
García Márquez: “es una novela cuyo estilo parece el de un guión cinematográfico”.
Germán: Acabo de terminar el ensayo que nos pidieron en el seminario de “Autores colombianos” sobre El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez. La lectura de esa novela y lo que investigué al respecto me lleva a una conclusión: es una obra magistral.
Rodolfo: Igual me pasó a mí. La figura del coronel está tan bien lograda. Es un personaje digno, de la misma naturaleza de aquel otro viejo memorable, ese pescador de Hemingway, quien sabía que perder una batalla no es perder definitivamente la guerra.
Germán: Considero que es una de las mejores novelas de García Márquez. Y los once borradores empleados llevan a una calidad y una economía en la prosa excepcionales; es una escritura meditada, precisa.
Rodolfo: Indagué que García Márquez la terminó a principios de 1957 y, luego, fue publicada en la revista Mito en 1958.
Germán: Lo esencial de la novela es ver cómo este hombre, agobiado por la espera de una carta, por el estreñimiento, por el hambre y la miseria, sin embargo, es capaz de sacar de esas mismas circunstancias la energía suficiente para hacer prevalecer lo más suyo, lo más íntimo. Según leí, en uno de los críticos de García Márquez, Donald Shaw, el coronel es el único personaje de Gabito que al encontrar su propia esencia no muere o se retira del mundo.
Rodolfo: Y el ambiente de la historia es otra de las claves para haberlo logrado. El pueblo triste y solitario del coronel, la gallera, el clima de la violencia, las secuelas de la guerra civil, esa guerra en la que todo excombatiente abría los brazos o apretaba los dientes, ansioso por ver llegar una pensión de veterano.
Germán: Me llamó la atención lo que piensa otro de los estudiosos de esta obra, Ariel Dorfman, él dice que el coronel es un hombre enfrentado a una masa que lo quiere manejar, a una cotidianidad que busca subyugarlo, y él, para no de dejarse dominar por esa realidad externa, asume el ideal, impone la burbuja de su propia persona. El coronel es un hombre que desde su interior entabla una lucha con la sociedad que intenta aniquilarlo.
Rodolfo: Un autor que encontré, Juan Manuel Ramos, afirma que el coronel es el símbolo de una espera colectiva de un pueblo amordazo y maltrecho, y en la que un gallo simboliza la oposición frente a un estado represivo.
Germán: El mismo Donald Shaw afirma que el coronel sintetiza el proceso de concienciación de un viejo combatiente, agobiado por el asesinato de su hijo, por la pobreza y por la enfermedad de su mujer, y quien descubre en el gallo de pelea de su hijo muerto, un símbolo de fidelidad a la vida y de resistencia a la opresión. Es decir, el coronel simboliza una forma de recobrar la conciencia clara de una vida miserable.
Rodolfo: Vargas Llosa comenta que el coronel es un clásico personaje de la novela tradicional, es decir, un rebelde inconsciente que aspira a un mundo limpio, a una vida auténtica. Pero la conducta del coronel se traduce en idealismo abstracto, él cree posible lo imposible, tiene fe en la eficacia de lo ineficaz, afirma con terquedad y casi con locura la existencia de algo que no existe en su mundo: la justicia, el respeto a la palabra empeñada, la vigencia de la ley, el funcionamiento de la administración. El coronel, siguiendo a Vargas Llosa, se situaría en la búsqueda demoníaca de valores auténticos llevada a cabo por un héroe en un mundo degradado.
Germán: El coronel cumpliría a cabalidad, según eso, el esquema trágico señalado por Lukács.
Rodolfo: Así parece.
Germán: Yo pienso que todas estas interpretaciones contribuyen a entender el significado profundo de esta corta novela. García Márquez confesó que el coronel tipifica, como otros personajes suyos, la soledad límite de un hombre. La soledad de un hombre quien, con su mujer y su gallo, esperan cada viernes una pensión que nunca llega. Esa imagen brotó, según Gabito, al ver un hombre esperando una lancha en el mercado de Barranquilla con una especie de silenciosa zozobra.
Rodolfo: A mí me parece que el coronel, además de representar un tipo especial de hombre enfrentado a la avalancha de la pobreza y la miseria, fuera de ser él una respuesta revolucionaria a un orden de violencia, además de convertirse en adalid de un pueblo amordazado, fuera de todo eso, es un ejemplo de dignidad humana. El coronel es de esa clase de hombres que aunque tengan la flora intestinal deshecha, sin embargo, son capaces de silbar y reír ayudados por una ilusión, llámese gallo, ruleta o golpe de suerte. El coronel es uno de esos hombres que, a sabiendas de la hipoteca de su casa, puede arriesgarlo todo a una carta, a un espuelazo, a un recuerdo memorable.
Germán: El coronel parece decirnos con Unamuno, “la vida es esperanza que se inmola y vivé así, inmolándose en espera”. El coronel repite con Heráclito, “si no se espera, no se dará con lo inesperado”. El coronel entona otra vez las palabras de Machado: “vivir es devorar tiempo; esperar; y por muy trascendente que quiera ser nuestra espera, siempre será espera de seguir esperando”.
Rodolfo: El coronel sabe que aunque la ilusión no se come, ella misma alimenta. Y sabe también que la pobreza genera la creencia o la fe en el milagro. El coronel se afianza en la vida, en la cosa mejor que se ha inventado; a veces miente, pero porque sabe que nunca es demasiado tarde para nada, ni siquiera para poner en su sitio la ilusión y diferenciarla de la mera realidad. El coronel, en síntesis, es el hombre de confiadas e inocentes expectativas, el hombre de la esperanza que llega a asumir el presente fascinante, sobresaltado y amargo del azar.
Germán: García Márquez en varias entrevistas habló de ese niño prodigio envejecido, loco y cuerdo a la vez, conmovedor y humano, maravilloso y tragicómico. Luis Harss escribió que el coronel no solo tiene una personalidad, sino un alma.
Rodolfo: Es digna de elogiar la elaboración, la hechura de la novela. El coronel no tiene quien le escriba es un ejemplo de ahorro, de precisión lingüística, una purificación del lenguaje literario. Vargas Llosa comenta que ese estilo objetivo y transparente es funcional porque se adecúa totalmente a su materia y, por eso, el lector tiene todo el tiempo la impresión de que la historia del coronel sólo podía ser contada así, con esas mismas palabras. Economía descriptiva, diálogos breves y sentenciosos, precisión maniática en la designación del objeto, fuerza significativa de las imágenes.
Germán: Otra característica de la novela es el manejo del humor, que bien pudiera ser concebido como un espacio de cinismo o compensación ante la desgracia. La risa, el humor del coronel, es como un martillo que demuele la lógica de su mujer y hace trizas la pena y la amargura. El humor es una envoltura que disimula los rasgos de la realidad, y nos permite acercarnos al coronel sin sentir absoluta lástima o total desconfianza. Los apuntes humorísticos del coronel logran sacarlo de su cotidianidad amarga, logran distanciarlo del mundo. Su humor garantiza su dignidad.
Rodolfo: El coronel, además, se ubica en el gran mito de Macondo. Macondo que es el lugar donde el pasado fue enterrado sin ser exorcizado, y ha vuelto como un remordimiento para convertirse en una pesadilla colectiva. Nadie duerme bien en Macondo. Hay guerrillas en el monte; el médico del pueblo distribuye volantes clandestinos; el peluquero, chismoso prototípico, trabaja bajo un cartel que dice: prohibido hablar de política; el cura está ciego y sordo: la sastrería es un nido de sedición. Macondo, tedioso y doliente, está en vísperas del holocausto. Luis Harss dice que García Márquez capta y fija en el momento de la espera. Nada ha sucedido todavía, pero de alguna manera ya ha sucedido todo.
Germán: Macondo y la fiebre del banano. El olor del banano que descompone los intestinos, el olor del banano que hizo huir al coronel de Macondo.
Rodolfo: Todo esto confirma que El coronel no tiene quien le escriba es una pequeña obra maestra que todos deberíamos leer o releer. Una novela para recordarnos que a pesar de la pobreza o la mala fortuna no podemos perder la propia dignidad.
Bibliografía esencial
Earle, Peter (editor). García Márquez. Madrid: Taurus ediciones, 1982.
Franco, Jean. Historia de la literatura hispanoamericana. México: Editorial Joaquín Mortiz, 1980.
Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana. México: Editorial Joaquín Mortiz, 1980.
García Márquez, Gabriel. “El coronel no tiene quien le escriba”, en Mito (revista bimestral de cultura). Año IV, mayo-junio de 1958, Nro. 19.
García Márquez, Gabriel. El olor de la guayaba. Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza. Bogotá: editorial La Oveja Negra, 1982.
Harss, Luis. Los nuestros. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1978.
Loveluck, Juan. (edit.). Novelistas hispanoamericanos de hoy. Madrid: Taurus editores, 1976.
Ortega, Julio. La contemplación y la fiesta. Caracas: Monte Ávila editores, 1979.
Roy, Joaquín (comp.). Narrativa crítica de nuestra América. Madrid: Editora Castalia, 1978.
Shaw, Donald. Nueva narrativa hispanoamericana. Madrid: Ediciones Cátedra, 1983.
Vargas Llosa, Mario. García Márquez: historia de un deicidio. Caracas: Monte Ávila editores, 1971.
rudber eduardo Gómez dijo:
Buenas noches. Qué tan difícil, o fácil, es conseguir la Revista Mito con la publicación de El Coronel no tiene quien le escriba?
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Rudber Eduardo, gracias por tu comentario. No es fácil. Hay que buscar el número en tiendas de libros usados, por ejemplo “Libros Merlín” o en “San Librario”, en Bogotá.
Angela Torres Valderrama dijo:
Profesor Fernando, muchas gracias!!
Cada lectura y relectura de sus artículos me comprometen e invitan a escribir.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Angela, gracias por tu comentario.