
Ilustración del cubano Ajubel.
Decía, en un texto anterior, que las citas de autoridad merecen una ambientación en nuestro texto. No es cuestión de ponerlas sin ninguna filiación o engarce con nuestro discurso. A veces ese enlace se hace antes de poner la cita. Sirva de ejemplo el siguiente párrafo:
La felicidad demanda de nosotros un permanente aquilatamiento sobre nuestros deseos. Necesitamos poner en la balanza nuestros actos y nuestros proyectos; sopesarlos para saber cuándo algo o alguien tienen mucha valía o cuándo es mero espejismo o castillo de hojalata. Igual cosa pensaba el dramaturgo Channing Pollock (citado por Goicochea, 1970): “la felicidad es una estación de parada entre lo poco y lo demasiado” (p. 264).
Otras veces el amarre o empalme argumentativo se hace después de ubicar la cita. En este caso, lo que hacemos en el ensayo es retomar lo sustancial de la idea para alinearla con nuestra tesis. Este otro párrafo puede ayudarnos a entender lo que digo:
Comparto la idea de la novelista estadounidense Pearl Buck (retomada en AAVV, 2004), según la cual, “muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad” (p. 96). Según eso, dejamos pasar lo importante, lo grato, lo placentero de todos los días, por estar confiados o esperanzados en que habrá cosas más extraordinarias, más maravillosas o muy superiores a esas que vivimos habitualmente.
También es posible combinar las dos formas anteriores. O incluir la cita de autoridad en la mitad de nuestro párrafo, preparando un ambiente para su enunciación y sacando luego implicaciones o derivaciones de tal información. Un apartado de un ensayo personal sirve de explicación concreta:
Todo parece indicar que para vivir feliz basta con muy pocas cosas, que es más un ejercicio de selección y cuidado que de ambición y derroche. O, para decirlo en palabras de Romain Rolland (mencionado por Goicochea, 1970), que es “una manera de conocer y amar nuestros propios límites” (p. 260); un trabajo de descubrimiento sobre lo que somos; un ajuste de cuentas –sin engañifas o falsas idealizaciones– de nuestra condición finita, variable y soñadora.
Eso en cuanto a la manera de ubicar las citas de autoridad. Un segundo asunto es el relacionado con el parafraseo. A veces, en el desarrollo de nuestro ensayo no cuadra o encaje bien la cita que tenemos entre manos. Bien sea porque la estructura de la frase está en un tiempo distinto o porque el contexto de la misma es diferente al nuestro. Entonces, lo indicado es apropiar el sentido o el espíritu de la cita, pero sin retomarla textualmente. Eso sí, dando crédito del argumento de autoridad. Un párrafo más ilustra lo expuesto:
Como puede colegirse, distingo la felicidad del fugaz goce o el simple cumplimiento de nuestros apetitos. La asocio más bien con un estado de bienestar, con cierta alegría –al menos como la entiende Fernando Savater[1]–, con un sentimiento de afirmación a la vida y a la creatividad. Cuando somos felices la muerte se aleja de nuestros dominios y celebramos el hecho de ser criaturas posibilitadas para imaginar[2].
Las notas a pie de página son de una ayuda irremplazable cuando así manejamos los argumentos de autoridad. En ese apartado damos fe en qué autor o fuentes nos hemos inspirado y, en algunos casos, le presentamos al lector la cita inspiradora. De igual modo, en las notas a pie de página decimos qué autor, no mencionado en nuestro discurso por la lógica interna de la frase o para evitar el enciclopedismo pedante, es quien soporta o avala nuestro planteamiento. Mostremos esto en un ejemplo:
Buena parte de la felicidad que recibimos es fruto de la contingencia o la casualidad. También el azar trabaja para que la felicidad caiga madura en nuestras manos[3]. Y si no tenemos una actitud receptiva o preparado nuestro corazón para lo venturoso o lo gratuito, por más que nos esforcemos, siempre huirá de nosotros la esperada felicidad.
Es vital señalar que las citas no reemplazan el desarrollo argumentativo elaborado por el ensayista. Los argumentos de autoridad no suplen el proceso de hilar las ideas, hilvanarlas, cotejarlas para ir así persuadiendo al lector de la tesis en cuestión. Su papel es el de reforzar, enriquecer o darle más contundencia a nuestro apuesta argumentativa. El párrafo siguiente es una buena pauta:
Insistamos en nuestra tesis: no se trata de buscar la felicidad en grandes cosas o sólo con excepcionales personas. Tal vez la felicidad sea una búsqueda más sencilla, más habitual. Un esfuerzo de nuestro entendimiento, y mucho más de nuestra imaginación, para saber leer en asuntos aparentemente intrascendentes o en personas comunes, una mesa abundante de sorpresas o un exquisito festín. No es el perseguir imposibles o el empecinarse en conquistar tesoros extraordinarios. Es todo lo contrario: una tranquila manera de ir hacia el mundo y las personas con absoluto asombro y con los brazos abiertos para disfrutar las cosas cotidianas. De allí por qué, como escribió Benjamín Franklin en su Autobiografía (1989): “La felicidad humana se forma no tanto con acontecimientos extraordinarios de buena suerte, que raras veces ocurren, como con pequeñas adquisiciones que pueden lograrse todos los días” (p.81).
Queda por agregar decir algo acerca de las formas de citación (APA, MLA, ICONTEC). Lo más importante es tener a lo largo del ensayo una citación uniforme con el estilo elegido o pedido. En la mayoría de los casos, las revistas especializadas o la línea editorial de una Universidad, exigirá una normatividad específica para la presentación de trabajos escritos. Sea como fuere, hay que evitar el error frecuente de combinar diversos estilos de citación en un mismo texto. Lo segundo es practicar estas normas hasta el punto de que no interfieran con el desarrollo de nuestras ideas. Si no dominamos tales convenciones de citación de los argumentos de autoridad, lo más seguro es que se conviertan en un impedimento o un obstáculo y no en una forma de reconocimiento a la tradición, de respeto a la producción intelectual ajena y de genuino diálogo con esas otras voces de escritores con las cuales deseamos conversar en nuestro ensayo.
Por supuesto, esta manera de concebir la felicidad conlleva también una disposición especial para atender o recibir lo que las personas o la vida misma nos ofrecen. Es en este sentido que podemos comprender mejor las palabras de Cervantes (1615-1995): “El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, que no se debe quejar si se le pasa” (p. 573). Como quien dice, si bien es cierto que necesitamos una actitud de búsqueda en pos de lo que nos hace felices, no es menos importante crear un terreno propicio para las felicidades inesperadas.
Notas
[1] Dice Savater que la alegría es “un asentimiento más o menos intenso a nuestro asentamiento o implantación en eso que llamamos vida o mundo”, véase su Diccionario filosófico, (1995, p. 48).
[2] Es oportuno recordar a Immanuel Kant cuando decía que “la felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”, en Fundamentación para una metafísica de las costumbres, (2006, p. 100).
[3] Una planteamiento semejante es el desarrollado por André-Comte-Sponville; dice el filósofo francés: “La felicidad es también una ‘buena hora’ (bon-heur, en francés, podría ser ‘buena-ventura’ en castellano), en el sentido etimológico de la palabra, es decir, un golpe favorable, una buena fortuna, en suma, una asunto de azar o suerte”, en La historia más bella de la felicidad, André Comte-Sponville, Jean Delumeau y Arlette Farge (2005, p. 34).
Referencias
AAVV. (2004). La felicidad, Barcelona: Terapias verdes.
Cervantes Saavedra, M. (1615-1995). Don Quijote de La Mancha. Barcelona: Juventud.
Comte-Sponville, A., Delumeau, J. y Farge, A. (2005). La historia más bella de la felicidad. Barcelona: Anagrama.
Franklin, B. (1989). Autobiografía y otros escritos. México: Porrúa.
Goicochea, C. (1970). Diccionario de citas. Barcelona: Labor.
Kant, I. (2006). Fundamentación para una metafísica de las costumbres. Madrid: Alianza.
Savater, F. (1995). Diccionario filosófico. Bogotá: Planeta.
profejesusolivo dijo:
Un maestro es aquel que muestra, con el ejemplo, las transformaciones que pueden realizarse como sujetos sociales. Cabe subrayar, aquí y ahora, que como decía (Freire) “Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción” Este es un legado que, usted maestro, brinda a quienes se acercan, por fortuna o quizá por obra del azar; pero lo importante es que nos dejemos afectar, bebamos de su sabiduría.
Es usted, maestro, alguien que irradia multiples caminos entre esta oscuridad, siempre procurando ir en pro de la transformación de sujetos y de la educación.
Un abrazo fraterno por ser un maestro de verdad.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Profejesusolivo, gracias por tu comentario.
almasdelirantes2015 dijo:
Me uno a la moción de Cecilia. Un saludo para un maestro dedicado con su profesión docente y que más allá de las enseñanzas del buen escribir (que nos han aportado muchísimo), nos ha enseñado el compromiso y la pasión que exige una profesión como la de ser MAESTRO. FELIZ DÍA MAESTRO. (Un saludito atrasado pero con aprecio)
fernandovasquezrodriguez dijo:
Almas delirantes, gracias por tu comentario.
Cecilia Bustamante dijo:
DíA DEL MAESTRO
Apreciado Fernando:
Dejando un poco de lado las notas de autoridad. Autoridad, la que te has ganado al ser “Maestro de Maestros”.
Un cálido saludo, por sus largas faenas de trabajo y por la pasión que siempre apuesta al enseñarnos cada día.
Gracias por ser ese Maestro que con responsabilidad, vocación, disciplina de trabajo y liderazgo realiza esa gran labor de enseñar. Gracias por empujarnos y animarnos a avanzar, a veces hasta golpeándonos con esa dura tablilla llamada: Verdad. Feliz día.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario.