Buena parte de las creencias que defendemos ardientemente como propias en realidad son heredadas.
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La creencia lucha por conquistar a la verdad, pero esta última la considera indigna de sus favores.
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La semilla de la creencia necesita para crecer el abono fértil de nuestros padres y el agua lluvia de la tribu.
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Una gran puerta abierta tenemos para las creencias cuando somos niños y un reducido espacio al llegar a viejos. De la credulidad a la incredulidad transcurre el ciclo de nuestra vida.
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Las creencias y las costumbres son hijas de la misma madre, la repetición.
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Cuando las creencias miran hacia el futuro se las denomina ideales; cuando observan hacia el pasado, convicciones.
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Lo que llamamos opinión pública no es otra cosa que el rumor vuelto creencia.
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Las creencias se fascinan con el espejo; de allí por qué les guste tanto las sectas y las hermandades.
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Lo más difícil de compartir nuestras creencias es que terminamos, sin proponérnoslo, adoctrinando a quienes nos escuchan.
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Para bien o para mal, los educadores son los profesionales de inculcar creencias.
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Hay creencias que sacan de los hombres sus mejores talentos; otras, por el contrario, permiten poner afuera lo peor de sus pasiones.
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Las creencias más celadas por la tradición de los pueblos son los valores.
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Las creencias son de origen popular; el saber, aristocrático.
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Se puede creer en el absurdo como también en lo más disparatado. El radio de acción de las creencias es mayor que el de la ciencia y la lógica.
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Hay credos que son cabestros y credos que son riendas para gobernar nuestra vida.
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Las religiones son, en su esencia, la ramificación compartida de una creencia.
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Los llamados medios masivos de comunicación actúan hoy como los antiguos inquisidores: convierten las creencias de unos pocos en la opinión de la mayoría.
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Miradas en retrospectiva algunas creencias pueden parecer irrazonables; puestas en prospectiva, son principios rectores no sólo útiles sino justificables.
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Los sectarios ven creencias equivocadas por todas partes. Un sectario tiene delirio de creencia.
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El creyente confía en sus creencias como el chamán en sus talismanes.
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Las creencias absolutas son la fe; las creencias relativas, opiniones.
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El juicio es juez para la creencia: pide pruebas, exige testigos, acude a las evidencias.
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La duda es el demonio tentador de la creencia.
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La tragedia de las creencias es que partiendo de un punto de vista terminan convirtiéndolo en el único mirador.
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El fanatismo es el brazo armado de las creencias.
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Cuando las creencias son vistas por Medusa se convierten en dogmas.
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Aprendamos de la etimología: el creer proviene del corazón y no de la cabeza.
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La mejor fórmula de los buenos modales de la creencia es ésta: “estaba equivocado”.
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Las creencias son nómadas; los credos, sedentarios.
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La creencia se entrega a la confianza con obcecado y ciego amor; de allí por qué sufra tantos desengaños y desilusiones.
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Las creencias son más sensibles al oído que a la vista. Por eso son otomaníacas y oftalfóbicas.
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Las creencias tienen una doble personalidad; cuando salen de día, se convierten en ideologías; cuando andan de noche, se asumen como imaginarios.
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Hay creencias por las que los hombres ofrecen su vida y creencias por las que los hombres dan muerte a sus semejantes. Sea como fuere, en los dos casos, el creyente perfecto está al borde de los límites.
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La razón pone en tensión a la creencia; así que es la elasticidad y no la rigidez la que muestra la calidad de las mismas.
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A la figura del rompecabezas de la creencia siempre le hace falta una pieza. Esa es su fuerza y su debilidad.
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El testimonio de la creencia sirve a los creyentes como substituto de la verdad.
Edwin Rodríguez Trochez dijo:
Maestro, hay creencias en todo, por lo tanto aveces nos definen o marcan nuestro carácter y personalidad. Cabe la posibilidad que nos lleven al cielo, pero también al delirio o al desvarío. Es así que cada persona lleva a sus espaldas como la imagen un montón de saberes, experiencias, ideas, creencias y credos que se van recopilando durante el transcurso de la vida.
Me hizo reflexionar está afirmación en su aforismo “Para bien o para mal, los educadores son los profesionales de inculcar creencias.” y eso me condujo a esta pregunta, desde su experiencia ¿Que podría hacer para fomentar buenas creencias o buenos principios? Gracias por su ayuda maestro.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Edwin, gracias por tu comentario. Reflexionar críticamente sobre las propias creencias es un buen recurso cuando queremos inculcar creencias en los demás.
Edwin Rodríguez Trochez dijo:
Maestro, muchas gracias compartir sus saberes conmigo. Trabajaré en mi auto reflexión critica. Gracias maestro.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Edwin, gracias por tu comentario.
Cesar Augusto Guerrero Mateus dijo:
Saludos doctor Fernando sigo su blog y pues me encanta leer las historias y textos puesto aqui. Más para las tareas del nivelatorio, el jueves a la hora que colgo lo de aforismos estab atrabajando en lastareas pero no entre poruqe a veces en tro en el dia a ver que ha subido. Pero me parece un espacio muy interesante y rico aprendizaje muy biueno el trabajo que esta aca saludos
fernandovasquezrodriguez dijo:
Este blog, al menos como he querido entenderlo, es un juego de pistas. Y lo mejor de elaborarlo es descubrir cómo cada lector sigue tales huellas.