• Autobiografía
  • Conferencias
  • Cursos
  • Del «Trocadero»
  • Del oficio
  • Galería
  • Juegos de lenguaje
  • Lecturas
  • Libros

Fernando Vásquez Rodríguez

~ Escribir y pensar

Fernando Vásquez Rodríguez

Archivos mensuales: mayo 2016

«Te perdiste el foro»

31 martes May 2016

Posted by fernandovasquezrodriguez in Ensayos

≈ 18 comentarios

XV Foro pedagógico

Sorprende que los estudiantes de pregrado y posgrado sigan creyendo que el único medio de aprender en una universidad es el espacio regular y curricularizado de un programa o una carrera. Tal desatino en la comprensión de la educación superior, se torna más dramático si los mismos aprendices reclaman de las instituciones universitarias una formación integral y de alta calidad.

Tal vez una primera razón a la poca atención y compromiso con los otros espacios de aprendizaje ofrecidos por la universidad (eventos artísticos, cineclubs, conferencias, foros, exposiciones, simposios…) estribe en una marca de escolaridad tan dañina como falaz: aquella de suponer que los asuntos en donde no hay calificación o que están por fuera de un salón de clase son de menor valía o de secundaria importancia. Que esas actividades son cosas desechables o eventos a los cuales no hay que invertirles ni dinero, ni tiempo, ni dedicación. Ese atavismo de entender así la educación reduce la formación del ser humano a una única dimensión o, siendo más precisos, a lo que pasa o se ofrece en una limitada aula universitaria.

Desde luego en esto hay una falta de perspectiva de los estudiantes. La universidad no es la continuidad del colegio. Más bien es una ruptura, un cambio de mirada. La universidad es una invitación a entrar en contacto con lo universal, con lo diverso, con la pluralidad del pensamiento. Y es también un ámbito para investigar, para explorar, para dejarse habitar por las múltiples maneras de aprender. Si un joven o un adulto participan en verdad de la universidad necesitan romper con el cascarón de ser unos aprendices por hora y por asignatura; y deben, por el contrario, exponerse abiertamente a las múltiples ofertas culturales que la universidad dispone a los moradores de su campus formativo.

Otra posible causa de esta apatía o desinterés de los alumnos a este menú ofrecido en las márgenes, en espacios alternos, en eventos no regulares, podría relacionarse con un peligroso gusto por el conformismo. Los estudiantes han perdido esas ganas por ir más allá de lo necesario para pasar un semestre o cumplir mínimamente con los requisitos estipulados en unos seminarios. En consecuencia, todo aquello que les demande una reorganización en sus rutinas de trabajo o luchar para conseguir un permiso en su trabajo o planear bien sus recursos para permitirse asistir a un congreso nacional o internacional, tales cosas,  en lugar de ser un reto o un proyecto renovador, se les convierte en una molestia que perturba la comodidad del no “complicarse la vida”. Ese plegarse a lo establecido y al mínimo esfuerzo conlleva a que los perfiles de salida de estos profesionales sean cada vez más limitados, menos aptos para innovar el mundo laboral vigente. Serán egresados, en últimas, con un amolado sentido de la innovación y con muy poco vigor en su corazón para transformar su país, o al menos, para alcanzar sus sueños.

Relacionado con el punto anterior está la fascinación por el encerramiento en la búsqueda de información.  Los estudiantes universitarios de hoy han caído fácilmente en el espejismo de que todo puede encontrarse en internet; que no hace falta salir o entrar en relación con las fuentes vivas, esas de carne y hueso que podemos escuchar en un foro, un congreso, un recital o una presentación artística. Tal enclaustramiento, desde luego, amodorra el espíritu y torna lenta la iniciativa para desplazarse, para entrar en directa relación con autores e investigadores, con artistas y personas no sólo interesantes, sino portadoras de una sabiduría que sólo puede adquirirse mediante el contacto o el encuentro en vivo y en directo. Así las cosas, el inmediatismo de las nuevas tecnologías ha reducido la formación de una persona a un asunto de acceso a la información, y no a una larga tarea de encuentro interpersonal, de diálogo con la tradición y de confrontación y concertación de saberes.

A lo mejor esa facilidad de la información, ese sumiso acceso a la gran Red, poco a poco también ha ido minando la necesidad de someter las propias ideas y creencias a la crítica. Y lo esencial del mundo universitario, una de sus tareas fundamentales, es la de ayudar a los estudiantes precisamente a tomar distancia de su pensamiento, a tener lentes críticos para saber cuándo sus convicciones son réplicas de intereses ajenos o cuándo sus opiniones son apenas remedo de “avivatos” del momento. De allí por qué sea tan importante asistir a eventos en los que se escuchen otras voces, participar de actividades universitarias en las que se tenga la oportunidad de hacer un balance de las propias certidumbres o al menos permitirse la interpelación de ideas foráneas. Si no se someten las ideologías a debate, a una verificación constante, muy fácilmente arraigará en el corazón de los universitarios el fanatismo y más difícil será aprender a convivir en paz y aceptar la riqueza de las diferencias.

Afirmo todo esto porque estoy convencido de que la formación del ser humano requiere involucrar todas sus dimensiones. Un estudiante, de pregrado o posgrado, no va sólo a la universidad a satisfacer una dimensión cognitiva; también asiste para interactuar con otros, para desarrollar las dimensiones afectiva y comunicativa, esas que le permiten cualificar la solidaridad y los vínculos interpersonales. Pero, de igual modo, si es cierto su deseo de formarse a cabalidad, tendrá momentos o espacios para cualificar su dimensión estética, y para eso cuenta con la oferta artística en sus dos aspectos: como productores o como receptores. Y si su deseo es mantener o potenciar la dimensión corporal tendrá a la mano el deporte o el gimnasio; y si anhela explorar o avanzar en su dimensión trascendente, para ello encontrará lugares especiales en las universidades en donde podrá asistir a celebrar ritos que convocan y ponen al hombre en una dimensión distinta. De la misma manera, la universidad ofrece una programación cultural que tiene como fin desarrollar la dimensión sociopolítica. Aquí es donde aparece una agenda de conferencistas nacionales e internacionales, paneles de expertos, debates que propician la interdisciplinariedad, foros temáticos de coyuntura que le dan a la universidad su sello característico. Es evidente, que perderse cualquiera de estos espacios es dejar mutilada una parte de las dimensiones del ser humano.

Concluyo reiterando una cosa: si los estudiantes de pregrado y posgrado no logran asimilar que la formación universitaria rebasa el plan de estudios y se ofrece en otros espacios diferentes al aula de clase, muy seguramente poco habrán obtenido de haber pasado por una institución de educación superior. Tal vez logren titularse, pero se habrán perdido del gran banquete cultural ofertado durante varios años en eventos y actividades artísticas, en programaciones alternas y de participación electiva. Seguir creyendo que los salones de clase son el único lugar de convocatoria para aprender es perder de vista esa otra educación concentrada en auditorios y teatros, en patios y escenarios abiertos. Esa otra agenda formativa debería ser tomada a manos llenas por los universitarios con el fin de enriquecer su formación profesional y potenciar el cultivo de sí mismos.

Sobre la analogía

24 martes May 2016

Posted by fernandovasquezrodriguez in Aforismos

≈ 43 comentarios

industriepalast

“El hombre como palacio industrial” de Fritz Kahn.

La analogía es una forma de pensar incluyente: percibe semejanzas donde todos ven diferencias.

*

Es de lo más conocido de donde podemos aprender lo desconocido. La analogía accede al misterio a partir de lo evidente.

*

La comparación abre el camino a lo semejante; pero es el progresivo juego entre las similitudes el que crea la verdadera analogía.

*

Sabemos que una analogía no funciona cuando la red de relaciones entre dos realidades tiene más puntos de diferencias que lazos de semejanzas.

*

Los poetas acceden a la analogía porque su concepción del mundo y de la vida es un continuo ver y escuchar las correspondencias entre los seres y las cosas.

*

Hay analogías tan potentes que el sólo leerlas produce en nosotros el efecto de la iluminación.

*

Las religiones necesitan, para comunicar su fe, pedir ayuda a la analogía. Es apenas obvio: lo sagrado solo puede revelarse a partir de lo profano.

*

Los creadores de analogías tienen una facultad maravillosa: son didactas de la ejemplificación. Las buenas analogías, en consecuencia, no explican, sólo muestran.

*

El tópico busca al análogo para, en ese contacto, comprenderse  mejor. La analogía es una relación amorosa en la que un tú descubre que el yo es un nosotros.

*

Hay algo de ejercicio funambulario para lograr una analogía: a un lado de la cuerda está el abismo de las disparidades; al otro, el ansiado espacio de las equivalencias.

*

La analogía es la manera como los seres, determinados por el tiempo y el espacio, subsanan sus limitaciones mediante la imaginación.

*

Los niños entienden mejor con analogías porque en ellos el mundo todavía permanece indiferenciado: nada anda suelto; todo está maravillosamente conectado.

*

A los físicos y a los químicos les gusta usar analogías. Es comprensible: el universo o la vida en su más amplia o microscópica expresión, sólo es legible por imaginativas comparaciones.

*

Los argumentos por analogía son tanto más efectivos cuanto más novedosa sea la tesis. Lo inesperado exige para convencer recursos emparejados o binarios.

*

La forma de persuadir de la analogía es ir acumulando semejanzas. La argumentación opera, entonces, como sacudimientos leves que van poco a poco minando la resistencia del oyente o el lector.

*

Las buenas analogías nos ponen en contacto con otra realidad, pero con el ingenio suficiente para hacernos creer que ya conocíamos.

*

Algunos filósofos logran crear analogías tan potentes de sus ideas que pasan a la historia como si fueran un atributo de su nombre. Un ejemplo: la caverna de Platón.

*

“Esto no puede ser aquello”, dice el lógico; “esto es posible que sea aquello”, contesta el poeta. “Ahí hay una contradicción”, afirma uno; “ahí entreveo una analogía”, contesta el otro.

*

A veces creemos tener una analogía entre las manos pero, al empezar a desarrollarla, descubrimos con pesar que era un símil de una sola faceta.

*

La metáfora es, en buena medida, la condensación lírica de la analogía.

*

Si bien la analogía pretende persuadir con un despliegue de relaciones, su mayor impacto está en la sorpresa de sus imágenes.

*

Los recursos de la analogía para aproximarnos a otra realidad son diversos: a veces, es el análisis detallado; otras, una inmersión profunda; y en contadas ocasiones, el asombro del descubrimiento.

*

Con el paso del tiempo determinadas analogías que fueron acuñadas por los poetas pasan a formar parte del lenguaje cotidiano de la gente: “El fuego de las pasiones”, “los caminos de la vida”.

*

El pensamiento analógico opera traduciendo lenguajes, vinculando afinidades. En suma: es un mecanismo sutil de nuestra mente para hacer transferencias entre las ideas y las cosas.

Feliz día, maestro

17 martes May 2016

Posted by fernandovasquezrodriguez in Del diario

≈ 16 comentarios

Maestra y alumno

Por inculcar permanentemente unos valores y fortalecer determinadas virtudes, a diferencia de una sociedad que cada vez más desconoce la importancia de una axiología y una ética para garantizar la convivencia.

Por ayudar cotidianamente en la formación de niños y niñas, a sabiendas de que los padres de familia han claudicado en las responsabilidades propias de la crianza.

Por transmitir un gusto por el estudio y una tenacidad para alcanzar el conocimiento, no obstante el entreguismo de las nuevas generaciones al entretenimiento fugaz y el facilismo hacia el saber.

Por promover el trabajo colaborativo en el aula, en contraposición a una época proclive al individualismo y los sectarismos discriminatorios.

Por seguir exaltando el cumplimiento de normas y el seguimiento de reglas, yendo en contra de una sociedad corrupta en la que proliferan la adquisición fraudulenta de la riqueza y el culto a la trampa para el beneficio personal.

Por mantener la vigencia de algunas tradiciones y rituales, en medio de un mundo emborrachado por la novedad, el esnobismo foráneo y el desprecio al pasado.

Por cuidar y llenar de cariño vidas ajenas, a despecho de ambientes familiares en los que abundan el maltrato y la desatención en los vínculos afectivos.

Por buscar en los espacios de enseñanza diversas formas de resolver pacíficamente los conflictos mediante el diálogo y la concertación, rechazando las salidas inmediatas de la fuerza y los procedimientos violentos.

Por descubrir capacidades inéditas y promover talentos insospechados en los más jóvenes, dejando de lado los modelos estandarizados del logro escolar y la uniformidad en los perfiles profesionales.

Por propiciar en las nuevas generaciones una mirada crítica y un ojo perspicaz, al contrario de una sociedad cada vez más encantada por los medios masivos de información y el espejismo de la sociedad de consumo.

Por enseñar a cada estudiante el cultivo de la interioridad, en vez de sucumbir al culto de lo superficial y la frivolidad dictada por la subcultura del espectáculo.

Por atreverse a corregir comportamientos inadecuados y salvaguardar el respeto a acuerdos y normas, en contravía de una sociedad en la que impera la impunidad frente a los delitos y el poco acatamiento a las leyes.

Por incitar a los adolescentes a emprender retadoras aventuras, oponiéndose al actual apego de la juventud al sedentarismo y el conformismo con lo establecido.

Por insistir en que los buenos resultados son el fruto del trabajo denodado y honesto, a pesar de que el mundo de hoy publicite la vía del dinero fácil y el éxito a cualquier precio.

Por ser un mediador de esperanza y un incitador de utopías, dejando de lado derrotismos personales y predestinaciones de todo tipo.

Por no perder la fe en la posibilidad de cualificar y mejorar las capacidades humanas, ignorando el pesimismo de los desmoralizados y la desesperación de los impacientes.

Por todas estas cosas, feliz día, maestro.

 

Los argumentos de autoridad (2)

13 viernes May 2016

Posted by fernandovasquezrodriguez in Ensayos

≈ 6 comentarios

Ilustración del cubano Ajubel

Ilustración del cubano Ajubel.

Decía, en un texto anterior, que las citas de autoridad merecen una ambientación en nuestro texto. No es cuestión de ponerlas sin ninguna filiación o engarce con nuestro discurso. A veces ese enlace se hace antes de poner la cita. Sirva de ejemplo el siguiente párrafo:

La felicidad demanda de nosotros un permanente aquilatamiento sobre nuestros deseos. Necesitamos poner en la balanza nuestros actos y nuestros proyectos; sopesarlos para saber cuándo algo o alguien tienen mucha valía o cuándo es mero espejismo o castillo de hojalata. Igual cosa pensaba el dramaturgo Channing Pollock (citado por Goicochea, 1970): “la felicidad es una estación de parada  entre lo poco y lo demasiado” (p. 264).

Otras veces el amarre o empalme argumentativo se hace después de ubicar la cita. En este caso, lo que hacemos en el ensayo es retomar lo sustancial de la idea para alinearla con nuestra tesis. Este otro párrafo puede ayudarnos a entender lo que digo:

Comparto la idea de la novelista estadounidense Pearl Buck (retomada en AAVV, 2004), según la cual, “muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad” (p. 96). Según eso, dejamos pasar lo importante, lo grato, lo placentero de  todos los días, por estar confiados o esperanzados en que habrá cosas más extraordinarias, más maravillosas o muy superiores a esas que vivimos habitualmente.

También es posible combinar las dos formas anteriores. O incluir la cita de autoridad en la mitad de nuestro párrafo, preparando un ambiente para su enunciación y sacando luego implicaciones o derivaciones de tal información. Un apartado de un ensayo personal sirve de explicación concreta:

Todo parece indicar que para vivir feliz basta con muy pocas cosas, que es más un ejercicio de selección y cuidado que de ambición y derroche. O, para decirlo en palabras de Romain Rolland (mencionado por Goicochea, 1970), que es “una manera de conocer y amar  nuestros propios límites” (p. 260); un trabajo de descubrimiento sobre lo que somos; un ajuste de cuentas –sin engañifas o falsas idealizaciones– de nuestra condición finita, variable y soñadora.

Eso en cuanto a la manera de ubicar las citas de autoridad. Un segundo asunto es el relacionado con el parafraseo. A veces, en el desarrollo de nuestro ensayo no cuadra o encaje bien la cita que tenemos entre manos. Bien sea porque la estructura de la frase está en un tiempo distinto o porque el contexto de la misma es diferente al nuestro. Entonces, lo indicado es apropiar el sentido o el espíritu de la cita, pero sin retomarla textualmente. Eso sí, dando crédito del argumento  de autoridad.  Un párrafo más ilustra lo expuesto:

Como puede colegirse, distingo la felicidad del fugaz goce o el simple cumplimiento de nuestros apetitos. La asocio más bien con un estado de bienestar, con cierta alegría –al menos como la entiende Fernando Savater[1]–, con un sentimiento de afirmación a la vida y a la creatividad. Cuando somos felices la muerte se aleja de nuestros dominios y celebramos el hecho de ser criaturas posibilitadas para imaginar[2].

Las notas a pie de página son de una ayuda irremplazable cuando así manejamos los argumentos de autoridad. En ese apartado damos fe en qué autor o fuentes nos hemos inspirado y, en algunos casos, le presentamos al lector la cita inspiradora. De igual modo, en las notas a pie de página decimos qué autor, no mencionado en nuestro discurso por la lógica interna de la frase o para evitar el enciclopedismo pedante, es quien soporta o avala nuestro planteamiento.  Mostremos esto en un ejemplo:

Buena parte de la felicidad que recibimos es fruto de la contingencia o la casualidad. También el azar trabaja para que la felicidad caiga madura en nuestras manos[3]. Y si no tenemos una actitud receptiva o preparado nuestro corazón para lo venturoso o lo gratuito, por más que nos esforcemos, siempre huirá de nosotros la esperada felicidad.

Es vital señalar que las citas no reemplazan el desarrollo argumentativo elaborado por el ensayista. Los argumentos de autoridad no suplen el proceso de hilar las ideas, hilvanarlas, cotejarlas para ir así persuadiendo al lector de la tesis en cuestión. Su papel es el de reforzar, enriquecer o darle más contundencia a nuestro apuesta argumentativa. El párrafo siguiente es una buena pauta: 

Insistamos en nuestra tesis: no se trata de buscar la felicidad en grandes cosas o sólo con excepcionales personas. Tal vez la felicidad sea una búsqueda más sencilla, más habitual. Un esfuerzo de nuestro entendimiento, y mucho más de nuestra imaginación, para saber leer en asuntos aparentemente intrascendentes o en personas comunes, una mesa abundante de sorpresas o un exquisito festín. No es el perseguir imposibles o el empecinarse en conquistar tesoros extraordinarios. Es todo lo contrario: una tranquila manera de ir hacia el mundo y las personas con absoluto asombro y con los brazos abiertos para disfrutar las cosas cotidianas. De allí por qué, como escribió Benjamín Franklin en su Autobiografía (1989): “La felicidad humana se forma no tanto con acontecimientos extraordinarios de buena suerte, que raras veces ocurren, como con pequeñas adquisiciones que pueden lograrse todos los días” (p.81).

Queda por agregar decir algo acerca de las formas de citación (APA, MLA, ICONTEC). Lo más importante es tener a lo largo del ensayo una citación uniforme con el estilo elegido o pedido. En la mayoría de los casos, las revistas especializadas o la línea editorial de una Universidad, exigirá una normatividad específica para la presentación de trabajos escritos. Sea como fuere, hay que evitar el error frecuente de combinar diversos estilos de citación en un mismo texto. Lo segundo es practicar estas normas hasta el punto de que no interfieran con el desarrollo de nuestras ideas. Si no dominamos tales convenciones de citación de los argumentos de autoridad, lo más seguro es que se conviertan en un impedimento o un obstáculo y no en una forma de reconocimiento a la tradición, de respeto a la producción intelectual ajena y de genuino diálogo con esas otras voces de escritores con las cuales deseamos conversar en nuestro ensayo.

Por supuesto, esta manera de concebir la felicidad conlleva también una disposición especial para atender o recibir lo que las personas o la vida misma nos ofrecen. Es en este sentido que podemos comprender mejor las palabras de Cervantes (1615-1995): “El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, que no se debe quejar si se le pasa” (p. 573). Como quien dice, si bien es cierto que necesitamos una actitud de búsqueda en pos de lo que nos hace felices, no es menos importante crear un terreno propicio para las felicidades inesperadas.

Notas

[1] Dice Savater que la alegría es “un asentimiento más o menos intenso a nuestro asentamiento o implantación en eso que llamamos vida o mundo”, véase su Diccionario filosófico, (1995, p. 48).

[2] Es oportuno recordar a Immanuel Kant cuando decía que “la felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”, en Fundamentación para una metafísica de las costumbres, (2006,  p. 100).

[3] Una planteamiento semejante es el desarrollado por André-Comte-Sponville; dice el filósofo francés: “La felicidad es también una ‘buena hora’ (bon-heur, en francés, podría ser ‘buena-ventura’ en castellano), en el sentido etimológico de la palabra, es decir, un golpe favorable, una buena fortuna, en suma, una asunto de azar o suerte”, en La historia más bella de la felicidad, André Comte-Sponville, Jean Delumeau y Arlette Farge (2005, p. 34).

Referencias

AAVV. (2004). La felicidad, Barcelona: Terapias verdes.

Cervantes Saavedra, M. (1615-1995). Don Quijote de La Mancha. Barcelona: Juventud.

Comte-Sponville, A., Delumeau, J. y Farge, A. (2005).  La historia más bella de la felicidad. Barcelona: Anagrama.

Franklin, B. (1989). Autobiografía y otros escritos. México: Porrúa.

Goicochea, C. (1970). Diccionario de citas. Barcelona: Labor.

Kant, I. (2006). Fundamentación para una metafísica de las costumbres. Madrid: Alianza.

Savater, F. (1995). Diccionario filosófico. Bogotá: Planeta.

Los argumentos de autoridad

06 viernes May 2016

Posted by fernandovasquezrodriguez in Ensayos

≈ 265 comentarios

Aristoteles argumento de autoridad

Aristóteles: un argumento de autoridad vital para Occidente.

Los llamados argumentos de autoridad son, sin lugar a dudas, unos de los más utilizados por los ensayistas. Pero así como son de importantes y necesarios para una buena argumentación, de igual modo deben cumplir con una serie de requisitos, dignos de una explicación.

Uno de esos requisitos de los argumentos de autoridad, que parece el más obvio, es el de ser pertinentes con la tesis del ensayo. El autor o la cita de autor traída a colación deber emplearse para reforzar o avalar la tesis objeto de nuestro ensayo. De nada sirve mencionar a un destacado filósofo o a algún intelectual de larga trayectoria académica si lo que hemos elegido de él no está en sintonía con nuestro planteamiento. En consecuencia, lo que hace que el argumento de autoridad sea pertinente no es la figura convocada, sino su directa relación con la tesis.

Otra condición de los argumentos de autoridad es la manera como encajan o se articulan con la tesis. El error más frecuente de los ensayistas novatos es el de insertar la cita de autoridad pero sin establecer un vínculo con la tesis. Es lo que se conoce como escritura “colcha de retazos”. Para remediar este problema es recomendable apropiar la cita, darle carta de ciudadanía en nuestra línea argumentativa. Las citas, en este sentido, no deben quedar como islas en un párrafo. A veces, esa apropiación se hace antes de incluirlas y, en otros casos, después de presentarlas. Sea como fuere, los argumentos de autoridad necesitan estar incorporados, asimilados o fusionados dentro del texto.

Precisamente, los conectores lógicos son de gran ayuda para hacer este zurcido de los argumentos de autoridad con la tesis de nuestro ensayo. Los conectores son, por decirlo así, los hilos que tejen las ideas, el amarre necesario para que las citas vayan componiendo la trama argumentativa. Es esta habilidad para coser las citas con el resto del texto lo que distingue a los buenos ensayistas de los más bisoños en el arte de argumentar.

Un requisito complementario de los argumentos de autoridad tiene que ver con la cantidad de información seleccionada. No puede caerse en el error común de hacer tan larga la cita que termine ahogando las propias ideas del ensayista. Y cuando sea estrictamente necesario incluir un argumento de autoridad in extenso, podemos parcelarlo o irlo incluyendo en nuestro discurso por partes, siempre dialogando con él, cuidándonos de que no se pierda la tesis por un exceso de fulguración de las citas anexadas. Esta particularidad de los argumentos de autoridad obliga al ensayista a seleccionar muy bien las citas más significativas, las sustanciales para su estrategia argumentativa. Lo efectivo de la cita, además de su pertinencia, depende de saber administrar bien la dosis dentro del ensayo. El excesivo y continuo uso de citas puede terminar siendo más un defecto que una cualidad; más un lastre que un óptimo recurso de soporte y aval para el propio pensamiento.

En este punto cabría señalar el rol de las notas a pie de página cuando es estrictamente necesario agregar una información adicional para enriquecer nuestra argumentación.  Las notas a pie de página son el lugar apropiado para incluir esas citas que por su valor estratégico para nuestra fundamentación merecen tener una voz en nuestro ensayo. No obstante, para evitar la pesadez de información o mantener un balance entre lo dicho por el ensayista y lo manifestado por sus fiadores intelectuales, se ponen estos argumentos de autoridad en otro sitio, permitiendo así que el fluir  de la argumentación mantenga la claridad y no se pierda de vista la columna vertebral de la tesis. Es posible también usar las notas a pie de página como una reserva de argumentos de autoridad. En este caso, aunque están puestos en un espacio aparte, su verdadera utilidad es la de servir como una segunda línea de refuerzo de nuestro planteamiento. Son, para expresarlo de otra forma, un contrafuerte de ideas ajenas, un medio de intensificar o robustecer la apuesta que venimos desarrollando en el ensayo.

Por lo dicho hasta aquí, es evidente que los argumentos de autoridad son una valiosa ayuda para el ensayista. Sin embargo, encontrar esas citas o esos fragmentos de textos de voces pertinentes y acordes con nuestra tesis no es una tarea inmediata o realizable de cualquier manera. Hay que buscar esas citas, investigar, leer con atención; seleccionar, sopesar y encontrar el tono adecuado para que ofrezcan la mayor garantía argumentativa. Tener presente los requisitos arriba explicados puede ser un conjunto de consejos para los noveles ensayistas y una provechosa manera de potenciar los textos argumentativos.

Entradas recientes

  • Las guacharacas incendiarias
  • Fábulas para reflexionar
  • Nuevos relatos cortos
  • Relatos cortos
  • Minificción para leer en vacaciones

Archivos

  • enero 2023
  • diciembre 2022
  • noviembre 2022
  • octubre 2022
  • septiembre 2022
  • agosto 2022
  • julio 2022
  • junio 2022
  • mayo 2022
  • abril 2022
  • marzo 2022
  • febrero 2022
  • enero 2022
  • diciembre 2021
  • noviembre 2021
  • octubre 2021
  • septiembre 2021
  • agosto 2021
  • julio 2021
  • junio 2021
  • mayo 2021
  • abril 2021
  • marzo 2021
  • febrero 2021
  • enero 2021
  • diciembre 2020
  • noviembre 2020
  • octubre 2020
  • septiembre 2020
  • agosto 2020
  • julio 2020
  • junio 2020
  • mayo 2020
  • abril 2020
  • marzo 2020
  • febrero 2020
  • enero 2020
  • diciembre 2019
  • noviembre 2019
  • octubre 2019
  • septiembre 2019
  • agosto 2019
  • julio 2019
  • junio 2019
  • mayo 2019
  • abril 2019
  • marzo 2019
  • febrero 2019
  • enero 2019
  • diciembre 2018
  • noviembre 2018
  • octubre 2018
  • septiembre 2018
  • agosto 2018
  • julio 2018
  • junio 2018
  • mayo 2018
  • abril 2018
  • marzo 2018
  • febrero 2018
  • enero 2018
  • diciembre 2017
  • noviembre 2017
  • octubre 2017
  • septiembre 2017
  • agosto 2017
  • julio 2017
  • junio 2017
  • mayo 2017
  • abril 2017
  • marzo 2017
  • febrero 2017
  • enero 2017
  • diciembre 2016
  • noviembre 2016
  • octubre 2016
  • septiembre 2016
  • agosto 2016
  • julio 2016
  • junio 2016
  • mayo 2016
  • abril 2016
  • marzo 2016
  • febrero 2016
  • enero 2016
  • diciembre 2015
  • noviembre 2015
  • octubre 2015
  • septiembre 2015
  • agosto 2015
  • julio 2015
  • junio 2015
  • mayo 2015
  • abril 2015
  • marzo 2015
  • febrero 2015
  • enero 2015
  • diciembre 2014
  • noviembre 2014
  • octubre 2014
  • septiembre 2014
  • agosto 2014
  • julio 2014
  • junio 2014
  • mayo 2014
  • abril 2014
  • marzo 2014
  • febrero 2014
  • enero 2014
  • diciembre 2013
  • noviembre 2013
  • octubre 2013
  • septiembre 2013
  • agosto 2013
  • julio 2013
  • junio 2013
  • mayo 2013
  • abril 2013
  • marzo 2013
  • febrero 2013
  • enero 2013
  • diciembre 2012
  • noviembre 2012
  • octubre 2012
  • septiembre 2012

Categorías

  • Aforismos
  • Alegorías
  • Apólogos
  • Cartas
  • Comentarios
  • Conferencias
  • Crónicas
  • Cuentos
  • Del diario
  • Del Nivelatorio
  • Diálogos
  • Ensayos
  • Entrevistas
  • Fábulas
  • Homenajes
  • Investigaciones
  • Libretos
  • Libros
  • Novelas
  • Pasatiempos
  • Poemas
  • Reseñas
  • Semiótica
  • Soliloquios

Enlaces

  • "Citizen semiotic: aproximaciones a una poética del espacio"
  • "Navegar en el río con saber de marinero"
  • "El significado preciso"
  • "Didáctica del ensayo"
  • "Modos de leer literatura: el cuento".
  • "Tensiones en el cuidado de la palabra"
  • "La escritura y su utilidad en la docencia"
  • "Avatares. Analogías en búsqueda de la comprensión del ser maestro"
  • ADQUIRIR MIS LIBROS
  • "!El lobo!, !viene el lobo!: alcances de la narrativa en la educación"
  • "Elementos para una lectura del libro álbum"
  • "La didáctica de la oralidad"
  • "El oficio de escribir visto desde adentro"

Suscríbete al blog por correo electrónico

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Únete a otros 950 suscriptores

Tema: Chateau por Ignacio Ricci.

Ir a la versión móvil
 

Cargando comentarios...