
Ilustración de Bendik Kaltenborn.
Estimado (a) neoestudiante,
Comparto la alegría que, seguramente, estás sintiendo en estos días. Es grato volver a experimentar la ansiedad de empezar un proyecto académico o un programa anhelado por largo tiempo. Tal inquietud, en la que confluyen sueños y expectativas, temores y esperanzas, es una sensación profunda y memorable. Aprovecho esta ocasión para contarte algunos asuntos que he venido reflexionando al respecto. Lo hago como una celebración a tu iniciado viaje y como un testimonio de alguien que, como yo, ama profundamente estudiar.
Iniciaré confesándote una cosa: el estudio tiene el poder de renovarnos. Algunos llaman a eso, actualización, pero me gusta más entenderlo como un cambio de piel o cierta renovación de nuestra mente y nuestro espíritu. Al estudiar de nuevo, al ponernos otra vez en actitud de alumnos, recuperamos el asombro y la maravilla del conocimiento. Cuando volvemos a las aulas renace en nosotros la curiosidad del niño. En este sentido, si uno estudia de manera permanente, aleja un poco la vejez y mantiene, por decirlo así, siempre joven el pensamiento.
También debo decirte que al renovar los votos por el estudio, cambia la cotidianidad y, con ella, nuestras rutinas. Si en verdad somos estudiantes auténticos, cambiarán de igual modo nuestros hábitos. Al retornar a clases, al asumir otra vez las tareas y los trabajos propios del mundo escolar, necesitaremos modificar nuestros horarios y tendremos que privilegiar horas de la agenda cotidiana. Quizá debamos dormir menos, optimizar el tiempo y priorizar eventos y circunstancias. Pero tal hecho no debe apesadumbrarnos, si en realidad la llama del estudio irradia fuerza y energía a todos los rincones de nuestro ser.
Te expreso, de una vez, que cuando hay deseo y ganas por el estudio, desaparece la idea del sacrificio. Cuando es el placer el que timonea nuestras aspiraciones no hay que andar pregonando las renuncias obligadas o las fatigas del trabajo excesivo. Así entendidas las cosas, será el goce y la alegría, el esfuerzo entusiasta, el que tutele los trasnochos, las jornadas de lectura o las no menos retadoras tareas de escribir. Pero si es genuino tu amor, tu empeño y tu gusto por estudiar, dichas cosas serán parte de la riqueza de la aventura, se convertirán en ganancias y no en cargas o detestables compromisos.
Debes saber que el estudiar con fundamento trae consigo la persistencia. No vayas a abandonar tu anhelo por el primer escollo que encuentres. Tampoco dejes que una mala calificación o las correcciones continuas a un proyecto mermen tu motivación o tu interés. Sólo con el tesón y la convicción de lo que sueñas lograrás descubrir la almendra del estudio y hacer brotar la miel contenida en su interior. La dedicación al estudio, la constancia entusiasta, te hará comprender que no todo se logra de inmediato y que, muchas veces, vamos aprendiendo más de lo que sospechamos. Ten confianza en tu perseverancia; esa parece ser la clave para alcanzar las más altas metas.
Te invito, además, a proveerte de unos buenos útiles para el viaje que comienzas. Los útiles son de enorme ayuda para obtener buenos resultados y multiplicar el aprendizaje. No dudes, entonces, en destinar unos pesos para adquirir libros y materiales de diversa índole. Considéralo otra inversión, una oportunidad para renovar el mobiliario de tu mente. Debo decirte aquí, en confianza, que a veces prestamos poca importancia a esto de abastecernos de buenos útiles y nos contentamos con la mera asistencia a clase, cuando no con adquirir de afán fotocopias desarticuladas y anónimas.
Recuperar el espacio y el tiempo para el estudio es también la oportunidad para conocer a otras personas, interactuar con ellas, entrar en diálogo con formas de pensar diferentes a la nuestra. Las actividades en equipo amplían nuestra mirada y airean las visiones cerradas del trabajo individual. Al lado de un café, caminando por los pasillos o compartiendo un salón, aparecerán otros amigos, se renovará nuestra lista de conocidos y, muy seguramente, tendremos la posibilidad de movilizar nuestras relaciones públicas. Cuando volvemos a estudiar recuperamos las habilidades interpersonales y revaloramos los vínculos sociales.
Hay otro asunto que merece unas líneas adicionales. Se trata de la búsqueda de la excelencia. No lograrás grandes cosas en el estudio si apenas cumples con lo necesario o con los requisitos mínimos exigidos por un docente o una institución educativa. Quisiera recomendarte, en lo posible, ir siempre más allá de lo esperado. Unos minutos adicionales cada día para atender una tarea, unas hojas demás leídas al cierre cada jornada, una consulta complementaria hecha los fines de semana, todo eso es lo que contribuye a pasar de lo regular a lo sobresaliente. Estoy convencido de que la calidad superior en algo, especialmente en el estudio, es el resultado de luchar contra el conformismo de lo apenas suficiente y los raseros apáticos de la mediocridad.
No quisiera terminar esta misiva, sin compartirte algo sobre los temores que produce el enfrentarse otra vez a lo desconocido. Eso es normal, y más si hace mucho tiempo se ha dejado de estudiar. Puede que también los muchos años nos hagan sentir atemorizados o proclives al fracaso. Lo mejor, en estas situaciones, es darle un valor positivo al error y disfrutar lúdicamente las deficiencias, los equívocos o falencias que nos acompañarán en los nuevos aprendizajes. No es aconsejable predisponernos para lo nuevo usando el fatalismo y la baja autoconfianza. Resulta más adecuado multiplicar la fe en nosotros mismos y buscar, si es necesario, aliados o colegas que nos ayuden a no perder el entusiasmo y las ganas por culminar lo que empezamos con alegría y fervorosa pasión.
Sirva, entonces, esta carta para decirte que cuentas con mi brazo para servir de apoyo cuando lo necesites. Te deseo buena suerte. Que los dioses te acompañen, y que los vientos sean propicios en tu nuevo viaje.
Cordialmente,
Wilson Munive dijo:
Cordial saludo.
Fernando tuve el placer de conocerlo en la conferencia que dictó para el Tecnológico Comfenalco en Cartagena. Dedico parte de mi tiempo a la docencia y le confieso que son muy interesantes sus aportes de este Blog. Con respecto a esta carta me parece muy bien su contenido y con su permiso la compartiré con personas que laboran conmigo en la oficina que no cierran la puerta para continuar con el proceso de formación a pesar de su edad y que también los tengo como alumnos.
Un abrazo
Wilson Munive Camargo.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Wilson, gracias por tu comentario. Celebro que estas palabras lleguen a otros ojos que “no le cierran la puerta” al estudio.
Alejandra Briceño dijo:
Cuando hay ganas y deseo desaparece el concepto de sacrificio … Qué gran frase, reflexión y sobre todo golpecito en la espalda para seguir en este viaje, en esta aventura que nos embarcamos por mares que muchos no conocemos y otro tantos hace mucho tiempo no trasladamos. Sólo basta agradecer por ser brújula en este océano de ansiedad y expectativas …además de timón para los perdidos y abandonados a cantos de sirena ante lo desconocido
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Alejandra, gracias por tu comentario.
Liliam zoraya olaya rosas dijo:
Buen día, mil gracias por sus palabras, ponerse en los zapatos de otros no siempre es fácil. Y vamos con toda!
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Liliam Zoraya, gracias por tu comentario.
Sebastián dijo:
Cuando se recomienza el periodo de estudio el estudiante tiene grandes expectativas acerca de lo que va aprender, y la aprehensión de ideas de diversa índole, serán el punto de partida para la construcción de conocimientos nuevos. Es entonces muy satisfactorio leer artículos como estos para que nosotros -los estudiantes- estemos dispuestos a asumir los nuevos retos del año lectivo, los cuales nos conducirán a grandes triunfos y victorias que harán que la vida intelectual sea una aspecto, no de carga, sino de goce y complacencia, así lo dijo en su momento el gran Albert Einstein: “nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”.
Como siempre, ¡qué gran artículo !
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Sebastián, gracias por tu comentario.
profejesusolivo dijo:
Buena noche, maestro.
Es un placer como siempre, en lo humano y cognitivo, leer y releer el blog. Son muchos los aprendizajes que he detentado por cada una de las entradas, y de los recomendados bibliográficos, por supuesto.
Bacon en su ensayo de la Esfinge plantea una situación que bien podría atribuirse al proceso de volver a estudiar. No en el sentido que plantea Ortega y Gasset “Al colocar al hombre en la situación de estudiante (en la que) se le obliga a hacer algo falso, a fingir que siente una necesidad que no siente.” Por el contrario, es el estudiante que va tras la búsqueda de lo desconocido, muy al estilo del científico, no al receptor o consumidor de ideas sin pasarlas por la criba del pensamiento. Es asumir el rol desde esa nueva piel, no el de la escuela, sino el beber de las fuentes del conocimiento, el discernimiento y la confrontación para ir podando creencias, y costumbres arraigadas que no posibilitan nuevos horizontes. En este sentido vale la pena traer a la palestra una fábula del ensayista Inglés. Dice Bacon: “Cuenta la leyenda que la Esfinge era un monstruo con rostro y voz de virgen, alas de pájaro y garras de grifo. Moraba en la cresta de una montaña próxima a Tebas y descendía a los caminos para tender emboscadas a los viajeros. Los atacaba de improviso, se apoderaba de ellos y, una vez subyugados, les planteaba oscuros y complejos enigmas cuyo conocimiento, según se decía, había adquirido de las Musas. Si los desdichados cautivos no podían resolverlos de inmediato, la cruel Esfinge los despedazaba sin misericordia mientras permanecían sumidos en la confusión y la duda.
La anterior fábula podría asociarla con el estudio; luego de haber dejado un tiempo, volver a ser aprendiz; cosa que para un docente debe ser una constante, se presenta como esa Esfinge espantosa, como ese monstruo que nos inquieta y que con embustes nos va envolviendo en sus brazos. Es estar en una incertidumbre sin saber qué pueda pasar, se nos presenta en forma de caminos intricados y con obstáculos que jamás podremos vencer sin un toque de firmeza en lo que queremos.
Emprender, en este sentido, el viaje a esa “Ítaca”, el estudiar, está lleno de dudas y confusiones que la misma sociedad y el sistema político nos va imponiendo. Que nos va inoculando esas ideas del dejar así, el no vale la pena seguir. Por tal razón, tomar la decisión de volver a estudiar, es romper las barreras autoimpuestas e impuestas por entes externos. Haciendo alusión a la fábula de Bacon, son todos esos truncamientos: externos como internos, los que bloquean el proseguir el viaje. Por el contrario nos dejamos seducir por la cruel Esfinge que nos despedaza los sueños si entramos en el mar de dudas o nos mantenemos en el vaivén de las indecisiones. En tal sentido, lo importante es saber que el camino es largo y que en el transcurso podemos enriquecernos, con errores y todo, de aventuras y conocimientos que, quizá, no habíamos imaginado. A decir verdad, hay que tener nuestro pensamiento incólume ante las adversidades, que las peripecias del camino no dañen nuestras ilusiones de ir por la senda del aprender, sin importar la edad.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Profejesusolivo, gracias por tu comentario.
Maribel SANCHEZ PEREZ dijo:
Soy una feliz, muy feliz neoestudiante… Cada día es una oportunidad para enfrentarme a esta maravillosa experiencia de volver a las aulas, dejando por unas horas el quehacer docente para dejar salir mi ser de estudiante. Gracias por el saludo maestro Fernando.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Maribel, gracias por tu comentario.
GERMAN ANTONIO VASQUEZ VARGAS dijo:
Profesor soy docente de la universidad Tecnológica de Pereira en el programa de Maestría en enseñanza de la literatura.
he intentado conseguir su libro la enseña literaria, pero no he tenido éxito.
lo necesito como referente teórico para mi trabajo de grado, el cual se baja en un taller literario.
por su valiosa ayuda mil agradecimientos.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Germán Antonio, gracias por tu comentario. El libro lo puedes conseguir en Panamericana. Si no lo consigues en ese lugar, puedes acudir a la libreria de la u.