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Fernando Vásquez Rodríguez

~ Escribir y pensar

Fernando Vásquez Rodríguez

Archivos mensuales: mayo 2022

Diálogo entre la emoción y la razón

30 lunes May 2022

Posted by Fernando Vásquez Rodríguez in Diálogos

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Ilustración de Jim Tsinganos.

Razón: Debes estar feliz con el resultado de las pasadas elecciones presidenciales, ¿no?

Emoción: Pues, para hablar con sinceridad, te diré que sí. Logré que un buen número de personas expresaran su rabia, su inconformismo, su resentimiento, su odio…

Razón: Eso noté, aún en las declaraciones de algunos candidatos perdedores…

Emoción: Sí, sabes bien que yo convoco a más personas que tú… soy el dinamismo de las masas.

Razón: Eso parece en un primer momento, tú eres la que está más a la mano… yo, en cambio, obligo a detenerse, a sopesar, a no responder al primer impulso, a medir las consecuencias de lo que se dice o de lo que se hace…

Emoción: Hoy en día eso no es tan importante. Lo que la gente quiere, y muy especialmente la juventud, es expresar su inconformismo, sea como sea, empleando cualquier tipo de medios…

Razón: Me preocupa mucho eso de que no importen los medios…

Emoción: A mí no, si se logran los fines; con el tiempo las personas olvidan los medios empleados.

Razón: A mí me parece que no todos los medios tienen el mismo valor o el mismo rasero moral…

Emoción: Ese término es tan relativo hoy… ya no estamos en un mundo de una única moral, con un único credo.

Razón: Pero, precisamente por ello, es necesario respetar algunas normas, unos mínimos, una ética que termine jerarquizando lo que consideramos valioso para una familia, una comunidad, un país… Si realmente nos interesa convivir con otros no podemos predicar aquello de que todo vale lo mismo.

Emoción: Te noto algo vieja para el mundo que vivimos, o quizá muy intelectualizada… como con exceso de lecturas y presa de tus mismos argumentos.

Razón: Tal vez sea eso lo que más te molesta, que, a diferencia de ti, reconozca el legado cultural que nos ha permitido avanzar como especie…

Emoción: Yo me siento más genuina; digo lo que siento, hago lo que quiero, me considero libre…

Razón: Ese es el problema: que detrás de tu presunta libertad se esconde una flagrante irresponsabilidad… lo que cuenta es tu mundo, tu entorno, tus preferencias, tus opiniones… el resto, o no te importa o no haces nada para considerarlo relevante.

Emoción: Bueno, así está el mundo hoy, y hay que estar a la moda, o si no terminamos como tú, desconectada de la gente, de la algarabía de las masas, del disfrute del presente.

Razón: Prefiero no quedarme solo en el inmediatismo del presente, siempre procuro entenderlo en esa tensión entre el pasado y el porvenir…

Emoción: Pero te privas del disfrute… hay que gozarse la vida tal y como venga, sin complicarla demasiado ni pensar tanto en los resultados…

Razón: No digo que no haya que gozar en el hoy… sin embargo, me sé más previsiva que impulsiva, más cuidadosa que derrochadora, más serena que impaciente. Soy como el dios Jano, que tengo una cara mirando hacia el pasado y otra avizorando el porvenir…

Emoción: Yo no soy así, lo que pasó ya pasó y de lo que pueda pasar, como no sabemos nada, lo  mejor es abandonarse al estallido del ahora…

Razón: Tal forma de actuar lleva a demasiados equívocos y en ello puedes arriesgar tu vida y la de muchos otros.

Emoción: Mis errores son sinceros, me salen sin demasiadas arandelas; además, como digo frecuentemente, que cada quien asuma sus riesgos como pueda…

Razón: Hay una sinceridad que se parece mucho al irrespeto, a la intolerancia, a la poca o nula importancia de los demás… Si estuvieras tú sola, no habría problema, pero vives y actúas con otros, construyes sociedad con los demás… y eso te pone en la dinámica de aquilatar tus derechos con tus deberes, tus libertades con tus responsabilidades…

Emoción: Creo que le das muchas vueltas al asunto, lo mío es más directo…

Razón: Porque le doy muchas vueltas a los asuntos es que puedo prever, juzgar, analizar y saber elegir el mejor camino, la mejor opción… Lo que tú ves como un defecto es, en realidad, mi ventaja sobre ti.

Emoción: Ojalá las personas actuaran así, pero en muchos asuntos cotidianos lo que mueve a la gente es el impulso emocional, que le atraiga o no una persona, que esté a gusto o no en determinada situación.

Razón: Y allí precisamente es donde aparece el papel de la crianza, de la educación para romper ese narcisismo de estar sometidos al capricho… Si no fuera por mí llevarías a las personas hacia los precipicios, si no te ofreciera algunas riendas andarías desbocada a todo momento y lanzando coces a diestra y siniestra…

Emoción: Tal vez por eso no me ha gustado ir a la escuela y por eso detesto los protocolos y por eso rompo cualquier tipo de ley…

Razón: Yo, en cambio, procuro por todos los medios recordarte los acuerdos, las normas de convivencia, los referentes axiológicos, el buen juicio para tomar una decisión, la prudencia, el bien común….

Emoción: Tú sabes que cuando llego a mi punto límite, todo eso queda como en lejanía… Soy alguien que prefiere el torbellino del carnaval… mañana será otro día.

Razón: Después de la borrachera de la fiesta, viene la resaca y, con ella, el remordimiento, la desazón, el reencuentro con la propia conciencia…

Emoción:  A lo mejor me dolerá la cabeza, pero, como dicen, nadie me quitará lo bailado…

Razón: Es un modo demasiado corto de actuar y justificarte…

Emoción: La vida es tan breve…

Razón: Y, por eso mismo, hay que tener cierta sabiduría para sacarle el mejor provecho…

Emoción: Creo que te pierdes muchas cosas por hacerlas depender de la bendita sabiduría…

Razón: Por el contrario, es gracias a esa sabiduría como he ido aprendiendo a gozar la vida. Se disfruta mucho más lo que podemos comprender.

Emoción: Bueno, pero volviendo a nuestro asunto inicial, dime si yo no soy definitiva al momento de elegir a un candidato…

Razón: Ya lo creo… Y eso lo saben bien los publicistas o estrategas de comunicación de masas…

Emoción: ¿Ves? ¿de qué sirves tú y tus propuestas tan elaboradas si en últimas lo que prima en la gente es el impulso de mis motivos…?

Razón: Lo has dicho bien, el momento del impulso… pero, ¿después?, ¿qué hacer con las consecuencias de ese impulso?

Emoción: Eso ya será otro asunto…

Razón: No, pienso que ese es el punto de fondo que nos diferencia… A mí sí me preocupa lo que viene después de ese impulso gobernado por tu mano; a mí me parece demasiado riesgoso, para ti misma y para las personas incendiadas por tu voz, decidir asuntos esenciales guiándose solamente por el caudal exaltado y repleto de tu agitación. 

Emoción: Qué culpa tengo yo, así son los seres humanos…

Razón: Así nacemos, pero ese no es un determinismo de lo que debemos ser… Al hombre le está permitido formarse, desarrollarse, afinar sus sentidos… convertir tu fuerza en una genuina experiencia transformadora.

Emoción: O sea que alguna importancia tengo…

Razón: Claro que sí, qué sería del arte sin tu caldo de cultivo, que sería de las interrelaciones humanas sin tu atracción vinculante, qué sería de la existencia sin tu paleta de colores….

Emoción: Ya decía yo que no era cualquier cosa…

Razón: No niego tu importancia… Lo que afirmo es que no siempre eres la más idónea consejera, especialmente cuando se trata de la toma de decisiones, y que muchas veces por obedecer a tus fugaces lancetazos las personas terminan eligiendo aquello que menos les favorece o echan a pique lo que con tanto esfuerzo han construido.

Emoción: Te pusiste fatalista.

Razón: Más bien, realista.

Emoción: En todo caso, tú sin mí no logras calar en el corazón de la gente…

Razón: Y tú, sin mi discernimiento, erizarás su piel, pero poco o casi nada su inteligencia.

Emoción: Con tal de conmover sus entrañas, ¡qué otra cosa se puede pedir!

Razón: Yo aspiro a algo más: a poner en armonía el fuego de su corazón con el ininflamable brasero del juicio crítico.

Nuevas inquietudes sobre lectura crítica

23 lunes May 2022

Posted by Fernando Vásquez Rodríguez in Del diario

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Ilustración de Joey Guidone.

En un reciente trabajo con docentes de instituciones educativas dirigidas por las Hermanas de Nuestra Señora de la Paz, he tenido la oportunidad de conversar con ellos sobre algunas estrategias didácticas de lectura crítica para hacerla efectivas en el aula. Como resultado de las lecturas previas para el encuentro, los maestros y maestras redactaron inquietudes que les resonaron sobre este tópico. Así que, para continuar dialogando y profundizar en dicha temática, pasaré a responder algunos de sus interrogantes.

¿Cómo motivar a los estudiantes a leer de manera crítica? (Jairo Rafael Galindo) ¿Cómo incentivar la lectura crítica en los estudiantes? (Ingrith González)

No sobra recordar que la motivación a la lectura crítica no es algo que se haga únicamente dentro de la clase, sino antes y después de los eventos presenciales o virtuales con los estudiantes. Y quizá no se presta la suficiente atención al momento previo de leer, cuando se cautiva el interés de los aprendices. Por tal razón, es recomendable disponer del tiempo suficiente para explicar el sentido de tal lectura, quién es el autor, contextualizar el texto y, muy especialmente, mostrar las implicaciones para la materia, el desarrollo personal o intelectual. Hasta podría ofrecerse una “degustación” de dicha lectura con el fin de incitar o provocar la curiosidad o el deseo de conocerla en profundidad. Puesto de otra manera: una buena manera de motivar o incentivar a los estudiantes a la lectura crítica empieza en el modo como los docentes presenten o animen tal actividad. Lo otro tiene que ver con el tipo de lecturas ofrecidas; hay que tratar por todos los medios de que respondan a una genuina selección, en la que se tengan en cuenta criterios como la edad de los estudiantes, el contexto en el que se desenvuelven, la relación con el momento de su ciclo vital y la extensión de las mismas. Los buenos maestros no “ponen” lecturas como castigo o asignan textos de manera indiscriminada. Por el contrario, entienden que, dependiendo de la elección en las lecturas, así será el nivel de interés o motivación del estudiante. Un punto adicional es el de las mediaciones didácticas utilizadas para invitar a leer determinado texto. No basta con anunciar el artículo o el capítulo de un libro; lo aconsejable es usar guías de lectura, o utilizar la estrategia del subrayado de las ideas-fuerza, o invitar a trabajar citas mediante el recurso del contrapunto, o pedir una síntesis reconstructiva (de un determinado número de palabras) o usar un repertorio de preguntas (muy de corte abductivo) que lleven a una búsqueda de indicios o marcas claves dentro del texto. Este aspecto de las mediaciones didácticas es vertebral para que la actividad de lectura no quede circunscrita a una “obligación” o una “tarea”, sino que sea una genuina forma de fomentar o lograr determinado aprendizaje.

¿Cómo implementar la lectura crítica en nuestros espacios vocacionales? (María Alejandra Garzón)

Esta pregunta me parece una oportunidad para que los estudiantes practiquen de manera real las estrategias de la comparación, el contraste y, si se quiere, las ventajas y desventajas de determinada oferta académica. Bastaría invitarlos, usando un cuadro comparativo, a que indaguen tanto en el material informativo que circula en los portales de las universidades, como en pequeñas entrevistas con los directores o coordinadores de las carreras que les parecen más llamativas o por las cuales sienten algún interés. De igual modo podría hacerse lectura crítica de los plegables o del material promocional ofrecido por dichas instituciones; pero, eso sí, fijando previamente algunos criterios que permitan a los estudiantes ir más allá de estas piezas publicitarias, concentrándose por ejemplo en el perfil de ingreso y de egreso, en el objeto de estudio, en las competencias o habilidades consideradas como fundamentales, en la nómina de profesores que respaldan la calidad del programa. Sería de mucha utilidad que los orientadores de estos espacios vocacionales hicieran con los estudiantes lectura crítica del plan de estudios de carreras muy parecidas con el fin de afinar los criterios de elección o descubrir el “plus diferenciador” de cada estamento educativo. No sobra, de igual modo, motivar a los estudiantes a hacer lectura crítica (desde la perspectiva de encontrar recurrencias) de entrevistas escritas o audiovisuales dadas por los egresados de los campos profesionales que más les llaman la atención; aquí lo valioso es captar eso que, desde el testimonio de la vida en un oficio, constituye lo medular de una carrera. Ciertos recursos y técnicas para la resolución de problemas o la toma de decisiones pueden llegar a convertirse en herramientas valiosas para hacer lectura crítica en los espacios vocacionales.

¿Considera la Escuela que el arte es un potenciador de los procesos de lectura crítica? (Diana Patricia Rojas) ¿Cómo vincular el arte y la lectura crítica? (Diego Hernández)

Son diversos los modos y las estrategias como el arte potencia o sirve de recurso para la lectura crítica. En una primera perspectiva, cuando sus propias manifestaciones (pintura, cine, teatro, literatura, música…) sirven de escenario o motivo para adelantar ejercicios de lectura crítica; o, en una segunda dimensión, cuando a través de las propias expresiones artísticas se logra hacer lectura crítica de un evento, una situación o determinado aspecto de la realidad. Si nos detenemos en el primer modo, es indispensable contar con recursos como las fichas de observación o una serie categorías que permitan superar el mero “emotivismo” o “impresionismo” de las obras artísticas. El solo hecho de que los estudiantes logren pasar del ver al mirar es un avance en la lectura crítica. Si tomáramos el video o el cine, por ejemplo, ayudaría muchísimo a una lectura crítica discriminar los signos que dan cuenta de tal obra artística (técnicos, dramáticos, narrativos, simbólicos), precisamente para lograr relacionarlos y ver la articulación entre los detalles y el conjunto (asunto vertebral en una lectura crítica). Es importante que los maestros ofrezcan ese repertorio de criterios de análisis en los que los aportes de la semiótica siguen siendo imprescindibles. Qué grandes beneficios traería para el estudiante leer críticamente una pintura diferenciando o teniendo en cuenta aspectos tales como el asunto, la composición, la época, el estilo. Eso en relación con la primera perspectiva. Pero el mismo arte puede ser un recurso poderoso para hacer lectura crítica. Recuérdese El Guernica de Picasso, La ópera de los tres centavos de Brecht, Cambalache de Discépolo, El gran dictador de Chaplin o Las uvas de la ira de Steinbeck, para mencionar unos pocos ejemplos. Siguiendo este mismo derrotero, es factible orientar a los estudiantes a que, usando medios artísticos, produzcan obras en las cuales se muestre una lectura crítica de algún hecho, problema o temática específica. En este caso, las estrategias de la ironía, la parodia o el humor son recursos con grandes posibilidades tanto en las artes plásticas y los géneros literarios como en los medios audiovisuales, las artes escénicas o las asociadas al canto y el campo de la música. Lo importante en esta segunda dimensión del arte es que las expresiones de los estudiantes sean un medio para hacer lectura crítica de la realidad y, con ello, contribuir de manera sensible a crear conciencia social, ambiental o que sirvan de espejo evaluador, de toma de distancia comprensiva, ante aquellas formas de alienación que coartan la libertad, azuzan el fanatismo y obnubilan el buen juicio.

¿Cómo lograr que la lectura crítica se dé desde los más pequeños? (Olga Bravo)

Las primeras aproximaciones a la lectura crítica están muy relacionadas con procesos de pensamiento como la comparación, la inferencia, el contraste, la resolución de problemas…, operaciones cognitivas que están a la mano cuando se trabaja educativamente con los más pequeños. De otra parte, el uso de textos cortos como la fábula, el apólogo o la parábola son ideales para ir familiarizando al estudiante con lo alegórico, el doble sentido, la ironía o el humorismo. Emplear fábulas no solo es un buen recurso para ilustrar la lectura crítica de comportamientos reprochables o sentar las bases de una educación moral, sino que resulta de gran utilidad para hacer “clarificación” de un valor, una virtud o determinada forma de interacción social. Desde luego, no se trata únicamente de leer para escuchar este tipo de relatos, sino de fomentar el diálogo en clase, el debate, la puesta en común de diversos puntos de vista, prácticas de aula esenciales para sentar las bases de una genuina lectura crítica. Es posible emplear también la lectura de adivinanzas, para empezar a familiarizar a los niños y niñas con el sentido implícito de estos textos, para ver cómo opera el juego entre lo denotado y lo connotado, o resolver un problema planteado a su inteligencia o a su imaginación. Otro recurso de gran ayuda es la lectura de libros-álbum, especialmente los que ilustran un vicio moral, un comportamiento reprochable, un cuestionamiento a cierto tipo de conductas lesivas para una sociedad. Cuando se emplea este medio, no sobra recordar los diversos elementos que sirven de motivo para una lectura crítica: desde los elementos materiales (portada, guardas) y de diseño gráfico (tensión vertical-horizontal, tipografía), hasta otros como los propios de la imagen (punto, línea, perspectiva, textura) o aquellos que responden a la narrativa (historia, personajes, diálogo) y al campo cinematográfico (encuadre, plano, angulación). Si se logra que los más pequeños lean los textos vinculando los detalles con el conjunto, si nos preocupamos por seleccionar libros-álbum que inviten a desarrollar el pensamiento inferencial, si convertimos la relectura en un modo de profundizar en el mensaje profundo de tales textos-imágenes, muy seguramente labraremos un buen terreno para la lectura crítica.

¿Cómo aprender a hacer lectura crítica en el mundo hipermediatizado de nuestros estudiantes? (Ana Leonor Soto Agudelo)

Más que un impedimento, los medios del mundo de las nuevas tecnologías son idóneos para hacer lectura crítica. Someter a análisis lo que circula en la red o llega apresuradamente a los teléfonos móviles usando el contraste de fuentes, los marcadores de mentira o los rasgos recurrentes de la ideología subyacente, es hoy más que nunca un escenario ideal para la lectura crítica. Si se desea hacer lectura crítica de los memes, bastaría echar mano de unas preguntas clave en clase para superar el inmediatista consumo de información, tales como las sugeridas por Colin Lankshear y Michele Knobel, en su obra Nuevos alfabetismos. Su práctica cotidiana y el aprendizaje en el aula: “¿qué idea o información transmite el meme?, ¿dónde se sitúa el meme con respecto a las relaciones que implica o invoca?, ¿qué nos dice el meme sobre los tipos de contextos en los que se muestra contagioso y replicable?, ¿qué parece dar por supuesto el meme acerca del saber y la verdad en un contexto concreto?, ¿qué nos dice el meme sobre el mundo o una determinada versión del mundo?, ¿quién reconocería el meme como parte su espacio de afinidad o como relevante para él mismo?”. Estos autores insisten en que una lectura crítica de estos artefactos tan abundantes en las redes sociales supone el uso intencionado de la pregunta en cuatro niveles: el de referencia o de ideas, el contextual o interpersonal, el ideológico o de visión de mundo y el de prácticas y afinidades sociales. Sirve también hacer lectura crítica de seguimiento a determinado meme en un tiempo considerable para observar su impacto, las derivaciones que sufre, las adaptaciones que de él se hacen en diferentes contextos y, lo más importante, la intención fundamental de su objetivo comunicativo: alarmar, ironizar, burlarse, promover el odio, calumniar, crear incertidumbre. Estos mismos recursos podrían emplearse con esos mensajes en cadena que se multiplican en el chat o los videos de formato corto que pueblan las redes sociales.

¿De qué manera, como docentes, podemos valernos de la didáctica para formar lectores críticos? (Gina Sáenz)

Si bien es cierto que los fundamentos y métodos de la didáctica son importantes para cualquier tipo de lectura, en el caso de la lectura crítica son vitales para lograr los mejores resultados. En consecuencia, aspectos como los de la planeación, la motivación, el diseño de actividades y las rúbricas de evaluación, merecen pensarse con cuidado y no dejarlos a la improvisación de la clase. La elaboración de guías o de protocolos de lectura son valiosos para evitar la superficialidad o la vaguedad en las opiniones frente a un texto; las guías orientan el ojo del lector, permiten darles una secuencia a diversos procesos cognitivos, hacen las veces de un tutor en determinados momentos de una actividad, acompañan al estudiante para garantizarle alcanzar el objetivo esperado o una meta de aprendizaje compleja. Salta a la vista que, si se quiere formar lectores críticos, no son suficientes las explicaciones generales o las intimidaciones con una baja nota; más bien se trata de mostrarles a los estudiantes –con secuencias formativas bien diseñadas– cómo se puede ahondar en un texto, ver la interrelación entre sus partes, descubrir significados latentes, apreciar la interacción entre el texto y su contexto. Eso supone concebir muy bien el antes, el durante y el después de la clase, lo mismo que el tipo de actividades vinculadas a aprendizajes específicos. Del mismo modo, los maestros y maestras tendrán que elaborar formatos y destinar momentos de evaluación acordes al grado, al tipo de texto y a las características particulares del grupo y de la institución educativa. Será de gran utilidad, en este mismo camino, dejar de atiborrar de lecturas a los estudiantes y más bien seleccionar las que en realidad resulten esenciales; y no dejar la comprensión de tales lecturas reposando en el fuero interior de cada estudiante, sino convertirlas en motivo de conversación, de debate, para que sea en la clase donde reverbere su cabal significado.  

¿Qué elementos se deben priorizar a la hora de evaluar la lectura crítica (Yudy Cuéllar Joya)

Por supuesto, lo prioritario es que los recursos evaluativos vayan más allá de la constatación o el sentido literal de los textos que tomemos para leer. Leer críticamente es, en esencia, ver lo que está oculto o implícito, aquello que necesita más de un repaso para advertirlo o que si no lo sometemos al filtrado de una variedad de lentes parecerá inofensivo o de poco interés. Esto obliga a que los maestros preparen o elaboren rúbricas y rejillas de evaluación en las que se evite calificar generalidades y más bien se abogue por discriminar la actividad de lectura, incluyendo criterios específicos y descriptores puntuales. En suma, crear tipos de evaluación que permitan diferenciar lo denotado de lo connotado; esforzarse en que las rejillas de evaluación lleven al estudiante a hacer relaciones, cotejar diversas fuentes, hacer mínimos análisis de contenido y explicarse los textos siempre en diálogo con la dimensión contextual. Siempre es bueno combinar la lectura crítica con síntesis evaluativas escritas. Acá cobra sentido la reseña evaluativa, el mini-ensayo, el contrapunto, la síntesis reconstructiva o la parodia. Y si en la lectura crítica se hace un trabajo de “deconstruir” los mensajes, de analizarlos parte por parte, ahora –al escribir el resultado de dicha lectura– se debe procurar reconstruir el sentido profundo del texto en cuestión. No sobra agregar que el proceso de evaluación de la lectura crítica demanda del maestro un permanente ejercicio de retroalimentación para que el estudiante, a partir de los productos que vaya presentando, avance o profundice en otros niveles de lectura. En consecuencia, es más conveniente apelar a la evaluación formativa y a recursos como el portafolio, el estudio de casos o el trabajo por proyectos.

¿Cómo empezar a hacer un entrenamiento cerebral para la lectura crítica? (Claudia Patricia Gordillo Torres)

Sospechar, poner entre paréntesis, mirar tras las líneas, hacer conjeturas… todas estas acciones constituyen un buen grupo de ejercicios necesarios para estar en forma para la lectura crítica. Y el entrenamiento puede ir un poco más allá: consumir información de diverso enfoque ideológico, habituarse a contrastar fuentes, leer historia, no quedarse con los mensajes más inmediatos, desconfiar de lo que “circula” en la cuerda floja de la inmediatez. Nuestro cerebro será más hábil para hacer lectura crítica si tiene otras fuentes de información diferentes a las redes sociales o a los mensajes de chat; si se acostumbra a ofrecer razones y no solo a ser resonancia de emociones; si hace más preguntas divergentes que convergentes; si no pierde la costumbre de releer, repasar o volver a subrayar los textos; si está atento y sabe seguir las pistas sutiles que la realidad ofrece en sus manifestaciones cotidianas… Entrenamos el cerebro para la lectura crítica cuando meditamos, cuando disponemos del tiempo lento para el análisis, cuando entendemos que el conocimiento se construye socialmente y que nuestro juicio depende de cómo resolvemos el conflicto de las interpretaciones.

Volver a caminar la Feria del libro (primera parte)

03 martes May 2022

Posted by Fernando Vásquez Rodríguez in Del diario

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Antiguos libreros conocidos, fondos editoriales tantas veces buscados, reencuentros con colegas, grupos de escolares por doquier, estantes, exhibidores, libros aquí y allá. Sí. La Feria del libro abrió de nuevo sus salones, de manera presencial, a los amantes de la lectura y a todos los que, como yo, profesamos cariño por el libro y la industria editorial. Después de tres años volví a caminar –mis pasos conocen el recorrido de memoria– los pabellones de Corferias en Bogotá.

Varios amigos y amigas, que saben de mi pasión por este acontecimiento, me escribieron al celular o me llamaron para preguntarme ¿si había ido a la feria? Mi respuesta parecía revivir la de años anteriores: varias veces. Porque no basta una única vez para encontrarse y celebrar el encuentro con estos objetos de tinta y de palabras que desde su mudez esperan unos ojos y unas manos que los insuflen de vida o les permitan hablar a nuestro pensamiento.

En mi caso, por lo general la primera visita es a aquellos pabellones en los que conozco se exhiben los sellos editoriales más cercanos a mis intereses: está el número 6, de edición nacional, en el que busco el local 614 de Ícaro libros, que distribuye libros de Cátedra, Tecnos, Morata, Pepitas de Calabaza, Alba, Valdemar, El Ateneo, sobre temas de educación, filosofía, cine, comunicación, poesía y mucha literatura. Después paso al Fondo de Cultura Económica y al local de Artemis libros que distribuye un buen surtido de Editorial Akal. En esos sitios echo una primera ojeada a las novedades o me detengo en lo que las mesas presentan como nuevas publicaciones. Este es un recorrido que termina por lo general en otro pabellón, el de literatura infantil y juvenil, en particular en el local 902, de Ediciones Monserrate, en el que encuentro los libros álbum de Kalandraka, Bárbara Fiori, Takatuka, Corimbo y Tramuntana y La Fragatina. Unos pasos hacia el sur me detengo en el stand 501, de Asediciones que trae sellos como Lata de Sal, A fin de cuentos, Periplo, Nube Ocho y Pictus. Otro día, en un ritmo más lento, visito algunos pabellones bajo la lógica de mirar qué sorpresa pueden ofrecerme o con la atención suficiente como para descubrir alguna “joyita” que desde hacía tiempo estaba buscando; esta caminata sigue una ruta más cercana a los pasadizos de tránsito previamente marcados por la organización del evento. Una visita más la dedico únicamente a revisar las novedades de publicaciones universitarias, en el segundo piso del pabellón 3, a husmear las novedades cobijadas bajo el nombre de “libros técnicos y científicos”, en el pabellón 8, y a pescar lo que ofrecen las Editoriales españolas del pabellón internacional. En otras oportunidades, y de acuerdo a la programación, asisto a algunos eventos que me interesan o me dejo llevar por cierto azar al que convoca el país invitado de honor. Durante otros días visito el primer piso del pabellón 3, el de edición nacional, y miro con cuidado qué ofrece Siglo del hombre que distribuye sellos como Siglo XXI, Herder, Atalanta, Katz, Pre-textos, Trotta y Anthropos.  En la última semana de la feria hago una visita adicional porque, como bien saben los amantes de este evento, algunas novedades sólo llegan en esos días, y es la oportunidad para repetir –de manera ágil– el itinerario de la primera visita.

Cuando regreso a casa empiezo a revisar con detenimiento y fruición las recientes adquisiciones. En una especie de ritual, voy sacando de las diversas bolsas aquellos libros que me resultaron interesantes y me subsumo en sus páginas. Hay un goce infantil que revive las ocasiones en que de niño alquilaba cuentos y me pasaba largas horas extasiado con las aventuras de Red Ryder, Turok el guerrero de piedra, Juan sin miedo o Joyas de la mitología. A veces algunas de esas “joyas” las comparto con personas de mi familia, otros se convierten en protagonistas de mis horas de lectura de estos días y, después, vuelven a las bolsas a la espera de que pueda retomarlos en ocasiones posteriores. Lo cierto es que aún no pasan a los estantes de mi biblioteca; están en la sala de espera, a la expectativa de una segunda lectura o una revisión de largo aliento.

Y como me gusta compartir lo que encuentro con amigos y amigas que son cómplices de esta pasión por la lectura, considero que vale la pena hacer públicos algunos de estos hallazgos de la Feria del libro de este año que tuvo como lema “Vuelve para que vuelvas”. Quizá en el fondo lo que más me interesa es celebrar con otros la alegría que he sentido al caminar de nuevo –en gozosa libertad– entre miles de libros, resguardado por esos silenciosos compañeros tan queridos a lo largo de mi vida; los libros que, durante la pandemia, recobraron su justa importancia: mostrarnos que podían darles alas a nuestro espíritu a pesar de que nuestros cuerpos estuvieran confinados y negados al encuentro.

Empezaré destacando un grupo de libros-álbum que, además de parecerme interesantes por su alto grado creativo visual, muestran propuestas relevantes o interesantes en su contenido. De paso confieso que hallar este tipo de obras me lleva unas buenas horas de revisión y lectura en pie durante los recorridos que hago en las diferentes visitas; pero lo que logro descubrir considero que vale la pena. O si no miren este septenario de obras.

El libro-álbum Duelo al sol de Manuel Marsol, impreso por Fulgencio Pimentel en Portugal, en el 2019, tiene como escenario el oeste (el río Bravo). Allí, en ese árido escenario, se desarrolla un duelo que, por diversas circunstancias se va postergando hasta que la llegada de la noche obliga a posponer tal desafío. La combinación entre planos generales y primeros planos hace que se prolongue el suspenso y el duelo entre el indio Trueno Tranquilo y el cowboy John Bill Arizona. Página tras página la pelea entre estos dos enemigos acérrimos se disuelve y, con cierto toque de ironía, el duelo es una oportunidad para que los contrincantes terminen aprendiendo uno del otro. El manejo del color–de una tonalidad serigráfica– es maravilloso.   

Mucho, la obra de Sol Ruiz (Narval, Portugal, 2021), es otro libro-álbum digno de exaltar. La tesis inicial es clave para el desarrollo de la historia: “Mucho no es nada… de momento. Pero está decidido a ser algo”. Y, precisamente, de eso se trata: de la búsqueda de un “borrón” para ser “algo”, así ese “algo” parezca poca cosa. Excelente propuesta –en clave alegórica– sobre la indagación de la identidad y de cómo aceptar esa singularidad a pesar de lo incipiente o indeterminada que pueda parecernos en cierta etapa de nuestro desarrollo vital.

Con textos de Antonis Papatheodoulou e ilustraciones de Iris Samartzi, editorial Kalandraka (Pontevedra, 2021) ofrece un libro-álbum fascinante: En la cola para el arca. Como el título lo sugiere, el trasfondo es la historia bíblica del Arca de Noé, pero con un final diferente. Los diálogos sucesivos entre diversas parejas de animales mientras hacen cola para entrar a la “embarcación más grande jamás construida en el mundo”, contrasta con el cierre de la obra cuando el oso portero anuncia a los animales expectantes: “¡Entren, pasen, la función va a comenzar!”. Las figuras hechas con papeles recortados y superpuestos dan un dinamismo a las imágenes que sirve para resaltar una parodia moderna a un relato clásico.

Resalto también Una piedra inmóvil, con textos e ilustraciones de Brendan Wenzel (Océano, México, 2020). Usando papel recortado, lápices de colores, marcadores, pasteles y arte digital, el autor norteamericano crea un mundo en el que contrasta lo inanimado de una piedra y el dinamismo del mundo que la circunda. Los cambios de perspectiva, dependiendo de quién está cerca a la roca, dotan a este libro-álbum de un ambiente surrealista y, al mismo tiempo, de una fina mirada sobre los cambios en la naturaleza. Lo más banal puede resultar un sitio de gran poder y lo que parece insignificante cobra otra valía si descubrimos en tal objeto su historia, su color, su olor, su posibilidad de trascendencia.

Me detengo ahora en La guerra de José Jorge Letría (textos) y André Letría (ilustraciones) editado por A fin de Cuentos (Bilbao, 2022). Se trata de un libro-álbum en el que hay un magnífico contrapunto entre lo que nos dicen los textos y lo que van mostrándonos las imágenes, pero siempre dando a la ilustración no una función vicaria, sino potenciándola con nuevos significados. La paleta de colores elegida le otorga a la obra un ambiente sombrío, triste y desolador que se acentúa con pequeñas definiciones de la guerra como éstas: “La guerra rasga el día como una enfermedad susurrada y veloz”, “La guerra toma la forma brutal de todos los miedos”, “La guerra es el último escondrijo de la muerte”. El ritmo entre imágenes de página sencilla y otras a doble página aumenta el dramatismo de la obra.

Pongo en un sitial destacado la siguiente obra: Baba Yaga de Joanna Mora (Cocorocq, Santiago, 2021). Si bien es la adaptación de un cuento tradicional ruso lo que resulta novedoso y digno de elogio es el modo como la diseñadora e ilustradora chilena logra armonizar el texto y las imágenes. La historia de la bruja devoradora de niños que nos hizo familiar Afanásiev, cobra en este caso una dimensión fantástica. Las escenas del gato de la bruja que ayuda a escapar a la niña protagonista, de la toalla que se convierte en un caudaloso río, de los bueyes hechizados por Baba Yaga que beben aquellas aguas o la del peine que se transforma en un espeso bosque que sirve de muralla protectora, tienen tanto de mágico como de misterioso. Destaco el trabajo gráfico que, en muchas páginas, alcanza un nivel poético o de metáfora visual.

Concluyo esta primera selección con un libro-álbum de Elisa Ramón y Rosa Osuna titulado: ¡No es fácil, pequeña ardilla! (Kalandraka, Pontevedra, 2020). Y si me parece relevante es por la forma como presenta la pérdida de la figura materna y el modo de sobrellevar y salir de dicha pena. La protagonista es una ardilla roja que pasa por todos los estadios del duelo hasta que comprende, con la ayuda de su padre y un búho amigo, que esa figura tan amada seguirá presente mientras esté en su corazón, y que basta encontrar en el cielo nocturno “la estrella de mamá”, para no perder nunca su cálida protección. Un sutil libro-álbum que nos va llevando, con la delicadeza propia de la acuarela, de la suma tristeza de la pérdida de la madre a seguir exaltando su recuerdo y celebrar la vida.

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