Gustave Flaubert

Gustave Flaubert o la “fisiología del estilo”.

A la manera de un centón, he elaborado este texto después de una lectura minuciosa de las Cartas a Louise Colet de Gustave Flaubert. Todos los entrecomillados, en consecuencia, son frases textuales de las diferentes cartas (168) que el novelista francés escribió a su amante, de 1846 a 1855. He seguido la traducción de Ignacio Malaxecheverría, en Ediciones Siruela, Madrid, 1989.

“El estilo debe ser rítmico como el verso, preciso como el lenguaje de las ciencias, y con ondulaciones, zumbidos de violonchelo, penachos de fuego; el estilo debe entrar en la idea como estilete, y en tu pensamiento bogar sobre superficies lisas, como cuando se vuela en una barca con un buen viento de popa”. “Hay que conocer la anatomía del estilo, saber cómo se articula una frase y por dónde se sujeta”. “En literatura no hay buenas intenciones. El estilo lo es todo…” “Comprime tu estilo, haz de él un tejido flexible como la seda y fuerte como una costa de mallas”. “Cuida tu estilo, redondea las frases”. “Estoy convencido, por lo demás, que todo es cuestión de estilo, o más bien de carácter, de aspecto”. “Por eso, no hay temas hermosos ni feos, y casi podría establecerse como axioma, colocándose en el punto de vista del Arte puro, que no hay ninguno, y que el estilo es por sí solo una manera absoluta de ver las cosas”. “Siente que no debes morir sin haber hecho rugir en alguna parte un estilo como el que oigas en tu cabeza, y que será capaz de dominar la voz de los loros y de las cigarras”. “En el estilo es como en música: lo más hermoso y lo más raro que hay es la pureza del sonido”.

“Para mí no hay en el mundo más que los versos hermosos, las frases bien construidas, armoniosas, sonoras”. “¡La frase es lentísima para asuntos sencillos!”. “Ante todo hay que tener sangre en las frases, y no linfa, y cuando digo sangre me refiero a corazón. Tiene que latir, palpitar, conmover. Hay que hacer que se amen los árboles y vibren los granitos. Puede ponerse un amor inmenso en la historia de una brizna de hierba”. “Una buena frase de prosa debe ser como un buen verso, incambiable, igual de rítmica y sonora”. “La frase más sencilla tiene un alcance infinito para el resto. ¡Por eso hay que dedicarle tanto tiempo, tantas reflexiones, ascos, lentitud!”. “Medita más, por tanto, antes de escribir, y aférrate a la palabra. Todo el talento de escribir no consiste, después de todo, más que en la elección de las palabras. La precisión es la que hace la fuerza”. “Uno puede divertirse con ideas tanto como con hechos, pero para eso han de emanar una de otra como de cascada en cascada, y arrastrar así al lector en medio de la vibración de las frases y del hervir de las metáforas”. “Para escribir habría que conocerlo todo. Todos nosotros, escribidores, sufrimos una ignorancia monstruosa, y sin embargo, ¡cuántas ideas y comparaciones proporcionaría todo eso! En general, nos falta tuétano… En la poética de Ronsard hay un curioso precepto: recomienda al poeta que se instruya en las artes y oficios de herreros, orfebres, cerrajeros, etc., para extraer metáforas. En efecto, eso es lo que te da una lengua rica y variada. Las frases deben agitarse en un libro como las hojas en un bosque, todas distintas en su semejanza”.

“Mientras no se separen en una frase dada la forma del fondo, sostendré que son dos palabras vacías de sentido. No hay pensamientos hermosos sin formas bellas, y recíprocamente. La belleza rezuma de la forma en el mundo del Arte, como en nuestro mundo salen de ella la tentación, el amor”. “La idea no existe sino en virtud de la forma”. “Allá donde falta la forma, ya no hay idea. Buscar lo uno es buscar lo otro. Son tan inseparables como lo es la sustancia del color, y por eso el Arte es la verdad misma”. “La forma sale del fondo, como el calor del fuego”. “La forma es como el sudor del pensamiento; cuando se agita en nosotros, transpira en poesía”. “La mente es como una arcilla interior. Desde dentro, empuja a la forma y la moldea a su imagen”. “La forma es la carne misma del pensamiento, como el pensamiento es su alma, su vida. Cuanto más anchos sean los músculos de tu pecho, más a gusto respirarás”. “No hay que creer siempre que el sentimiento lo es todo. En las artes no es nada sin la forma”. “Una desviación de una línea puede apartarte completamente de la meta, hacer que falle el fondo.

“¡La unidad, la unidad, ahí está todo” El conjunto, eso es lo que les falta a todos los de hoy, grandes y pequeños”. “Reflexiona, reflexiona antes de escribir. Todo depende de la concepción. Ese axioma del gran Goethe es el más sencillo y más maravilloso resumen y precepto de todas las obras de arte posibles”. “Todas las dificultades que se experimentan al escribir proceden de la falta de orden”. “Lo que constituye la fuerza de una obra es el empalme, como se dice vulgarmente, es decir, una larga energía que corre de un extremo a otro y que no flaquea”. “La frase puede ser buena a ráfagas (y las mentalidades líricas consiguen fácilmente el efecto, siguiendo su inclinación natural), pero falta el conjunto, abundan las repeticiones, las redundancias, los lugares comunes, las locuciones banales. Cuando se escribe, al contrario, una cosa imaginada, como entonces todo debe dimanar de la concepción, y como la más pequeña coma depende del plan general, la atención se bifurca. A la vez, es preciso no perder de vista el horizonte, y mirar a los pies de uno”. “El detalle es atroz, sobre todo cuando uno ama el detalle. Las perlas componen el collar, pero es el hilo el que lo hace. Ensartar las perlas sin perder ni una y sujetar siempre el hilo con la otra mano, ahí está la malicia”.

“No se escribe con el corazón, sino con la cabeza, y por bien dotado que esté uno, siempre hace falta esa vieja concentración que da vigor al pensamiento y relieve a la palabra”. “Se escribe con la cabeza. Si el corazón la calienta, mejor; pero no hay que decirlo”. “No hay cosa más débil que poner en el arte los sentimientos personales. Sigue ese axioma paso a paso, línea a línea. Que sea siempre inconmovible en tu convicción, mientras diseccionas cada fibra humana y buscas cada sinónimo, y verás, ¡verás cómo se ensanchará tu horizonte, cómo resonará tu instrumento, y qué serenidad te invadirá! Relegado hasta el horizonte, tu corazón te alumbrará desde el fondo, en vez de deslumbrarte en primer plano”. “La pasión no compone los versos, y cuanto más personal seas, serás más débil”. “Cuanto menos se sienta una cosa, más apto es uno para expresarla tal como es (como es siempre, en sí misma, en su generalidad, y libre de todas sus contingencias efímeras). Pero hay que tener la facultad de hacérsela sentir. Esta facultad no es sino el genio: ver, tener ante sí el modelo, posando”. “Hay que desconfiar de todo lo que se parece a la inspiración, y que a menudo no es sino actitud preconcebida y falsa exaltación que uno se ha dado voluntariamente, que no ha llegado por sí sola. Pegaso suele ir al paso. Todo el talento consiste en saber hacerle tomar el ritmo que uno quiere. Pero para eso no debemos forzar sus posibilidades, como se dice en equitación”.

“En cuanto a las correcciones, antes de hacer una sola, vuelve a meditar el conjunto y trata sobre todo de mejorar, no mediante cortes, sino con una nueva creación. Toda corrección ha de hacerse en este sentido. Hay que rumiar bien el objetivo antes de pensar en la forma, pues no resulta buena más que si nos obsesiona la ilusión del asunto”. “Por muchos retoques que le des a una obra (quizá los darás), siempre será defectuosa; faltan en ella demasiadas cosas, y un libro siempre es débil por ausencia; “y cuando la hayas escrito, haz otras dos o tres, y antes de la media docena habrás encontrado el filón de oro”. “Hay que saber detenerse en las correcciones, ya que no se ven bien las proporciones de un fragmento cuando se ha detenido uno en él demasiado tiempo”; “es tan difícil deshacer lo que está hecho, y bien hecho, para meter algo nuevo en su lugar, sin que se vea el encaje”. “Todos los peluqueros están de acuerdo en que, cuanto más se peina el cabello, más brilla. Lo mismo sucede con el estilo, corregir da lustre”.

“Trabaja cada día pacientemente un número igual de horas. Toma el hábito de una vida estudiosa y tranquila; primero saborearás en ella un gran encanto, y sacarás fuerza. No tengas la manía de pasarte noches en blanco; no conduce a nada más que a cansarse”. “Trabaja, haz algo grande, hermoso, sobrio, severo, algo cálido por debajo y espléndido en la superficie”. “Trabaja, medita, medita sobre todo”. “Con un recto sentido del oficio que se hace, y una voluntad perseverante, se llega a los estimable”. “Ama tu trabajo con un amor frenético y pervertido, como un asceta el cilicio que le rasca el vientre”. “Cuesta un esfuerzo diabólico enderezar todas esas curvas, adelgazar lo que está demasiado gordo y engordar lo flaco en exceso”. “Sumérgete en largos estudios; lo único que hay perennemente bueno es el hábito de un trabajo tozudo. De él se desprende un opio que embota el alma. “Nada se obtiene sino con esfuerzo; todo tiene su sacrificio. La perla es una enfermedad de la ostra, y el estilo quizá, la supuración de un dolor más profundo”.

“Adquiere el hábito piadoso de leer todos los días un clásico durante al menos una hora larga”. Lee “hasta que las páginas se te hayan quedado entre los dedos”. “Hay que leer incesantemente historia y clásicos”. “Un escritor, como un sacerdote, siempre debe tener en su mesilla algún libro sagrado”. “Lee, relee, disecciona, excava”. “La biblioteca de un escritor debe componerse de cinco o seis libros, fuentes que deben releerse todos los días”. “Es una cosa a la que es preciso acostumbrarse, a leer todos los días (como un breviario) algo bueno. A la larga, se infiltra”. “Adquiere ya, el hábito de leer todos los días un clásico. Si te predico eso incesantemente es porque creo saludable esa higiene”.

“El Arte es una representación, no debemos pensar más que en representar. La mente del artista ha de ser como el mar, lo bastante vasta para que no se vean sus bordes, lo bastante pura para que las estrellas del cielo se reflejen en ella hasta el fondo”. “El relieve procede de una visión profunda, de una penetración del objetivo; pues es preciso que la realidad exterior entre en nosotros, hasta hacernos casi gritar, para que la reproduzcamos bien”. “Cuando se observa la vida con un poco de atención, se ven los cedros menos altos, y los juncos mayores”; “la verdad está tanto en las medias tintas como en los tonos contrastados”. “En cada objeto vulgar hay maravillosas historias. Cada adoquín de la calle tiene quizá su lado sublime”. “Las obras más hermosas son aquellas en que hay menos materia; cuanto más se acerca la expresión al pensamiento, cuanto más se pega a éste la palabra y desaparece, más hermoso resulta”. “Escribe todo lo que veas no tal como es, sino transfigurado”. “El artista debe elevarlo todo; es como una bomba, tiene un gran tubo que desciende a las entrañas de las cosas, a las capas profundas. Aspira y hace brotar al sol, en surtidores gigantescos, lo que estaba plano, bajo tierra, y no se veía”. “¿Cuántas miasmas repugnantes hay que haber tragado, cuántas penas sufrido, cuántos suplicios soportado para escribir una buena página? Eso somos nosotros, poceros y jardineros. Sacamos de las putrefacciones de la humanidad deleites para ella misma, hacemos crecer canastillas de flores sobre miserias amontonadas. El Hecho se destila en la Forma y sube a lo alto, como un puro incienso del Espíritu, hacia lo Eterno, lo Inmutable, lo Absoluto, lo Ideal”.

“Hay que saberse a los maestros de memoria, idolatrarlos, tratar de pensar como ellos, y luego separarse de ellos para siempre. En cuanto a instrucción técnica, se saca más provecho de los genios eruditos y hábiles”. “Para tener talento hay que estar convencido de que se posee, y para conservar la conciencia limpia hay que colocarla por encima de las de todos los demás”.