Los maestros universitarios, aunque no solo ellos, me comparten a veces sus dificultades cuando se enfrentan a escribir un texto académico. Me refiero a algún artículo, un ensayo, una secuencia formativa, una reseña o un comentario de algún libro. Y si bien dicen estar motivados por realizar dicha tarea, manifiestan su angustia y unos bloqueos cognitivos que no los dejan empezar a redactar los primeros párrafos. Pensando en dichas dificultades y el modo de superarlas he escrito los párrafos siguientes.
Un primer inconveniente, que corroe el espíritu hasta la inmovilidad, es el nivel de perfección que se ponen como meta. A veces, las expectativas que nos imponemos son tan altas que, en esa misma proporción, alimentamos nuestra frustración. Cuando empezamos a redactar un texto, aún a sabiendas del poco trato que mantengamos con la escritura, esperamos que sea de un altísimo nivel o que ya cumpla los estándares de revistas especializadas. Por supuesto que no podemos contentarnos con lo primero que se nos ocurra o considerar de gran factura lo que hasta ahora va en proceso de elaboración, pero si nos fijamos objetivos demasiado elevados eso hará que sintamos pobre, incipiente o de muy baja calidad lo que comenzamos a escribir. Deberíamos, por el contrario, ponernos objetivos más razonables y realistas, acordes al nivel de experiencia que tengamos con la palabra escrita.
Una segunda causa de freno a la escritura de textos académicos es el afán de ser completamente originales. Es decir, el deseo de que la temática o el problema del que nos ocupemos ojalá no haya sido mencionado por alguien o que la mayoría de las razones que expongamos sean únicas o extraordinarias. Quizá esto se deba al poco trato con el mundo de las ideas o con la circulación del conocimiento y su manera de producirlo. Porque en realidad al escribir de algo o meternos de lleno en un asunto lo que vamos descubriendo es que nuestra voz es una tonada en medio del concierto de otras voces del pasado. Que escribir es entrar en una práctica de elaborar un palimpsesto en el que nuestra escritura se conforma a partir de los signos de otros que han escrito y en la que nuestras marcas personales entran a servir de base para aquellos que estén interesados en el mismo asunto. Entonces, si se mantiene ese prurito de redactar cosas que tengan el estigma de la originalidad, con seguridad no redactaremos una línea. Creo que lo verdaderamente original está en la manera como abordamos un tema o un problema, el modo como elegimos y organizamos el lenguaje, las marcas autobiográficas con que impregnamos nuestros escritos.
Hay otra dificultad, más de orden emocional o psicológico, y es el miedo a fracasar, a que lo que redactemos no va a salir bien. Este impedimento se crea aún antes de que se redacte una línea; es hijo de creencias pesimistas o de la baja autoestima o de una cierta propensión a destacar nuestras posibles falencias que nuestros inéditos talentos. Este temor, por supuesto, tiene relación con la forma como sobredimensionamos el error en lo que hacemos, a considerar las fallas como derrotas definitivas y a percibir la inexperiencia como una desgracia. Esta dificultad se atenuaría si entendiéramos que escribir no es una actividad de encontrar sin estorbos un acierto, sino de ir poco a poco batallando con las palabras, tachando y enmendando lo que expresamos, buscando alternativas en un constante corregir para volver a comenzar.
Mencionan los colegas maestros que otro obstáculo radica en el temor a ser criticados por lo que escriban. Se trata de una exagerada importancia a la recepción que tengan nuestras palabras y que, por momentos, se asemeja mucho a la ansiedad que padecen los adolescentes por ser aceptados o reconocidos por su grupo. Cuando escribimos algo y se publica, lo más seguro es que habrá diversas opiniones: a unos les parecerá interesante; otros, coincidirán con algunos de nuestros planteamientos; y también habrá lectores que se apartarán de lo que nosotros expusimos. Eso es lo normal de hacer públicas nuestras ideas. No podemos privarnos de escribir porque alberguemos la esperanza de que todos los que nos lean coincidan con nuestros planteamientos o den un veredicto favorable. Aceptar el lado positivo de la crítica contribuye a que revisemos lo que hemos redactado, a que veamos fisuras o descubramos alternativas a lo escrito.
Una dificultad más se atribuye al poco tiempo que se dispone para dedicarse a escribir. Se tiene la aspiración de contar con horas o días sin ninguna responsabilidad laboral para lograr aislarse y poder así, sin interferencias, concentrarse de lleno a redactar el ensayo o el artículo. Pero, en verdad, esa es una situación ideal que riñe con la realidad de un docente universitario quien, además de clases, debe resolver asuntos administrativos y atender a sus estudiantes. De allí que, la alternativa sea programar en la agenda semanal unas horas para adelantar el escrito, asumir ese tiempo con el mismo empeño y responsabilidad con que realiza las otras tareas y mantener la persistencia de redactar unos cuantos párrafos en cada sesión. Ahora, si el profesor se acostumbra a producir pequeños textos para su labor docente, como apuntes de clase, síntesis temáticas, ellos mismos irán optimizando los tiempos ya establecidos.
Es común oír también que el mayor impedimento para empezar a escribir se debe a que aún no se tiene claro en la cabeza todo lo que se desea escribir. Lo que subyace a esta dificultad es la concepción de que entre más información se tenga, más datos se acumulen, o se cuente con indicaciones más precisas, será más fácil empezar a redactar. Sin embargo, así se cuente con todo ello, mientras no nos lancemos a elaborar los primeros párrafos nunca sabremos si todo ese caudal informativo nos será útil. Por supuesto que hay que tener un esbozo o un mapa de ideas que contribuya a ordenar el pensamiento, pero tampoco podemos esperar que todo el contenido del escrito lo tengamos resuelto en sus mínimos detalles. Se olvida que el mismo proceso de escribir permite ir repensando nuestras opiniones, que la claridad es el resultado de foguearse con el lenguaje, que cosas que parecían oscuras, al irlas desarrollando, van mostrando flancos de luminosidad. El impedimento desaparecería si entendiéramos que escribir es un medio para clarificar nuestras ideas.
Un séptimo escollo estriba en las dificultades mismas de redactar un determinado tipo de texto. Lo que se arguye como impedimento es la poca familiaridad con las particularidades del formato en que se pide un documento o la reducida experiencia al enfrentar este tipo de actividades. Desde luego, el desconocimiento de la tipología textual elegida y la poca lectura de textos ejemplares hace que se exageren y multipliquen las dificultades para redactarlos. Este obstáculo se supera animándose a imitar modelos de texto semejantes al que tenemos entre manos, detallando en otros escritores expertos cómo desarrollan un tema, exponen un asunto o defienden una tesis. La escritura es un saber artesanal en el que los grandes maestros del oficio ponen sus obras como lecciones para los futuros aprendices. Más que esperar tener la experticia en un género o modalidad textual, lo más indicado es comenzar a explorar y descubrir las características distintivas de una u otra tipología y, sobre todo, entendiendo que aquello que se escriba no es sino el primer borrador de otras versiones posteriores.
Otros educadores dicen que no se atreven a escribir por su falta de dominio gramatical o el desconocimiento del buen uso del idioma. Esta limitación se hace mayor cuando quienes desean escribir están inscritos en áreas lejanas de las humanidades o son docentes de profesiones muy técnicas. Se cree erróneamente que saber redactar bien un texto —sin fallas de sintaxis o de ortografía— es sólo para literatos o personas creativas con gran imaginación. Esto no es cierto. Un alto dominio gramatical no es garantía para empezar a escribir o producir un mayor número de textos. Por supuesto que eso ayuda, pero lo esencial es tener algo que decir, saber organizar las ideas y buscar la mejor manera de comunicarlas. Por lo demás, hoy contamos con una buena cantidad de recursos virtuales y amplísimos textos de consulta para solucionar dudas de redacción o solventar las incorrecciones idiomáticas.
Si se miran en conjunto las anteriores dificultadas comprobaremos que se originan más en temores infundados, en cierto menosprecio de las propias capacidades o en la falta de “riesgo” intelectual para lanzarse a escribir. Las justificaciones para no enfrentarse con la hoja en blanco o las recurrentes excusas para dilatar este tipo de tarea, provienen, en gran medida, de una relación lejana, ocasional y esporádica que los docentes tienen con la escritura. Esta actividad, como no hace parte de su cotidianidad académica o de sus responsabilidades laborales, se va dejando al garete y hasta puede suceder que pase un semestre o un año sin haber redactado una página. Por todo ello, y a pesar de los titubeos y dudas al escribir, de los bloqueos emocionales que se tengan, vale la pena expresar nuestro pensamiento comenzando por emborronar una página. Tal vez así desdibujemos esos miedos y dejemos atrás nuestra presunta incapacidad para escribir.
Laura dijo:
Buenas noches doctor Fernando Vasquez , mi nombre es Laura Espinosa estudiante de la Universidad del tolima de la carrera Licenciatura en educacion inicial muy interesante el texto de las dificultades que presentamos muchas personas para escribir , ya que muchas veces no encontramos ideas o un enfoque claro para desarrollar un texto o el miedo hacer juzgados por el publico lector .Por otra parte, he tenido que realizar varios ensayos y aunque ha sido un proceso dificil he aprendido mucho sobre mis propias habilidades y limitaciones .
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Laura, gracias por tu comentario. Esas dificultades al momento de escribir se van aminorando, pero nunca desaparecen del todo. Lo importante es aprendiendo de la manera como enfrentamos esas limitaciones.
Alexandra Esquivel dijo:
¡Me encantó! Gracias por mostrarme que ciertas cosas, por no decir que todas las expuestas aquí, que me ocurren al intentar escribir, es normal que pase y las sienta. Ya sé que debo seguir a mi ritmo, que es mejor hacerlo, así sea un poco mal, a no hacerlo. Gracias por devolver la seguridad en el momento de escribir.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Alexandra, gracias por tu comentario. Me alegra haberte ayudado a recuperar «la seguridad» para escribir.
ana maria carrillo nieto dijo:
hola buenas noches soy Ana maria carrillo estudiante de la especialización de ortoptica y terapia visual y me pareció super importante no solo por que nos ayuda a identificarlos desafíos si no que nos ayuda a ofrecer sugerencia practicas de como superarlos enseñándonos a que no debemos colocarnos expectativas muy elevados cuando tenemos poco trato con la escritura por lo contrario debemos ponernos objetivos mas razonables de acuerdo a nuestra experiencia y así podemos llenarnos de hábitos gratificantes y enamorarnos de la escritura
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Ana María, gracias por tu comentario. A mayor trato con la escritura, más fácil nos parecerá escribir.
Gloria Alexandra Delgado López dijo:
Buena noche, profesor. Cordial saludo.
Paso por aquí agradeciendo primero por esa descripción tan acertada de lo que pasa cuando quiero producir un texto académico.
Y segundo, para manifestarle que este reto de escribir se hace agradable cuando se leen sus textos.
Es posible, escribir, disfrutar y sacar tiempo a diario para mejorar esta habilidad que cada uno tiene.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Gloria Alexandra, gracias por tu comentario. Sí, es posible alcanzar el disfrute de escribir.
Eliana Vannesa Taborda Cantillo dijo:
Buenas noches Dr Fernando, mi nombre es Eliana Taborda, estudiante de la especialización de Ortoptica y terapia visual de la Universidad de la Salle, en la clase de lecto escritura nuestra docente nos invito a leer su publicación, quiero expresarle que me sentí muy identificada con cada una de las dificultades que nombra, en diferentes oportunidades me he sentido bloqueada al iniciar un escrito, muchas veces tengo la idea clara en mente y luego no se como empezar a escribir y agradezco cada uno de los ejemplos, la forma en la que invita a que dejemos de lado nuestros temores que lo único que hacen es perjudicar nuestro avance en la escritura, a partir de ahora tendré en cuenta sus consejos para que me sea mas fácil hacerlo.
Muchas gracias.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Eliana Vannesa, gracias por tu comentario. De acuerdo: hay que dejar de lado los temores por escribir, basta tan solo empezar a emborronar un primer parráfo.
Ximena Tierradentro dijo:
Hola Fernando, te escribe Ximena Tierradentro, soy estudiante y comparto lo difícil que puede ser empezar a escribir, el encontrar ideas, aún más tratando de textos académicos, pero debemos iniciar conociendo nuestras dificultades para fluir con mayor facilidad.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Ximena, gracias por tu comentario.
NICOL DANIELA JIMENEZ dijo:
Buenas noches, he estado leyendo esta entrada de su blog y no puedo estar más de acuerdo en que existen algunas ideas preformadas acerca de la escritura que como bien lo expone » corroen el espíritu hasta la inmovilidad», el nivel de perfección que se impone como meta, que si bien logramos sopesarlo al iniciar a escribir, continua martillando nuestro pensamiento, no solo durante el proceso de escritura, si no, sobre todo al momento de finalizar y enfrentarnos a la relectura (en que momento es capaz una mente ansiosa de decidir que ha sido suficiente, que es posible poner ese punto final). Por su parte, el afán de ser completamente originales, debería ser el menor de los miedos, pues intrínsecamente todos poseemos ese toque de originalidad (por mas contradictorio que parezca), que incluso, aun intentando ocultar quien somos, las palabras siempre encontrarían la forma más astuta de delatarnos, pues quien escribe no solo expone un tema, si no, que abre las puertas de su ser a quien lo lee, esto va ligado, por su puesto, a el temor a ser criticados por lo que escriban, aún así, vuelve a aventajarse la literatura en si misma, ya que al leer, no solo nos encontramos con un texto o un escritor, nos encontramos con nosotros mismos, con pensamientos antiguos y una vida llena de experiencias tanto propias como ajenas, por tanto, como escritor soy responsable de lo que se escribe, en parte de lo que se entiende, pero no de la forma en que esto se percibe.
Agradezco la oportunidad de leerlo nuevamente, por no tener miedo de reflejar su esencia en los escritos y por ese gusto tácito en la yema de los dedos que invita a escribir, el cual ha logrado más de una vez en mi.
Nicol Jiménez.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Nicol Daniela, gracias por tu comentario. Qué bien despertar ese gusto por escribir.
Lina Gonzalez dijo:
Buenas noches Fernando Vázquez Rodriguez. Mi nombre es Lina González, estudiante de primer semestre en especialización de ortóptica y terapia visual en la universidad de la Salle.
Quisiera expresarle que su escrito fue de mi agrado, en razón a que me ha ayudado a estar un poco más tranquila con mis miedos y frustraciones para escribir un texto académico que dentro de mis tareas como estudiante debo realizar. Me he identificado con varios puntos que se mencionan en este escrito, y he encontrado como conclusión que debo ser paciente para escribir, confiar en mis habilidades, ser mas realista, buscar información adicional para tener mejores herramientas y organizar mejor mi tiempo. Muchas gracias por su atención. Quedo atenta a sus opiniones y comentarios.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Lina, gracias por tu comentario. Subrayo lo que dices: paciencia, autoconfianza y una buena organización del tiempo son tres buenos condiciones para lanzarse a escribir.
Andrea Arrieta dijo:
Mi nombre es Andrea Arrieta, estudiante de la Maestría en Ciencias de la Visión de la Universidad De La Salle. Me siento identificada con algunas ideas planteadas en el texto. Uno de mis mayores temores al escribir es enfrentarme a la página en blanco. Mi deseo de «salvar el mundo» con mi escritura es tan fuerte que a veces me causa frustración. Reconozco que esto no necesariamente sucederá de esa manera, pero su escrito me hace reflexionar sobre el hecho de que no lo sabré hasta escribirlo.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Andrea, gracias por tu comentario. Los altos niveles de frustración están relacionados con la sobredimensión de nuestros propósitos.
JONATHAN ALEJANDRO CORTES BALLEN dijo:
Soy Jonathan Cortes estudiante de la universidad de la salle en la especializacion .
Este texto ofrece una visión comprensiva de las dificultades que enfrentan los maestros universitarios al escribir textos académicos, proporcionando valiosos consejos para superar estos obstáculos. Su enfoque práctico y empático lo convierte en una lectura inspiradora para quienes enfrentan desafíos similares en su proceso de escritura.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Jonathan, gracias por tu comentario. ¡Buena cosecha escritural!
Luis Carlos Villamil J dijo:
La alambrada del comienzo del comienzo
El comienzo del comienzo para quien se atreve a escribir, representa una lucha complicada, porque, es como estar en un cuadrilátero donde nos enfrentamos a los ataques del perfeccionismo (enemigo acérrimo de lo bueno) y la esquiva originalidad, pero también, a los embrujos del supuesto fracaso, en medio de las inesperadas arremetidas del pánico ante la crítica de lo que no hemos iniciado.
Es el comienzo del comienzo, esa intrincada alambrada que solo se puede superar si de verdad queremos sentarnos a escribir.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Luis Carlos, gracias por tu comentario.