
Ilustración de Andrea De Santis.
Esta es la última entrega de respuestas a los interrogantes que me formularon los estudiantes de diferentes carreras de la Pontificia Universidad Bolivariana, sede de Montería, relacionados con la escritura de ensayos. Sirva este espacio para agradecerles su escucha y su nutrida participación.
¿Qué tiempo puede tardar un ensayista a la hora de escribir un ensayo? (José Alejandro Santamaría Escobar – Ingeniería civil).
Los tiempos dependen de la complejidad del tema, de si se ha meditado a fondo un asunto, de la poca o mucha familiaridad con la escritura, del grado de interés con que se enfrente la escritura del ensayo. Lo cierto es que un ensayo de calidad supone contar con unos días para meditar, investigar o descubrir una tesis y otros más para buscar los argumentos de autoridad pertinentes, recopilar los ejemplos e idear los otros tipos de avales o garantías. A eso habría que sumarle las horas de redacción, revisión y elaboración de por lo menos dos borradores. Puede suceder que un escritor experto condense esos tiempos en tres días, mientras que un novato necesite más de una semana para cubrir esas etapas.
¿Sobre qué se debe escribir el ensayo? (Valeria Páez Espitia – Psicología).
Los temas son infinitos. Sin embargo, hay asuntos más difíciles de tratar o para los cuales se necesita una pesquisa de largo aliento. En algunos casos será mejor escribir sobre temas más cotidianos, pero también es posible que asuntos no tan conocidos reten al ensayista a profundizar en ellos. Ahora, si se desea cumplir la premisa de que en un buen ensayo lo fundamental es presentar una tesis personal, pues lo más aconsejable será que el escritor “medite” lo suficiente sobre aquellas temáticas consideradas cercanas o profundice con ojo crítico en las problemáticas más alejadas. Por ser el ensayo un texto que implica moverse con argumentos y no con opiniones gratuitas, exige que se limiten o determinen, en gran medida, los temas que podrían abordarse.
¿Cómo organizo mis ideas? (Juan Ignacio Acosta David – Comunicación social y periodismo). ¿Cómo organizar mis ideas para empezar? (Sofía Elena Canchila Barrios – Arquitectura).
La organización de las ideas hace parte del primer momento de la escritura de un ensayo. Me refiero a la pre-escritura. Entonces, hay que acudir a recursos como el mapa de ideas, los cuadros sinópticos o esquema de llaves, a una tabla de contenido con ideas principales e ideas secundarias, a los agrupamientos asociativos… Si se quiere profundizar en estos y otros recursos, vale la pena revisar dos libros de María Teresa Serafini, Cómo redactar un tema y Cómo se escribe, publicados por la editorial Paidós. Sea como fuere, la organización de las ideas debe tener como fin la elaboración del esbozo del futuro ensayo.
¿Cómo adquiero una buena redacción? (Juan Diego Vellojin – Derecho). ¿Cómo debe estar bien redactado un ensayo? (Fernando Tirado Suárez- Ingeniería civil). ¿De qué manera se puede mejorar la redacción en los ensayos? (Jesús David Oyola – Ingeniería civil).
La redacción se adquiere escribiendo de manera habitual, leyendo muchísimo, imitando a los grandes ensayistas, cuidando el uso del lenguaje, oyendo cómo armonizan entre sí las palabras. La redacción se mejora produciendo un primer texto y luego volviéndolo a leer con atención para corregirlo, enmendarlo o para eliminar palabras o apartados. La redacción se mejora haciendo varias versiones de un mismo texto; destilando la prosa que primero se nos viene a la cabeza; dejando en remojo o tomando distancia para apreciar repeticiones innecesarias, incoherencias flagrantes, desarticulaciones en el discurso. La redacción se mejora puliendo, afinando el sentido, observando la puntuación y la precisión semántica. Porque la redacción es más una labor de tipo artesanal que una súbita obra de la genialidad o la inspiración.
¿Cómo mantener la continuidad después de un tiempo? (Marco Antonio Bohórquez – Derecho).
Lo vertebral en un ensayo es la tesis. En consecuencia, no hay que perderla de vista a lo largo de los distintos párrafos. Ella es como el eje que articula las diferentes partes, los variados argumentos. La tesis debe retomarse, referenciarse o tenerla presente en la medida en que avanza la argumentación. Lo otro que ayuda mucho para mantener la continuidad de la tesis en el ensayo son los conectores lógicos. Gracias a los marcadores textuales el lector sabe cómo se va desplegando la argumentación, por qué el autor desea insistir en algo, con qué fin emplea determinado argumento, o cuándo un ejemplo o una analogía hacen las veces de ilustraciones o testigos irrebatibles. La continuidad supone una relectura permanente del escritor de lo que vaya produciendo, y con mayor razón si el ensayo tiene más de dos páginas. La continuidad se logra avanzando en el texto para redactar unos párrafos y, al mismo tiempo, volviendo atrás para revisar los ya escritos.
¿Cómo se hace la introducción de la tesis? (Orlando Junior Benítez Arteaga- Administración de empresas). ¿Cómo podemos desarrollar una buena introducción? (Yolaira Arcia Vidal – Ingeniería industrial). ¿Cómo puedo estar segura de que mi introducción está bien redactada? (Valentina Padilla García – Arquitectura).
En sentido estricto, el ensayo empieza con la presentación de la tesis. Esto ayuda a que el lector sepa, sin rodeos, qué es lo que el ensayista desea plantearle desde el comienzo. A veces por hacer demasiados circunloquios o explicaciones, lo que resulta es la confusión o que no se sepa bien cuál es el foco del autor. No obstante, a veces algunos ensayos requieren un párrafo de encuadre o uno introductorio que permita ubicar o señalar el contexto en el que se va a inscribir el texto. Lo que no debe confundirse es que ese párrafo introductorio sea la tesis del ensayo. Ahora, si es estrictamente necesario hacerlo, la introducción no puede ser extensa, ni convertirse en un adelanto de los argumentos que luego van a desarrollarse, ni ser un listado de preguntas.
¿Qué es lo más importante al seleccionar la población a la que se dirige el ensayo? (Samuel David Fong Ramos – Ingeniería mecánica).
Desde luego, cuando alguien escribe un ensayo debe pensar en el tipo de lector para el cual redacta el texto. Y si bien el ensayo casi siempre tiene un destinatario académico; es decir, se presenta a un docente en particular, lo mejor es pensar en un público más amplio. Eso ayuda a darle un campo de radiación comunicativa que supere los límites del salón de clase. También es factible pensar que el público para el que se escribe el ensayo sean otros compañeros de carrera o colegas de otras profesiones. En todo caso, una vez se ubica quién es el grupo de público, el ensayo tendrá que adaptarse a tal población y, luego, si se piensa mostrar dicho texto a un sector diferente, tendrá que sufrir ciertos ajustes, especialmente en la elección de las palabras, en las exigencias formales y en el uso o no de subtítulos. No sobra advertir aquí un punto que demanda un esfuerzo adicional a muchos ensayistas: me refiero al tipo de artículos fijados por una publicación periódica y al cumplimiento de unas normas de presentación exigidas por revistas indexadas que, de alguna manera, prefiguran la comunidad para la cual se está escribiendo. Tales revistas ya han seleccionado previamente el público y, en esa medida, delimitan también el tipo de ensayo que reciben para ser publicado.
¿Cómo es el lenguaje en un ensayo? (María Valeria González Rivero – Psicología).
El lenguaje utilizado en el ensayo es el propio de los textos argumentativos. Es decir, un lenguaje meditado, lógico, vigilante de su cohesión y su coherencia. Un lenguaje que evita demasiado las digresiones y que debe ser altamente interpelativo para lograr su función persuasiva. En esta perspectiva, no puede ser tan abstruso o rebuscado que termine fracturando la comunicación con el lector, ni tan descuidado o impreciso que debilite la consistencia interna de los argumentos o el rigor en la defensa de una tesis. En más de una ocasión el ensayista tendrá que ser preciso en el uso de determinados términos y ser muy cuidadoso si va emplear expresiones soeces, injuriosas o abiertamente ofensivas. Además de utilizar un lenguaje organizado y de tono conceptual, también podrá echar mano de imágenes, metáforas u otro tipo de lenguaje figurado, siempre y cuando esté en función del propósito argumentativo. Por supuesto, cada ensayista tiene o está en la búsqueda de un “estilo personal”, pero no por ello puede terminar confundiendo el lenguaje de este tipo de texto con aquellos otros usados para hacer un comentario, un relato o una simple anécdota.
¿Cómo convencer a la gente? (Sophie Pretelt Guzmán – Comunicación social y periodismo).
La persuasión depende, en principio, de la calidad de los argumentos escogidos y de la manera como se los desarrolla en el ensayo. En segunda medida, la persuasión se logra siendo coherentes a lo largo del escrito, manteniendo el hilo lógico de la argumentación del primero al último párrafo. Y, por último, la persuasión se conquista sabiendo utilizar los conectores lógicos, usándolos como heraldos o guías de lo que se desea defender en el ensayo. De igual modo, la persuasión supone tener conciencia del contexto en el que se inscribe el escrito y conocer bien el tipo de público al que va dirigido. Recordando a Umberto Eco, una buena parte de la persuasión reside en el “lector modelo” que el autor prefigura mientras elabora su texto.
¿Cuáles son las observaciones que debemos realizar para hacer un ensayo? (Luisa Fernanda Barrios Negrete – Derecho).
Entiendo la pregunta desde el punto de vista de las acciones previas antes de redactar el ensayo. Siendo así, cuando el tema no es tan conocido o reviste gran complejidad, lo primero que habrá que hacer es ponerse a investigar sobre dicho asunto. La indagación documental, el contraste de fuentes, el cotejo de diversas miradas teóricas o experienciales, será fundamental para lograr formular la tesis. En esta misma vía, y ya pensando en los argumentos, será indispensable revisar textos, materiales o documentos que puedan servir de avales para nuestra tarea argumentativa. Una mirada crítica al problema que nos convoca y un buen tiempo para “meditar” en él, resultan fundamentales antes de ponerse a redactar. Siempre es importante recordar que el ensayo nace después de “rumiar” largo rato una temática, de ver sus pros y sus contras, de aquilatar las ideas ajenas en el crisol de nuestra mente.
¿Cómo hago para mejorar la lluvia de ideas durante el proceso de creación del ensayo? (Fredy Estrada Sáenz – Ingeniería mecánica).
Para mejorar la lluvia de ideas hay que soltar la imaginación, evitar ser tan lógicos, lanzarse a dejar libres las conexiones de nuestra cognición. No evaluar, ni ser tan esquemáticos. Cuando se entra en esta etapa de la pre-escritura lo fundamental es favorecer las conexiones, las “intuiciones”, las ideas derivadas que van saliendo en la medida en que no les prohibamos su emerger sinuoso, intermitente o contradictorio. El acopio de pensamientos dispersos, la reunión de elementos heterogéneos o de diversas disciplinas, la tranquilidad para albergar enunciados disparatados o ambiguos, es consustancial a este recurso de la creatividad. Una vez más las propuestas de María Teresa Serafini, en los dos libros arriba mencionados, pueden ofrecer otras luces sobre tal inquietud.
¿Cómo saber en qué momento empezar a redactar los argumentos? (Connie Castillo Zabala – Comunicación social y periodismo).
Si la pregunta se refiere a cuándo empezar a redactar los argumentos en el proceso de escribir un ensayo, la respuesta es hacerlo después de tener definida la tesis; entre otras cosas, porque sin ese norte, no se sabría cómo elegirlos o hacia dónde dirigirlos. Ahora, si la inquietud apunta a cuándo presentar los argumentos en la organización del texto, habría que responder de esta forma: una vez se plantee la tesis en el primer párrafo, de manera inmediata se comienzan a redactar los argumentos. Después, se continuarán presentando uno a uno hasta terminar el ensayo. En todo caso, no es bueno dilatar la exposición de los argumentos, ofreciendo explicaciones o haciendo digresiones justificadoras. Por supuesto, hay que elegir bien cuál argumento se lanza primero y cuál servirá de cierre. Los argumentos deben encadenarse de tal manera que vayan provocando en el lector un convencimiento paulatino, un crescendo hacia la adhesión de nuestra tesis.
¿Cómo darle inicio a un ensayo sobre un libro? (Aleida María Madera Almario – Ingeniería civil).
Lo fundamental es haber leído el libro más de una vez, ojalá subrayándolo y tomando abundantes notas. De igual modo, a la par que se lee la obra es indispensable ir mirando las recurrencias, las ideas fuerza que vertebran el texto, el modo de organizar el discurso. Terminado ese momento, luego de un meditado análisis, la tarea consiste en hallar la tesis desde la cual se desea elaborar el ensayo. No hablo de la tesis del autor (si fuera un libro de ensayos), sino de la tesis que el ensayista quiere plantear a propósito de la lectura de ese libro. Y serán las notas que tomó, las citas que subrayó, las que servirán como argumentos para avalar su lectura.
¿Cuál es la forma correcta de abordar un tema? (Samuel David Otero Arango – Ingeniería civil).
Los temas se empiezan a abordar desde un acto continuo de reflexión. Meditar en el tema es el primer mandato de cualquier ensayista: hacerle preguntas al tema, ver sus fisuras, contrastarlo; ponerlo en la mesa de disección para ver sus partes, sus interrelaciones con otros temas, su densidad epistemológica. Eso es lo esencial. Posterior o a la par de este momento es conveniente leer sobre el tema, documentarse, abrir la mente a diversas aproximaciones sobre el asunto o problema que nos interesa. Hay que “caminar el tema”, hablar de él con los más cercanos, dejarlo habitar en los actos cotidianos. Se pueden ir tomando notas o apuntes de lo que se vaya encontrando, de esas ideas sueltas que van apareciendo o de “ocurrencias” asociadas con el tema que nacen mientras hacemos otras labores. Todo lo anterior sirve para rubricar un consejo a los novatos ensayistas: si no se ha “rumiado” o cavilado de manera suficiente en un tema, será difícil que se les ocurra una tesis y, menos aún, que encuentren buenos argumentos.
¿Cuáles son los errores más frecuentes al escribir un ensayo? (Arianna Alemán Jaramillo – Comunicación social y periodismo).
Los más frecuentes errores son los siguientes: a) confundir un ensayo con un comentario o confundir un ensayo con el resumen de un tema, b) ponerse a hablar generalidades sobre un tema, pero sin tener una tesis, c) presentar una tesis en el primer párrafo, pero luego abandonarla en los siguientes apartados; o no mantener el hilo de la tesis a lo largo de todo el ensayo, d) acopiar argumentos de autoridad, pero sin vincularlos directamente con la tesis objeto del ensayo, e) redacción fragmentada tanto en la inclusión de las ideas como en la construcción de los párrafos; o uso de un estilo farragoso, acumulativo, en el que predomina el uso reiterativo de comas y la ausencia del punto seguido, f) poco empleo de conectores lógicos que contribuyan a darle cohesión y coherencia a las ideas, g) títulos de los ensayos que no están conectados con la tesis del ensayo, sino con un tema genérico, h) exceso de párrafos demasiado cortos que podrían agruparse en uno solo; o abundancia de párrafos demasiado extensos en los que se incluyen muchos aspectos diferentes de un mismo asunto, i) dificultad para utilizar otro tipo de argumentos, distintos a los de autoridad, j) poco dominio en una forma de citación o de referencia bibliográfica determinada, k) ausencia notoria del uso de notas a pie de página, como estrategia para ampliar o profundizar información, l) debilidad en la macroestructura del texto, entre otras cosas porque no se elabora previamente un esbozo del ensayo, m) gran dificultad en la elaboración de analogías, como medio para argumentar a partir del pensamiento relacional, n) poco hábito en los procesos mentales de la deducción y la inducción; o fallas en el modo de sacar inferencias, ñ) desánimo para elaborar una segunda versión a partir de la correcciones del docente, o) mínima lectura de textos ensayísticos que sirvan de referente para la elaboración de los textos personales, p) creencia en que la escritura es el resultado de un “chispazo de genialidad o de suerte” y no una labor artesanal de pulimento y trabajo continuado.