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Fernando Vásquez Rodríguez

~ Escribir y pensar

Fernando Vásquez Rodríguez

Publicaciones de la categoría: Homenajes

Quino, sin palabras

11 domingo Oct 2020

Posted by Fernando Vásquez Rodríguez in Homenajes

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Creo que la mejor manera de rendir un homenaje a un artista es releer sus obras, volver a mirar sus películas o, en el caso que nos interesa, detenernos a apreciar las diversas estrategias o modos como Joaquín Lavado, Quino, construye imágenes sin palabras para provocar en nosotros la reflexión, una sonrisa, el autoexamen o la revisión de nuestra forma de ver el mundo o a las personas. Aunque son amplios los recursos empleados por el humorista argentino, me centraré esta vez en algunos tópicos que podrían agrupar buena parte de su producción gráfica.

Empezaré por el vertebral de ellos: la ironía. A veces, Quino toma como motivo un rito cotidiano, una práctica social, una situación familiar o del trabajo, para mostrar sus contradicciones, su lado menos aceptado socialmente o dejarnos ver el envés de los valores incuestionables, las dificultades de convivir con otros o la vana presunción de la perfección humana. La ironía de Quino se transforma en sátira o en un apunte mordaz que nos lleva al escrutinio personal o al reconocimiento de una forma de pensar, de ser o de interrelacionarnos.

Otro recurso empleado por Quino, en particular cuando hace secuencias gráficas, es llevarnos a creer una cosa durante las diferentes escenas de la historia hasta que, en la última viñeta, nos hace caer en la cuenta –de manera sorpresiva– que estábamos equivocados o que nuestra línea de significado iba por un camino muy alejada del punto esperado. Desde luego, este es un recurso propio del humorismo, pero en Quino está lleno de sutilezas, de detalles insignificantes que revelan obsesiones, sueños, la cara oculta de las verdaderas intenciones.

De igual modo, Quino emplea en varias piezas de humor mudo el paralelismo contrastante. Me refiero a poner en contrapunto lo que va pasando en el actuar de los personajes con aquello que imaginan. Esta manera de proceder se intensifica más cuando al régimen de las actuaciones humanas se lo contrapone con el mundo de las herramientas que hacen las veces de la ilusión o los anhelos secretos de las personas. Además de herramientas, Quino utiliza íconos, texturas, cifras, líneas geométricas con el mismo fin: mostrar el abismo que hay entre lo que viven los seres humanos en la realidad y ese otro territorio de la fantasía o el deseo.

Un acierto más de Quino es el de condensar en una imagen un hecho cotidiano y las posibilidades futuras de tal evento; pero este modo de prefigurar lo que vendrá está en directa relación con los aspectos menos afortunados o con los miedos inconscientes de los protagonistas. Se nos muestra en un nivel lo común de un acontecimiento, aunque a la par, en otro escenario de la misma viñeta, se nos devela un temor oculto, una fatalidad, con un realismo que hace trizas cualquier tipo de ilusión.

Son abundantes las piezas gráficas de Quino en las que con una corrosiva mirada crítica pone al descubierto las razones secretas de una ideología, los funcionamientos ocultos del poder, los peligros del fanatismo, las máscaras del autoritarismo. En estas ocasiones, la secuencia propuesta por el humorista nos va mostrado que detrás de la credulidad y las actitudes ingenuas de la mayoría, están los verdaderos intereses de aquellos que gobiernan, el beneficio personal de los empresarios o la astucia de los que sacan provecho de la buena fe de los demás.

Una estrategia más, a partir de la cual se derivan infinidad de obras gráficas, es la de centrarse en la transgresión de límites, normas, credos o comportamientos. Desde luego, este es un recurso frecuente usado por el humorismo; no obstante, en Quino se hace más intenso por la exageración focalizada, por la elección de los escenarios, por la fineza en ciertos detalles que extienden este recurso hasta el absurdo o el lirismo.

También le sirve de recurso humorístico a Quino el transponer determinado hecho, relato o momento histórico a otro tiempo, bien para recontextualizarlo o dotarlo de atributos nuevos que, como se supone, permite una nueva lectura de lo ya conocido. De igual manera, el artista gráfico utiliza el cambio de perspectiva para incitarnos a revisar las cosas no desde el lugar prepotente del ser humano, sino desde el enfoque animal; o nos lleva a cambiar nuestro mirador de adultos para situarnos en el lente del ojo infantil. Y ni qué decir de esa otra estrategia en la que, valiéndose de la ambigüedad de los signos, de su potencial ambivalente, Quino elabora finas urdimbres gráficas para producir en nosotros disonancias cognitivas, reconocimiento de nuestros errores al leer la cultura u ofrecer evidencias graciosas del problema de comunicarnos.

Sirvan estos apuntes para resaltar el talento y la agudeza gráfica de Joaquín Lavado, un humorista que dijo muchas y profundas cosas sin palabras, y que sirviéndose de líneas y texturas contribuyó considerablemente a afinar nuestra conciencia social. Elogio a nuestro Quinoterapista, quien supo armonizar la sencillez de la forma con la complejidad del contenido.

 

 

 

Deudas con Umberto Eco

24 miércoles Feb 2016

Posted by fernandovasquezrodriguez in Homenajes

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Umberto Eco, patrono de los semiotistas

Umberto Eco, patrono de los semiotistas.

Mucho le debo a Umberto Eco. Más al semiólogo que al novelista. Gracias a él, me adentré en el campo de la semiótica. Con sus libros logré apropiar otro tipo de mirada sobre los objetos, las personas, la vida y la cultura.

Mi biblioteca es un testimonio de esa influencia prolífica. El tratado de semiótica general fue un libro de cabecera durante el tiempo en que tenía a mi cargo la cátedra de semiótica en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Javeriana. El texto, al volverlo a observar, está lleno de subrayados y glosas, con apuntes sueltos dentro de sus páginas, y se nota bastante maltratado por el uso. Cuántos aprendizajes, cuántas discusiones en clase, cuántos trabajos inspirados en este italiano que me ayudó a tomar distancia de la vida cotidiana, a aprender a clasificar y  codificar, a leer las imágenes y los medios masivos de comunicación. Fue Eco el que me llevó a conocer a Peirce, Hjelmslev y a Sebeok, y fue por él que descubrí la riqueza de la abducción, la importancia de la inferencia y los indicios para comprender mejor el no siempre transparente comunicar de los signos. Mensajes y textos dejaron de ser para mí asuntos insignificantes y adquirieron una trascendencia al punto de volverlos temas de investigación o problemas para mi propia agenda intelectual. De toda esa época da fe mi libro La cultura como texto. Lectura, semiótica y educación, publicado por la Universidad Javeriana de Bogotá.

Considero que Eco también me abrió un campo de interés sobre el papel del lector y la estructura de los textos. De él es la idea de que el texto es “una máquina perezosa que exige del lector un arduo trabajo cooperativo”. Eco me llevó a entender que hay un “lector modelo” y que la interpretación de un texto, aunque  puede ser múltiple, siempre dependerá del yunque de la literalidad. Haciendo una retrospectiva considero que su ensayo “Intentio lectoris. Apuntes sobre la semiótica de la recepción”, contenido en el libro Los límites de la interpretación, fue un dispositivo potente para entender las relaciones entre la semiótica y la hermenéutica. Es decir, constatar que sin el andamiaje conceptual del estructuralismo es difícil tener una buena explicación de los textos y, sin herramientas interpretativas, poco lograremos comprenderlos. Eco me animó a usar los textos, a descomponerlos paso a paso y luego reconstruirlos buscando recomponerlos en su significado.

De otra parte, Umberto Eco fue un pensador, un incitador a escudriñar el envés de las cosas. Sus ensayos contenidos en La estrategia de la ilusión (“Crónicas de la aldea global” o “Leer las cosas”) o en De los espejos y otros ensayos (“Signos, peces y botones. Apuntes sobre semiótica, filosofía y ciencias humanas”) o Apocalípticos e integrados (“Apuntes sobre la televisión”) evidencian que la estética, la filosofía, la arquitectura, la narrativa, Supermán o Charlie Brown, las estructuras narrativas de Ian Fleming, la moral, las creencias, el fútbol, el lenguaje… todo pasó por la mente analítica de Umberto Eco. Sigue pareciéndome que sus aportes a la teoría literaria y su testimonio de los recursos usados para crear ficción son, además de importantes, útiles para los que intentamos enseñar las técnicas del oficio de escribir. Su pequeño libro Apostillas a El nombre de la rosa es un excelente manual o una poética contemporánea sobre el arte de narrar historias.

La estructura ausente, Semiótica y filosofía del lenguaje, La definición del arte, Obra abierta, Kant y el ornitorrinco, El superhombre de masas, La búsqueda de la lengua perfecta, El vértigo de las listas, Decir casi lo dicho, A paso de cangrejo… Libros y libros fruto de sus análisis o de propuestas para desentrañar un tópico, una costumbre, un fenómeno social.  A veces los ojos de Eco desnudaron asuntos de la sociedad de consumo, de la política y la sociedad actuales o presentaron lecturas innovadoras de autores clásicos o de su querida edad media. Y aunque se lo presentaba como un intelectual brillante, sigo creyendo que fue un gran lector crítico, un académico multidisciplinar, un aventurero y conocedor profundo del mundo de los libros, un investigador en el sentido primero del término: o sea, un buscador de indicios, de síntomas y señales ocultas en ese gran tejido de la cultura.

Sirvan estos párrafos como una manera de rendir un homenaje a este maestro en la distancia y una invitación a no olvidar su legado de la semiótica, una disciplina vital en una época como la nuestra. La disciplina de los signos puede ser un filtro para develar un estilo de vida centrado en la superficialidad y el consumismo, una lente potente para defendernos de la información amañada y manipuladora, y un remedio de lucidez para no caer en el fanatismo o la intolerancia generalizada.

Kempff en éxtasis

31 viernes Oct 2014

Posted by fernandovasquezrodriguez in Homenajes

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Lo veo absorto. Oigo las notas del piano tan dinámicas, tan explosivas y es inevitable percibir el contraste con su rostro: aparentemente inexpresivo. La mirada perdida en el espacio infinito. Nada lo distrae de lo esencial. La expresión del pianista es la de alguien poseído por la música, como si ella lo habitara desde dentro. Las manos rápidas y el rostro hiératico, fascinado con un misterio íntimo. Por momentos el pianista contrae su cuerpo como si no le cupiera la melodía dentro de sí; es un gesto del éxtasis místico, de quien está en contacto con una dimensión extraordinaria. Es como si tocara esa sonata para él mismo. El público parece no importarle. Los ojos del pianista se regodean divagando en su particular cielo. Luego, con sutileza, las manos buscan encontrar entre el teclado lo que sus ojos han entrevisto en las alturas. Cada nota es un encuentro, un diálogo secreto. Es una partitura que se sabe de memoria. El rostro da muestras de algo que recuerda, evoca o de una sorpresa contenida por una antigua fascinación.  Observo de nuevo sus manos que acarician las teclas del piano como aves aladas de una certera precisión.

Qué regalo para el espíritu es escuchar y ver las interpretaciones al piano realizadas por Wilhelm Kempff de las obras de Beethoven. Y en especial, el tercer movimiento de la sonata para piano N° 17, op. 31, denominada “La tempestad”.

Admiración y gratitud a García Márquez

17 jueves Abr 2014

Posted by fernandovasquezrodriguez in Homenajes

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Fotografía de Sara Facio y Alicia D'Amico.

Fotografía de Sara Facio y Alicia D’Amico.

Sintámonos tristes por la ida de nuestro García Márquez. Lamentémonos de no tenerlo más con nosotros y de haber perdido a uno de los grandes escritores en lengua castellana. Deploremos el no contar con su segundo libro de memorias o con sus perfectos cuentos o seguramente con las nuevas novelas que seguían bullendo en su memoria prodigiosa. Hagamos un gesto de respeto por un maestro de la literatura. Si es necesario, y sin falsos pudores, dejemos que algunas lágrimas se sumen solidariamente al llanto de su familia y de sus amigos más cercanos. O si tenemos un espíritu más pudoroso, apartémonos un poco y musitemos, en silencio, una oración piadosa.

También podemos pedirles a sus personajes de ficción, sus ángeles de la guarda, que le lleven de la mejor manera a la infinita eternidad. Y a esos soñados jardines de mariposas amarillas y olorosos a guayaba. O invocar al mago Melquíades para que elabore algún elíxir desconocido que nos permita encontrar entre sus papeles sin publicar la segunda parte de Cien años de soledad. O si queremos mantenernos fieles a la tradición de sus ancestros costeños deberíamos entonar algún canto vallenato, ojalá de Leandro Díaz, para que nuestra tristeza se refunda con la cadencia de los sones y los merengues interpretados por un acordeón, una caja y una guacharaca.

Aunque también podemos hacerle otro homenaje a “Gabito”. Podemos retomar y releer sus obras. Sumergirnos de nuevo en su Macondo y en las historias maravillosas que luchaban para ser menos reales que la misma realidad. Perdernos en sus personajes obsesionados por un destino tan inevitable como incierto. O adentrarnos en aquellos relatos que de manera natural nos hacían volver a creer en los milagros y en el poder de la imaginación. Volvamos a leer a García Márquez para que su muerte verdadera sea una muerte imposible. O para que su fallecimiento apenas sea una desaparición.

Cuánta admiración y gratitud a García Márquez. Por enseñarnos que las historias de provincia pueden tener alcance universal; por demostrarnos que la vocación de escritor existe a pesar de las dificultades económicas y la maledicencia; por poner el nombre de Colombia al lado de los grandes de la literatura universal; por creer con fe de carbonero en las secretas lógicas del azar y lo inexplicable; y por regalarnos unos símbolos inéditos para representarnos la dignidad, la soledad, la desesperanza y el amor imposible. Que sean, entonces, estas palabras un manojo de astromelias puestas respetuosamente sobre el féretro del maestro.  

El noctámbulo José Arroyo

13 viernes Dic 2013

Posted by fernandovasquezrodriguez in Homenajes

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A la voz de Joe Arroyo le debo buena parte de mi juventud fiestera. Me veo en varias de las “rumbas” tarareando “El caminante” a la par que mi cuerpo y mis piernas iban al ritmo de la salsa de Fruko y sus Tesos. Tenía todos los discos de Fruko, y llegaba con esos acetatos, acompañado de mis primas, para prender las fiestas. Tengo en mi memoria el impacto que producía el momento en que la aguja del equipo llegaba al tema de “Tania” y todos los asistentes cobraban nuevos bríos para llenar las salas de aquellas casas de familia. Pero, el sentido de compartir este video, fruto de la oportuna curiosidad del cronista del caribe, Ernesto McCausland, es la manera como “El Joe” entendía los procesos de composición musical, sus técnicas, su conciencia del oyente bailador. Este video, entonces, puede ser un ejemplo del proceso creativo, de sus intentos y búsquedas; un testimonio cabal de los creadores persistentes y dedicados a su oficio. Álvaro José Arroyo González, el fundador de la orquesta La Verdad, murió en el 2011; pero su música sigue vibrando en mi memoria. En la memoria parrandera de mi juventud.

El maestrísimo Lucho Bermúdez

02 lunes Dic 2013

Posted by fernandovasquezrodriguez in Homenajes

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Como preámbulo a estas fiestas navideñas me ha parecido conveniente compartir un documental, realizado por Señal Colombia, dedicado a homenajear la vida y obra de Lucho Bermúdez. Un prolífico compositor de por lo menos 300 canciones en diversos géneros como porros, gaitas, cumbias, mapalés, merecumbés, pasillos, boleros y bambucos. Lucho Bermúdez el gran exponente de los ritmos tropicales colombianos que, según José Portaccio Fontalvo, “vistió de frac la música costeña” y que la hizo conocer en Argentina, México, Cuba y otros países de América. Lucho Bermúdez, el excelente clarinetista, émulo de las bandas de jazz, como las de Benny Goodman; Lucho Bermúdez, sus orquestas, y una cantante unida íntima y artísticamente a su vida: Matilde Díaz. Luis Eduardo Bermúdez Acosta, el creador del himno íntimo de los colombianos: “Colombia tierra querida”. 

Carlos Fuentes

22 sábado Sep 2012

Posted by fernandovasquezrodriguez in Homenajes

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Carlos Fuentes homenaje

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