Estrella de navidad

Las fiestas navideñas tienen la particularidad de contagiarnos una calidez especial, un calor que llena todo nuestro ser. Esto es lo que la chilena Gabriela Mistral nos comunica en su poema “Estrella de navidad”. El motivo elegido es una niña que atrapa una estrella para luego transformarse en una luz centelleante que proyecta ese ardor a todos los demás.

El poema va contando el proceso de alcanzar esa estrella navideña: porque lo más difícil no está en atrapar dicha luz, sino en tener el suficiente entusiasmo en tal propósito para dejar que ese destello nos colme desde la cabeza hasta los pies. Que el deseo de obtener lo imposible pueda abrasarnos, que no cuenten las caídas o los obstáculos, que nada desvíe al alma de obtener ese anhelo celeste. Ahí está el encanto y el desafío de las estrellas navideñas: ir en pos de ellas es asumir –o descubrir quizás– que cogerlas es incendiarse con su fuerza, con su fascinante luminosidad. 

La poetisa muestra con sus versos que en tiempos navideños hay que dejarse habitar íntegramente por lo mismo que se anhela, por eso que brilla titilante a lo lejos. Se trata de mantener la inocencia o la esperanza genuina de que es posible atrapar lo inalcanzable. Y una vez se tiene esa certidumbre, apenas tocamos la estrella de nuestros deseos, no podemos soltarla o dejarla caer. La ilusión obtenida no podemos dejarla romper por nuestro cansancio o nuestra falta de valor espiritual. Solo así habita la luz en el pecho, es de esa forma como lo que era una fascinación exterior encarna en nuestra interioridad. De allí la transformación final que muestra Gabriela Mistral en su poema: la niña ya no necesita de la estrella, porque ella misma es plena luz.

Si hay un milagro en la Navidad es esa metamorfosis de incredulidad a certeza, de rechazo de imposibles a aceptación de probabilidades. Por eso, cuando hacemos el pesebre, cuando decoramos el árbol de navidad, al momento de escribir una carta al niño Dios, cuando formulamos votos de salud y prosperidad en una tarjeta o un correo electrónico, cuando todo eso hacemos, repetimos la historia de la niña que tuvo la suficiente fe para atrapar una estrella, hacerla suya, hasta el punto de encender todos los caminos de la tierra. Si nos llenamos de deseos y parabienes en navidad es porque queremos ser sembradores de vida, de esa luz que aviva el corazón y se multiplica en la medida en que la irradiamos a otros.