Soy un convencido de que los proyectos movilizan la vida de las personas. Cuando tenemos en la mente y en el corazón una meta, un propósito, un ideal, más animados nos sentimos y menos importancia le damos a los contratiempos y a las dificultades cotidianas de nuestra existencia. Si tenemos un proyecto en curso, si somos capaces de mantener viva una utopía, este objetivo se convertirá en una especie de sol hacia el cual girará o tenderá nuestro espíritu.
Pero, siendo esto tan razonable o provechoso, ¿por qué muchas personas no cuentan con esa mira o propósito jalonador? Diría que una primera explicación proviene de no haber jerarquizado los intereses en la propia vida. Por no diferenciar lo prioritario de lo secundario, por estar presos de las melosas garras de lo urgente, terminamos entregando nuestros días y nuestros años al vaivén de lo que venga, convirtiéndonos en autómatas sin dirección alguna. En consecuencia, lo fundamental para tener un proyecto vivo y andando es aprender a ponderar y aquilatar los asuntos y las acciones en las que participamos. Priorizar, entonces, es dedicar más tiempo a unos asuntos que a otros, es organizar de mejor manera nuestros ingresos con el fin de que sobre un excedente para garantizar la realización de dicho proyecto, es aprender a decir no a los que nos descentran de la meta y hacer caso omiso de las engañifas de la masa novelera.
He comprobado que hay otra razón: un buen número de individuos identifican su proyecto pero confían en que se realice sin trabajar en él, sin labrarlo o cultivarlo diariamente. Esperan que sean las circunstancias externas o la buena fortuna las que hagan florecer ese ideal. O, muy de vez en cuando, cuando los agarra el remordimiento, retoman el ansiado proyecto para darle continuidad o desarrollo. Sin embargo, a los pocos días vuelven a dejarlo de lado, distraídos por otros menesteres de turno. Esa parece ser otra causa por la cual hombres y mujeres van abandonando sus aspiraciones. Les falta constancia, persistencia, disciplina, para trabajar en el logro de ese sueño todos los días, así sea aportando un insumo mínimo al caudal esperado o adelantando una parte pequeña de la gran tarea.
De igual modo, he descubierto que las personas fracasan en el logro de sus proyectos porque no saben hallar aliados idóneos para dicho fin. Lo frecuente es lo contrario: se buscan compinches que terminan desalentándolos o llevándolos por vías erráticas cuando no inauténticas. Razón tenían nuestros mayores al señalarnos que de la elección de nuestras compañías dependía, en gran medida, el alcance de muchos de nuestros ideales. Es conveniente, por lo mismo, saber escoger los amigos y compañeros de acuerdo a esa utopía puesta en nuestro horizonte. O si se quiere entender de otra forma: es menester que las personas del núcleo familiar o afectivo, o esos otros seres que están cercanos a nosotros sean cómplices reales y efectivos de nuestro proyecto. No son suficientes, por lo mismo, las muestras de cariño apáticas por ayudarnos a conquistar un logro o el colegaje que se solaza con nuestro conformismo.
Cabría exponer otra causa de la falta de proyectos de un buen número de personas. Me refiero a un conformismo o resignación constante bien sea sobre lo que se es o se posee. Resulta más fácil, por supuesto, no imponerse retos o trazarse objetivos de largo alcance; es menos preocupante colocarse una tarea que sabemos de antemano va a demandar demasiado esfuerzo y dedicación. A veces resulta cómodo decir que hay que aceptar las cosas como vengan o que no vale la pena desgastarse en luchar por fantasías. Hasta cierto tipo de creencias contribuyen también a enajenar la voluntad o la iniciativa. Tal vez por todo ello, los que izan la bandera de un proyecto no solo deben tener la fortaleza suficiente para enfrentar las limitaciones personales y sociales que tengan sino, además, ser incrédulos ante los fatalismos o los destinos predeterminados. Si no hay esa veta de inconformismo o de corajuda rebeldía en el espíritu será imposible emprender una utopía.
Recalquemos en nuestra tesis inicial: las personas que mantienen vivo un proyecto son las más optimistas y las que contribuyen con ahínco a mejorar la sociedad o hacer algo por los demás. Si se tiene un ideal en nuestro espíritu tendremos razones de peso para levantarnos todos los días y enfrentar las adversidades. El tener la mente ocupada en un proyecto favorece la salud interior, nos rejuvenece el cuerpo y, de alguna forma, nos hace sentir útiles y necesarios. No hay que olvidarlo: las personas con un proyecto viven su existencia como si estuvieran lanzadas permanentemente hacia el futuro.
Lixa Milena Rojas Arenas dijo:
Los sueños e ideales son cosas que nunca dejamos de lado, ellos siempre están con nosotros. La lectura es muy asertiva desde el momento que nos indica que los proyectos son nuestros horizonte. Lastima que esa perspectiva se trabaje con los estudiantes y el enfoque que allí se hace como temas sueltos por llenar unos espacios en las clases de ética o en religión, cuando debería estar ligada en todas las dimensiones artísticas, sociales, económicas, académicos, etc. Gracias por invitarnos a esta motivación de no desvanecer ante las adversidades. Porque iniciando van a hacer enormes para mí.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Lixa Milena, gracias por tu comentario.
Germán Diego Castro C. dijo:
Que buen texto: es para leerlo y seguirlo paso a paso para aplicarlo realmente y no claudicar en el intento, tal como lo manifiesta el escrito. Y como dice al final, si se tiene un ideal, un proyecto, es una razón de peso para LEVANTARSE TODOS LOS DÍAS Y ENFRENTAR LAS ADVERSIDADES y fatalismos, que una sociedad acostumbrada al fracaso quiere imponer al que quiere evadir el cerco.Pues, es más fácil claudicar (es lo corriente) que seguir en el intento a pesar de todo lo que se oponga, que comienza a veces con los seres más cercanos.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Germán Diego, gracias por tu comentario.
Cecilia Bustamante dijo:
Apreciado Maestro:
Nuestra vida se caracteriza por enfrentarse a diferentes cambios. Muy seguramente, la oportunidad de crear un proyecto se presenta cuando nos sentimos sin rumbo, o quizás cuando queremos establecer prioridades, en estos momentos, es cuando consideramos llevar a cabo un plan.
Estoy de acuerdo cuando dices: “los proyectos son los que movilizan la vida de las personas”, porque, se encargan de estructurar nuestra vida mientras a través de su realización, crecemos y cambiamos.
Es pertinente recordar, que en un ensayo anterior hablabas de los roles, que como en una obra de teatro en la vida cotidiana desempeñábamos varios. Aquí también, debemos pensar en los que se quieren formalizar en un futuro, si son los que se están desempeñando ahora, o son otros roles definitivamente los que se quieren redimir (uso el termino redimir, porque lo que sé de esta expresión es que significa pagar un precio). De ahí que cueste lo que cueste, nos corresponde sacar de nuestra lista, aquellos roles que nos estresan y añadir los que queremos que sean parte nuestra a futuro; en cuanto a, poder desempeñar esos roles, me parece que debemos pensar en las fortalezas o vacíos físicos, emocionales y de relaciones, respecto de nuestros sueños, para empeñarnos en trabajar para ello, porque como dices: “no se puede confiar en que un proyecto se realice sin trabajar en él, sin labrarlo o cultivarlo diariamente”. De ahí que, debemos empezar muchas veces por cambiar los paradigmas para ver las cosas desde una perspectiva diferente y de esta forma poder avanzar.
Así también, me parece importante la afirmación: ”hallar aliados idóneos para dicho fin”, pues sin ellos es difícil conquistar nuestras metas; hay que reconocer que otros tienen ideas o acciones que pueden contribuir a nuestros propósitos. También dices que ”lo frecuente es lo contrario: buscar compinches que terminan desalentándolos o llevándolos por vías erráticas cuando no inauténticas”. A este respecto, he visto que a veces la envidia de otros no deja progresar, por eso hay que saber rodearnos de esos compinches, que nos digan la verdad aunque nos repiquetee duro en el momento, y que nos quieran. Porque así sabremos que anhelan lo mejor para nosotros y buscan nuestro mejor estar.
Estoy de acuerdo que sin un proyecto estamos muertos en vida porque “no sabemos para donde vamos” y seremos víctimas de las frecuentes “engañifas” que frecuentemente se presentan y nos distraen de nuestras auténticas metas.
Me parece importante terminar el comentario con esta frase de Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Es una frase que me la he encontrado varias veces desde el año pasado, y creo que vale la pena tenerse en cuenta para poder lograr propósitos diferentes.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario.
Diana Marcela dijo:
Y cada vex que culminanis uno, no termina todo, por el contrario, nos preparamos para la conquista del siguiente de nuestra lisra de prioridades Por elli es tan o mas importante el camino mismo que el proyecto mismo y es en ese trayecto donde algunos hemos tenido que aligerar nuestro equipaje de relaciones limitantes y cortantes de nuestras alas naturales de conquistadires al recordar la bella frase de Eleanor Roosvelt: “el futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Diana Marcela, gracias por tu comentario.