Herta Müller

Herta Müller: “Lo que más te protege también es lo que más te quema”.

Acabo de terminar la larga y sesuda entrevista de la editora Angelika Klammer con la premio Nobel Herta Müller, titulada Mi patria era una semilla de manzana. El texto final, que fue corregido por la novelista, posee un tono sincero e íntimo y muestra el conocimiento profundo de la entrevistadora sobre la obra de esta escritora rumana asilada en Alemania desde 1987. Las más de doscientas páginas del libro publicado por Siruela en el 2016, resulta revelador para comprender libros como En tierras lejanas, El rey se inclina y mata, Todo lo que tengo lo llevo conmigo, Hoy hubiera preferido no encontrarme a mí misma o La bestia del corazón. Dice tantas cosas Herta Müller en esta conversación. Habla en extenso sobre el paisaje de su niñez en Nitzkydorf, sobre su madre y su gran amigo Oskar Pastior, sobre la constante persecución de los servicios secretos del dictador Ceauçescu, sobre el miedo y la soledad en un estado socialista, sobre su manera de entender la escritura… que me ha parecido conveniente sacar en limpio algunos de mis subrayados para compartirlos con los lectores de este blog. Escuchemos, entonces, a esta opositora de las medias verdades:

“La muerte siempre ha significado para mí que la tierra te come”.

“Al fijar la infancia sobre el papel se vuelve más terrible de lo que fue. La perspectiva del niño que recogemos en los libros encierra un truco literario. Es verdad que muchas cosas son reales, pero todas aparecen en palabras organizadas unas antes de otras, unas después o detrás de otras… sin embargo, en el momento en que se vivieron, todo estaba revuelto, superpuesto, amontonado o sucedía a la vez”.

“Uno hace lo que manda la superstición, pero siempre queda la duda de si lo ha hecho a tiempo o durante el tiempo suficiente… porque la superstición no es como el mecanismo de una puerta. Se hace lo que impone, pero la incertidumbre persiste porque procede de su dimensión poética y esa dimensión poética no puede controlarse”.

“Creo que la ternura inesperada te puede asustar igual que la violencia inesperada, por no decir que más todavía”.

“Lo que sigo sin saber es si acaso existe también una risa en negativo, por así decirlo, una inversión de la risa, mucho más demoledora, mucho más profundamente triste que el llanto”.

“La deportación puso fin a trescientos años de traje regional campesino, no hizo falta que lo decidiera nadie, como tampoco podría haberlo evitado nadie”.

“También las relaciones estrictamente personales de cualquier familia, hasta lo que hay en ellas de instintivo y no verbalizado, tienen una dimensión política, puesto que son una reacción al sistema político en que se enmarcan”.

“Creo que nunca sirven de mucha excusa los orígenes de uno, o haber tenido una infancia feliz o infeliz, o haber estado a salvo o haber sido víctima de la violencia. Por supuesto que cada uno es el resultado de algo, pero eso es responsabilidad suya”.

“La belleza de las frases era para mí una necesidad urgente y diaria, pero escribía para encontrar algo a lo que agarrarme yo frente a la miseria de la vida, no porque quisiera hacer literatura”.

“En mis ejercicios mentales con palabras me daba cuenta de que lo poético es real y de que el brillo centelleante de lo poético revela mejor que nada la mierda que es la vida”.

“En la cabeza de quienes blanden el concepto de patria como una ideología no cabe la idea de que se pueda amar lo que no se soporta, de que el amor y el hastío puedan ser lo mismo, de que hay cosas donde los contrarios se mezclan de una forma muy distinta de lo que se puede describir”.

“Para escribir una frase tengo que transgredir los hábitos lingüísticos de las palabras, y las palabras se recomponen de acuerdo con un ritmo y una sonoridad, se vuelven precisas de un modo inesperado y dicen por primera vez aquello que yo no sabía que sabía”.

“La arrogancia pobretona de los funcionarios comunistas y su lenguaje no verbal son siempre los mismos hasta en el último rincón del mundo, como lo son sus maneras entre untuosas y patosas”.

“La soledad no es un efecto secundario, sino el objetivo de los Servicios Secretos. Cuando eres víctima de acoso, el miedo y la soledad van de la mano”.

“Aquella fealdad omnipresente era la única igualdad que existía en el socialismo. Y era intencionada, formaba parte del programa de la dictadura”.

“La uniformidad de lo feo acaba deprimiéndote, hace que te vuelvas apático y que todo te dé igual, y eso era lo que quería el Estado”.

“Socialismo es sinónimo de expulsión de la belleza”.

“Yo creo que la belleza es un apoyo en la vida, te protege, te resguarda. Le feo hace que cualquier entorno inspire rechazo, no puedes sentirte en casa en él. Cuando la belleza falta por completo durante mucho tiempo, empieza a imperar la tristeza. La gente se vuelve a agresiva y se pone a la defensiva al mismo tiempo”.

“Y sigo convencida de que la mejor manera de distraerse es observando algo muy fijamente. Observar muy fijamente implica descomponer. Los detalles se hacen tan grandes que el conjunto que puedan formar desaparece de escena”.

“La estética no se limita a los ‘recursos estilísticos’, la estética es sustancia. Determina el contenido de todo, no solo el contenido de la frase que se escribe”.

“Fueron las metáforas las que me ayudaron a tomar conciencia de la realidad prosaica y sencilla de las cosas”.

“La estética aprendida no tiene nada que ver con la estética ya dada. La aprendida solo se puede emplear después de haberla inventado”.

“Cuando hablo de la escritura, estoy en la esfera de lo general, utilizo categorías y conceptos. Y justo eso es lo que  no tiene cabida en la escritura. Y lo que pertenece a la escritura está fuera de mi alcance cuando no estoy dentro de ese proceso. Yo no sé hablar como escribo. Y sería un despropósito intentar hacerlo”.

“Las palabras no son solamente letras, sino que también te dejan una imagen en la cabeza. Las palabras se te pueden olvidar, pero las imágenes se te graban en la cabeza y permanecen”.

“No hay que olvidar que en los medios de comunicación estatales estaba prohibida la música popular auténtica, precisamente porque, como canta las alegrías o las penas, siempre se refiere al individuo al mismo tiempo que apela a lo universal. Esos contenidos no se los podía permitir el régimen. El folclore de verdad era subversivo por su autenticidad”.

“A los alemanes nos destrozó tanto el nazismo que ya no somos capaces de establecer ese vínculo tan natural y tan sano con el folclore. Cuando se ha envenenado algo tanto, nunca vuelve a restablecerse del todo”.

“Llevar una canción en la cabeza era tener un lugar donde esconderte, un escondite bello que iba contigo”.

“No es necesario llamar ‘poética’ a una palabra para sentir en ella la urgencia de la poesía”.

“El alcohol y la desesperación combinan muy mal, pero es muy típico del este de Europa”.

“La única rama de la economía que resultó productiva en el socialismo fue la producción de miedo”.

“Para mí las tumbas representan la desolación total. Nunca he entendido que la gente vaya al cementerio como si fuera al parque”.

“Es cierto que escribir es una necesidad interior y, al mismo tiempo, va en contra de una resistencia también interior. Siempre escribo para mí misma y en contra de mí misma”.

“En la escritura, lo vivido me mira de nuevo, con otros ojos. Con ojos vidriosos, no con una mirada natural”.

“Creo que hace años que confío plenamente en la escritura. Con el paso del tiempo, la escritura ha consolidado un hábito externo que consiste en intentar mirar la vida de nuevo con los ojos del lenguaje”.

“Yo no podría soportar la escritura si lo principal en mis textos no fuera esa verdad inventada del lenguaje en la que lo bello duele”.

“Percibir las cosas con tantísimo detalle es muy peligroso. Por otro lado, también es una tabla de salvación, pues el detalle permite agarrarse a lo pequeño en lugar de enfrentarse al todo. El detalle es un sustituto de la privacidad que te han robado, un trozo de voluntad propia dentro del sistema del campo, de ese sistema que solo se rige por órdenes y decisiones arbitrarias”.