(Motivado por el Concierto para guitarra N° 1, en La mayor, Opus 30 de Mauro Giuliani. Academy of St. Martin in the Fields Sir Neville Marriner; Guitarra: Pepe Romero)

Concierto para guitarra y orquesta de cuerda en La mayor, Opus 30

Arriba el sol y las nubes abriéndose. Amplias. Gruesas. Densas. Un rayo de luz metiéndose entre ellas, como apartando el gris blanco algodón. Un rayo diminuto, festivo, juguetón; un rayo victorioso y libre. Un rayo de sol… Abajo, la hierba y el agua corriendo, saltando entre las piedras; y un árbol gigantesco, repleto de hojarasca… Hay silencio. Amanece… Amanece… Varias flores hasta ahora se ponen su cabello de olor y sus manos blancas. Amanece… Y de pronto, súbitamente, un rayo de sol. Nuestro rayo de sol recorriendo todo el paisaje, todo ese verde de montaña… “Más luz grita una sombra”. Y el rayo se dedica a acariciar cada hoja, cada intersticio de rama, cada partícula de tronco… Luz, luz, de abajo hacia arriba… Subiendo o bajando la luz baña al árbol de color… Hay danza de amanecer. Una hoja se esconde, otra apenas aparece… El rayo de luz la busca, la busca. Hay danza de color… verde, ocre, marrón… amarillo resplandor, amarillo limón… más verde, más sol… Un rayo de luz pleno, redondo. Del cielo a la tierra como un rayo perfecto, como una línea iridiscente de color… Lentitud y fijeza… Amanecer lento y suave. Colores de un día brumoso… Y el viento, el viento aprendiendo a abrirse paso entre ese baile de color.  Viento, arpa en el aire; viento… caricia justa en cada cosa y en cada hoja; caricia limpia entre el paisaje de reciente vida nueva… El rayo de luz, el sol jugando a reconocer todas sus criaturas… Amanece… Tiernos son los colores a las cinco de la mañana. Hay ternura en la tierra cuando ha dormido tanto tiempo entre la noche… Anunciación. Luz, más luz; luz, más luz… Ya todo brilla. Hay plenitud. Y el viento ansioso por ser como ese sol. Poderoso e invisible. Piel de dios perfecta… Piel solamente y nada más…