Sin temor a equivocarme, creo que todos los educadores –formales e informales– han sentido la necesidad de elaborar una guía para sus estudiantes o aprendices. Y, en la mayoría de los casos, con una lógica más intuitiva que didáctica, lo que se les entrega es un listado de instrucciones, con información escueta y algún objetivo medianamente definido. Esas guías hacen las veces de trabajo adicional para la casa o de “laboratorio” dentro de la clase. Precisamente por ello, y dada la abundancia de estos artefactos en las prácticas educativas, considero oportuno dedicar un tiempo para reflexionar y entender mejor el sentido de las guías didácticas.
Empezaré por decir que las guías, esas que se llaman de cocina, de viajes, de ejercicios físicos, de modo de empleo de algún aparato, parten de un principio compartido por las guías didácticas: son útiles para que el estudiante aprenda de manera autónoma. La guía misma funciona como una especie de “mentor silencioso” o de “tutor en la distancia” que va conduciendo al aprendiz a elaborar un alimento, llevar a feliz término una meta, practicar un deporte o desentrañar el modo como opera un electrodoméstico. Es decir: están concebidas para que alguien aprenda algo sin necesidad de tener presente la figura de un maestro. Este dato es importante porque pone en evidencia que las guías didácticas deben hacerse de tal manera que en ellas mismas esté la información, los recursos y los modos de lograr determinado objetivo. Tal previsión de suficiencia informativa, de secuencialidad intencionada, es lo que le otorgan el calificativo de didácticas.
Noto también que en esas guías, de fotografía, de horticultura, de meditación, abundan los consejos, las sugerencias, los “tenga en cuenta”, los “no olvide que”, diseñados al lado o en los márgenes de la información básica. Dichas indicaciones adicionales hacen las veces de subrayados o destacados dentro del cuerpo del texto. Es como si en la misma guía confluyeran dos órdenes discursivos con un mismo propósito: evitar que el aprendiz caiga en una flagrante confusión, descuide una labor aparentemente secundaria o que omita un paso clave para un logro posterior. Las guías didácticas, en esta misma perspectiva, buscan advertir el error, adelantarse a las dificultades de aprendizaje o prevenir al bisoño aprendiz de sus posibles equivocaciones. En el fondo, las guías didácticas se fundamentan en el modelo formativo de expertos y novatos; son una manera de transferir mediante “advertencias”, y “consejos útiles” la sabiduría de un oficio, de un saber-hacer, de una práctica.
Abundan de igual modo en esas guías (de mecánica, tributarias, de pintura) los ejemplos. A veces, echando mano de dibujos, diagramas o fotografías; en otras, acudiendo a un cuadro, un formato o determinado caso de estudio. Lo cierto es que las guías no solo informan sino que ilustran con ejemplos lo que allí se enuncia o se pide hacer. Las guías insisten en este carácter de hacer evidente lo que se declara en el texto. En esa misma vía, las guías didácticas contienen en sí mismas las explicaciones; ejemplarizan para mermar la duda o aclarar lo que podría ser complejo en el discurso escrito. Los ejemplos, además, están expuestos desde el “paso a paso”, siguiendo un itinerario o enumerando las acciones con sus respectivos resultados parciales. No es un asunto menor proceder de esta manera, porque si no se ejemplariza algo que se desea aprender de manera autónoma, lo más seguro es que se multipliquen las dudas o los caminos errados en el aprendiz. La ejemplarización es un modo de regular el alcance positivo de la tarea.
Resalta también en estas guías, demos por caso, las de computación, la cuidadosa selección de la información y la claridad de las mismas. No son documentos extensos o atiborrados de cuanto dato haya; por el contrario, se centran en lo esencial o en lo que es vital para alcanzar la meta propuesta en la guía. No se basan en la acumulación, sino en la extracción de lo importante. Y por ese aspecto, las guías tienen niveles o apuntan a un público determinado entre el novicio o aficionado hasta el profesional o experto. De igual modo, sobresale en estas guías el poco uso de “tecnicismos”, la preocupación por el tono cercano en la información y una conciencia de quién es el posible receptor de la guía. Mirado este aspecto en las guías didácticas, diría que si no se hace una selección de la información, si no se adapta el discurso al nivel y tipo de usuario, si no hay esa conciencia comunicativa, muy difícilmente se establecerá un vínculo con el aprendiz para crear una genuina relación de aprendizaje. De allí que no sea lo mismo preparar un syllabus que elaborar una guía didáctica; ni listar una bibliografía que sugerirla de manera comentada; ni saturar de información al estudiante sobre un tema que elegir aquellas fuentes relevantes y pertinentes para aprender algo en particular. Las guías son un buen ejemplo de transferencia didáctica del conocimiento erudito.
Hasta aquí hemos abordado algunas de las características de la guía didáctica. Ahora podemos mencionar los aspectos o elementos fundamentales de su estructura, teniendo como insumos la propia experiencia, las contribuciones del saber didáctico y la revisión de propuestas en programas de Educación a distancia. Sé que hay matices y condiciones especiales de una institución o requerimientos puntuales de una profesión; sin embargo, podemos enumerar los siguientes elementos básicos de la estructura de una guía didáctica. Primero: consiste en ubicar la guía dentro del lugar de formación o el espacio académico en el que se inscribe. Es darle, por decirlo de otra manera, su puesto curricular. Segundo: se trata de explicar el alcance de la guía, el contenido de la misma y algunas recomendaciones para su uso. Es la visión panorámica del contenido y finalidad de la guía. Tercero: corresponde a los objetivos o metas de aprendizaje para la cual se ha elaborado la guía; es lo que se quiere lograr con lo propuesto o desarrollado paso a paso. Cuarto: destinado a la presentación del tema o subtema alrededor del cual se ha hecho la guía; es la parte “teórica” que nutre, contextualiza o da soporte a las actividades. Quinto: es la parte práctica de la guía; aquí es donde se señalan, paso a paso, las actividades o ejercicios y se muestran ejemplos. Sexto: es el espacio para la presentación de las ayudas o recursos necesarios para cumplir con la actividad; hace las veces de “caja de herramientas”. Séptimo: es la parte donde se incluye bibliografía comentada o glosada según su utilidad en las diferentes etapas de la guía; es otro insumo de información enfocada y orientada. Octavo: empleado para comunicarle al aprendiz la forma y el modo como va a ser evaluado en concordancia con lo esperado de la guía; la evaluación debe armonizar con los objetivos o metas de aprendizaje y condensarse en rejillas o rúbricas. Noveno: es el lugar, bien sea al inicio o al final de la guía, para mencionar el nombre del maestro o tutor con sus datos de acceso y, si es pertinente, algún horario de consulta para resolver las inquietudes brotadas al desarrollar la guía.
No sobra advertir que las guías didácticas son expresiones de genuino acompañamiento; es decir, requieren que el docente se coloque más en el lugar del aprendiz que en el pedestal de la enseñanza. Esto supone sopesar bien los alcances de lo que se pretende, ser “amigable” en el modo de redactar el contenido de la guía y tener un sentido de previsión que permita avizorar las posibles dificultades. Las guías didácticas son la manera como el maestro, sin estar al frente del que aprende, lo va llevando a descubrir o experimentar las claves de un oficio, una técnica o una profesión. Porque están pensadas desde las urgencias y las necesidades del estudiante, las guías didácticas se afianzan en las propuestas educativas de “aprender haciendo” y en el papel formativo de la experiencia orientada.
PARA PROFUNDIZAR
– Zabalza, M. y Zabalza, M. (2010). Planificación de la docencia en la universidad. Elaboración de las guías Docentes de las materias. Madrid: Narcea.
– Universidad Nacional de educación a distancia – UNED – (1997). Las guías didácticas. En Unidades didácticas y guías didácticas en el aula. Orientaciones para su evaluación. Madrid: IUED.
– Universidad Católica de Temuco (2014). Orientaciones para la renovación curricular. Etapa 5. Elaboración de guías de aprendizaje. Temuco: Dirección General de docencia.
– Díaz Barriga, F. (2006). Enseñanza situada: vínculo entre la escuela y la vida. México: McGraw-Hill.
– Gargallo López, B. (2000). Procedimientos. Estrategias de aprendizaje. Su naturaleza, enseñanza y evaluación. Valencia: Tirant Lo Blanch.
Victoria dijo:
Buen día
Excelente texto, me ha orientado mucho para un trabajo en la U. Hay la posibilidad que nos oriente sobre las presentaciones o archivos de ppt? Su lucidez es imprescindible.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Victoria, gracias por tu comentario. Me alegra que te hayn servido mis reflexiones sobre las guías didácticas. Próximamente haré una entrada sobre las presentaciones (ppt).
Victoria dijo:
Maestro, muchas gracias. Cómo hago para compartirle una propuesta de guía… bueno, entendiendo su tiempo y sus ocupaciones.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Victoria, gracias por tu comentario. Compártemela a este correo: fernandovasquez487@gmail.com
Luis Fernando Ortiz dijo:
Me parece que nos mostró a profundidad y detalladamente lo importante que son las guías para un maestro y como pueden influir a un estudiante teniendo en cuenta que es una herramienta para los docentes y nos muestra la importancia y cómo hacerlas adecuadamente.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Luis Fernando, gracias por tu comentario.
Alberto Silva dijo:
Profe que gran ayuda. Comoo siemprepreciso, puntual y al grano. Me ha servido para hacerme mi propia rubrica y autoevaluar las guias de trabajo que hago para los estudiantes de bachillerato, que si que han sido urgentes en PANDEMIA.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Alberto, gracias por tu comentario. Me alegra que te hayan sido de utilidad estas reflexiones.
LUIS CARLOS VILLAMIL JIMÉNEZ dijo:
Fernando:
Este escrito es una síntesis de tu curso sobre Guías. Es claro conciso, engancha.
Gracias de nuevo por compartir tu conocimiento.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Apreciado Luis Carlos, Gracias por tu comentario. Decía John Dewey: “Al estudiante debe dársele la oportunidad de realizar observaciones e
investigaciones directas y debe tener a su disposición materiales de consulta. Se le debe estimular a aprender actuando”.
LUIS CARLOS VILLAMIL JIMÉNEZ dijo:
Fernando:
Un oportuno comentario sobre las guías. Sin duda una herramienta poderosa para los maestros.
Gracias por compartir tu conocimiento.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Luis Carlos, gracias por tu comentario.