“El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. Ilustración de Federico Avella.

Ana Luisa: Por lo que noto, andas muy ocupada en este mes…

Karen: Sí, no te imaginas cuánto. Esto de la pandemia nos ha duplicado el trabajo a los maestros. Estoy, lo que se dice, agotada.

Ana Luisa: Pues yo ando lo mismo. Haciendo mi trabajo secretarial desde la casa. Y en hogar…

Karen: Igual yo. Y como tuvimos que prescindir de la muchacha que venía los tres días a ayudarme, me ha tocado repicar y andar en la procesión.

Ana Luisa: Ojalá el otro año podamos volver a la normalidad… aunque, por lo que he visto en la televisión, lo único cierto es la incertidumbre. ¿Y a ti ya te confirmaron tu trabajo en el colegio para el próximo año?

Karen: No. Es la primera vez que estamos a la expectativa. Hasta el otro año lo sabré, dependiendo de cuántos estudiantes se matriculen. Pero, confiando en Dios, lo más seguro es que siga allí…

Ana Luisa: Eso espero. Yo sé que tú eres una maestra excepcional, y no te dejarán ir por nada del mundo.

Karen: Confío en que sea así, pero con esta pandemia uno tiene que estar dispuesto para lo inesperado…

Ana Luisa: ¿Ya hiciste el arbolito?

Karen: Con ganas. Me dedicaré a eso el próximo domingo. Lo hago por los dos pequeños que ya me han preguntado si este año habrá niño Dios…  

Ana Luisa: Ni que se hubieran puesto de acuerdo con mi hija. Por ahí la vi escribiendo una carta para Papá Noel. Ha estado como triste por momentos, y no es para menos. Aquí encerrada la mayor parte del tiempo, sin poder salir a jugar cuando ella quiera, metida en el computador tantas horas… Y ni qué decir de Juliana, que ha estado con un genio de los mil demonios… irritable, deprimida, enconchada. Y quién no va a estar así, si no ha podido salir a rumbear, a verse con su amado tormento, ni andar de centro comercial con su grupo de amigas…

Karen: No ha sido fácil para los niños y los adolescentes estos nuevos comportamientos que trajo el covid-19. Pero, como decía mi madre, al mal tiempo buena cara.

Ana Luisa: No hay de otra… Y por eso es que te llamo, para que me des una manita con lo de los regalos…

Karen: En lo que pueda, con el mayor de los gustos. Aunque si es para cosa de ropa, lo mejor es preguntarles a ellos…

Ana Luisa: No, es sobre un consejito para unos libros… porque, quién mejor que tú, la experta en español y literatura, para recomendarme unas cuantas obras… Pero, te advierto que el presupuesto está muy limitado…

Karen: No tienes que recordármelo. Hoy, más que nunca, es necesario saber invertir los pocos pesos…

Ana Luisa: Yo quiero darle a Nelly un libro que, además de ser entretenido, le sirva para su propia vida… Y que esté dentro de mi presupuesto…

Karen: ¿Y ya tienes alguno en mente?

Ana Luisa: Mi hermana Inés me habló de uno, que es ilustrado, El Principito, de un autor todo raro de escribir y pronunciar…

Karen: Antoine de Saint-Exupéry.

Ana Luisa: Ese, sí. Que era un aviador…

Karen: Un aviador filósofo… Me parece una excelente elección…

Ana Luisa: ¿Y por qué crees que le va a gustar a mi chiquita?

Karen: Por muchas cosas, apreciada Luisa… Porque además de estar escrito en un lenguaje claro, cercano, directo, habla de cosas profundas como el sentido de la amistad, el para qué de la existencia y es un canto a no perder ese niño interior que está dentro de nuestro corazón y que, por este afán o este estrés con el que vivimos, lo vamos sepultando o relegando.

Ana Luisa: ¿Pero es un libro sólo para niños?

Karen: Fíjate que ese es otro de los encantos de esta obra. Puede ser leída por un niño y también por un joven o un adulto. A todos les interesará porque lo que late en el fondo del libro son esas preguntas esenciales sobre la comprensión de la vida… 

Ana Luisa: ¿Tú lo has trabajado con tus alumnos?

Karen: Siempre. Es uno de esos libros “clásicos”. Me gusta contagiar a los niñas y niñas del valor de hacerse preguntas, de no renunciar como El principito a interrogar, a indagar a todos aquellos que los rodean… Y me fascina que ellos, a la par que van leyendo el libro, se pregunten si tienen una flor a quien cuidar, un cordero a quien proteger, un zorro para “domesticar…”

Ana Luisa: ¿Todo eso contiene ese libro?

Karen: Lo que pasa es que está dicho con sutileza, con un lenguaje aparentemente infantil; pero si uno se adentra en el contenido de la obra descubrirá lecciones profundas sobre la importancia de aprender a establecer vínculos, el valor que tienen los rituales, la banalidad del poder, y un secreto que es como la consigna de oro de todo el libro: “lo esencial es invisible a los ojos…” y por eso “hay que buscar con el corazón”.

Ana Luisa: Muy bonito…

Karen: Yo he aplicado eso para mi vida… “Lo más importante es invisible”. Y quizá la autenticidad de los niños radica en esa forma de ver el mundo a partir de lo que siente su corazón…

Ana Luisa: Las famosas corazonadas…

Karen: Algo así. Pero el libro, querida Luisa, pone el acento también en la importancia de explorar en todos los sentidos… que no nos privemos de sentarnos a mirar una puesta de sol, que tengamos la paciencia para aspirar las flores y comprender, así no seamos pequeños, que “es preciso soportar dos o tres orugas si queremos conocer las mariposas”.

Ana Luisa: De acuerdo, no hay felicidad en la vida sin algunas lágrimas en el camino…

Karen: Me encanta en clase proponerles a mis estudiantes un juego sobre a quién desean domesticar…

Ana Luisa: ¿Una mascota?

Karen: No. A alguien de la clase o a algún conocido…  Es que en el libro se habla de eso, de lo vital que resulta “crear lazos”, de entender el sentido de los ritos cuando entramos en contacto con otra persona… O, mejor dicho, de lo que hay detrás de la expresión, “cultivar una amistad”.

Ana Luisa: Con todas esas cosas que me dices, voy a tener que comprar dos libros, uno para Nelly y otro para mí…

Karen: Será un excelente regalo navideño…

Ana Luisa: ¿Y es costosito?

Karen: Hasta donde sé, hay ediciones buenas y no tan caras… Yo conseguí una para mis clases que tiene ilustraciones desplegables… Es preciosa.

Ana Luisa: ¿Qué haría yo sin amigas como tú?

Karen: Eso digo yo, qué sería de mi vida sin una amistad como la tuya de tantos años… Eso es como un regalo de la vida. Los amigos son los hermanos elegidos. Y yo te considero mi hermana del alma.

Ana Luisa: No me digas esas cosas, porque tú sabes que soy muy llorona…

Karen: Ay, Luisa, pienso que nuestra amistad sigue intacta porque tanto tú como yo hemos cuidado esta relación; porque al igual que El Principito con su rosa, hemos sabido proteger nuestra fragilidad.

Ana Luisa: Ya me hiciste llorar…

Karen: No, señora… Estamos en Navidad. Por eso, te mando un abrazo fuerte, así sea por este medio, mientras llega el tiempo de encontrarnos cara a cara…

Ana Luisa: Es lo que más deseo, y muy pronto. Saludos a todos… Cuídate mucho.

Karen: Igual tú. Y no dejes de mirar las estrellas…