Diego: Casi que la pandemia no nos permite reencontrarnos. Gracias por aceptar la invitación a este cafecito.
Emilio: Gracias a ti, por la invitación. Está comprobado que no es lo mismo conectarnos por zoom que estar cuerpo a cuerpo dialogando con los amigos…
Diego: Eso es cierto. Además el encierro como que a uno le merma las fuentes expresivas y se requiere el calor de la presencia para que renazca la viveza y la espontaneidad de las palabras.
Emilio: No cabe duda.
Diego: Y tu familia, ¿todo bien?
Emilio: Afortunadamente sí. Mi madre sigue con los achaques propios de su edad, pero ya con sus dos dosis de la vacuna, se siente más tranquila.
Diego: Qué bueno. Mi hermana, Azucena, es la que estuvo contagiada hace como seis meses; sin embargo, no le dio tan duro como a otras personas.
Emilio: Me alegra. Bueno, y qué era lo que deseabas compartirme o sobre lo cual puedo echarte una mano.
Diego: Es sobre la maestría que estoy haciendo virtualmente.
Emilio: ¿La de literatura?
Diego: Sí. Es sobre el proyecto de grado en que ando metido. Y como sé que tú has trabajado ese tema, se me ocurrió que podrías darme algunas pistas o sugerencias al respecto.
Emilio: Desde que pueda, claro que sí. ¿Y sobre qué estás trabajando?
Diego: Sobre la biografía.
Emilio: Interesante tópico. ¿Y cuál es el foco de tu biografía?
Diego: Tengo varias opciones, pero dependiendo de lo que hablemos esta tarde, tomaré uno u otro camino.
Emilio: ¡Qué responsabilidad! Confiemos en que sea la misma conversación la que te vaya dando las mejores respuestas.
Diego: He preparado un repertorio de preguntas, que fue una de las sugerencias de mi directora de tesis. Así que, en este momento, te nombro uno de mis informantes-clave.
Emilio: Honor que me haces, estimado Diego. Aunque si hubiera sabido el motivo específico de nuestra charla, me habría preparado.
Diego: Tú no necesitas prepararte, porque hasta donde sé, has dado cursos y has realizado investigaciones sobre este tópico.
Emilio: Algo hemos hecho. Sin embargo…
Diego: Dejemos a un lado la modestia y empecemos. ¿Te parece?
Emilio: Bueno, listo…
Diego: ¿Qué es para ti la biografía?
Emilio: Es la narración pormenorizada de una vida… O como decía Dilthey, del “curso de vida” de un individuo.
Diego: ¿De toda la vida?
Emilio: Eso sería imposible. Yo diría que el biógrafo selecciona los eventos más significativos. Y si bien su horizonte es el tiempo entre el nacimiento y la muerte de una persona, lo que hace es enfatizar en aquellos pormenores o detalles que, vistos en su conjunto, tienen una importancia relevante.
Diego: Estuve leyendo sobre eso, sobre la imposibilidad de relatar toda la vida de una persona, dada la complejidad que alberga un ser humano y las múltiples interacciones de las cuales participa.
Emilio: Por eso pienso que el biógrafo en realidad reconstruye el periplo vital de una persona, a la manera de alguien que arma un mosaico con diversas teselas…
Diego: ¿Y cómo logra pegar todos esos pedazos?
Emilio: En algunos casos será documentándose, investigando, hablando con informantes cercanos al personaje, y, en otras ocasiones, usando su imaginación.
Diego: Ese es otro problema con el que me he encontrado: la tensión entre verdad y ficción; entre los rasgos o situaciones por las que realmente pasó un individuo y esos otros atributos o eventos exaltados por la imaginación del biógrafo… No es fácil saber dónde termina una frontera y dónde comienza la otra…
Emilio: De allí que autores como Michel de Certeau, si la memoria no me falla, consideraba que la biografía era un género híbrido… híbrido porque pone en comunión los aspectos exteriores de una persona con esa otra dimensión interior, psicológica, a la cual es muy difícil acceder si no se acude a la intuición o la creatividad.
Diego: Siempre queda uno con la duda, cuando lee una biografía, si esa persona era como nos la pintan o si es más bien el retrato imaginado por el biógrafo.
Emilio: Me acuerdo de lo que decía André Maurois en un largo ensayo que te recomiendo, “Aspectos de la biografía”; un texto que recoge las conferencias que dictó en Cambridge, por allá en 1928. Maurois afirmaba que la biografía debía combinar la verdad con la personalidad; los hechos con el carácter; eso implicaba, según él, exponer los acontecimientos sin olvidarse de que se está relatando la “evolución de un alma humana”, con sus contradicciones.
Diego: He estado buscando ese libro y no me ha sido fácil ubicarlo. ¿En dónde lo conseguiste?
Emilio: Hace parte de las Obras completas publicadas por Plaza Y Janés…
Diego: Ya. Ojalá me lo pudieras prestar…
Emilio: Siguiente pregunta…
Diego: Me había olvidado que no te gusta prestar tus libros…
Emilio: Ese podría ser un rasgo de mi personalidad, una de mis manías; si algún día te da por hacer mi biografía.
Diego: Ganas no me han faltado… pero, por ahora, vamos con la siguiente pregunta. Dice así: ¿cuáles son los aspectos fundamentales o las características principales de una biografía?
Emilio: Por supuesto que eso cambia según el modelo o la concepción que se tenga para hacer biografías. Pero, sin querer parecer conclusivo, diría que en una biografía son importantes tres cosas: primero, el orden cronológico o el trasfondo temporal de la persona que nos interesa biografiar; segundo, un repertorio de pormenores, detalles o anécdotas que definan o tipifiquen a la persona en cuestión; y tercero, un tratamiento especial de esa información para que sea interesante, genere emociones o, por lo menos, despierte la curiosidad.
Diego: Entiendo que lo último es lo más difícil, ¿no?
Emilio: Así, es. Maurois consideraba que ese aspecto era lo que convertía a la biografía en un arte. Los buenos biógrafos, afirmaba, son los que tejen los pormenores de la vida de una persona manteniendo siempre en vilo la “espera del futuro”.
Diego: A mí me parece que lo más difícil de hacer una biografía es saber elegir esos pormenores, para no terminar contando lo obvio o repitiendo hasta la saciedad lo que cualquier ser humano hace habitualmente a lo largo de su existencia.
Emilio: Los detalles importantes, me parece, son los que dotan de singularidad al personaje; los que delinean mejor su carácter, su temperamento. Creo que todos nos cepillamos los dientes cada día, pero hay otros hechos que se convierten en incidentes críticos, en eventos que marcan particulares direcciones de una vida.
Diego: ¿Incidentes críticos?
Emilio: Sí, aquellos hitos que se presentan en la trayectoria de una vida como epifanías, como rupturas, como virajes en el curso de una vida…
Diego: Según dices, elaborar una biografía es más que un recuento cronológico.
Emilio: Pienso que se trata más bien de una reconstrucción, de un montaje, en el sentido cinematográfico. Esa reconstrucción supone seleccionar las diferentes escenas, eliminar otras que pueden resultar insustanciales, ambientar; además de saber cambiar los planos para darle dramatismo a la narración…
Diego: ¿Y la tarea de documentación?
Emilio: Resulta fundamental para darle validez a la biografía. Eso hace parte del contrato de verdad que el biógrafo establece con el lector. Y es también lo que diferencia la biografía de la novela. El biógrafo está limitado por los datos, por los lugares, por las actividades realizadas por su biografiado; el novelista, en cambio, tiene un mayor radio de acción para fabular o salirse de esos límites. Documentarse en ahondar en las minucias de una vida, en traspasar las fronteras de lo privado, es acceder a otros materiales que van más allá del rumor o los comentarios generales. Como también es importante, y seguramente lo tienes previsto, la entrevista a personas cercanas o a informantes cualificados que hayan conocido o compartido momentos de vida del sujeto en cuestión.
Diego: Eso es seguro. Aunque me asalta la duda de si todos los que entreviste coincidan en los rasgos distintivos de mi biografiado.
Emilio: Lo más seguro es que no. Entre otras cosas porque cada persona es plural en su ser y en su manera de ser percibido por los demás. ¿Te acuerdas de aquel poema de Neruda sobre ese punto?
Diego: No. ¿Cuál?
Emilio: “Muchos somos”.
Diego: Ah, sí, algo recuerdo… del inteligente que lleva un tonto escondido y del valiente que lleva un cobarde que no conoce…
Emilio: Ese, sí. Neruda dice en ese poema algo con lo que seguramente te encontrarás cuando entrevistes a informantes para tu trabajo sobre la biografía. Unos dirán cosas sobre tu biografiado que seguramente entrarán en contradicción con lo que otros afirman. Es inevitable. Lo que ve o sabe la madre del personaje, no es igual a lo que conoce el compañero con el que trabaja o lo que opina su pareja amorosa. Precisamente, el trabajo del biógrafo es percatarse de esas recurrencias, de esos acentos; al igual que captar esas excepcionalidades, esas “rarezas” que perfilan una singularidad.
Diego: Buen consejo. Como te noto entusiasmado con el tema, va otra pregunta, ¿cuáles son los grandes referentes de hacer biografía, al menos en Occidente?
Emilio: Esa pregunta requiere conocer a estudiosos del tema como François Dosse. Yo lo leí para un seminario que dicté ya hace unos años. La apuesta biográfica, se titula uno de sus libros. A pesar de no tener mis apuntes a la mano, pienso que son referentes importantes en el modo de hacer biografía por lo menos estos cinco. Empezaría con Plutarco en sus Vidas paralelas, un ejemplo de biografías centradas en el carácter moral de los personajes. A Plutarco le interesan los personajes en la medida en que puedan, por presencia u omisión, dar lecciones de ética, de comportamiento social. Son biografías ejemplarizantes sobre los vicios o las virtudes de la conducta humana. Otro modo de hacer biografía lo vería tipificado en Santiago de la Vorágine, el autor de La leyenda dorada. Se trata de vida de santos, narraciones piadosas en las que se fusionan la historia y la leyenda. Son biografías con intenciones edificantes, hagiografías.
Diego: Desconocía ese autor.
Emilio: Es un dominico italiano del siglo XIII. Son vidas de santos concebidas para la predicación y la devoción popular.
Diego: ¿Hay traducción al español?
Emilio: Sí, tengo la que publicó Alianza, en dos volúmenes con unas xilografías de las primeras ediciones venecianas.
Diego: ¡Qué envidia!. Bueno, pero te interrumpí. Continúa.
Emilio: Incluiría también a Boccaccio y La vida de Dante o Vasari con su obra Las vidas de grandes artistas, porque son pioneras en la manera de presentar la figura del artista: a la par que ofrecen datos biográficos, se combinan con juicios sobre su obra. Son biografías que hacen las veces de retratos de una época. No podría dejar de mencionar a James Boswell con su monumental obra Vida de Samuel Johnson, entre otras cosas porque en esta biografía se combinan de manera armoniosa la crónica con la conversación; porque conjuga el acopio y cotejo de documentos con la inclusión de “citas” o expresiones del personaje objeto de su interés. Este es un ejemplo de hacer biografía, durante 21 años, con libreta de apuntes a la mano.
Diego: ¿Tanto tiempo para hacer una biografía?
Emilio: Lo que pasa es que Boswell no quería perderse nada del personaje que le interesaba. Algo semejante hizo Bioy Casares, quien recopiló a la manera de un diario biografía, infinidad de anécdotas, de enseñanzas, de conversaciones sostenidas por más de cuarenta años con su amigo Jorge Luis Borges.
Diego: Bien parece que la amistad y el trato frecuente con el biografiado es otra de las claves para realizar una buena biografía.
Emilio: Si se cuenta con la fortuna de que esté vivo, ese parece ser el mejor recurso. De lo contrario hay que rastrear indicios, huellas, documentos, así como nos lo enseñó Carlo Ginzburg… Pero, déjame termino mi respuesta mencionando a Emil Ludwig, Stefan Zweig o André Maurois como ejemplos de la biografía en la que la narración es parte fundamental del recuento cronológico de la vida del personaje; modelos de biografía “artística” en los cuales los hechos se mezclan estéticamente con la interpretación psicológica elaborada por el biógrafo.
Diego: Por lo que veo nos va tocar concertar otra cita…
Emilio: Será un gusto. Pero la próxima vez que nos encontremos vendré con mi bolsa de joyas bibliográficas… al menos para que puedas tenerlas a la mano y no en un PDF.
Diego: Entonces, que sea pronto. Pero antes de despedirnos me quedan dos preguntas.
Emilio: Que no sean tan difíciles como la anterior.
Diego: Esta es más cercana, porque tiene que ver con nuestra pasión común por la docencia: ¿cuál crees que es el valor formativo de la biografía?, ¿por qué es importante trabajar con la lectura o elaboración de biografías en el aula?
Emilio: Esa pregunta me parece muy importante. Considero que la lectura de biografías sigue siendo una buena manera de acceder a “vidas ejemplares” o a “historias de vida dignas de emular”. Y no me refiero solo a vidas heroicas o a historias de santos, sino a personas que se tornan representativas para un grupo social o una comunidad porque encarnan un conjunto de virtudes o un conglomerado de valores, y que, por eso mismo, pueden ser ejemplos significativos para las generaciones futuras. El valor formativo está ahí, precisamente, en ser “ejemplos de vida” para otros.
Diego: Y harta falta que nos hacen en esta época esos “ejemplos de vida” positivos, íntegros, virtuosos, en medio de una sociedad del espectáculo que exalta desvergonzadamente los modelos de vida corruptos, inmorales, dañinos para la sociedad.
Emilio: De otra parte, la lectura de biografías resulta útil en el aula porque contribuye a que nuestros estudiantes aprendan de esas historias de vida lecciones de sabiduría. Es decir, que saquen de las diversas peripecias de vida de esos personajes un provecho para sus propias vidas.
Diego: Como quien dice, que las vidas ajenas den luces para enfrentar los problemas o los dilemas personales.
Emilio: De acuerdo. Agregaría otra bondad de las historias de vida, en la que trabajé durante varios años. Me refiero a la autobiografía. Un medio ideal para que nuestros estudiantes se reconozcan, para que hallen esas marcas que los constituyen, para que descubran los rasgos que los tipifican y comprendan el sentido de tener un proyecto de vida.
Diego: Yo lo he intentado, pero mis estudiantes son reacios a escribir.
Emilio: Existen diferentes medios de hacer la autobiografía: usando las fotografías y agregando al pie, como si fueran pie de fotos, pequeños textos que den cuenta de lo que la imagen suscita o convoca; utilizando el recurso de la música, de aquellos temas que siguen vivos en nuestra memoria, a la par que se consignan o se cuentan pequeñas historias asociadas a dichas melodías. Me ha dado resultado también invítalos a hacer un “Diccionario autobiográfico” en el que los estudiantes van organizando su vida a partir de términos que les son particularísimos; vocablos que dan cuenta de su historia privada, de su mundo familiar, de sus gustos, o de los términos claves que han ido singularizando su relación con el mundo.
Diego: Qué variedad de alternativas para usar en el aula.
Emilio: O se puede llevar, aún con los más pequeños, un cuaderno de anécdotas, o, con los más grandes, un cuaderno de incidentes críticos, recursos que ayudan a que los estudiantes comprendan que la vida, su vida, no es una línea recta, sino un viaje sinuoso, con altibajos, en el que estamos sometidos al vaivén de lo inesperado pero, de igual modo, contamos con el timón de nuestra voluntad.
Diego: Me hiciste acordar de mi querido Barba Jacob… “Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, / como las leves briznas al viento y al azar…”
Emilio: Extraño fuera que perdieras la ocasión para citarlo.
Diego: “Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe. / La vida es clara, undívaga y abierta como un mar”.
Emilio: Por lo que veo, la otra pregunta tocó dejarla para nuestro próximo encuentro.
Diego: Sí, porque como decía mi papá, al amigo y al caballo no hay que cansarlo.
Emilio: Ha sido un gusto enorme volver a verte y, más aún, encontrarnos para conversar.
Diego: Gracias por todas esas pistas que me regalaste en esta tarde…
Emilio: Espero que te hayan servido para aclarar tu camino investigativo, aunque, como les decía a mis estudiantes, lo mejor es atender las sugerencias de su tutor de proyecto.
Diego: Por el contrario, me he afirmado en algo que venía pensando… Gracias, una vez más. Y que la incertidumbre del cuarto pico de la pandemia no nos lleve a vernos dentro de dos años.
Emilio: Espero que no sea así. Cuídate mucho.