es el mayor milagro del amor? Hacer que un desconocido tenga rostro y forme parte de nuestra secreta intimidad.

*

La ternura es el amor liberado de las urgencias del deseo. Un invento humano para contrarrestar las limitaciones de los cuerpos.

*

Es del amor poner en tensión las fibras emocionales del enamorado: tanto ofrece de alegría como de sufrimiento; tanto de libertad como de esclavitud. Por él toca el cielo y sin él padece el infierno. Esa tensión es la que le devuelve al enamorado la certeza de estar vivo.

*

¿Cómo amar en libertad cuando el deseo es un carcelero ciego y obcecado?

*

Deberíamos pedirle al amor –para que dure– menos cosas excepcionales y más acciones comunes y corrientes.

*

El amor minimiza los defectos y magnifica las virtudes; el desamor, amplia las faltas y empequeñece adrede las cualidades.

*

El amor es una tela sutil que requiere zurcirse con los hilos de la credibilidad; las fibras invisibles con que se tejen las relaciones duraderas es la confianza.

*

Un celoso no concibe que otra persona pueda sentir lo que él siente. Es un egoísta temeroso de su imagen proyectada en un espejo.

*

Primero está la atracción, luego la fascinación y, por último, el deslumbramiento. El amor es el hechizo de una luz.

*

Extraña forma de proceder de los enamorados obsesivos: usan primero el telescopio para descubrir una estrella, un sol; y, tiempo después, utilizan el microscopio para descubrir en tal paisaje celeste al insecto, al bicho despreciable.

*

El encanto del primer amor –su carácter inolvidable– está asociado al descubrimiento irrepetible de lo íntimo.

*

Cuando alguien nos ama nos regala la posibilidad de reconciliarnos con nuestras imperfecciones.

*

Los amantes abrasados por el deseo temen que al separarse –así sea por unos minutos– se enfríe el ardor de su pasión.

*

Dos son las fuerzas más poderosas del amor: la impetuosa de la atracción inicial, y la que queda de él, soterrada en el recuerdo.

*

¿Es el amor un castigo de los dioses para obligar a los hombres a buscar compañía? o ¿es un consuelo momentáneo de los hombres para remediar su soledad?

*

Al estar absolutamente encaprichados no es fácil saber cuándo el amor es un abrazo cariñoso y cuándo una cárcel opresora.

*

Tiene algo de impredecible el amor: llega cuando no lo esperamos; nos deja, así no lo queramos. Su aparición o partida está gobernada por la gratuidad o el milagro.

*

Las traiciones amorosas son un puñal de doble filo. Sufre la víctima al saberse herida pero también el victimario al no encontrar donde ocultar el arma del engaño.

*

Hay amores que, con los años, se debilitan o desmoronan; otros, en cambio, es el pasar del tiempo el que les da robustez o resistencia.

*

Ciertos amores vienen como el encuentro fugaz de dos meteoros; otros, necesitan ir despacio, con la lentitud de los caracoles.

*

Aunque el sexo le otorga al amor un encantamiento fascinante, es la complicidad la que mantiene viva su magia.

*

La cotidianidad es el yunque en el que se forja el amor. La rutina es el crisol de las adoraciones.

*

Para algunos los cambios propios del amor son la ruina del afecto; para otros, la prueba indiscutible de su permanencia.

*

La mentira, tan efectiva en la seducción amorosa, es ineficaz cuando se quiere conservar un cariño.

*

El amor es una incursión extraordinaria: empieza en el regodeo de la atracción, sigue con la caricia de una piel, busca luego sondear en lo profundo de lo íntimo, y continúa hacia adentro –más al fondo– tratando con ansias de tocar un alma.

*

¿Por qué duelen tanto los rompimientos amorosos? Porque en las rupturas hay que cortar un pedazo de nosotros.

*

El amor es más un encuentro que una búsqueda; más un abandono que una posesión.

*

Los amores imposibles son perfectos porque, a pesar de no lograr su cometido, se mantienen admirables y hermosos en el mundo de lo inconfesable.

*

“Del amor al odio no hay sino un paso”, dice la gente. Es cierto: solo aquel que conoce las claves de nuestro corazón sabe cómo infligirle las mayores heridas.

*

Los mejores poemas de amor son la celebración de un anhelo o la elegía de una desdicha.

Información, niñez y educación

03 domingo May 2015

Posted by fernandovasquezrodriguez in Ensayos

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Ilustración de Quino.

Ilustración de Quino.

Comencemos, de una vez, señalando una evidencia: ya no son los padres o los maestros los únicos que generan información. También informan y, de manera abundante, los medios de comunicación, la ciudad, los videojuegos, los periódicos y las revistas. Digamos que la información, que le llegaba al niño antes por un único canal, ahora se le manifiesta de manera múltiple, tanto en su estructura como en su embalaje.

Tal avalancha de información ha generado en el niño una serie de desconciertos. De un lado, el desconcierto hacia la noción de verdad o, si se prefiere, hacia lo creíble. Por ser tantas las fuentes o los lugares de información, por haber entre ellos (la mayoría de las veces) contradicciones y puntos de vista tan dispares, por presentarse tan velozmente y de manera fragmentaria, el niño no sabe ya dónde empieza lo verdadero y dónde termina la mentira. Y cuando habla su padre o su maestro, ellos apenas son otras voces dentro del concierto a que está expuesto permanentemente. Entonces, lo creíble empieza a estar asociado con aquello que es más habitual, con lo que circula cotidianamente, con el consumo o la moda; lo creíble se vuelve coyuntural, se articula desde la novedad, depende de otras lógicas ya no gestadas desde instituciones como la familia o la escuela.

El otro desconcierto al que está expuesto el niño de hoy es el que se refiere a la noción de realidad. Cuando la información ya no está centralizada o unificada, cuando las convenciones de un grupo social sobre un orden conceptual o epistemológico establecido se estrellan contra nuevos paradigmas emergentes, se produce entonces una desazón infinita. ¿Qué es real?, se pregunta un niño ante una suerte de cosas dispuestas a la manera de una baraja: ¿lo que veo en un videojuego?, ¿lo que bajo de internet?, ¿lo que está escrito en los libros?, ¿lo que veo en  la televisión?, ¿lo que me muestran mis maestros?… La noción de realidad se ha vuelto gelatinosa para los niños de hoy; por momentos está más cercana a lo físico pero, en otros momentos, se refunde con lo virtual, con lo imaginario y lo fantástico.

Cabría mencionar otro desconcierto. Llamémoslo un desconcierto hacia la autoridad. El niño observa a su alrededor, escucha y lee cómo la justicia no cumple su cometido, cómo se puede burlar la ley, cómo escabullirse de una norma, un mandato o una disciplina. Además, mediante lo que observa en el tevecable o la televisión confirma que hay otros niños como él que no son castigados por sus “pilatunas”, que logran salir campantes de una picardía o una maldad. También lo confirma en muchos de los temas de las canciones que escucha y que le gustan. Sin embargo, cuando llega tarde a su casa o cuando no cumple con las tareas en el colegio, detecta que hay otro orden disciplinar, otros controles mucho más fuertes o drásticos. De un lado está la permisividad, de otro las prácticas y los discursos de “entrar en cintura”. El desconcierto preludia, entonces, la rebeldía.

Anotemos un desconcierto más: el desconcierto hacia las valoraciones de sí mismo. El niño escucha que sus padres o maestros le hablan de que debe cuidarse, protegerse, de que él no debe salir a la calle… pero, en los programas de televisión o en los videojuegos que le gustan, él es el protagonista. Vuelve y mira a su alrededor: en su familia le dicen que no puede hablar o no debe hablar sobre ciertas cosas; en la escuela le advierten que debe aprender a guardar silencio… pero, para sobrevivir en el barrio, en la calle, para poderse socializar con sus amigos, él descubre que si no habla, que si no “presume” de ciertas cosas, muy seguramente será excluido o no tenido en cuenta. El desconcierto se acrecienta con una serie de mensajes publicitarios; la ropa, los zapatos, los objetos… que él ve en la televisión o las revistas –y ansía tener– riñen con la “cantaleta” de sus padres sobre no gastar en “cucherías” y aprender a vivir con lo apenas necesario.

Sin pretender ser exhaustivos, afirmemos que el alud de información al que están expuestos los niños y las niñas de hoy, ha traído también una avalancha de desconciertos. Tal evidencia tiene serias implicaciones para la tarea educativa. La primera de ellas concierne al papel activo del maestro y el padre de familia en relación con el reconocimiento y conocimiento de estos otros canales de información. Es urgente ponernos al día en el consumo cultural de los niños; investigar con juicio estos nuevos “socializadores” y su repercusión en los pequeños. Más que tratar de “satanizar” a los medios de información se trata de conocer la manera como se los recepciona, y sirven de elementos de construcción para el mundo del niño.

Eso en cuanto al conocimiento de los medios de información. Pero además de indagar hay que ir un poco más allá y proveer a nuestros niños de capacidades de lectura de dichos canales. En este sentido es urgente capacitar a nuestros estudiantes en habilidades para la lectura de la imagen, de lo audiovisual, de los signos en general. Tenemos que desarrollar en ellos una competencia semiótica que les permita hacer legible estos textos tan variados como fugaces. Con esta nueva cartilla es muy probable que nuestros niños puedan tener algunos elementos de lectura para diferenciar, distinguir o ver la utilidad de toda esa avalancha informativa que los circunda. Como quien dice, se trata de alfabetizarlos para una sociedad que no necesariamente pasa el saber por el cedazo del texto escrito.

Frente a esta complejidad de la información cabe agregar que el educador necesita, hoy más que nunca, servir de faro, de orientador. Quizá ya no se trata, como en el pasado, de dar la información, sino de poseer una capacidad crítica para poder seleccionarla u otorgarle alguna jerarquía. Veo en esta labor uno de los grandes desplazamientos del maestro en cuanto facilitador de una información: de lo que se trata ahora es de servir de cedazo efectivo para distinguir la “basura” de lo verdaderamente importante. Tener criterio. Pero, para ello, el educador tiene que hacer un enorme esfuerzo para hablar el lenguaje de estos tiempos, tiene que salir del estrecho nicho de la escolaridad y adentrarse en esos otros escenarios en donde también se propicia el aprendizaje.

Una última implicación para el educador, de esta avalancha de información a la que están expuestos nuestros niños, apunta a propiciar en el aula un discurso que favorezca el diálogo, la conversación, la circulación de diversos puntos de vista. Al no ser el maestro el único centro de información, es importante aceptar la validez de otras visiones, de otras fuentes esta vez aportadas por los estudiantes. En este sentido la escuela se torna en un escenario para la gestación de acuerdos, en donde prime la búsqueda por el consenso más que por una verdad revelada o determinada. Este viraje trae consigo la necesidad de prestarle especial interés a los procesos de tutoría o acompañamiento que se dan en la escuela. Lo tutorial deja de ser visto como algo marginal o previsto para alumnos con problemas de aprendizaje y se convierte en el lugar habitual, en la forma idónea para enseñar un conocimiento.

(De mi libro Rostros y máscaras de la comunicación, Kimpres, Bogotá, 2003, pp. 217-220).

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