
Ilustración de Gurbuz Dogan Eksioglu.
Los diferentes ejercicios de escritura que he venido llevando a cabo, durante varios años, con estudiantes de posgrado, me han llevado a reflexionar sobre los obstáculos más notorios para lograr una buena tarea u obtener avances significativos en determinado campo del saber. Dichas trabas son recurrentes y creo que pueden aplicarse a estudiantes de todos los niveles educativos.
El primer obstáculo es la dificultad para seguir una instrucción o atender a determinadas indicaciones. Las tareas de escritura, en el caso de la Maestría en Docencia, van acompañadas de una guía o una serie de indicaciones muy en la línea de una secuencia didáctica. Tal opción se debe a una convicción: no se aprende a escribir con recomendaciones generales, no es suficiente con la motivación o la mera formulación de la tarea. Acá los maestros necesitamos tomar más en serio los pasos, las técnicas, el tiempo, los instrumentos o herramientas que entran en juego cuando tenemos como norte elaborar una reseña, un ensayo o un aforismo. Dar por supuesto todos esos elementos o características es poner al estudiante en el aprieto de no saber cómo hacerlo o, lo más grave, suponer que el logro es fruto del chance, la inspiración o la improvisación. La investigación que realicé sobre los escritores expertos, recogida en mi libro Escritores en su tinta, me mostró que sin los borradores y el continuo trabajo de corrección es muy difícil aprender a escribir. Que es reescribiendo como se va eliminando el fárrago, la confusión, la imprecisión semántica. Es más, que si no hay esa labor de relectura sobre lo escrito nunca sabremos de los juegos de lenguaje o las posibilidades que encierran las palabras. De igual modo, pude constatar que muchos de los grandes escritores hacen una aduana copiando a sus maestros de escritura. Que imitar no riñe con la creatividad; que esa tarea de transcribir a un escritor experto entraña un beneficio poco visible: el de ir incorporando esquemas de construcción, estructuras que son la base o el soporte de las tipologías textuales. Por eso, si se pasa por alto una indicación, una actividad dentro de un proceso, con sorpresa veremos al final que no hemos alcanzado el objetivo o que, por descuido o pereza, terminamos haciendo lo que no correspondía.
Un segundo obstáculo, y en este blog pueden consultarse varias entradas al respecto, es la poca atención al cultivo del pensamiento. Pienso que nos hemos quedado cortos en los currículos y los planes de formación sobre esta prioritaria función de la educación. Temas como el pensamiento crítico, la lectura crítica, el aprender a argumentar, o procesos de pensamiento como la inferencia, la analogía, la disociación, deberían ser propósitos cotidianos en las diversas asignaturas o espacios formativos. Creo que al dejar huérfanos a nuestros estudiantes de estas operaciones básicas lo que propiciamos es un subdesarrollo mental, una minusvalía intelectual que conlleva a que sean meros consumidores de información y muy poco productores de conocimiento. Quizá, por eso mismo, notamos en nuestros estudiantes la pobreza en los análisis o en los productos que presentan; tal vez por eso también, las nuevas generaciones son tan proclives al consumismo y al seguimiento acrítico de creencias o ideas fanáticas; a lo mejor ahí esté la causa de un conformismo o pasividad como ciudadanos o miembros de una comunidad. Pienso que nos ha faltado tomarnos más en serio los aportes de la lógica y la dialéctica clásica, las contribuciones de la teoría de la argumentación y todos los avances hechos por las neurociencias y las investigaciones recientes sobre del aprendizaje. Como hemos naturalizado el pensar, suponemos erróneamente que no hace falta ponerlo sobre la mesa de nuestras preocupaciones de enseñanza. Tal equívoco se multiplica cuando los mismos estudiantes, presos por el afán de obtener los contenidos disciplinares o las aplicaciones inmediatas, consideran una pérdida de tiempo el aprender a describir, analogar, contrastar, derivar, abducir, refutar o defender una tesis. Las más de las veces, si de esto se ocupa juiciosamente un maestro, los alumnos asocian esos ejercicios con temas abstractos de filosofía o con actividades poco prácticas, dejándolos al garete o ignorando su real dimensión. En consecuencia, los aprendices prefieren renunciar a formarse para alcanzar el sueño kantiano de una mayoría de edad de la razón.
El tercer obstáculo, muy propio de culturas del trópico, es la falta de planificación para desarrollar una tarea. Nos cuesta demasiado adquirir el hábito o tener la disciplina para ir poco a poco, día a día, conquistando una obra o ejecutando un proyecto. Hay como un afán por obtener resultados mágicos e instantáneos. El aburrimiento o la desmotivación parecen arruinar cualquier meta de largo aliento; la menor dificultad hace que abandonemos o renunciemos a algo que a todas luces puede repercutir en nuestro propio beneficio. Precisamente, el tema de la planificación de la tarea, su regulación y control es una de las condiciones fundamentales de los buenos estudiantes o la garantía para que haya un aprendizaje de calidad. Aunque sé que hay otras razones para proceder así, considero que el endiosamiento del éxito orquestado por los medios masivos de información, la invitación a la riqueza rápida proveniente del mundo de la mafias, y una creencia generalizada en el golpe de suerte o el milagro espontáneo, todo ello ha contribuido a responder sólo a lo urgente, a ir a tientas, sin un norte, posponiendo los compromisos y angustiándonos porque los plazos se cumplen y aún la tarea está sin terminar. He comprobado, por ejemplo, el poco seguimiento que los estudiantes hacen a la programación del semestre o a la parcelación, semana por semana, de un seminario. Los syllabus se miran en la primera sesión de un curso pero luego se abandonan o no cumplen su función de servir como orientadores o vigías de un proceso de aprendizaje. Así se haya escrito que para el mes siguiente hay una lectura previa y un producto específico, de poco sirve, pues esas tareas se olvidan o se realizan la noche anterior, con la impronta de la improvisación y las señales evidentes de una descuidada presentación. Desde luego, esa falta de planeación, se refuerza socialmente cuando observamos que en la administración de lo público o en los planes gubernamentales lo común es la falta de estudios previos, las modificaciones repentinas y caprichosas según la coyuntura, o las amañadas enmiendas según los vaivenes de los intereses políticos.
Estos tres inconvenientes merecen estudiarse e investigarse por parte de los maestros y las instituciones educativas; hay que atenderlos y buscar alternativas de solución. Pero, de igual modo, aspiro a que sean una piedra de toque para el discernimiento de los propios estudiantes, y en particular de los que cursan estudios de posgrado. Si es que en verdad nos interesa participar de una educación en y para lo superior.
Cecilia Bustamante dijo:
Apreciado maestro: un saludo afectuoso
Los tres aspectos son bien importantes y pertinentes no solo para nuestra labor educativa, sino para el diario vivir.
De acuerdo con la reflexión realizada sobre los obstáculos más notorios hacia el logro de una buena tarea, digamos que alguna vez aprendí que debía cumplir, pero siguiendo instrucciones porque no podía desempeñarme de cualquier manera y me ha servido.
Estoy de acuerdo con que los educadores “nos hemos quedado cortos en los currículos y los planes de formación sobre esta prioritaria función de la educación” “Cultivo del pensamiento”. Si facilitáramos que los niños, niñas y jóvenes pensaran críticamente y con mayor creatividad acerca del futuro por ejemplo, les ayudaríamos a aprender y autorregular ese aprendizaje.
Y respecto al tercer obstáculo: la falta de planificación para desarrollar una tarea, convengo en que es otro aspecto fundamental, pero desafortunadamente en estas nuevas generaciones “hay como un afán por obtener resultados mágicos e instantáneos”.
Quiero centrarme en: la dificultad para seguir una instrucción o atender a determinadas indicaciones.
Se puede decir que el no seguir instrucciones pone en desventaja a esta persona, puesto que quien sigue instrucciones, organiza su tiempo, actividades y está pendiente de cumplir con lo encomendado.
Cuando se sabe que alguien sigue instrucciones su palabra es sinónimo de garantía y credibilidad ante los demás, al mismo tiempo que moldea, fortalece y perfecciona su misión. También, puede cumplir con sus obligaciones, haciendo un poco más de lo esperado, puesto que así, puede sacar adelante su trabajo y todo aquello en lo que ha empeñado su palabra.
El seguir una instrucción, permite ser precisos en las actividades y armonizar el camino del éxito para realizar cualquier sueño, actividad o tarea con mayor precisión.
Hay que aprender a seguir instrucciones puesto que la perfección en las actividades o trabajos no ocurre automáticamente, se necesita de la guía de otros que por su experiencia pueden apoyar el proceso, logrando así consolidar las metas propuestas.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario.
Yesenia dijo:
Gracias por el jalón de orejas. Si algo he aprendido en este proceso académico, que hasta ahora empieza, es que no se es buen maestro sino se es buen estudiante. Maestro: Ha sido difícil romper ciertos malos hábitos de estudio, pero a título personal, sé que se han ido transformando aspectos éticos sobre la educación y la responsabilidad adquirida que no sólo repercutirán en este proceso sino en la formación de nuestros estudiantes. Reitero mi agradecimiento y mi admiración a su pluma.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Yesenia, gracias por tu comentario.
profejesusolivo dijo:
Un saludo fraterno, maestro.
“No está absorto porque sabe lo que hace: quiere mirar una ola y la mira” (Calvino)
Quiero empezar con esta filigrana del maestro Calvino. Este texto aparece en Palomar en la playa; lectura de una ola. Quiero hoy, en el instante mismo en que se me ocurrió hacer un recorrido por las fechas de las publicaciones que dieron a luz, en el mismo tiempo cronológico del que estamos, y a la espera de la del día de hoy, maestro. Quizás sea útil mostrar la importancia del texto maravilloso de Josefina; yendo tras la búsqueda de la furtividad en medio del descuido de lo que se tiene (2013), es decir una combinación entre goce y placer que se va erosionando por el paso de los años. Por otro lado, las entre líneas escritas con la écfrasis y sobre el miedo, que hacen un contraste entre descripción y sentimientos (2014). Por último describir dibujar con palabras en el texto palomar en la playa al que hace honor el epígrafe (2015).
Hecha esta precisión del recorrido por los primeros días de marzo de los años que sus líneas, tallan con ductilidad, dejando traslucir un pensamiento docto que se esparce cual semillas en arados del pensar. No estoy absorto, al igual que Calvino en sus marcas escriturales, estoy mirando a profundidad, eso creo, una serie de ejercicios mentales que son de su autoría y que están dando a mi vida, profesional y cotidiana, un viraje. Como es el hecho de empezar a realizar un ejercicio que siempre me ha llamado la atención, la escritura. Desde esta perspectiva, y a la espera de su nueva publicación me di a la tarea de recorrer, bueno yo diría, bucear en su blog. Vale la pena traer a colación el cuento de Mercer Mayer “una pesadilla en el armario” ese miedo que se describe en cada una de las imágenes y que no existe ser humano que no haya sentido esto en su interior. Como es de notar hoy quiero enfrentarme como aquel personaje “niño” del cuento, con espada en ristre dispuesto a vencer ese miedo que corroe por dentro y no deja aflorar el potencial, o quizás, lo haga mi aliado y así pueda hacerme compañía. Es tal la decisión que por eso, hoy garabateo algunas figuras convertidas en palabras a través de su blog. Hechas estas precisiones quiero referirme brevemente a los tres puntos expuesto hoy. Son estos, mi querido maestro, un escollo que aunque poco visibles por el común, se constituyen en una colosal traba para la navegación de la academia. Es tarea de nosotros los docentes hacer una pausa, al estilo de los versos de Benedetti, para interiorizar y cuestionarnos ¿qué es lo que estamos haciendo con nuestros estudiantes?
fernandovasquezrodriguez dijo:
Profejesusolivo, gracias por tu comentario. Celebro el “garabateo de esas figuras convertidas en palabras”.
Oscar Alonso dijo:
Muchas gracias por compartirnos estas enseñanzas. En mi caso, las he ido poniendo en práctica en mi labor docente con muy buenos resultados. En especial, he sido reiterativo en el seguimiento de instrucciones.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Oscar Alonso, gracias por tu comentario.