Obra del artista húngaro Cerkahegyzo.

Obra del artista húngaro Cerkahegyzo.

No obstante la terquedad de algunos profesores de educación media y superior por solicitar en sus clases ensayos de larga extensión (más de 10 páginas), puede resultar interesante explorar en las posibilidades de elaborar este tipo de escritos en una página. Tal opción, además de permitir la evaluación detallada y personalizada de la escritura, es un excelente recurso didáctico para aprender las particularidades de un texto argumentativo.

En esta perspectiva, he invitado a mis estudiantes de primer semestre de la Maestría en Docencia de la Universidad de La Salle a escribir un ensayo de cuatro párrafos. El tema, en esta ocasión, debe estar relacionado con algún aspecto del proyecto de investigación en curso. El contenido de cada uno de los párrafos es el siguiente:

En el primero se expone de manera sucinta y directa la tesis. Es decir, la postura personal del ensayista frente al tema en cuestión. La tesis, hay que recordarlo, es una proposición o afirmación en la que, de manera novedosa, se toma una posición, un punto de vista o una crítica a determinada temática. Desde luego, para lograr una tesis de calidad es necesario reflexionar y meditar el motivo de nuestro interés. En determinadas ocasiones es útil documentarse, leer fuentes especializadas o someter el tema a un profundo análisis. Dos o tres líneas pueden ser suficientes para lograr este objetivo.

El segundo párrafo da inicio a la argumentación del ensayo. Ahora toca buscar razones que avalen, soporten o refuercen nuestra tesis. Y dentro de las variadas formas de persuadir, una de las más socorridas es la de utilizar los argumentos de autoridad. Se trata de buscar fuentes o autores de alto reconocimiento (validados en un campo del saber) que puedan respaldar nuestra tesis. Así que no son referencias indiscriminadas; más bien es la pesquisa minuciosa de una frase, una cita, un fragmento de un libro o una investigación que esté en sintonía con nuestro planteamiento. Dicho aval se entrecomillará y será referenciado según el sistema de citación elegido (para el caso nuestro, seguiremos las orientaciones de la APA). Pero no basta con transcribir la cita en nuestro segundo párrafo. Es importante engarzarla o glosarla para que se articule con la tesis enunciada. Aquí vale la pena decir que los argumentos de autoridad hay que irlos tejiendo con la tesis; apropiarlos, darles el tono adecuado con el fin de que armonicen con nuestro planteamiento.

Para el siguiente párrafo podemos echar mano de varias alternativas: usar argumentos basados en ejemplos, deducciones, inducciones o analogías. En esta oportunidad, recurriremos a la última estrategia mencionada. Es sabido que la analogía es una forma de razonamiento en la que, valiéndonos de comparar realidades diferentes, notamos semejanzas entre ellas, útiles para nuestro propósito argumentativo. Desde luego, no basta con enunciar una comparación; cuando se utiliza la analogía debe desarrollarse, mostrando de qué manera cada rasgo o aspecto de la relación establecida contribuye a fortalecer la propuesta vertebral de nuestro ensayo. Las analogías no son símiles gratuitos sino comparaciones enfocadas a un fin determinado.

Finalmente nos queda el último párrafo. Un apartado para cerrar nuestro escrito. No es cuestión de hacer una conclusión, sino de rubricar o fortalecer la tesis que traíamos entre manos. Aquí es el momento para ofrecerle al lector otras razones inobjetables o señalar otras posibles vías argumentativas. Y una característica adicional: el último párrafo debe tener la misma contundencia del primero.

Esa es la estructura básica de un mini-ensayo. Esos cuatro párrafos –si se elaboran con cuidado– pueden dar cuenta de las particularidades de un texto argumentativo. No sobra recordar que son igualmente importantes las conexiones lógicas empleadas, para darle cohesión y coherencia al escrito. Los conectores son como los hilos que van zurciendo las ideas; las bisagras que articulan interna y estructuralmente los cuatro párrafos antes mencionados. También será importante prestarle atención al título del ensayo. Hay que buscar un título sugestivo y relacionado con la tesis. El título debe orientar al lector; servirle de provocación o incitación a la lectura.

Sirvan las anteriores ideas de referencia y estímulo para los aprendices de escritura argumentativa en esta modalidad reducida. La apuesta, en consecuencia, no aboga por la cantidad de páginas sino por la concentración y calidad de las ideas. Si meditamos y tenemos clara una tesis y sabemos articularla con los diversos tipos de argumentos seguramente el resultado será provechoso. El mini-ensayo puede ser una buena estrategia didáctica de escritura para foguear a los estudiantes en los vericuetos de la argumentación antes de lanzarlos a producir un texto de más largo aliento o con una mayor complejidad.