Uno de los primeros aciertos del texto En la escuela hoy de Philippe Meirieu está en la manera como el autor organiza su obra. Si de mira con cuidado el libro, Meirieu distribuye sus reflexiones desde una triple focalización: la escuela, el maestro y la clase. En el primer caso, utiliza el lente de los principios, muy con la idea de que “levantemos la cabeza” y seamos capaces de preguntarnos sobre las finalidades de la escuela, de sus fundamentos o de cierto orden abstracto lo suficientemente rico para derivar de él acciones cotidianas. El segundo asunto, el del maestro, lo aborda Meirieu desde la riqueza expositiva de la tensión: ese estado de un “sujeto sometido a órdenes contradictorias” pero que al mismo tiempo más que disolver esas tensiones o renunciar a ellas, lo que hace es asumir tales resistencias e integrarlas como elementos igualmente importantes para analizar la profesión docente. El último foco de disertación es el de la clase: el autor usa, en esta oportunidad, la estrategia de apuntalar referencias, en cuanto indicaciones o “jalones de orientación”, de brújulas estratégicas para “ajustar el rumbo” de nuestras prácticas de aula.
Digo que me parece un acierto no sólo por los planteamientos polémicos y las ideas sugerentes que arroja tal dinámica, sino porque puede ser un excelente método de pensamiento apropiable por el campo de la educación. Es decir, que antes de criticar o dar por hecho determinada opción pedagógica o didáctica deberíamos ver en dónde halla su fundamento o desde que orden teórico se articula y, además, cómo entra en la tensión de lo complejo, cómo rompe su cascarón de lo absoluto o lo dado por hecho. El texto de Meirieu es un buen ejemplo del análisis juicioso y la autocrítica. Se nota en sus páginas que el autor ha sido maestro de diversos niveles y que, por añadidura, ha tenido a su cargo procesos de formación de educadores.
El planteamiento de la obra es claramente deductivo: va de lo general a lo particular porque sabe que uno de los riesgos de las discusiones pedagógicas es el “anecdotismo” que pretende por sí mismo explicar una práctica, o la “sobrevaloración de la acción docente” en la que se absolutiza lo inmediato dejando de lado ciertas intencionalidades fundantes de la educación, tanto más importantes cuanto menos evidentes. Entonces, cuando nos obligamos a repensar desde arriba lo educativo, desde un orden abstracto, y reconocemos también las diversas tensiones a las que está sometida la profesión docente, muy seguramente podremos entender mejor por qué elegimos determinada opción de evaluar o seleccionamos una estrategia de aula.
Un segundo logro, asociado a la escritura del libro, es la manera de trabajar de Meirieu con ideas fuerza o con enunciados de los cuales se puede predicar el acuerdo o el desacuerdo. Tal vez sea un resultado de la articulación de la misma obra, pero, en general, es un ejemplo vigoroso de organización textual en donde no solamente se critica o se cuestiona algún asunto sino que hay la voluntad retórica de esgrimir una tesis soportada luego con argumentos de diversa índole. No son consignas sin respaldo o un mero listado deontológico de nuestra profesión docente. Son ideas sometidas al yunque del análisis o la lógica. Haciendo un recuento del texto, la exposición de la primera parte empieza con la enunciación de un principio que luego se va “demostrar” o explicar; en la segunda parte, la de las tensiones, Meirieu, además de enunciar la tensión, saca una conclusión que le va a servir al mismo tiempo de propuesta; en la última parte, las referencias, una vez definidas, son sometidas a un doble cuestionamiento: el porqué y el cómo.
Salta a la vista que En la escuela hoy es una obra para la discusión, en la que el autor, además de todo lo anterior, propone al final de los capítulos preguntas, tablas que ayudan a multiplicar las dudas o los interrogantes, bibliografía adicional de donde emergen nuevas miradas o se reafirman ciertos planteamientos. Todo ello contribuye a que el libro no esté presentado como un tratado o un sistema perfecto de lo que debe ser la escuela, el maestro y la clase de hoy, sino como un repertorio de entradas a esos tópicos en los que Meirieu apenas abre algunos intersticios, propone ciertas rutas, muestra ejemplos… Una obra para dialogar, contrastar y revisar nuestro saber y nuestra práctica docente y, lo que me parece más importante, un texto útil para discutirlo con maestros en formación.
profejesusolivo dijo:
Buen día, maestro.
Con agrado veo la mostración de este libro que deja múltiples sentidos y un valor inigualable de conocimiento y cuestionamiento de la Escuela, el maestro y el aula. Esto lo digo en el sentido que en mis apuntes de lectura, hay algo que me quedó sonando: Educabilidad; dice el autor: “todo niño, todo hombre es educable” y de paso plantea una idea fuerza que la traigo a la palestra, y tiene relación con lo anterior “Una escuela que excluye no es escuela, es un centro de formación: club de desarrollo personal, un centro de entrenamiento para superar concursos…” Desde esta lógica, es lo que viene sucediendo en la educación colombiana, se ha vuelto una feria de las instituciones que mejor ranking tengan y así, se les distribuye el dinero. Es una educación utilitarista, peor aún, los docentes estamos cayendo en la trampa del acriticismo, como dice Meirieu, centros de entrenamiento para superar pruebas.
De todo esto surge la pregunta, y ¿qué de la formación con enfoque de derechos? La que proclama formación con dignidad humana, la misma que está en la constitución política en el art. 67 y de paso en la ley 115. Creo que el papel del maestro es fundamental en este sentido de resignificar la educación, pues es él, en definitiva quien esta en el aula. Así las cosas, es más formación centrada en las capacidades y menos jugarle a las competencias entendidas como lo resa el MEN. Ahora bien, es importante rescatar que si se entiende la educación como derecho, basado en la dignidad humana, no se puede caer en convertir al estudiante en un producto, con sentido económico. La dignidad es “imputable” no se le puede atribuir ningún valor.
Gracias maestro por traer estas pinceladas que sirven de detonante para la reflexión.
Un abrazo fraterno
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Profejesusolivo, gracias por tu comentario.
Sandra Milena dijo:
Tres elementos importantes que debemos tener en cuenta todos los que diariamente estamos en contacto con agentes de formación (Estudiantes o maestros). Ademas que nos permite autoevaluar nuestro diario vivir, “nuestro saber y nuestra parctica”
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Sandra Milena, gracias por tu comentario.