Ediciones Siruela publicó en este 2023 las entrevistas que Ítalo Calvino dio a varios medios impresos, radiales o televisivos a lo largo de su vida, desde 1951 hasta 1985. He nacido en América es el título que aglutina las 49 entrevistas. A lo largo de las 364 páginas el escritor comparte opiniones y juicios sobre diferentes aspectos relacionados con sus obras de ficción, sobre el mundo editorial, al igual que ofrece puntos de vista sobre la lectura, la historia y algunos temas coyunturales de política. Después de disfrutar estos testimonios, expresados a lo largo de más de 30 años, me ha parecido interesante compartir los subrayados que fui haciendo sobre un tópico: el oficio de escribir. En estas declaraciones de Calvino no sólo hay técnicas y consejos, sino reflexiones útiles para todos aquellos que cultivamos un amor por la literatura y por la artesanía de la escritura.
“Las historias que siempre me ha interesado contar son aquellas que relatan la búsqueda de una humanidad plena y de su integración, que puede alcanzarse superando pruebas prácticas y morales, más allá de las enajenaciones y desequilibrios impuestos al hombre contemporáneo”.
“Podríamos decir que quien acepta el mundo como es será un escritor naturalista; quien no lo acepta y hace lo posible por explicárselo y cambiarlo, será un escritor de fábulas”.
“No importa qué elegimos escribir, tenemos muchas ideas que permanecen en el tintero. De pronto, llega el momento, encontramos el estado de ánimo que nos ubica en la necesidad de escribir, entonces elegimos la idea que nos parece más apta, la que corresponda al estado de ánimo y la desarrollamos. Si la desarrolláramos en otro momento resultaría algo muy diferente. Y si eligiera escribir en ese momento no aquella historia, sino otra, saldría un relato muy diferente, aunque en el fondo, a causa de una carga interna, habría un verdadero ‘contenido’ equivalente, en caso de haber elegido la primera historia. Hablo de un estado de ánimo general, la manera de sentir el mundo y la anécdota, no tanto de un estado de ánimo privado, intimista o psicológico”.
“Cada texto nace de una especie de nudo lírico-moral que se forma poco a poco, madura y se impone. Se entiende que después viene la diversión, el juego y la invención del mecanismo. Pero este nudo inicial es un elemento que debe formarse por sí mismo: la intención y la voluntad intervienen muy poco. Esto no se aplica únicamente en las historias fantásticas, vale para los núcleos poéticos de toda obra narrativa, realista e incluso autobiográfica”.
“Para escribir un libro no basta con querer hacerlo. Es necesario la formación de una especie de campo magnético: el autor aporta sus conocimientos técnicos, su disponibilidad para escribir y su tensión gráfico-nerviosa. El autor es solo un canal, los libros se escriben a través de él”.
“El trabajo literario solo tiene sentido si en la cara local, provinciana, se puede encontrar una razón cosmopolita y en la cara interplanetaria se encuentran los estados de ánimo locales”.
“Lo bueno de escribir es la felicidad de hacer algo práctico, la satisfacción de la tarea terminada”.
“A veces, mientras escribo, leo mi texto con los ojos de una persona determinada, imaginándome ser alguien que sé es mi lector. Y entiendo que soy leído por personas muy diferentes, que no tienen que ver una con la otra. Y ese es el verdadero desafío: no tener un público homogéneo, sino lectores diferentes”.
“Escribir implica una moral en la cual la precisión es un valor, en la que todo eso requiere del esfuerzo, para enriquecer las relaciones de la vida”.
“La escritura es un trabajo con bastantes tiempos muertos”.
“La palabra hablada me disgusta. Esa materia sosa e informe que sale de mi boca solo me inspira desagrado. No me gusta oírme hablar… Aunque las cosas no me resultan mejores en lengua escrita, al menos al primer intento. La inexactitud, la vaguedad, la aproximación y la sensación de estar en arenas movedizas, eso es lo que me irrita de la palabra. Es por eso que escribo: para dar forma, orden y coherencia a esa cosa inexacta”.
“Si alguien tiene un recuerdo, así sea vago o indeterminado, y busca trasladarlo a la escritura, lo puede lograr una vez que ha realizado la labor de clarificación para sí mismo y para los demás, pero ha perdido la vibración que existía antes de expresarlo. Ha perdido la emoción. Es un riesgo modesto, pero quise señalarlo de todas formas”.
“Creo incluso que la duda es lo único que un escritor puede enseñar. Dudar significa poner en crisis todos los entusiasmos, todas las ideas incuestionables, demasiado arraigadas”.
“Se escribe para intentar sustraer de la degradación general un trozo de universo —no más grande que una página de escritura—.”
“Intentar dar forma a una materia escrita quiere decir luchar con la lengua, con la expresión. En mi opinión, no hay otro modo de entender la escritura”.
“Escribir es muy difícil. Lo que da satisfacción es haber escrito, no el acto de escribir en sí mismo”.
“La frase escrita es el resultado de un esfuerzo, de aproximaciones sucesivas, de borrones. Hasta se puede decir que mientras más espontánea parece una frase, más trabajo se hizo con ella, es una labor interminable”.
“Escribir es mandar mensajes y contenidos por una vía especial. No simplemente transmitir una información, sino transmitir todo un mundo individual. En la escritura se comparten las propias obsesiones y tics lingüísticos que repercuten sobre las obsesiones personales del lector”.
“Cada escritor tiene su tono, su acento; es un poco como el timbre de la voz, un temperamento”.
“Creo que no me planteo el problema del éxito, escribo algo que me interesa escribir. Por lo general, me pongo un problema, quiero escribir un libro de estas características, que presente determinadas dificultades, suelo hacer apuestas conmigo mismo, es una especie desafío personal, ‘veamos si logro escribir algo así’”.
“La escritura es el modo en que logro hacer pasar cosas a través mío, cosas que tal vez vienen a mí de la cultura que me rodea, de la vida, de la experiencia, de la literatura que me precede y a la que yo, por mi parte, aporto mis experiencias personales, esas que atraviesan a todo ser humano, para ponerlas en circulación. Es por eso que escribo: para volverme instrumento de algo que toda seguridad es más grande que yo”.
“El escritor o el poeta, que se cree inspirado y se considera una pura expresión de su sentimiento, está sometido a condicionamientos desconocidos. Así, pues, es necesario que él mismo se imponga reglas a seguir, como hacían los poetas clásicos; solo con este andamiaje se logrará decir algo verdadero”.
“La poesía se puede apoyar en una métrica evidente o implícita, en tanto que la prosa continuamente debe inventarse un tiempo, una musicalidad. El sentido rítmico es fundamental: un episodio extraordinario puede desaparecer si, cuando se traslada a la página escrita, no logra transmitir el ritmo necesario al lector. Transmitir el sentido de velocidad, o de esa pausa, en la que lo escrito toma un respiro lento, volviéndose casi un adagio, un ritmo de música parsimoniosa; eso es trabajar con el tiempo, porque la rapidez no necesariamente está expresada con palabras y frases cortas, sino con un trabajo estilístico que la transfigura como una aceleración natural del latido del tiempo”.
“El deber de todo escritor es hacer cosas que vayan más allá de sus posibilidades”.
“El problema de la imaginación para el escritor se plantea en esta disyuntiva: ¿existe una imaginación visual o una imaginación verbal? Yo en lo personal diría que me baso en un procedimiento mixto. Habitualmente lo que me viene a la mente en primer término es una imagen visual. Puede estar acompañada (o puede no estarlo) por partes o fragmentos de frases. Sin embargo, el momento verdaderamente decisivo es cuando me pongo a escribir y, conforme me vienen las palabras y las frases, cambian incluso la visión y la intención originales. Pueden transformarse por completo y, por lo general, las imágenes son olvidadas y sustituidas por la imaginación que se pone en acto durante la escritura y queda inscrita en la página”.
“La escritura será siempre un intento por alcanzar la infinita multiplicidad de la experiencia, a la que no se llegará nunca. Un poco como cuando se intenta escribir un sueño, y te percatas de que para escribir un sueño de unos cuantos segundos es necesario manchar páginas y páginas”.
“Creo que la prosa requiere la utilización de todos los recursos verbales que se poseen, al igual que en la poesía: rapidez y precisión para elegir los vocablos, economía, riqueza de significados e inventiva para distribuirlos. Estrategia, ímpetu, movilidad y tensión en la frase, agilidad y ductilidad para moverse de un registro a otro, de un ritmo a otro”.