La poesía toma la realidad más conocida, la transforma en versos y nos la restituye para que podamos, de nuevo, admirarla.
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La poesía es una escuela de la sensibilidad. A través de ella, aprendemos a pasar de la inmediatez de la emoción a la mediación de los símbolos. La metáfora es un cambio de lugar de nuestras emociones: la mano pierde su pesadez para convertirse en una leve caricia.
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La poesía es el lenguaje añejado. La palabra cuidadosamente destilada. Por eso, hay que beberlo a pequeños sorbos, paladeando cada línea, disfrutando el aroma de sus imágenes.
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El poeta prefiere, como el aforista, el trabajo en miniatura. Y al igual que los orfebres más experimentados, deja ver su calidad en el terminado de los detalles. Poeta y orfebre son artesanos de la sutileza.
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El poeta es un cazador de instantes. Es decir, debe –con su red de palabras– atrapar el evanescente futuro antes de que se convierta en un sólido pasado.
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Las metáforas son una construcción del poeta para darles una nueva identidad a las cosas. Las nominaciones del poeta son, en verdad, una réplica del mundo y de la vida.
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A veces, nos resultan extrañas o incomprensibles algunas imágenes empleadas por los poetas. Es normal: el poeta nos pide cambiar de diccionario. En el mundo en clave de las relaciones, esto puede ser aquello, lo otro es asimilable a otra cosa; nada está suelto, todo se encuentra infinitamente entrelazado.
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Los poetas sufren por lo mismo que es su virtud más desarrollada: la sensibilidad. Tal delicadeza les permite gozar de muchas cosas, pero también es la causa de atípicos pesares.
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Sea como canto o elegía, celebrando la vida o la muerte, la poesía siempre ha sido una exaltación. Nada deja de conmover al poeta: todo lo que sucede o está ante sus ojos continúa siendo digno de alabanza. Los poemas son el testimonio de ese incesante asombro.
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La poesía y la música han mantenido desde siempre una estrecha relación. No solo porque han hecho del ritmo su recurso emocional, sino porque el ritmo es el mejor conductor del fluir de la vida.
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Coleridge dijo que la poesía era la emoción recordada en tranquilidad. Eso parece razonable. La mera pasión o el intenso sentimiento no producen poesía; es necesario que los briosos corceles del frenesí abreven primero en las aguas amargas del río Mnemósine. La rememoración es la genuina inspiración de los poetas.
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Las palabras para el poeta tienen peso, forma, color. Además del significado, él entrevé en ellas texturas y sonoridades, filiaciones y resistencias. Para el poeta, las palabras son su laboratorio y su taller, su paraje de caza y su porfiada aspiración alquímica.
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Observados de manera vertical, los versos parecen un listado de palabras; puestos de forma horizontal, se asemejan a la silueta de un encefalograma. Así las cosas, lo largo o lo corto de los versos tiene que ver con las alteraciones sensibles del corazón del poeta.
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Hay cosas que, por ser tan cotidianas, ni siquiera nos percatamos de su existencia. Ese es el caso del aire que respiramos. La poesía es la encargada de ayudarnos a entrever esas realidades inadvertidas. Eso que Rainer María Rilke llamaba las “presencias angélicas”.
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La poesía es un espejo para reconocernos. Y también es una especie de escudo para proteger nuestro espíritu de la desesperanza y el simplismo existencial.
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A veces, la poesía cumple el papel de ser traductora de los mudos sentimientos. En otros casos, es el heraldo de algunas de nuestras certezas.
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La poesía se asemeja a esa literatura sapiencial que se hace más necesaria cuantos más años tenemos. La poesía es un refugio para el alma; un murmullo sonoro capaz de aconsejarnos en circunstancias esenciales o determinantes de nuestra vida.
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La poesía es más que palabras bonitas o rimadas; es mucho más que los mensajes provocados por los amores adolescentes. La poesía es otra forma de conocimiento. Otra manera de entender y comprender lo que somos.
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Algunas metáforas tienen un ciclo de vida interesante. Primero, son términos extraños, usados por una minoría; después, con el trajín del habla, van convirtiéndose en palabras corrientes, utilizadas por gente común en situaciones cotidianas: “la pata de la mesa”, “el ojo de agua”, “un cielo raso”, “la primavera de la vida”…
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La aparición del amor –con su exaltada alegría– despierta en las personas el deseo de expresarse poéticamente. Es tan avasallador e inexplicable este sentimiento que no queda otro recurso que decirlo mediante símiles o imágenes. Hablar en metáforas es la forma como se comunican los poseídos por las lenguas de fuego de la pasión amorosa.
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Poema: instantánea de nuestro paisaje emocional.
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Los poemas necesitan ser leídos en voz alta para recuperar la música oculta entre los vacíos de cada verso.
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Los poetas de cabecera –esos que leemos con frecuencia– se parecen mucho a los amigos de toda la vida: no son muchos y están ahí cuando más los necesitamos. Tales poetas son, en propiedad, los amigos del alma.
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La manera como se organizan las palabras y se atiende el ritmo de la frase, la precisión en los términos, la concreción de una idea en cortos enunciados, la corrección permanente en pos de lo esencial y necesario… Todo eso, que es lo propio del aforismo, puede aplicarse también a la escritura de un poema. Con una salvedad: el primero desea zaherir nuestra mente; el segundo, despertar nuestro corazón.
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En muchos casos, lo único que el poeta tiene al inicio de su labor es una desazón, un malestar interior que no lo deja estar tranquilo. La escritura del poema es su manera de buscar una explicación a esa profunda inquietud. El resultado no es un objetivo establecido, sino un lento hallazgo.
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¿La inspiración es la caprichosa bondad de los dioses? Es posible. Mejor creer que es la concentración suprema de las facultades creativas del poeta.
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Hay algo intraducible en la poesía; algo que se niega a ser transferido a otro idioma. La razón: la música del lenguaje es tan particular que termina volviéndose un mensaje secreto.
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Los poetas son fieles seguidores de las religiones animistas: descubren un alma en cosas aparentemente inanimadas.
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Los poetas fueron expulsados de la República de Platón porque habían anunciado un mundo menos perfecto que las utopías y más hermoso que las ideas incorpóreas.
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¿Para qué poesía en tiempos de penuria?, se preguntaba Hörderlin. Para tener un testimonio de la herida, dirán algunos; para calmar un poco ese sufrimiento, afirmarán otros. Para conmover a los insensibles, confesará el poeta sobreviviente del holocausto.
(De mi libro Pensar en aforismos. Meditaciones para estimular el espíritu, Kimpres, Bogotá, 2015, pp. 217-223).
Marina Cortés Reyes dijo:
1. SÍMIL O COMPARACIÓN: Un bisonte guía a su manada, una manada que confiando ciegamente sigue a su líder, igual que un maestro nos orienta para alcanzar la cima donde un hombre jamás ha llegado, pero seguimos escalando y en ese continuo ascenso recoger el justo reconocimiento al esfuerzo.
2. ANTÍTESIS: El hecho de no exigir ni impartir justicia, de por sí es ceder a la injusticia.
3. PARADOJA: Si existe justicia divina nadie quedará exento de pagar, excepto quienes estén dispuestos a creer.
4. IRONÍA: La justicia sólo existe en el momento de quien necesita juzgar, pero muere cuando el juzgador comienza a ser juzgado.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Marina, gracias por tu comentario. Te invito a subir estos aforismos en la entrada “Puntos de referencia para elaborar aforismos”.
Marisol Avellaneda R. dijo:
Marisol Avellaneda R.
Primero que todo muy hermosos los escritos que se encuentran en este blog .
A través de la poesía manifestamos nuestro ser, la poesía nos cambia el nombre y el color de las cosas, nos da luz, nos da paz, y nos hace sentir. Con ella vivimos y aprendemos de su compañía en todos los momentos de la vida, Ella hace que nazca en nosotros la sabiduría, nos da el despertar, nos da el poder de describir los que somos y sentimos. Cuando la poesía suena retumba en nuestro corazón y por eso se convierte en la inspiración de quienes hablamos el mismo idioma .
fernandovasquezrodriguez dijo:
Marisol, gracias por tu comentario.
Sandra Patricia Barrera Ramirez dijo:
Apreciado escritor Fernando esas palabras sobre la poesía me hacen sentir viva ya que me gusta la danza y me doy cuenta que para expresar mis sentimientos no necesito de gritarlo a los cuatro vientos, sino que lo puedo hacer por medio de lo que mas me gusta “DANZAR” es aquí donde puedo ver que quien hace lo que le gusta con amor lograra ser una persona libre, no importando sus problemas, sus aciertos, sus valores, sus actitudes y sus aptitudes. Gracias maestro.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Sandra Patricia, gracias por tu comentario.
Martha dijo:
Es un poco tarde ya, pero leer sobre los poemas hace que se despierte en mi la curiosidad por estos escritos y volver a retomar el habito de su lectura.
ademas cada una de sus palabras sobre este tema son acertadas e interesantes, gracias por cada una de ellas.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Martha, gracias por tu comentario.
Cecilia Bustamante dijo:
SOBRE LA POESÍA
Doctor Fernando:
Qué bueno que traigas estos temas como bocado exquisito en tiempos tan inciertos.
Me llaman poderosamente la atención varios párrafos con los que estoy plenamente de acuerdo.
“La aparición del amor –con su exaltada alegría– despierta en las personas el deseo de expresarse poéticamente. Es tan avasallador e inexplicable este sentimiento que no queda otro recurso que decirlo mediante símiles o imágenes. Hablar en metáforas es la forma como se comunican los poseídos por las lenguas de fuego de la pasión amorosa”.
“Poema: instantánea de nuestro paisaje emocional”.
Pero la amistad también tiene cabida aquí. Aunque ha pasado a convertirse en un tema utópico en este mundo globalizado, de relaciones basadas en la inmediatez y la superficialidad, donde las personas cada vez más son incapaces de poner de lado sus intereses y construir realmente un vínculo de amistad duradero y sólido, se puede decir que la amistad es una relación afectiva establecida entre dos o más individuos, a la cual están asociados valores como la lealtad, la solidaridad, la incondicionalidad, el amor, la sinceridad, el compromiso, entre otros, y que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo.
Las amistades, no obstante, tienen diferentes grados de compenetración. Desde los amigos con quienes sentimos relaciones más lejanas, hasta aquellos con quienes el trato es tan estrecho que los consideramos “amigos excepcionales”, otorgándole a la amistad un grado de superioridad sobre las otras.
La amistad no solamente surge con quienes tenemos más afinidades en cuanto a gustos e intereses, o con quienes tenemos más parecido, sino que puede aparecer entre personas muy dispares, pues una buena amistad complementa y enriquece a la persona, no solo en el intercambio de ideas, información y sentimientos, sino también en el hecho de compartir los buenos y malos momentos de la vida.
Hay un excelente poema de Jorge Luis Borges que refleja muy bien el sistema de los amigos y expone lo siguiente:
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,
que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuándo no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón
y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Más también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrán de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.
“La poesía es un espejo para reconocernos. Y también es una especie de escudo para proteger nuestro espíritu de la desesperanza y el simplismo existencial”.
Feliz mes del amor y la amistad para ti y todos los que participan y se nutren de este interesante blog.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario. Un fuerte abrazo.
Richar Adrián Rojas Alfonso dijo:
No soy poeta, aunque la sensibilidad hace parte de mi diario vivir, por esta razón adhiero este pensamiento a lo más profundo de mi ser…“Los poetas sufren por lo mismo que es su virtud más desarrollada: la sensibilidad. Tal delicadeza les permite gozar de muchas cosas, pero también es la causa de atípicos pesares”…Soy sensible, como un infante diáfano que recibe palabras frías de todas las gentes, las cuales duelen más que un puñal.
Soy sensible, como la improvisación me resbalo entre los nubarrones de hilo y mi persona se calma para renunciar a mi institución, para sentir el entusiasmo y buscar en un milésimo del tiempo, fórmulas quimeras, acontecimientos de magia e ilusiones, para ser un verso en el gran infinito como excéntrico trovador y deponer a la sabiduría y perfeccionar el alma; soy sensible y eventual, soy un perturbado repelente, soy afectuoso, a veces, soy mi cariñosa entidad, soy la vida…soy poesía.
A pesar de todo…soy sensible y ello me da vida.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Richar Adrián, gracias por tu comentario.
Marleny Mendez dijo:
Escritor Fernando, enhorabuena su escrito sobre la poesía, en el colegio “Heladia Mejia” van a hacer el reencuentro con la poesía, y me pareció excelente reenviar a los docentes de español este, su escrito. Gracias
Enviado desde mi iPhone
fernandovasquezrodriguez dijo:
Marleny, gracias por tu comentario. Celebro ese reencuentro con la poesía en la institución mencionada.