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En la amplia y diversa bibliografía sobre el liderazgo se pueden encontrar frases, citas memorables o principios que bien vale la pena analizar o darles una resonancia interpretativa con el fin de comprender su alcance y vislumbrar rutas de aplicación.

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“El liderazgo es elevar la visión de una persona a las altas visiones, aumentar el rendimiento de una persona a un nivel superior, la construcción de una personalidad más allá de sus limitaciones normales”.

Peter F. Drucker 

Aunque a primera vista pareciera que liderar es un logro para el beneficio personal o un sitial para vanagloriarse, lo que en verdad resulta más significativo es la capacidad de los líderes pera ayudar a otros a ir más allá de sus límites o sus posibilidades. El líder acompaña, impulsa, da ánimo, invita a enfrentar y traspasar los vados del pesimismo, la falta de confianza personal o las arenas movedizas del miedo. Esa parece ser la mayor virtud de un líder: promover o contribuir para que otro ser humano logre avanzar en su propio desarrollo o alcance las metas que durante mucho tiempo ha soñado. Ahí radica la clave de la motivación, la médula de las relaciones interpersonales y del trabajo en equipo. Lejos de esperar un séquito de servidores obedientes o sumisos, lo que el líder hace es invitar a otros a vencer una presunta limitación, mostrarles alternativas, facilitarles hasta donde le sea posible recursos o condiciones, abrirles fronteras a sus sueños. Los verdaderos líderes crean condiciones para que otros descuellen en sus proyectos más queridos, exploren nuevos talentos, conquisten tareas aparentemente imposibles de lograr.

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“El liderazgo no es algo que se imponga a la gente, es algo que se hace con la gente”.

Ken Blanchard y Patricia Zigarmi 

Una de las trampas del liderazgo es confundirlo con los puestos de poder o de mando. De allí que, en muchas ocasiones, cuando alguien asume u obtiene una posición de alta jerarquía siente que está autorizado a imponer su voluntad o su capricho sobre sus subalternos. No obstante, el liderazgo implica otra cosa: involucrar a un grupo de personas, hacerlos partícipes de un sueño o una particular visión. Se trata de interrelación, de habilidades sociales, de constante comunicación y escucha activa, de estrechar y unir manos y brazos. Es con otros que el liderazgo cobra sentido; es mediante el trabajo colaborativo y cooperativo como los grandes líderes se afirman y logran reconocimiento. Por supuesto, estar y compartir con la gente es una labor que no puede hacerse desde el buró autocrático y soberbio. Muy por el contrario, la tarea cotidiana de todo líder es conocer muy bien a las personas con las que trabaja para descubrir en cada una sus talentos, sus demandas, sus expectativas. Más que imponerse, el líder teje iniciativas, pone en relación personas, agrupa esfuerzos para alcanzar un fin común.

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“La gestión controla a las personas impulsándolas  en la dirección adecuada; el liderazgo los motiva satisfaciendo necesidades humanas básicas”.

John P. Kotter

Esta esta otra confusión muy común: la de suponer que todo gerente es un líder. La gerencia es importante en una organización para que la gestión (que planifica, controla y evalúa) cumpla su cometido. No es algo menor o sin importancia. La gerencia se basa en mantener lubricado el statu quo. Vigila los resultados del presente. Pero el liderazgo, va un paso más allá: le importa más el futuro, aboga por cosas que aún no están pero deberían conseguirse. El liderazgo, en este sentido, tiene una preocupación fundamental por la innovación, por el cambio de paradigmas, por la valentía para entrar de lleno al mar de lo desconocido. De igual manera, la gerencia pone todo su acento en la eficacia laboral, en el proceso y el resultado esperado o convenido; en cambio, el liderazgo procura, además de dichas cosas, estimular a los trabajadores, motivarlos, contagiarlos de una meta o un proyecto. Bien podríamos decirlo de otra forma: a la gerencia la gobierna la racionalidad técnico instrumental y, a los líderes, un proceder ético humanístico.

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“La confianza es la argamasa emocional que une a los seguidores con el líder. La acumulación de confianza es una medida de la legitimidad del liderazgo. No se puede ordenar ni comprar; hay que ganarla”.

Warren Bennis y Burt Nannus 

Es casi imposible ejercer el liderazgo si antes no hay un terreno fértil de la confianza. Confiar en otro, entregarle parte de nuestra intimidad, depositarle nuestros ideales o nuestras esperanzas es un asunto que merece tratarse con sumo cuidado. Y para lograr esa confianza, para no defraudar a esos que forman parte de un equipo o que laboran mano a mano con nosotros, se requiere demasiada prudencia. Lo que se escucha no debe convertirse en un arma o un motivo de manipulación. Los líderes genuinos son reservados y conocen las leyes de la confidencialidad; tampoco andan en la permanente murmuración que tanto daño hace a los lazos invisibles de la confianza. Y será la forma discreta de actuar y de hablar del líder la que irá mostrando que es una persona digna de confianza, que hay cierta sinceridad de base que atraviesa sus decisiones. Porque se lo percibe así, porque da claras muestras de mínima falsedad o astuto maquiavelismo, es que las demás personas le reconocen su liderazgo y, con el tiempo, le otorgan su lealtad.

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“Para que los equipos se desarrollen en todos los niveles se necesitan líderes en cada nivel”.

John C. Maxwell

Quizá porque el líder se obnubila con su propio poder o porque sus seguidores asumen un servilismo acrítico es que se pierde de vista una clave del engranaje humano en las instituciones o las empresas: se requieren líderes distintos y diferentes tipos de liderazgo en las diversas instancias de una organización. No es suficiente con una única persona en la cima; el liderazgo bien enraizado cubre o se multiplica en todas las áreas y departamentos, en todas secciones o divisiones de una organización. Precisamente, una de las cualidades más importantes de un líder es identificar dónde están esas personas y saber potenciarlas para que ejerzan ese liderazgo en sus puestos de trabajo. Más allá de buscar alcahuetas o meros replicantes, el líder experimentado construye un equipo de semejantes. Por lo demás, si en realidad cuenta con un equipo de líderes, menos será su trabajo (porque no tendrá que hacer y resolverlo todo) y mayor será su capacidad de delegación (si es que en verdad confía en sus colaboradores). Esta idea de tener un equipo de líderes en una organización es más poderosa y de mayor permanencia en el tiempo que aquella otra centrada únicamente en un único líder carismático e irremplazable.

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“El liderazgo necesita ir más allá del qué y el cómo para comprender el quién del líder, luego de un viaje profundo a su interior”.

Russ Moxley 

Más allá de las habilidades o de las competencias que debe tener un líder, de todas las técnicas de manejo de grupos o de administración necesarias, es indispensable que el líder se conozca profundamente. Sin un examen o un discernimiento sobre su persona, sobre sus miedos y su temperamento, lo más seguro es que el resto de cosas fracase. El cultivo de la interioridad es la primera aduana por la que debe pasar un líder, y más si su labor implica tratar con otros individuos y, de alguna forma, mostrarse o ser un punto de referencia. Este autoexamen incluye un balance sobre su proyecto de vida, sobre el gobierno de sus emociones y las pasiones, sobre sus logros y fracasos; en suma, una reflexión franca y sin ambages sobre su trayectoria experiencial. Dicho en otras palabras: el líder necesita conocerse con el fin de detectar sus puntos fuertes y débiles, sus zonas inexploradas o aquellas otras en las que merece un arduo trabajo para madurar cierta dimensión de su desarrollo físico, profesional o moral. Aquí se abre un escenario para el autoaprendizaje, el autocuidado y una disposición especial para explorar en las marcas de una historia personal y comprender los hitos positivos o negativos de la propia vida.

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“Ningún líder puede hacer un cambio efectivo –que es de lo que se trata el liderazgo– sin comprender y experimentar el proceso de transición”.

William Bridges 

Los líderes novatos creen que basta con tener una visión y algún poder para lograr sus resultados. Pero esto no es así. Cualquier proyecto de cambio requiere unas etapas, un proceso, un itinerario en el que son fundamentales varias cosas: en principio, como si fuera un lubricante, se necesita la ayuda de la comunicación en todas sus medios y niveles; después, hay que buscar aliados que compartan de alguna forma lo que el líder mismo avizora; enseguida, hay que ir poco a poco, invitando o convidando a otros colegas o empleados a unirse a dicho cambio, pero respetándolos, no violentando sus formas de pensar o proceder; más tarde, hay que ir participando a todos los miembros de una empresa o una institución los pequeños logros o los resultados de esas primeras transformaciones. Lo que importa señalar acá es que cambiar a los seres humanos no es un asunto de decreto o imposición de normas. Mucho menos se trata de alardear del autoritarismo o la amenaza. Es todo lo contrario: más bien un ejercicio de reconocimiento a lo ya hecho, de dignificación al talento humano, de confianza en que las personas, aun las que no comparten la visión del líder, pueden participar y ser útiles a dicha iniciativa. Los cambios de timonazo brusco, de capricho arbitrario o régimen dictatorial lo que hacen es multiplicar la sumisión, reforzar lo ya conocido, temer el impacto de lo novedoso.

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“El carácter es el núcleo fundamental de la efectividad del liderazgo”.

John H. Zengen y Joseph Folkman 

Si no hay firmeza en el ánimo ni temperamento para tomar decisiones, el líder no alcanzará su cometido. El liderazgo implica vigor, un grado de valentía para impulsar lo que aún no despega y de aguante para mantener en vilo que ya ha comenzado. Ese carácter será tanto más necesario cuanto aparezcan los escollos, las dificultades, la desidia de los dirigidos. Es ahí, en ese momento, cuando se nota la estabilidad emocional, la firmeza para no desfallecer o mantener en alto una bandera.  El carácter del líder es lo que lo lleva a ser tenaz, a no tenerle miedo a los conflictos, a enfrentar las mil caras de lo desconocido. Carácter es pulso para mantener los compromisos establecidos, temple para no abandonar el barco de la visión a las primera dificultades y, especialmente, renuncia a la flojedad en el espíritu, a no mostrarse como una persona pusilánime, apocada o medrosa para hacerle frente a los contradictores o decidida al tomar una determinación de alto riesgo. El carácter es el talante, el sello de personalidad de los líderes auténticos.