Ya en otras entradas de este blog he reflexionado sobre la necesidad de que nuestros estudiantes universitarios (y muy especialmente los de posgrado) aprendan o se fogueen en dialogar con la tradición de las fuentes escritas. Que sobrepasen el mero transcribir citas de autores y logren apropiarlas o reincorporarlas a su propio discurso. En esta perspectiva es que he ideado la estrategia del contrapunto, con siete técnicas precisas: amplificación, disminución, réplica, transposición, derivación, contraste y análisis.
El contrapunto es un buen ejercicio para habituar a los estudiantes a tomar partido por determinada información, a ser lectores activos, a fortalecer la lectura crítica de los textos. El contrapunto también es un excelente recurso para combatir el “copy paste”, es decir, esa práctica de plagio de nuestro tiempo en la que de manera irresponsable y desordenada “bajamos” información tratando de armar colchas de retazos sin ninguna presencia de nuestra voz o nuestro pensar. El contrapunto, por lo demás, es una mediación ideal para favorecer la escritura, entre otras cosas porque obliga al universitario a imitar el tono del autor que desea replicar y encontrar los mejores conectores lógicos para hilar de forma coherente su postura personal con la opinión de otra voz.
Sobra hablar, desde luego, de un beneficio adicional: el contrapunto sirve para caldear o desarrollar los procesos argumentativos. La cita elegida hace las veces de piedra de toque, de contrincante, al cual debemos presentarle razones lógicas, planteamientos contundentes, tesis o afirmaciones en las que sean fundamentales la deducción, la inferencia, el análisis, la analogía o la ejemplificación. Cada contrapunto es, entonces, un pequeño texto profundamente meditado e inspirado en la tradición persuasiva de la retórica clásica. No se puede decir cualquier cosa, ni plantearla de cualquier manera. El genuino contrapunto debe cumplir la rigurosa condición de ser convincente tanto en la estructura como en el contenido.
Este es el telón de fondo del reto escritural que les he propuesto a los estudiantes de primer semestre de la Maestría en Docencia de la Universidad de La Salle. Se trata de escribir dos contrapuntos (usando 2 técnicas diferente de las siete mencionadas) a una cita de Walter Ong, contenida en su libro Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, FCE, Buenos Aires, 2006, p. 86. El texto elegido es el siguiente:
“La escritura es una tecnología interiorizada aún más profundamente que la ejecución de la música instrumental. No obstante, para comprender qué es la escritura –lo cual significa comprenderla en relación con su pasado, con la oralidad–, debe aceptarse sin reservas el hecho de que se trata de una tecnología”.
Cada texto deberá contener tanto la cita en mención como el contrapunto respectivo, señalando en la parte superior la técnica empleada en cada caso. No sobra recordar que la extensión del contrapunto debe ser proporcional al número de líneas de la cita tomada como motivo para el ejercicio.
Ese es el reto. Pero, a la par, es una invitación a explorar en el trato con las voces de autoridad, con la bibliografía que, en muchas ocasiones, apenas queda como un listado de obras pero sin que hayamos tenido la ocasión de disertar con las ideas sustanciales de esos libros. El contrapunto es una magnífica ocasión para ser algo más que meros consumidores de información e intentar ser productores de conocimiento.