
Ilustración de Rafal Olbinski.
Carolina: Pachito, qué gusto verte…
Francisco: El gusto es mío. ¿Cómo van tus cosas?
Carolina: Bien. Luchando con esos muchachos. Muy apáticos para todo. Ni sé ya qué inventarme para motivarlos a leer…
Francisco: Sí, no es fácil.
Carolina: Están entregados a toda hora al bendito celular.
Francisco: ¿Y qué estrategias de lectura estás empleando?
Carolina: Lo normal, Pachito, lo normal. Las de mi área, las que trae el libro de texto y otras que por ahí he encontrado en internet.
Francisco: Pero, ¿les das alguna guía de lectura?
Carolina: A veces.
Francisco: A mí me ha ayudado mucho motivarlos antes de mandarlos a hacer la lectura. Les doy una “degustación” de lo que van a encontrar… Les leo en clase apartados y les hago mis glosas.
Carolina: ¿Glosas?
Francisco: Sí. Mis comentarios al margen. Las relaciones que hago del texto con mi materia, con otras asignaturas o con aspectos socioculturales.
Carolina: A ti te queda fácil porque es español, ¿pero a mí, en biología?
Francisco: Yo creo que puede hacerse lo mismo: leerles apartados de lo que más tarde van a leer resulta una estrategia de animación a la lectura muy eficaz. Además, tiene uno la oportunidad de mostrarles los vínculos con la materia, con su propia cotidianidad o con el mundo en que viven.
Carolina: ¿Eso lo haces siempre?
Francisco: Sí. También les hablo del autor del texto, le doy rostro a ese nombre para que dejen de hablar del señor de las fotocopias… Llevo a la clase, cuando es posible, entrevistas o busco información interesante sobre el autor.
Carolina: ¡Chévere!
Francisco: Otra cosa que hago es llevar un cuadro de contextualización de la obra en cuestión. Pongo al autor y la obra en un escenario histórico. Por ejemplo, ahora que estamos trabajando María de Jorge Isaacs, miro con mis estudiantes qué pasaba en esa época en Colombia, en América Latina, en Europa. Me gusta contextualizar las lecturas para que los alumnos tengan un panorama de la época o de las circunstancias sociopolíticas en las que aparece cada obra.
Carolina: ¿Y no te gastas mucho tiempo en eso?
Francisco: Sí. Pero se logran mejores resultados al final. Lo que me interesa es provocarlos, incitarlos, darles elementos para que no entren a la lectura sin miradores, sin focos que los ayuden a aclarar esos textos.
Carolina: Yo a veces los mando a buscar en internet.
Francisco: Eso está muy bien, pero es necesario guiar esa búsqueda para garantizar que el resultado valga la pena.
Carolina: Razón tienes, porque la mayoría de las veces ellos la consideran una tarea adicional; por eso poco la hacen o la cumplen sin entender nada.
Francisco: Yo prefiero hacer eso en la clase. Es lo que llamo la prelectura… ¿Sabes otra cosa que hago y que me ha resultado provechosa?
Carolina: ¿Qué?
Francisco: Llevo fotos de esos autores. En una presentación en power point pongo retratos o ilustraciones que he escaneado o bajado de internet con el fin de darle una identidad visual a ese personaje. Me gusta compartir con mis estudiantes esa especie de álbum del autor en diferentes momentos o etapas de su vida. Mostrarlo como parte de una época, un mobiliario, una forma de vestir.
Carolina: Interesante… Me decías que esa es la etapa de la prelectura, ¿no?
Francisco: Sí. Luego, ya en clase, me he ideado otras estrategias… Por ejemplo, inicio la clase invitando a leer los subrayados del texto. Les pido que mencionen cuáles fueron esas ideas fuerza que subrayaron…
Carolina: ¿Ideas fuerza?
Francisco: Sí. Es que antes de mandar a leer yo les he explicado varias habilidades básicas de los buenos lectores: el subrayado, la glosa, el resumen y la esquematización…
Carolina: Cuenta, a ver si aprendo para ponerlo en práctica. Aprovechemos esta media hora de descanso.
Francisco: Vale. Les enseño la importancia de subrayar al menos con dos colores. Les digo que uno, cuando subraya, discrimina la información; la tamiza, la pasa por diferentes filtros con el fin de entender lo que hay en esa mole de palabras. Y es ahí cuando les hablo de las ideas fuerza, de esas ideas que subrayamos del texto bien porque nos llaman la atención, bien porque son bastante novedosas, cuestionadoras o porque uno no acaba de entender. Entonces, cuando comienzo la clase empiezo por ahí: que cada uno vaya leyendo las ideas fuerza que subrayó y, entre todos, miramos si hay coincidencias en los subrayados o quién tiene una idea que sólo él marcó. Este es el tiempo para discutir sobre esas ideas, y para que yo amplíe o profundice sobre ellas.
Carolina: ¿Haces eso siempre al inicio de la clase?
Francisco: Algunas veces. Tú bien sabes que una de las cualidades de un buen maestro es variar sus estrategias de enseñanza…
Carolina: ¿Y después qué?
Francisco: Enseguida, aunque no siempre es lo mismo, les pido que se reúnan por parejas y traten de compartir esas ideas fuerza, que cotejen, comparen y hallen subrayados comunes. La idea es que detecten dónde ha hecho sentido el texto, dónde ha resonado en su mente. Luego, en un plenario, miramos cuáles fueron esas ideas fuerza compartidas por la mayoría del salón. De igual modo nos detenemos a analizar ideas fuerza que fueron subrayadas por unos pocos. Discutimos, miramos los pros y los contras de esos subrayados. En ese momento entro a reforzar, a enriquecer con mis explicaciones esos apartados del texto.
Carolina: Me gusta eso de combinar la lectura individual con la lectura compartida.
Francisco: Esto ayuda de manera considerable no solo al acto mismo de leer, sino para el aprendizaje.
Carolina: Muy bueno, Pachito, sigue contándome.
Francisco: Otras veces, cambio la estrategia y les pido que hagan un esquema de la estructura del texto, que saquen en limpio la arquitectura de esa lectura. Para ello les he explicado antes algunos recursos como el mapa de ideas o el mapa conceptual.
Carolina: Yo a veces empleo los mapas conceptuales, pero para explicar en clase.
Francisco: A mí me parecen útiles para dar cuenta de un texto. Aunque creo que la mayoría de mis alumnos prefieren hacer mapas de ideas en los que distinguen y relacionan las partes de la lectura.
Carolina: Sí, esa es una de las técnicas para aprender a aprender.
Francisco: Te decía que les pido ese esquema de la lectura y los ponemos en “galería”. Enseguida vamos pasando por cada uno de esos “cuadros” apreciando coincidencias, recurrencias, aspectos semejantes o detectando diferencias. Analizamos las presencias o las omisiones más notorias. Terminado este momento, en plenaria busco que todos entiendan la relación entre las partes y el todo. Que no caigan en el error de sacar conclusiones apresuradas de la lectura por haberse quedado observando únicamente un pedazo; que puedan tener una mirada amplia para apreciar la totalidad del texto. Mejor dicho, que descubran cómo es la lógica interna del texto; que observen cómo hay un engranaje oculto que soporta las piezas.
Carolina: ¿Y todos lo logran?
Francisco: Unos más que otros, eso es lo frecuente. Sin embargo, aquellos que no se habían percatado de algo, al verlo repetido en sus compañeros, tienden a irlo incorporando en sus cabezas. Otros, tienen comprensiones que antes no habían hecho.
Carolina: ¿Todas esas estrategias han sido fruto de tu larga experiencia como maestro?
Francisco: En parte sí y en parte no…
Carolina: ¿Cómo así?
Francisco: Lo que pasa es que tuve la oportunidad de asistir a un curso intensivo sobre lectura crítica, y allí nos dieron varias de estas pistas…
Carolina: ¿Y eso cuándo fue?
Francisco: A finales del año pasado. Fue un curso organizado por el equipo de Formación docente de la Secretaría de educación.
Carolina: Ah, ya recuerdo. Lo que pasa es que yo no pude asistir porque justo en esa semana estuve muy enferma con una de esas gripas que lo tiran a uno a la cama.
Francisco: Pues te perdiste de un curso interesantísimo. Allí estuvimos varios del colegio y fue muy alentador encontrarnos con estrategias didácticas útiles para incentivar, mejorar y cualificar los procesos de lectura crítica en nuestras aulas.
Carolina: Lástima. Pero, cuéntame otras cosas de ese curso en los pocos minutos que nos quedan de descanso.
Francisco: Hubo otros asuntos que me llamaron la atención. Uno que ya venía haciendo, pero que ahora entendí mejor sus beneficios. Se trata de siempre combinar la lectura con la escritura. El de pedirles a los estudiantes a la par de la lectura una reseña, un comentario, una opinión sobre lo que leyeron. Pero no largos textos, sino escrituras cortas. Y aprendí una técnica que no conocía: el contrapunto.
Carolina: ¿Pero eso no es como para profesores de música?
Francisco: No. Contrapuntear en el sentido de replicar, de responder a lo que se ha leído.
Carolina: Explícame un poquito más…
Francisco: La idea es, según le entendí al conferencista, que cada estudiante elija una idea fuerza o un párrafo que le haya llamado fuertemente la atención por cualquier motivo y a ese pedazo le haga el contrapunto. El contrapunto puede hacerse empleando diferentes técnicas: ampliando lo que allí se dice, minimizando los alcances del texto elegido, contrastando, derivando o transponiendo la información a un contexto diferente al referenciado. Lo central de esta técnica de lectura crítica es poner la voz del texto en concierto con la propia voz del estudiante. Que se atreva a debatir con los textos que lee, que opine algo en favor o en contra, que replique, que contraste, que no sea un pasivo usuario de la información.
Carolina: ¡Que novedosa esa propuesta!
Francisco: Y el conferencista dijo también que el contrapunto era una buena estrategia para combatir el “copy paste”, tan habitual hoy en nuestros estudiantes.
Carolina: Pero, para una inexperta en el tema como yo, ¿en qué consiste la lectura crítica?
Francisco: Es una manera de leer en la que el texto siempre hay que leerlo con sus contextos.
Carolina: ¿Es decir…?
Francisco: Un texto hay que ponerlo a conversar con la época, con el autor, con otros textos… No es únicamente una lectura literal.
Carolina: ¿Y qué más?
Francisco: Es una lectura que lleva a establecer relaciones, a tender puentes, a ver la parte con el todo, a mirar el texto como lo que en verdad es: un tejido. A encontrar cosas que están debajo de lo evidente, a sacar a la luz lo que está latente o disimulado.
Carolina: Ya entiendo.
Francisco: Es una lectura que obliga al lector a estar alerta, a no ser pasivo ni sumiso ante lo que lee. El lector crítico interroga, le hace muchas preguntas al texto. Ve sus fisuras, sus intersticios, sus entrelíneas. Es un experto en hacer inferencias…
Carolina: ¿En sacar conclusiones e implicaciones de lo que lee?
Francisco: Sí. Alguien que usa la deducción y la inducción para formular hipótesis plausibles, para elaborar presunciones a partir de datos aparentemente marginales o secundarios.
Carolina: ¿Y cuál es la finalidad de leer así?
Francisco: Aprender a ser sujetos críticos, a no tragar entero, a sospechar, a poner entre paréntesis, a no ser ingenuos. Si mal no recuerdo el conferencista habló de eso: de que la lectura crítica contribuía a adquirir una mirada perspicaz para no dejarse engatusar de los mensajes que a diario circulan por los medios de comunicación.
Carolina: Ah, o sea que la lectura crítica no es únicamente de textos escritos…
Francisco: Efectivamente. Se hace lectura crítica de los medios masivos, de la publicidad, de las prácticas sociales, de la moda, del consumo. Un lector crítico es como un vigía de la cultura, un lector que puede entrever formas de manipulación.
Carolina: Eso me recuerda las ideas de Paulo Freire.
Francisco: Sí. Tiene mucho que ver con los planteamientos de él. Por eso formar lectores críticos es, de alguna manera, formar ciudadanos aptos para deliberar, argumentar, defender sus derechos, tener una postura política, en el sentido de sentirse parte de una sociedad.
Carolina: Insisto, Pachito, que eso te funciona muy bien con el área de español, ¿pero a las otras áreas será que les opera?
Francisco: Yo creo que sí. Enseñar a leer críticamente es una tarea de todas las áreas. Eso depende de la manera como enfoquemos didácticamente nuestras asignaturas. Si enseñamos a los alumnos y alumnas a problematizar, a cuestionar, a mirar el envés de las cosas; si hacemos realidad la fuerza de la pregunta en los procesos de enseñanza, si eso hacemos, muy seguramente todas las áreas estarán favoreciendo la lectura crítica.
Carolina: Visto así, cada maestro puede contribuir a formar en este modo de leer.
Francisco: Además, si nuestras clases favorecen el debate, el panel, el foro, entonces nuestros estudiantes irán fortaleciendo las habilidades de sospechar, de no creerse todo lo que les dicen o ser tan ingenuos como para quedarse en la superficie de los mensajes. Y mi querida Carolina, de cara al mundo globalizado que nos tocó en suerte, hay que enseñar a digerir, a rumiar la información que consumimos.
Carolina: Mejor dicho, a ejercitar las neuronas.
Francisco: Así parece. Un lector crítico reflexiona, medita, examina las cosas más de una vez. Por eso es tan importante la relectura. Ese fue otro punto en el que insistió el conferencista: si no se relee no se pueden detectar los motivos recurrentes o ligar las pistas que están diseminadas a lo largo del texto.
Carolina: Como decía mi mamá, pura suspicacia…
Francisco: Sí. Un lector crítico debe hacer conjeturas, desconfiar, tener un espíritu escéptico, ser inquieto intelectualmente. Recelar de lo dado por hecho o que parece incuestionable.
Carolina: No veo tan fácil esa tarea con estas nuevas generaciones que son fácilmente seducidas por la moda y el consumismo.
Francisco: Ahí está el reto de los maestros… Esa es una de nuestras labores más importantes hoy en las aulas: enseñarles a usar la sagacidad contra la tontería, convertirlos en detectives de la información circulante. Ayudarles a que aprendan a valorar, a sopesar las opiniones de la gente y de lo que ven en la televisión o bajan de internet. Que analicen, que desarrollen en suma su capacidad de juicio.
Carolina: Pachito, me tienes que seguir contando. Te dejo. Tengo clase con 10 A y no quiero llegar tarde.
Francisco: Listo. Cuando tengas un tiempo te presto mis apuntes y te facilito un material que nos dieron en el curso.
Carolina: Gracias. Me interesa. Si te parece nos encontramos a la hora del almuerzo, en la cafetería.
Francisco: De acuerdo. Más tardecito nos vemos… Y ojalá tengas suerte con tus estudiantes para conjurarles la peste macondiana de la apatía.
Carolina: Que así sea…
lilisalc dijo:
Agradezco enormemente éste, así como otros de sus escritos. En particular, éste me parece supremamente importante porque regularmente se dice que sólo los docentes del área de Humanidades son los encargados de guiar a los estudiantes en el proceso de la lectura y la escritura.
Lo compartiré con los compañeros de mi colegio.
Muchas gracias por su valioso aporte al aprendizaje de quienes le leemos.
Atentamente,
Claudia Salcedo
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Claudia, gracias por tu comentario. Un cordial y fraternal saludo.
Ana Isabel Londoño Jaramillo dijo:
Excelente cuestionamiento para ser aprovechado en todas las áreas. Gracias
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Ana Isabel, gracias por tu comentario.