Ilustración de Ben Goossens.

Ilustración de Ben Goossens.

La mayoría de autores que han reflexionado sobre el ser y las características de la reseña coinciden en que es un tipo de texto híbrido. O bien es el resultado de conjugar el resumen y el comentario[1] o es la suma de aunar elementos de los textos expositivos con lo medular de los argumentativos. También coinciden en que la reseña tiene como fin hacer un juicio valorativo; en este sentido, su finalidad rebasa la mera descripción del contenido o la simple enumeración de las partes de un texto o una obra cultural[2].

Y si se trata del campo de la investigación la reseña debe cumplir la función de dar cuenta del contenido de determinado texto pero en función de la pertinencia, calidad o utilidad para una problemática específica. Cuando así se procede, el reseñista no puede olvidar que su tarea está al servicio de los objetivos de la pesquisa y que el juicio que emita dependerá de qué tanto aporta al proyecto investigativo bien sea en la fundamentación teórica o metodológica.

De otra parte se encuentran algunas indicaciones para elaborar las reseñas. Las hay demasiado genéricas y tan específicas que parecen un protocolo de estricto cumplimiento. Pero para no caer en un simplismo o en una minucia en su construcción, podemos decir que la reseña debe atender a tres grandes partes o momentos: referencia, resumen y juicio crítico[3]. Sobra decir, de una vez, que estas fases operan como una carta de navegación que dependiendo de la pericia y la experiencia del reseñista lograrán un resultado afortunado u obtener grandes beneficios.   

La primera fase de la reseña, que a veces se coloca al inicio como un epígrafe o en un recuadro, corresponde a los aspectos de la referencia bibliográfica (título, autor, editorial, ciudad, fecha, número de páginas) y algunos datos de la edición del texto (formato, tipo de publicación, filiación institucional). Si lo que se está reseñando es un hecho cultural pues se incluirá aquí lo que se llama la ficha técnica, el reparto o los datos identificativos del espectáculo.

El segundo momento de la reseña tiene que ver con el resumen del texto o la sinopsis del evento. Esta fase demanda una lectura juiciosa, atenta y, por lo general, acompañada de notas y esquemas del texto. Si la reseña es de un hecho cultural (demos por caso una película) lo recomendable es poder apreciarlo por lo menos dos veces. Sea como fuere, elaborar el resumen requiere atender a ciertas operaciones de pensamiento que, a diferencia de lo que se comúnmente se cree, van más allá de producir un texto reducido o resultado de una mirada superficial.

Para elaborar el resumen se pueden seguir las cuatro macrorreglas propuestas por Teun A. van Dijk[4]. Esas cuatro operaciones del pensamiento son: a) Omitir, que consiste en eliminar las informaciones menos importantes. Los datos omitidos deben ser elementos adheridos a las estructuras pertinentes que no tienen una función significativa dentro de la estructura del conjunto. Esta información es irrecuperable. b) Seleccionar, que es una operación en la que se suprimen datos del texto original, pero que pueden ser recuperables por implicación, presuposición o redundancia. Es decir, podemos seleccionar aquellos enunciados que implican a otros por inferencias o deducciones. c) Reconstruir, entendida como una operación mental para agrupar o integrar toda una serie de informaciones en torno a un esquema o un guión. Implica operaciones de interpretación, transformación y recombinación de las unidades lingüísticas. En suma, comprende las relaciones entre datos dispersos. d) Generalizar o abstraer, en la que se substituye el texto original por otro más conciso que ignora ciertos detalles.

Si la reseña omite este apartado del resumen muy fácilmente desembocará en el comentario gratuito o dejará al lector sin saber bien de qué se trata el texto o hecho cultural tomado como motivo. El resumen, siguiendo a Nietzsche o a Estanislao Zuleta, es la etapa en la que el reseñista debe asumir como “camello” el texto: rumiarlo, dar cuenta de él, desentrañar su estructura y la médula de su contenido.

El tercer momento, que es lo esencial de la reseña, es el juicio sobre la obra o hecho cultural objeto de nuestro interés. Es el momento para la lectura crítica. Esta apartado puede hacerse de diversa manera: 1) Analizando cada uno de los capítulos o grandes apartados del texto o hecho cultural; digamos que es una lectura consecuente con la organización secuencial de la obra o hecho, de principio a fin. 2) Haciendo una lectura transversal del texto o hecho cultural; cuando se toma esta vía, el reseñista podrá elegir un camino que según su entender está explícito o implícito en la obra. Lo importante es que tal lectura crítica en verdad evidencie ese tópico que cual si fuera un meridiano atraviesa cabalmente el conjunto. 3) Siguiendo determinados indicios o huellas, desperdigas a lo largo del texto o hecho cultural motivo de nuestra reseña. La lectura crítica, en este caso, corresponde a un trabajo de pesquisa en la que se van hilando indicios como quien arma un rompecabezas o descubre un enigma.

Lo importante de cualesquiera de estas formas es la de superar la fugaz impresión o quedarse por fuera del texto o hecho que nos interesa reseñar. La reseña, hay que repetirlo, es un ejercicio de escritura en el que se da cuenta de una lectura en profundidad de un texto. Lo contrario es caer o confundir las diferencias de la reseña con el comentario casual, la columna de opinión o la sinopsis descriptiva. Si el reseñista se confía en la información sacada de afán o en acudir a esos resúmenes que proliferan en la web, sin enfrentar el texto o hecho en cuestión, lo más seguro es que el resultado no sea de calidad o no se cumpla el propósito académico.

Precisamente, esta última parte de la reseña es la que ha hecho que se la relacione con los textos argumentativos, en cuanto buscar persuadir al lector de una valoración específica. El reseñista como el que escribe un ensayo, desea persuadir o disuadir a los posibles lectores o espectadores de que lean, vean o escuchen determinado producto cultural. De ser esto así, la reseña pertenece a los textos epidícticos: esos discursos que buscan alabar, censurar, admirar; convencer a otros de las bondades o defectos de un texto u obra. El autor de una reseña, vistas así las cosas, pretende influir en otros para que piensen o actúen positiva o negativamente sobre lo que es el objetivo de su tarea.

Notas y referencias

[1] Así lo entiende, por ejemplo Marina Parra, en su libro Cómo se produce el texto escrito. Teoría y práctica, Magisterio, Bogotá, s.f., pp. 147-149..

[2] Una lectura provechosa para el neófito en hacer esta modalidad textual es el capítulo 4: “La reseña” del libro Lectura, metacognición y evaluación de Álvaro William Santiago, Myriam Cecilia Castillo y Jaime Ruiz Vega, Alejandría, Bogotá, 2006, pp,151-188,

[3] La profesora Neyssa Palmer Bermúdez  de la Universidad de Puerto Rico denomina a estas tres partes: identificación, resumen y crítica. Puede consultarse en internet su excelente módulo “Los elementos fundamentales de una reseña”, http://www1.uprh.edu/cruzmigu/ESPA_LEFDUR.pdf 

[4] En La ciencia del texto, Paidós, Barcelona, pp. 59-63.