Sea en un espacio educativo o de carácter informal, si hay interés y motivación por aprender, será fácil que emerja el ser del estudiante.

*

El gran conflicto del estudiante es éste: creer que su deseo por estudiar es proporcional a los logros de su aprendizaje.

*

Algunos estudiantes se sienten motivados hasta cuando descubren que el aprendizaje les exige renuncias y responsabilidades.

*

Los malos estudiantes esperan que sus maestros hagan lo que ellos deberían hacer por obligación o compromiso.

*

Lo que el estudiante reclama de la suerte debería confiárselo a la diligencia.

*

La deserción es el gran abismo para las aspiraciones del estudiante. Al retirarse, lo que era inicio de un vuelo se torna en caída plena.

*

El estudiante despreocupado y perezoso goza al entrar a la universidad; después de ingresar, padece cada día para lograr permanecer en ella.

*

El aprendizaje tiene para el estudiante las particularidades de los oasis: parecen cercanos y fáciles de llegar pero están lejanos y exigen buscarlos por días en el desierto.

*

A pesar de que el estudiante piense que su oponente es el maestro, debería reconocer que su genuino antagonista es el aprendizaje.

*

Son las dificultades al momento de aprender las que miden el verdadero o falso interés del estudiante.

*

El estudiante que espera la motivación externa provocada por el profesor, olvida que el maestro anhela esa motivación pero emanada de las entrañas del interesado por aprender.

*

Hay aprendizajes que parecen montañas; otros, extensas llanuras; y algunos más, insondables mares. En consecuencia, el estudiante debería saber que cada uno de ellos demanda un espíritu diferente: la atención del escalador, la constancia del caminante, la resistencia del submarinista.

*

Los estudiantes que confunden asistir con aprender son los mismos que se sorprenden o desaniman de sus bajos resultados académicos.

*

La voluntad por aprender hace que el interés inicial del estudiante se convierta en auténtico fervor. Sin voluntad, todo empeño será frágil y sin posibilidades de crecimiento. 

*

El estudiante, según lo pensaba Ortega y Gasset, es un ser a quien le es impuesta la necesidad de aprender. Sin embargo, en ello radica su mayor desafío: en interesarse por lo que a primera vista no le interesa.

*

De todas las virtudes del estudiante una de las más importantes es la dedicación. Gracias a ella el esfuerzo logra sus metas y el tiempo se convierte en un aliado más que un obstáculo.

*

Hay estudiantes que ya no necesitan ni de escuelas ni de maestros. A esos, podemos llamarlos profesionales del aprendizaje.

*

El maestro puede ser para el estudiante muchas cosas: una piedra de toque, un acicate, un enigma por resolver, un escalón, una inédita pregunta… Ya dependerá del estudiante saber convertir esas cosas en una ayuda o en un obstáculo.

*

Si como enseña la etimología, estudiar significa en su origen “estar empujado hacia adelante”; entonces, el estudiante necesita en algún momento de alguien que le propicie dicho impulso.

*

El estudiante cree que sus errores al aprender son un impedimento para avanzar cuando en verdad son oportunidades de mejora.

*

La mayoría de edad de un estudiante empieza con su autonomía al momento de aprender.

*

Los útiles recomendados por el maestro, que parecen accesorios a los ojos  del estudiante, son instrumentos de alta precisión para el aprendizaje.

*

Para mantener un buen estado físico en las pruebas del aprendizaje el estudiante debe hacer diariamente ejercicios de repaso.

*

Además de las tareas académicas y los compromisos de cumplir con normas y rituales, la época de estudiante de colegio es una de las más felices de nuestra vida. La razón: estamos exentos de atender a otras responsabilidades distintas a las derivadas del estudio.

*

Si el deseo de aprender es genuino la condición de estudiante es un estado de permanente asombro y proliferación de descubrimientos.

*

El estudiante novato supone que aprender es fácil e inmediato; el estudiante experto sabe que sin esfuerzo y tiempo no es posible comprender o tener una idea clara sobre determinado asunto.

*

La motivación que es llama, necesita de la persistencia del estudiante para convertirse en un constante ardor.

*

Las trampas que hace el estudiante mientras aprende no son engaños al maestro sino celadas para su propio futuro.

*

Los estudiantes haraganes andan siempre inventando disculpas y urdiendo marrullerías. Los gandules son adalides de la trampa y la inmoralidad.

*

Existen personas para las cuales resulta innecesario ser estudiante. Confían en la mera experiencia. Sin embargo, aún para aprender las cosas prácticas se requiere interés, curiosidad y dedicación.

*

Los peores estudiantes, los más problemáticos en clase, son aquellos que sufren de desdoblamiento. Es decir, son los que tienen el cuerpo en un lugar y su mente en otra parte.

*

El estudiante mediocre se conforma con el saber ya hecho y definido; el sobresaliente, se esfuerza por relativizar o cuestionar aquel saber consolidado.

*

El aprendizaje repetitivo y sin sentido que algunos estudiantes practican es, en su esencia, una forma de burla al saber.

*

Hay estudiantes que no soportan la pasión y el empeño con que sus maestros les enseñan. Estos maestros son para ellos como un contraste amplificado de su desinterés y su apatía.

*

Los estudiantes obsesionados únicamente por obtener altas calificaciones deberían reflexionar si ellas corresponden a un mayor grado de conocimiento. Entre otras cosas porque la inmediatez de la calificación no siempre le hace justicia a la mediatez del aprendizaje.

*

Hacer amigos, compartir experiencias, conversar interminablemente, y otros eventos similares que parecen ser algo adicional a las tareas regulares del estudiante, en realidad son aprendizajes definitivos en su desarrollo personal.

*

Si bien Ortega y Gasset decía que el estudiante trasegaba con “necesidades muertas”, no cabe duda de que los estudiantes aplicados son los que logran revivir aquella preocupación originaria por el saber.

*

Cuando se es estudiante, a pesar de las observancias y los reglamentos de la institución escolar, existe cierto placer –muy cercano a la travesura– en no entrar a clase de vez en cuando y quedarse hablando con amigos y compañeros de curso. Este placer subraya el sentido primero de la escuela: tiempo libre.