Ilustración de James Fryer.

Ilustración de James Fryer.

Una de las dificultades de los estudiantes universitarios es el aprender a interactuar con la información. A dialogar con las fuentes escritas y tener frente a ellas una postura. Esta dificultad se agranda si sumamos las prácticas irresponsables de copiar y pegar y un flagrante plagio o hurto de las ideas ajenas.

Motivado por dicho inconveniente es que he venido proponiendo la estrategia del contrapunto. Un recurso para enfrentarnos a los textos y comenzar a escribir sobre aquello que leemos. Una forma de hacer que nuestra voz se oiga en ese diálogo silencioso con la tradición escrita. El contrapunto, en este sentido, es una manera de asumir la mayoría de edad de nuestro pensamiento y renunciar al consumo pasivo de la información académica.

Para tal fin he ideado siete técnicas de llevar a cabo el contrapunto: ampliando la cita en cuestión, disminuyendo sus alcances, contrastando los planteamientos, replicando sus razones, derivando algún aspecto de lo dicho, trasplantando lo dicho a otro contexto o haciendo un análisis de algún elemento mencionado. Las siete técnicas son como variaciones de un mismo propósito: asumir una posición, tener un punto de vista personal de cara a lo que otros afirman, dicen o proponen. Al escribir contrapuntos recuperamos una actitud activa y propositiva hacia los autores, los libros, las fuentes de consulta; y recobramos la libertad para acrecentar, menguar, rebatir, trasladar, deducir, oponernos o valorar críticamente el contenido de los mensajes.

Pero, además, el contrapunto es una excelente forma de propiciar el ejercicio de procesos de pensamiento como la inducción, la deducción, la antítesis, la relación y los modos de argumentar. Al escribir un contrapunto logramos que nuestra mente aprenda a sacar implicaciones, recortar alcances, objetar razones, cambiar de sentido, bifurcar lo expuesto, comparar realidades discordantes o examinar separadamente los elementos de una afirmación. La ganancia, por lo mismo, es definitiva para cualquier profesional universitario y, especialmente, útil a los investigadores para quienes la revisión y ajuste con la tradición es requisito indispensable cuando desean innovar o llevar a cabo cualquier proyecto.

He escrito en otro lugar que el contrapunto parte de una lectura minuciosa de la cita objeto de nuestro interés, y he dicho también que lo más difícil al escribirlo es lograr el tono del fragmento tomado como referencia. Si no hay esa reflexión preliminar todo lo que hagamos después parecerá gratuito o no armonizará con la cita que sirve de detonante o motivo. En consecuencia, el escribir contrapuntos es un ejercicio de escucha activa, de atención vigilante, de rumia prolongada sobre aquello que, por no hacerlo, aceptamos como verdad incuestionable o que “tragamos” sin salivar o masticar intelectualmente.

En esta perspectiva, he invitado a mis estudiantes del primer semestre de la Maestría en Docencia de la Universidad de La Salle a que escriban contrapuntos teniendo como referencia unas citas específicas. Esos puntos o textos base son los siguientes:

TEXTO BASE 1:

“Con el propósito de conseguir que los niños se sintieran como en casa, que no tuvieran que padecer el trauma de ir a la escuela, sino que la vieran como algo más cercano; con el fin de ‘motivarlos’, la escuela ha renunciado a ser una institución revestida de autoridad y de seriedad”.

(Victoria Camps, Creer en la educación. La asignatura pendiente, Península, Madrid, 2011, p. 119).

TEXTO BASE 2:

“Si queremos que el amor físico contribuya a enriquecer la vida de las gentes, liberémoslo de los prejuicios, pero no de las formas y los ritos que lo embellecen y civilizan, y, en vez de exhibirlo a plena luz y por las calles, preservemos esa privacidad y discreción que permiten a los amantes jugar a ser dioses y sentir que lo son en esos instantes intensos y únicos de la pasión y el deseo compartidos”.

(Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo, Alfaguara, Bogotá, 2012, p. 116).

TEXTO BASE 3:

“El hombre contemporáneo ha racionalizado los mitos, pero no ha podido destruirlos. Muchas de nuestras verdades científicas, como la mayor parte de nuestras concepciones morales, políticas y filosóficas, sólo son nuevas expresiones de tendencias que antes encarnaron en formas míticas. El lenguaje racional de nuestro tiempo encubre apenas a los antiguos mitos”.

(Octavio Paz, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p. 190).

TEXTO BASE 4:

“Mientras los pueblos se extinguen físicamente o mientras se transforman bajo la influencia del modelo que impone la civilización industrial, muchas culturas desaparecen. Si no queremos vivir en un mundo invadido por un modelo único de vida, por una sola cultura tecnológica y de lenguaje obtuso, es necesario tener mucho cuidado y usar de una mejor manera la imaginación”.

(François Jacob, El juego de lo posible, Fondo de Cultura Económica, México, 2011, p. 95).

TEXTO BASE 5:

“La primera lección de la cultura es, sobre todo, que el mundo es vasto, el pasado insondable y que hay millones de hombres que piensan y han pensado de manera distinta que nosotros, que nuestros vecinos y conciudadanos. La cultura desemboca en lo universal y engendra el escepticismo”.

(Michel Tournier, El espejo de las ideas, El Acantilado, Barcelona, 2000, p. 146).

TEXTO BASE 6:

“La pedagogía es praxis. Es decir: ha de trabajar sin cesar sobre las condiciones de desarrollo de las personas y, al mismo tiempo, ha de limitar su propio poder para dejar que el otro ocupe su puesto. No debe resignarse jamás en el ámbito de las condiciones, pero no por eso ha de dejar de aplicarse obstinadamente al de las causas”.

(Philippe Meirieu, Frankenstein educador, Laertes, Barcelona, 1998, p. 140).

La tarea, entonces, es ponerse en actitud de piqueria vallenata, de contrapunteo llanero o de trova paisa para “responder” a este reto de escritura que es, al mismo tiempo, un desafío a la reflexión y a la expresión del pensamiento propio.