En las fiestas de fin de año se combinan dos fuerzas igualmente significativas: una de carácter retrospectivo, centrada en los balances; y otra, prospectiva, puesta más en el cambio y la renovación. Tanto una como otra son dignas de celebración y las dos han sido cantadas y exaltadas por los grupos de música bailable. Apenas como un ejemplo bastaría recordar un tema musical de la Billo’s Caracas Boys de Venezuela, la orquesta de Luis María Frómeta: “Año nuevo, vida nueva”.
La primera fuerza, decía, hace énfasis en poner en la balanza las cosas hechas o dejadas de hacer. Las fiestas de año nuevo invitan a poner nuestra vida en tono de rememoración, y a ver qué tanto de lo experimentado tuvo trascendencia o cuántas de las peripecias tenidas fueron apenas fárrago existencial. Este balance, muy de “ajuste de cuentas” con nosotros mismos, puede hacer renacer algunas heridas –en especial cuando hubo pérdidas de seres queridos– o reavivar las alegrías de algún proyecto conquistado y del cual nos sentimos orgullosos. Pero de todo ese pasado, las fiestas de fin de año celebran lo inolvidable, esas cosas o circunstancias que por ser tan positivas ya son parte nuestra. Eso es, precisamente, lo que la voz de Tony Camargo inmortalizó: “Yo no olvido el año viejo”, una canción del colombiano Crescencio Salcedo.
El otro movimiento, quizá el de mayor potencia, es el de convertir esta fecha en motivo para la renovación. Las fiestas de fin de año son un tiempo mágico para los augurios, los parabienes, para todo tipo de deseos y manifestaciones de prosperidad. Más allá de los errores cometidos o de un revés en la fortuna, en esta fecha se hacen votos por lo mejorable, por lo que seguramente alcanzará un mejor bienestar o una situación llena de felicidad. Nada de lo malo puede seguir igual; lo que se avecina son los buenos tiempos, el futuro abre sus brazos como un dios bondadoso. Y si se pinta o se hacen mejoras de nuevo en la casa, si nos sentimos animados a proponernos cumplir una meta postergada o si se cambia alguna práctica en nuestra forma de vivir es porque el año nuevo genera en nuestro espíritu un giro hacia la renovación, hacia el cambio. Las fiestas de año nuevo imantan el corazón de optimismo y esperanza. Además, lo maravilloso de esta fuerza renovadora es que no se predica únicamente para nosotros sino que desea hacerse extensiva a familiares, amigos y a todos nuestros congéneres. Como ilustración de esta segunda fuerza de las fiestas de fin de año vale la pena escuchar “Tres deseos”, una composición de Kike Santander, interpretada por la cubana estadounidense Gloria Estefan.
Esa doble confluencia de fuerzas es el objeto de celebración de las fiestas de fin de año. Así que, asumiendo la mirada de Jano –el dios bifronte de los antiguos romanos– en este día hacemos un doble brindis. Por el pasado, para agradecer los éxitos o quemar la desventura, y hacia el porvenir para convocar el bienestar o la buena fortuna. Un gesto de despedida y otro de bienvenida se conjugan al estrechar los brazos o al levantar las copas. Hacia el final de la noche del treinta y uno de diciembre las añoranzas se aúnan con las renovadas ilusiones, y antiguas melodías recobran su sentido y dan más colorido a la fiesta. Entonces, mientras suenan las doce campanadas, escuchemos un tema clásico de Guillermo Buitrago: “La víspera de año nuevo”.
Cecilia Bustamante dijo:
Apreciado Maestro:
Empezamos 365 días de nuevas proyecciones.
Se supone que si nos vamos a fijar metas, con el año viejo se van todas las penas, los fracasos y los sufrimientos y renace una nueva esperanza.
Con este tema que nos propuso, estuve leyendo sobre el año nuevo y también sobre el año viejo que es parte de una cultura popular, hoy degradada y encontré cosas atractivas. Nos cuentan que la tradición de quemar los años Viejos es muy antigua. “Al parecer llegó al continente suramericano desde Europa, junto con la venida de los conquistadores y empezó a adaptarse en algunos países de América Latina”.
Dicen que ese muñeco de año viejo “ve con ojos vacíos que miran sin mirar”, claro, ya no tiene hacia donde hacerlo. También que “pudiera parecerles a algunos un Adán anciano, que al fin de los tiempos había perdido el paraíso y terminaría en nada en la nochevieja”.
Siguiendo con mi indagación que me pareció interesante, me encontré con que “el rito con el muñeco de año viejo revivía una antigua inquisición, porque, sin condena explícita, el hombre de trapo finalizaría en el fuego, observado por multitudes vociferantes que gozaban viéndolo consumirse junto con el calendario. Y en la medida que se tornaba en cenizas, crecía el fragor de las explosiones de despedida al tiempo viejo y de bienvenida al nuevo año” que todavía en algunos barrios se hace, y en ese punto, el muñeco iba quedando en el olvido, se convertía en otra ausencia, en la nada, en lo que ya no es.
Año tras año, esos muñecos nos transfieren a espacios idos, a calendarios que ya no son, siempre vamos a ver en cualquier esquina de fin de año un muñeco de año viejo, que cuando lo miramos, nos guiña un ojo, como queriéndonos decir que algún día sabremos lo que significa el tiempo, pero entonces ya será demasiado tarde. ¿Qué cosa no?.
Con la venida del año nuevo, la ilusión del año que comienza invade el alma y los corazones. A este respecto, me encontré con que “en el año 153 a.C. el Senado romano decretó que el año nuevo comenzaría el 1 de enero”. Este decreto se hizo para corregir el calendario, que se había salido de sincronía con el sol.
Es interesante saber que el mes de enero se llama así “por el dios romano Jano, que tiene dos caras una mirando hacia atrás y la otra hacia adelante”, estas pueden representar la actitud de algunas personas que siguen mirando hacia atrás, al año viejo o años que hace mucho tiempo pasaron; y la otra, mirando hacia adelante, hacia el nuevo, hacia allá debe ser nuestra mirada, nuestra cualidad en este año que está comenzando y por nada debemos mirar atrás, o si. Solo para saborear lo que él dejó. Puesto que si se está atento al presente, el pasado no nos distraerá.
Les animo pues a intentar lograr sus anhelos porque como dice Charles Dickens: “El hombre nunca sabe de los que es capaz hasta que lo intenta”
Para usted mi querido Maestro: que la lluvia de la paz, la esperanza y la felicidad lo pillen con el paraguas roto, lo empapen, y salpique a todos los que están a su alrededor. (Porque por ahí estaré) ¡Feliz año 2015! Que sea un año lleno de éxitos profesionales y de grandes momentos personales.
Un sabio dijo: “la riqueza de un humano se mide por la cantidad y calidad de los amigos que tiene”. Gracias por ser parte de mi fortuna. Feliz Año.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario. Mi deseo es semejante para ti: que en este nuevo año todos tus proyectos cuenten con viento propicio.
Carlos Rmirez dijo:
Profe, cordial saludo.
Después de escuchar tus discos recomendados insisto en mis disculpas. Soy un hombre alcohólico. Me aterra mucho no estar estudiando esta maestría, gracias..Profe que gran persona eres.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Carlos, gracias por tu comentario.
José Alberto dijo:
Doctor Fernando, ¡Gracias por sus escritos de Navidad y año nuevo. Como usted bien lo dice: “las fiestas de fin de año son un tiempo mágico para los augurios, los parabienes, para todo tipo de deseos y manifestaciones de prosperidad”; en este sentido quiero desearle muchas bendiciones y gracias en este nuevo año que estamos comenzando.
Bueno es recordar el mensaje bíblico para este primer día: “Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te muestre tu rostro radiante y te trate con bondad; que el Señor vuelva a ti tus ojos y te conceda la paz” (Dt 6, 22-27).
¡¡Muchas felicidades!!
fernandovasquezrodriguez dijo:
José Alberto, gracias por tu comentario.
Marleny Mendez dijo:
Escritor Fernando, Feliz año 2015, Dios Todopoderoso lo siga iluminando para que siga deleitándonos con su excelente mano y pluma. Gracias. Abrazos
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fernandovasquezrodriguez dijo:
Marleny, gracias por tu comentario.