P: Para empezar, ¿de dónde nació El quehacer docente?

R: Surgió al igual que han nacido otros libros míos semejantes: de las propias necesidades de enseñar, del trabajo en el aula, del afán por ayudarles a mis estudiantes, de la reflexión sobre la propia práctica, de investigaciones cotidianas…

P: ¿Y si uno hace todo eso, es fácil llegar a publicar un libro como el suyo?

R: Lo fácil es tener una experiencia que sirva de motivo para los textos, lo difícil es tener el hábito y la persistencia para escribirlos.

P: ¿Y usted es disciplinado?

R: Sí, tengo la disciplina de escribir todos los días, en las mañanas, por lo menos tres o cuatro horas.

P: ¿Todos los días?, ¿Aún los festivos?

R: Todos los días. Ya es un hábito que se confunde con una pasión. Porque si no hay pasión al escribir todo queda en tareas o compromisos laborales. La pasión le quita a la disciplina su máscara de obligación asfixiante.

P: ¿Qué manía tiene al escribir?

R: Como todos los que tratamos de aprender a escribir, cargo conmigo una libreta de notas. Hago apuntes del natural, como los pintores, o esbozos de una idea, un cuento, una situación, un evento. Me considero un etnógrafo o un explorador de lo cotidiano.

P: Noto que buena parte de los textos de El quehacer docente están escritos a la manera de ensayos, ¿por qué?

R: El ensayo, como lo decía el maestro Alfonso reyes, es un centauro de los géneros y eso le da una flexibilidad especial, única. Es útil para hacer crítica, para analizar un problema o para, y eso sí que es importante, presentar una tesis personal, para hacer pública nuestra propia voz.

P: ¿Aunque noto que intercala otros géneros de escritura?

R: Sí, es algo que me ha interesado en éste y otros libros anteriores. El explorar en diversas mediaciones escriturales para interpelar a diversas audiencias: el contrapunto, el diálogo de herencia platónica, la crónica, el comentario, el guión, la carta, el aforismo…

P: ¿Hay algún texto de este libro por el cual sienta más afecto?

R: El mayor afecto siempre es por el texto que se está escribiendo en el momento. Pero en este libro voy a publicar un método personal de hacer análisis de contenido, un método que entre otras cosas ya lo han validado los estudiantes de la maestría en Docencia y otros estudiantes de posgrado.

P: ¿Por qué la imagen de la portada?

R: La idea que le confié al ojo creativo de Paola Rivera, la diseñadora de nuestra Universidad, fue la del espiral, de la evolución, un símbolo de la formación incesante, de lo que empieza como una pequeñez pero que tiene la posibilidad de expandirse hasta lo ilimitado… Porque en eso consiste el quehacer docente: en crear condiciones para que otro ser se desarrolle, para que ensanche o despliegue sus posibilidades y talentos…

P: ¿Tiene algún nuevo proyecto de escritura?

R: Desde luego que sí. Ya está en proceso de diseño un nuevo libro sobre el ser de la poesía y las particularidades del texto poético, se llama La palabra inesperada….

P: ¿Le gusta mucho la poesía?

R: Si uno quiere darle plasticidad a sus ideas lo mejor es frecuentar la palabra relacional de la poesía. El lenguaje poético hace que los conceptos se tornen plásticos y más plurales para el lector.

P: Y para terminar, ¿a quién está dedicado este libro?

R: Lo he dedicado a mis colegas de la Maestría en Docencia con quienes he compartido y discutido muchas de las ideas contenidas en la obra, y a mis alumnos, que son el motivo y el objetivo final de esta publicación. Mis estudiantes que constituyen la otra opción vital, el otro motivo por el que considero tiene sentido mi existencia.