Razón: Debes estar feliz con el resultado de las pasadas elecciones presidenciales, ¿no?
Emoción: Pues, para hablar con sinceridad, te diré que sí. Logré que un buen número de personas expresaran su rabia, su inconformismo, su resentimiento, su odio…
Razón: Eso noté, aún en las declaraciones de algunos candidatos perdedores…
Emoción: Sí, sabes bien que yo convoco a más personas que tú… soy el dinamismo de las masas.
Razón: Eso parece en un primer momento, tú eres la que está más a la mano… yo, en cambio, obligo a detenerse, a sopesar, a no responder al primer impulso, a medir las consecuencias de lo que se dice o de lo que se hace…
Emoción: Hoy en día eso no es tan importante. Lo que la gente quiere, y muy especialmente la juventud, es expresar su inconformismo, sea como sea, empleando cualquier tipo de medios…
Razón: Me preocupa mucho eso de que no importen los medios…
Emoción: A mí no, si se logran los fines; con el tiempo las personas olvidan los medios empleados.
Razón: A mí me parece que no todos los medios tienen el mismo valor o el mismo rasero moral…
Emoción: Ese término es tan relativo hoy… ya no estamos en un mundo de una única moral, con un único credo.
Razón: Pero, precisamente por ello, es necesario respetar algunas normas, unos mínimos, una ética que termine jerarquizando lo que consideramos valioso para una familia, una comunidad, un país… Si realmente nos interesa convivir con otros no podemos predicar aquello de que todo vale lo mismo.
Emoción: Te noto algo vieja para el mundo que vivimos, o quizá muy intelectualizada… como con exceso de lecturas y presa de tus mismos argumentos.
Razón: Tal vez sea eso lo que más te molesta, que, a diferencia de ti, reconozca el legado cultural que nos ha permitido avanzar como especie…
Emoción: Yo me siento más genuina; digo lo que siento, hago lo que quiero, me considero libre…
Razón: Ese es el problema: que detrás de tu presunta libertad se esconde una flagrante irresponsabilidad… lo que cuenta es tu mundo, tu entorno, tus preferencias, tus opiniones… el resto, o no te importa o no haces nada para considerarlo relevante.
Emoción: Bueno, así está el mundo hoy, y hay que estar a la moda, o si no terminamos como tú, desconectada de la gente, de la algarabía de las masas, del disfrute del presente.
Razón: Prefiero no quedarme solo en el inmediatismo del presente, siempre procuro entenderlo en esa tensión entre el pasado y el porvenir…
Emoción: Pero te privas del disfrute… hay que gozarse la vida tal y como venga, sin complicarla demasiado ni pensar tanto en los resultados…
Razón: No digo que no haya que gozar en el hoy… sin embargo, me sé más previsiva que impulsiva, más cuidadosa que derrochadora, más serena que impaciente. Soy como el dios Jano, que tengo una cara mirando hacia el pasado y otra avizorando el porvenir…
Emoción: Yo no soy así, lo que pasó ya pasó y de lo que pueda pasar, como no sabemos nada, lo mejor es abandonarse al estallido del ahora…
Razón: Tal forma de actuar lleva a demasiados equívocos y en ello puedes arriesgar tu vida y la de muchos otros.
Emoción: Mis errores son sinceros, me salen sin demasiadas arandelas; además, como digo frecuentemente, que cada quien asuma sus riesgos como pueda…
Razón: Hay una sinceridad que se parece mucho al irrespeto, a la intolerancia, a la poca o nula importancia de los demás… Si estuvieras tú sola, no habría problema, pero vives y actúas con otros, construyes sociedad con los demás… y eso te pone en la dinámica de aquilatar tus derechos con tus deberes, tus libertades con tus responsabilidades…
Emoción: Creo que le das muchas vueltas al asunto, lo mío es más directo…
Razón: Porque le doy muchas vueltas a los asuntos es que puedo prever, juzgar, analizar y saber elegir el mejor camino, la mejor opción… Lo que tú ves como un defecto es, en realidad, mi ventaja sobre ti.
Emoción: Ojalá las personas actuaran así, pero en muchos asuntos cotidianos lo que mueve a la gente es el impulso emocional, que le atraiga o no una persona, que esté a gusto o no en determinada situación.
Razón: Y allí precisamente es donde aparece el papel de la crianza, de la educación para romper ese narcisismo de estar sometidos al capricho… Si no fuera por mí llevarías a las personas hacia los precipicios, si no te ofreciera algunas riendas andarías desbocada a todo momento y lanzando coces a diestra y siniestra…
Emoción: Tal vez por eso no me ha gustado ir a la escuela y por eso detesto los protocolos y por eso rompo cualquier tipo de ley…
Razón: Yo, en cambio, procuro por todos los medios recordarte los acuerdos, las normas de convivencia, los referentes axiológicos, el buen juicio para tomar una decisión, la prudencia, el bien común….
Emoción: Tú sabes que cuando llego a mi punto límite, todo eso queda como en lejanía… Soy alguien que prefiere el torbellino del carnaval… mañana será otro día.
Razón: Después de la borrachera de la fiesta, viene la resaca y, con ella, el remordimiento, la desazón, el reencuentro con la propia conciencia…
Emoción: A lo mejor me dolerá la cabeza, pero, como dicen, nadie me quitará lo bailado…
Razón: Es un modo demasiado corto de actuar y justificarte…
Emoción: La vida es tan breve…
Razón: Y, por eso mismo, hay que tener cierta sabiduría para sacarle el mejor provecho…
Emoción: Creo que te pierdes muchas cosas por hacerlas depender de la bendita sabiduría…
Razón: Por el contrario, es gracias a esa sabiduría como he ido aprendiendo a gozar la vida. Se disfruta mucho más lo que podemos comprender.
Emoción: Bueno, pero volviendo a nuestro asunto inicial, dime si yo no soy definitiva al momento de elegir a un candidato…
Razón: Ya lo creo… Y eso lo saben bien los publicistas o estrategas de comunicación de masas…
Emoción: ¿Ves? ¿de qué sirves tú y tus propuestas tan elaboradas si en últimas lo que prima en la gente es el impulso de mis motivos…?
Razón: Lo has dicho bien, el momento del impulso… pero, ¿después?, ¿qué hacer con las consecuencias de ese impulso?
Emoción: Eso ya será otro asunto…
Razón: No, pienso que ese es el punto de fondo que nos diferencia… A mí sí me preocupa lo que viene después de ese impulso gobernado por tu mano; a mí me parece demasiado riesgoso, para ti misma y para las personas incendiadas por tu voz, decidir asuntos esenciales guiándose solamente por el caudal exaltado y repleto de tu agitación.
Emoción: Qué culpa tengo yo, así son los seres humanos…
Razón: Así nacemos, pero ese no es un determinismo de lo que debemos ser… Al hombre le está permitido formarse, desarrollarse, afinar sus sentidos… convertir tu fuerza en una genuina experiencia transformadora.
Emoción: O sea que alguna importancia tengo…
Razón: Claro que sí, qué sería del arte sin tu caldo de cultivo, que sería de las interrelaciones humanas sin tu atracción vinculante, qué sería de la existencia sin tu paleta de colores….
Emoción: Ya decía yo que no era cualquier cosa…
Razón: No niego tu importancia… Lo que afirmo es que no siempre eres la más idónea consejera, especialmente cuando se trata de la toma de decisiones, y que muchas veces por obedecer a tus fugaces lancetazos las personas terminan eligiendo aquello que menos les favorece o echan a pique lo que con tanto esfuerzo han construido.
Emoción: Te pusiste fatalista.
Razón: Más bien, realista.
Emoción: En todo caso, tú sin mí no logras calar en el corazón de la gente…
Razón: Y tú, sin mi discernimiento, erizarás su piel, pero poco o casi nada su inteligencia.
Emoción: Con tal de conmover sus entrañas, ¡qué otra cosa se puede pedir!
Razón: Yo aspiro a algo más: a poner en armonía el fuego de su corazón con el ininflamable brasero del juicio crítico.
LUIS CARLOS VILLAMIL JIMÉNEZ dijo:
Fernando: el diálogo entre la razón y la emoción es una lectura obligada para todos los momentos, pero más, en esta coyuntura política y social.
Otro de tus aportes para racionalizar el debate,
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Luis Carlos, gracias por tu comentario.
Sebastián Cuéllar dijo:
Muy oportuno el diálogo, profesor, de corazón espero que quienes sean los gobernantes sepan sopesar la emoción y la razón.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Sebastián, gracias por tu comentario.