Estimado colega,
Además de reiterarte mi saludo fraterno y mis buenos deseos para que todo vaya muy bien en tu cotidiano oficio de enseñar, quiero apoyarme en este medio de comunicación para responderte algunas inquietudes que me hiciste vía chat en los pasados días. Mi objetivo, entonces, en los párrafos que siguen es ofrecerte algunos consejos sobre hacer lectura crítica en el aula; recomendaciones que, por supuesto, sabrás adecuar, ajustar o dosificar según el contexto y las particularidades de tus estudiantes.
Empezaré por recordarte dos cosas que sirven de trasfondo a mis sugerencias. La primera de ellas es que la lectura crítica hace parte de las concreciones del llamado pensamiento crítico, asunto que deberíamos tomarnos más en serio en las aulas de todos los grados escolares y todos los niveles educativos. Me refiero a un tipo de pensamiento que nos habilita para comparar y contrastar información, clarificar y resolver problemas, examinar argumentos e interpretar textos. El otro asunto es que la lectura crítica se inscribe dentro de las posturas filosóficas conocidas como “escuelas de la sospecha”; es decir, de un modo de leer en el que los mensajes o las explicaciones del mundo o de la vida, no son asumidos pasivamente, sino que se los somete a análisis y deliberación, a un agudo y atento escrutinio que conduce a ver sus fisuras o contradicciones, a rastrear su origen y sus contextos, y a tomar una postura frente a lo leído.
Dicho esto, puedo ahora sí, avanzar en mis recomendaciones. Comenzaré, entonces, invitándote a que, cuando pongas una lectura a tus estudiantes no te conformes con escribirle encima de la primera página una referencia bibliográfica. Si tu intención es formar a los estudiantes en lectura crítica no puedes “dejar fotocopias huérfanas” o enviar un PDF que no incluyan la portada (con sus solapas), la página legal y la tabla de contenido. Todo esto es clave para que lector novato empiece a ver la relación entre la parte y el todo de un texto, asunto sobre el que volveré más adelante. Pero no solamente se trata de agregar estas otras hojas, sino de enseñar a leer en el aula las tablas de contenido (esa carta de navegación textual), invitando a los estudiantes a inferir cuál puede la temática del libro, cuál el vínculo entre la lectura en cuestión y los otros textos que la acompañan. De igual modo, las solapas ofrecen información relevante sobre el autor y sobre el mismo libro.
Antes de seguir, ya te habrás dado cuenta de que la lectura crítica supone una adecuación de los materiales que entregamos a los estudiantes. Hay que editarlos para que cumplan una intencionalidad formativa, sabiendo seleccionar la mejor edición (o traducción), escaneándolos si fuera necesario y haciendo visibles los aspectos que están en los créditos o página legal.
Una segunda estrategia, que seguramente empleas, es la de formular o entregar un listado de preguntas orientadoras que le sirvan a los estudiantes de pistas para la lectura del texto. Dichas preguntas no operan como un dispositivo de evaluación, sino más bien como indicios claves para adentrarse en el documento mirando, por ejemplo, relaciones no evidentes, datos reveladores, recurrencias que permitan evidenciar una postura ideológica, términos medulares de un planteamiento. El listado de preguntas son un abrebocas a lo que luego podrá desarrollarse en clase, una manera de enriquecer la discusión grupal o un bagaje de referentes importantes para los estudiantes que dará mayor sentido a la exposición del maestro.
Otro recurso clave es invitar a los estudiantes a que se familiaricen con el autor y, muy especialmente, con el contexto en que se escribió o publicó el documento. Se puede sugerir buscar entrevistas, escritas o en video, encontrar testimonios de colegas o estudiosos del personaje en cuestión. Profundizar en el autor ayuda a descubrir si hay intencionalidades implícitas en la obra que nos ocupa, respuestas estéticas a motivaciones personales, vínculos con incidentes críticos de origen biográfico. De igual modo, es importante analizar comparativamente el telón histórico de fondo del texto en cuestión tanto a nivel nacional e internacional, detectando movimientos sociales relevantes, hitos culturales significativos o eventos políticos de gran repercusión. Tales actividades son importantes porque al hacer lectura crítica es fundamental poner el texto a dialogar con el contexto.
Aunque podría comentarte otras estrategias me quiero centrar ahora en el trabajo de aula. Lo ideal es que todos los estudiantes tengan a la mano el documento, ojalá impreso, y cuenten con útiles como marcadores de diferente color, notas adhesivas y hojas para escribir. Lo primero es hacer una mirada de ave para descubrir las marcas relevantes en el texto: ¿tiene subtítulos?, ¿hay notas a pie de página?, ¿aporta alguna bibliografía? Vale la pena en este momento recomendarles que hagan una tabla de contenido del texto o que detallen y saquen aparte su macroestructura. Te comento esto porque un error muy común de los lectores noveles es lanzarse como topos a devorar los párrafos, pero sin apreciar el conjunto. En algunas ocasiones, los textos tienen una introducción que sirve de orientación al lector o presentan un resumen al final en el que resaltan sus aspectos esenciales. Como ya podrás haberte dado cuenta, la lectura crítica es una actividad atenta sobre el intratexto, sobre las relaciones entre sus partes y el conjunto. Y también sobre los intertextos que le sirven de referencia o fundamento.
Enseguida, es muy útil –para facilitar la labor de análisis y discusión posterior sobre el texto– indicarles a los estudiantes la importancia de numerar los párrafos e invitarlos a utilizar las técnicas del subrayado de ideas fuerza, de redactar glosas al margen, de elaborar resúmenes al final de los capítulos o de diseñar mapas de ideas. Si no hacemos tales actividades y los ejercitamos en estos recursos para discriminar la información, no podrán percatarse de los detalles que están sugeridos o permanecen implícitos; tampoco detectarán las recurrencias o la línea argumental de un planteamiento y mucho menos advertirán el entramado de los significados o los intersticios que hay en cualquier tipo de mensaje. Salta a la vista, estimado colega, que la lectura crítica es una labor de identificación y sospecha sobre los enunciados, de profundización y relectura del contenido, de fijarse en lo dicho, pero también en lo tácito en cada apartado, de enfocarse en determinados términos y descubrir sus redes semánticas.
Desde luego, la lectura crítica cobra más resonancia cuando llega el momento de la discusión en la clase. Terminada la actividad de trabajo sobre el análisis pormenorizado del texto, teniendo a la mano las notas y las diversas marcas hechas sobre él, con esas herramientas a la mano, se puede iniciar la conversación o el debate. Aquí es prioritario que el profesor diseñe un guion para dicha actividad. La misma discusión en clase debe ser un ejemplo didáctico de cómo hacer lectura crítica. Por tal motivo, el educador tendrá que haber preparado también su lectura, llevarla al aula, compartirla a la par que va abriendo los turnos para la conversación. Seguramente el poseerá una mejor información sobre el autor y el contexto del documento, podrá compartir presentaciones que haya preparado sobre este punto y leerá lo que haya escrito como derivación de su lectura. Te subrayo esto último: la lectura crítica supone que el maestro muestre las evidencias de su encuentro con el texto; no basta con que haga comentarios generales o dirija una actividad de participación grupal. Una clase centrada en lectura crítica no puede improvisarse como tampoco reducirse a preguntas del tipo: “¿qué fue lo que más les gustó del texto?”. El uso de preguntas estratégicas, el resaltado de ciertas ideas textuales, el ejercicio continuado de inferencias, todo ello contribuye a crear un clima idóneo para la lectura crítica. Por lo mismo, el guion que orientará el debate grupal deberá al menos tener estos cinco momentos: el autor, el contexto, el intratexto, los intertextos y la conclusión crítica.
Terminada la sesión de clase, ya sea como producto evaluativo o resultado final de la lectura crítica de un texto, se podrá solicitar a los estudiantes que realicen un trabajo escrito. Sugiero, en particular, pedir miniensayos porque esta tipología textual es idónea para fomentar el juicio personal a partir de una tesis soportada con argumentos. Las características del miniensayo obligan a que el aprendiz “ordene la cabeza”, asuma una postura frente a lo leído y tenga que volver a revisar el documento con un interés puntual. No sobra decirte que la lectura crítica se cimienta y rinde sus mejores frutos a partir de la relectura. O también cabe solicitar una reseña o un comentario, siempre y cuando cumplan dos condiciones: analizar pormenorizadamente el texto y presentar una valoración crítica. En todo caso, la idea de estas tareas es recomponer de manera comprensiva lo que se analizado parte a parte. La lectura crítica se hace más contundente cuando, de manera cohesionada y coherente, se muestran por escrito las razones que permiten tomar una postura para interpretar con suficiencia las entretelas o niveles de significado de un mensaje.
Sé que varias cosas que te he mencionado antes merecen una mayor explicación, pero si deseas profundizar en ellas puedes ampliarlas en mi libro Vías y sentidos de la lectura, que te invito a explorar. En esta obra hallarás reflexiones y ejemplos que he validado con mis estudiantes a la par que bibliografía que te será de utilidad. De igual modo, vale la pena consultar el texto de Daniel Cassany, Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea, en el que desarrolla y muestra ejercicios de lectura crítica, enmarcados en su triple propuesta: leer las líneas, leer entre líneas, leer detrás de las líneas. Te recomiendo especialmente mirar el apartado, “Leer la ideología”, en el que enumera 22 técnicas para fomentar la comprensión crítica de un texto agrupadas en tres aspectos: el mundo del autor, el análisis del género discursivo y el análisis de las posibles interpretaciones del texto. Y si quieres conocer un puñado de experiencias concretas para el aula te recomiendo el libro La lectura crítica. Propuestas para el aula derivadas de investigación educativa, publicado por la Universidad De la Salle, cuyos autores son estudiantes de la maestría en Docencia y las editoras las tutoras Ruth Milena Páez y Gloria Marlén Rondón. En esta obra se muestran ejemplos de lectura crítica de artículos de opinión, del anuncio publicitario, de la ciudad, de la novela urbana o de páginas de internet, entre otros. El libro ofrece ideas relevantes para la formación de lectores críticos.
No quisiera terminar esta misiva sin subrayar dos intencionalidades que están en la base de la lectura crítica. La primera es de orden académico o asociada al desarrollo cognitivo de los estudiantes: se trata de ayudarles a tomar distancia comprensiva de los mensajes que reciben, de que no consuman la información circulante sin procesarla, de que sospechen y pongan el filtro de la duda sobre las “verdades” generalizadas; de que sepan que detrás de los discursos hay intereses, artificios de manipulación, agendas de poder para hacerlos creíbles. La segunda intencionalidad tiene un acento ético: y es la de valernos de la lectura crítica para formar el carácter de las nuevas generaciones con el propósito de que sean capaces de disentir, de asumir una voz personal no plegada a la “tendencia” de la mayoría, que tengan el valor moral para reprobar en los medios masivos dónde la información se disfraza de opinión tendenciosa, develar en los discursos una flagrante mentira o reconocer en los runrunes de la opinión pública su soterrada intención de arrastrarnos al fanatismo y la intolerancia.
Confío en que esta carta te anime a incorporar la lectura crítica en tu quehacer docente, independientemente del área en que te desempeñes. O al menos que mis consejos enriquezcan lo que has venido haciendo. Estoy convencido de que, frente al mundo globalizado y veloz en el que estamos, plagado de falsas noticias y zarandeado por el manejo emocional de las redes sociales, los educadores debemos responder enseñando a los estudiantes los recursos y la suspicacia de la lectura crítica.