Ángel Custodio,

cuidador de mi ser:

ahora te invoco.

Acógeme bajo tus alas protectoras,

cúbreme con tu voz de aliento;

pon tus manos sanadoras

sobre los dolores de mi cuerpo.

Ángel Custodio,

cuidador de mi espíritu:

clamo por tu ayuda.

No dejes que mi mente se extravíe

entre los senderos del temor,

ni permitas que mis pasos

se desvíen de una vida buena y tranquila.

Ángel Custodio,

cuidador de mi sueño:

en ti confío.

Pongo despreocupadamente mis pensamientos

en tu vigilante amor,

y dejo reposar en tu sosegado regazo

las angustias nocturnas de mi alma.