
Freire: la apuesta por la pedagogía dialógica.
Sí. Hay que luchar para que el miedo no nos paralice, afirma Freire. A pesar de las dificultades y de las “inseguridades”, el maestro debe atreverse a llevar a feliz término una iniciativa, un proyecto. Porque lo más grave es que ese miedo “lo venza antes de intentarlo”. Por eso es que los educadores se estancan, por eso es que no vuelven a las aulas, por eso no renuevan su práctica, por eso se conforman con hacer siempre lo mismo y, en lo posible, sin ningún esfuerzo adicional. El miedo los torna resignados y apáticos a cualquier innovación educativa.
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Es obvio que el estudio trae consigo unos obstáculos. El primero de ellos es la pereza, la desidia que se disfraza a veces de autoengaño. Cómo cuesta abandonar las rutinas “domesticadoras” de la televisión, cuánto consultar otras fuentes para enriquecer una lectura. Esa somnolencia mental es la que lleva a pedir una menor exigencia en los programas académicos y a perseguir un título con la mera asistencia a clase. Otro de los obstáculos reside en la falta de una disciplina para alcanzar una meta. Parte de nuestra época ha contaminado a las personas del logro fácil y sin esfuerzo. Todo aquello que demande tesón y persistencia es considerado un trabajo inútil. La salida más inmediata, entonces, es tomar el camino corto, así no sea honesto. Y si la tarea es el estudio de un libro, resulta más cómodo buscar un resumen ya hecho o hacer una mezcla con variados apartados de los que pululan en internet. Nuestra falta de rigor, por lo demás, es la que ha banalizado el respeto por el conocimiento y ha aumentado las prácticas indiscriminadas del plagio.
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Resalto la idea de Freire de que es fácil, cuando de comprender un texto se trata, caer en la “ilusión de que estamos entendiendo”. Sé por experiencia propia que hay textos que “no se entregan fácilmente”. No basta con el deseo de leerlos o con la mera disposición. Hay textos que exigen revisar otras fuentes previamente, so pena de que apenas muestren una parte de su figura. Aquí la relectura es fundamental, como también la tenacidad y el empeño por ir más adentro de lo percibido en una primera aproximación. De igual forma, hay textos que únicamente mediante la escritura, logran ser comprendidos. En este caso, al escribir sobre lo leído, van emergiendo aspectos o aristas no perceptibles cuando pasamos nuestros ojos por encima de las palabras. Me parece que esa es una de las claves de la “lectura crítica”: al escribir, el lector “reescribe el texto” y, al hacerlo, logra una “comprensión crítica del mismo”. La genuina lectura termina produciendo escritura.
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A veces he tenido la suerte de contar con lectores que han “leído, discutido, criticado, mejorado y reinventado” algunos de mis textos. Este blog ha sido un medio eficaz para tal fin. De igual modo, a mi correo personal me llegan mensajes en los que un colega, un estudiante de hace muchos años, una persona que ha adquirido alguno de mis libros o que ha asistido a algunas de mis conferencias, me comenta sus puntos de vista o me formula alguna pregunta derivada de una lectura o de determinada charla. Me parece que, como dice Freire, ese el “sueño legítimo de todo autor”. Más allá de aumentar la egolatría, lo que un autor busca con sus escritos es que circulen, que se lean con empeño, que se subrayen y glosen hasta sacarles todo el jugo contenido en su interior. Esa es la mayor satisfacción. En otros casos, que son la mayoría, el autor nunca sabrá de la “aprehensión” de sus textos; o quizá con el tiempo, emerjan esas comprensiones por ahora anónimas o secretas.
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Leemos con todo el cuerpo. Freire afirma que cuando leemos ponemos en acción, además de nuestra mente, “los sentimientos, las intuiciones, las emociones”. Es definitiva, por eso mismo, la actitud entusiasta y la motivación al momento de empezar una lectura. A veces el miedo por una temática hace que nuestros sentimientos contaminen negativamente a nuestra cabeza; en otras ocasiones, son nuestras intuiciones las que jalonan la comprensión de un texto muy abstracto o complejo. Considero que, por eso, es necesario hallar un lugar idóneo para leer, y por la misma razón hay que sazonar lo que leemos con el entusiasmo, la curiosidad lúdica y una pasión ardorosa por el conocimiento.
Carlos Eduardo Pinzón González dijo:
Buenos días profesor Fernando
Respecto de la segunda carta del texto Cartas a quien pretende enseñar del profesor Freire, quiero comentar que el miedo es un factor determinante en el desarrollo de una persona, mas aún nosotros los maestros, quienes todos los días nos espera una audiencia llena de inseguridades y situaciones que si no sabemos manejar pueden marcar el futuro de nuestros niños y jóvenes. Lo importante es ayudarles a reconocer en ellos (de igual manera nosotros mismos) debilidades y fortalezas pues son las herramientas para hacer frente a cualquier eventualidad y tener alguna posibilidad de salir victorioso.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Carlos Eduardo, gracias por tu comentario. Sí, lo fundamental está en ese acto de reconocimiento del miedo.
Sonia dijo:
Ésta carta me tocó mucho, y estoy segura que no soy la única llena de miedos al empezar ésta aventura de volver a estudiar. Gracias profe Fernando, porque leer a Freire me ha permitido leerme y reflexionar sobre mi práctica.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Sonia, gracias por tu comentario.
profejesusolivo dijo:
Buena noche, maestro. Es un placer para mí saludarlo y seguir garabateando algunas líneas cada semana.
“No es posible leer sin escribir, ni escribir sin leer.”Parto de esta afirmación de Freire, para expresarle que ahí estoy, forjando cada día mi disciplina y hábito de estudio en relación con la lectura y la escritura.
Paulo Freire, Cartas a quien pretende enseñar
No permita que el miedo a la dificultad lo paralice
Dentro del proceso académico, acto pedagógico, es importante aventurarse a provocar cambios que vayan en consonancia con el promover el desarrollo del pensamiento de los estudiantes. Entendido éste como una unidad, interrelacionada, de procesos y, a la vez, un conjunto de contenidos disciplinares que bien orientados favorecen el desarrollo de la personalidad del sujeto desde lo cognitivo, emocional y de actitudes que perfilan un ciudadano que construye tejido. No obstante, el aventurarse a posibilitar estos procesos de transformación de la escuela implica dejar los miedos a un sinnúmero de situaciones que paralizan el quehacer.
En tal sentido, ser amante de la incertidumbre, de esos cambios de piel, además, de ser un guerrero de la creatividad y la innovación, cosa difícil en estos tiempos que todo lo limitan, desde las políticas públicas, a unas estadísticas y normatividad. Para todo esto es vital correr riesgos que a la postre beneficien a la escuela y en especial a esos sujetos de la educación. Es evidente, que si no se deja atrás el lastre negativo del auto-cuestionamiento, sin prometedoras soluciones, quizá, no se esté aportando nada para el crecimiento de los ciudadanos. Sin embargo, esto no quiere decir entonces, que nos arrojemos a la aventura pedagógica sin haber prefigurado una planeación, de seguro es mejor, estar bien informado y, sobre todo, comprometido con causas sociales como la educación de nuestros niños y niñas. Dicho de otro modo, es estar en la línea de la propuesta Aristotélica de la “phronesis” , una acción informada y comprometida, solo de esta manera vale la pena correr el riesgo de la aventura porque de antemano, hay una direccionalidad; no se parte de activismos ciegos, de hacer por hacer. Por el contrario, arriesgarnos de esta forma es un “hacer estratégico”, en la aventura de lo posible.
De lo dicho hasta aquí, se puede decir que en cualquier tarea que nos embarquemos “Siempre existe una relación entre el miedo y la dificultad”; pero esto no debe ser un impedimento para no hacer nada o, en el mejor de los casos, hacer cualquier cosa sin propósito. Por el contrario, la dificultad debe ser esa catapulta que nos motive hacia la realización de acciones que favorezcan los “avatares” hacia la formación de sujetos críticos y autónomos. Es no permitir, como lo planteaba Freire, que los obstáculos que enfrentamos “nos paralice o nos persuada de desistir fácilmente, de enfrentar la situación desafiante sin lucha y sin esfuerzo.” Muy por el contrario, hay que ser guerreros de la transformación, “asumir las responsabilidades” de los compromisos que adquirimos cueste lo que cueste. Y más aún, cuando se trata de los retos de la formación y autoformación. En este sentido, “O nos adherimos al estudio como un deleite y lo asumimos como una necesidad y un placer o el estudio es una pura carga, y como tal, lo abandonamos en la primera esquina.” En el acto pedagógico es una corresponsabilidad seria si se quieren conseguir grandes logros que visibilicen a los sujetos en una construcción conjunta.
Un abrazo fraterno
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Profejesusolivo, gracias por tu comentario. Muy interesantes tus “garabatos”.