Uno de los consejos de nuestros mayores, que repetían con un dejo de advertencia, era el de estudiar para ser alguien en la vida. Tal recomendación hecha desde cuando empezábamos nuestras primeras letras se acentuaba luego en los estudios de educación media y un poco más al alcanzar –cuando había la oportunidad– el ingreso a una universidad. Digamos que era una consigna de formación; una lección para toda la vida. Es en esta perspectiva donde se ubica el poema “Estudia” del escritor venezolano Elías Calixto Pompa.
El soneto comienza con una comparación y un elogio al libro: este es como una puerta de luz, un paso a otro mundo, donde pueden encontrarse o revelársenos asuntos trascendentes, conocimientos vedados a aquellos ignorantes que permanecen del otro lado de la puerta. El poeta sugiere que, cruzada esa abertura, es posible hallar un reino con manantiales y aire limpio, muy distinto al mundo de sequedad y aire enrarecido en el que estábamos. La conclusión salta a la vista: por el estudio, salimos de un lugar árido que nos aflige, para adentrarnos en otro que es dadivoso y fértil en descubrimientos. Basta tan solo con abrir un libro y recibir la riqueza de su luz.
De otra parte, el estudio es visto como algo que da seguridad, un soporte para que cualquier grano o dificultad no nos tumbe al piso. Y en tanto báculo para nuestro espíritu, el estudio es, de igual modo, una fortaleza para domeñar las pasiones y una manumisión para nuestras servidumbres. Aquí valdría decir que el estudio no es sólo acumulación de conocimientos sino un camino eficaz para la formación del carácter, para fortalecer los músculos de un temperamento, para ejercitar la contextura de nuestra voluntad. De pronto, allí esté el motivo del poco interés de las nuevas generaciones por estudiar; porque piensan que es solamente una inútil tarea de acumular datos, cuando la realidad es otra: al ir a estudiar, al presentar tareas, al cumplir un horario, lo que estamos haciendo es afinar las aristas de un cuerpo, pulir nuestras emociones salvajes, aprender a interactuar con otros. En consecuencia, el estudio comienza en la información, pero sus fines van más lejos; su objetivo fundamental es convertirnos en hombres dotados de criterio y capacitados para emplear de la mejor manera nuestra libertad.
Por todas esas razones benéficas, Elías Calixto Pompa recomienda que el amor por el estudio sea parte de esas “impresiones” imborrables que los padres o educadores pongan en la mente o en el corazón de los más pequeños. Una cartilla que, si bien rinde sus beneficios en la juventud, tendrá sus verdaderos alcances en nuestra edad adulta. Porque si desde “ese Abril florido” ya tenemos interiorizado el hábito y el gusto por aprender, por indagar, por frecuentar el trato con los libros, lo más seguro es que tendremos menos amos a nuestra espalda, menos temores que nos dobleguen, menos tiranos que intenten engañarnos. Si ya el deseo por estudiar hace parte de nuestra condición, siempre estaremos en actitud de búsqueda y en permanente indagación sobre nosotros mismos.
El poeta es categórico: si no tenemos el bálsamo del estudio, de alguna forma, estamos muertos. Quisiera entender que sin el estudio apenas sobreviviremos, que nos contentaremos con cualquier cosa, que nos privaremos de felicidades inimaginables, que otros podrán disponer fácilmente de nuestra voluntad a su capricho. Esa muerte en vida es también una sugerente invitación a que saquemos un tiempo para ese tónico de nuestra existencia. Sí. Nunca es tarde para estudiar. El título del poema es un llamado para todas las edades: ¡estudia!; y, de igual modo, es un grito de alerta a esta época en donde la ignorancia campea sus galas del brazo del consumismo acrítico y la trivialidad de la vida.
(De mi libro Vivir de poesía. Poemas para iluminar nuestra existencia, Kimpres, Bogotá, 2012, pp. 53-57).
Bibiana dijo:
“Basta tan sólo con abrir un libro y recibir la riqueza de su luz”. Esta frase me recuerda mucho cuando mi padre nos enseñaba las primeras letras a traves de la biblia, donde encontrariamos siempre la luz para caminar cada dia, pues aunque él fue pocos años a la escuela se esforzó por lo que considero siempre la mayor herencia para sus hijos “el estudio”; siento de verdad que el conocimiento amplia nuestros horizontes y nos abre a muchas posibilidades que quiza “el desierto y la ignorancia” no nos permiten descubrir.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Bibiana, gracias por tu comentario. Quizá en ese consejo de nuestros mayores estaba implícita la idea de que no todas las herencias valiosas son materiales o económicas. El estudio es uno de esos legados intangibles pero con jugosos dividendos en nuestro desarrollo personal.
Mery García dijo:
“conservar el deseo por estudiar” me hace recordar de mi padre cuando desde muy niña me decía: la mejor herencia que te puedo dejar hija mia es el estudio. Con el tiempo he ido comprendiendiendo lo que mi papá me decia y en algún momento después de adulta lo relacionaba con la frase “el opio del pueblo es la religión” y para mi no es la religión sino la ignorancia, entendida como el no querer recrearse con el conocimiento (estudiar) y de hacer de los libros amigos cercanos.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Mery, gracias por tu comentario. Si uno se mantiene fiel a ese mandato de seguir estudiando muy seguramente irá descubriendo, en su mente y en su espíritu, el poder sorprendente de la renovación.
rinconlector dijo:
Como siempre profesor usted muy puntual con sus apreciaciones!!…Los libros expanden el horizonte de nuestros niños y jóvenes!!… Me encanta su blog. Compartiré con mis estudiantes este articulo.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Rinconlector, gracias por tu comentario. Me gusta el que desees compartir este texto con tus estudiantes. Si puedes, cuéntame qué piensan al respecto.
Óscar Andrés Rojas dijo:
La construcción de conocimiento es un arte, y a pesar que está dispuesto para que todos los seres humanos la reciban y se gocen en este, no todas las personas organizan su vida para poder tener este privilegio. Nadie puede decir, que el arte de estudiar es una tarea fácil, muy por el contraria, es ardua, desgastante y difícil en algunos momentos, pero no hay sentimiento comparable como el anhelo del triunfo de la labor cumplida y el deber desarrollado, al punto que la misma literatura intenta apalabrar la satisfacción por estudiar.
Bien por aquellos, que emprendemos el camino para enfrentar nuevos molinos de viento, así como, el viejo quijote,… pero un suspiro al aire por aquellos que dejan pasar la vida sin motivarse a crecer y superarse como seres intelectuales…
fernandovasquezrodriguez dijo:
Oscar Andrés, gracias por tu comentario. Lo más importante es no dejar que se nos seque el espíritu, no permitir que la rutina o las tareas cotidianas fosilicen nuestro deseo por aprender, las ganas de estudiar.
Cecilia Bustamante dijo:
Felicitaciones por tan excelente blog. NO lo conozco todo, pero lo que he visto es espectacular. Con respecto al pensamiento recién publicado me gustaron las expresiones: “Un reino con manantiales” “Recibir la riqueza de su luz” “Afinar las aristas de un cuerpo” “Ejercitar la contextura de nuestra voluntad” que significativas locuciones, cuántos talentos humanos perdidos por no estudiar……
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario.
Martha Liliana Linares dijo:
Que soneto tan maravilloso!!!!!!, estudiar sí es una puerta… la maravillosa puerta para descubrir todo lo que podemos hacer con nuestra propia riqueza intelectual.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Martha Liliana, gracias por tu comentario.