La elaboración del esbozo del ensayo (para centrarnos solo en esta tipología textual) es uno de los descuidos esenciales tanto de aquellos que los demandan como de los que los producen. Me gustaría explicar por qué acaece esta dejadez y, al mismo tiempo, mostrar su relevancia en el proceso de la composición escrita.
Un primer motivo es el poco o nulo interés en la etapa de la preescritura. Se deja de lado la fundamental tarea de pensar antes de redactar. Al no ocuparse de este aspecto de escribir se pierde la potencia de producir y organizar las ideas, se minusvalora el caldo de cultivo de una buena argumentación. No sobra recordar que la preescritura es una de las cualidades que diferencian a los escritores expertos de los novatos: los primeros gastan más tiempo elucubrando, reflexionando en su propósito comunicativo, mientras que los segundos quieren de una vez empezar a redactar.
Otra razón de esta falta de interés en el esbozo se origina en la falsa creencia de la espontaneidad de la creación. Se supone erróneamente que las grandes obras se logran de una vez, lanzándose a redactar sin tener un mapa previo o una ruta de viaje. En este caso, se confunde escribir con el flujo de las ideas; se hermanan una intención comunicativa clara y definida con la exaltación o la inmediatez de la expresión que sale como venga.
Cabría decir otra cosa sobre este punto. Se piensa que dedicar unos largos minutos al esbozo, a la planeación del escrito, es perder el tiempo. Metidos como estamos en una cultura de velocidad, de la prisa y de los resultados inmediatos, parece inoficioso ponerse a dilatar la tarea. Meditar, rumiar, trabajar con las ideas –antes que con asuntos propios de la redacción– es algo que requiere paciencia, dedicación; cosas que hoy parecen condenadas al rincón de los trastos cognitivos.
Dicho lo anterior podemos, ahora sí, explicar por qué es tan definitivo para la coherencia y la calidad de un ensayo, el contar con un esbozo, antes de proceder a llenar con palabras los distintos párrafos.
En primer lugar y como decíamos atrás, el esbozo es el resultado final de la etapa de la preescritura. Corresponde al proceso de haber pensado lo que se desea escribir, a mirar fuentes (cuando sean necesarias), a fijarse algún camino de composición, a pensar en la estructura que va a servir de soporte a nuestras ideas. En el esbozo se concreta lo que tenemos en la mente, nuestra pesquisa investigativa y una silueta de lo que vamos a desarrollar más tarde. A la par que nos da luces de la intención comunicativa, al mismo tiempo fija los límites y las coordenadas argumentativas del escritor.
En segunda medida, el esbozo permite al que va a escribir saber qué tanto ha meditado el tema o problema sobre el que desea elaborar su ensayo. Contribuye a saber cuánto necesita investigar o en qué aspectos no tiene en realidad nada interesante o novedoso para decir. En repetidas ocasiones consideramos que tenemos mucho para escribir y, al hacerlo, descubrimos que apenas cubrimos un párrafo o que, al seguir adelante, nos repetimos o divagamos con torpeza. Entonces, al hacer el esbozo medimos nuestra fuerza intelectual, aquilatamos la riqueza argumentativa de que disponemos, pasamos revista al repertorio de motivos o a la pluralidad de miradas a un asunto con las que contamos. Quien hace el esbozo se autoevalúa en la abundancia o pobreza de sus arcas intelectuales y expresivas.
Una tercera bondad de elaborar el esbozo está relacionada con tener una degustación del plato final de escritura. Este punto es clave cuando se trata de evaluar un escrito. No tiene mucho sentido gastar tiempo y energías redactando algo para que nos digan después que eso no era lo que se esperaba o que está muy lejos de la tipología textual solicitada. El esbozo, en este sentido, hace las veces de una aduana en la que tanto el autor como el corrector se ponen de acuerdo en los objetivos, la estructura y lo medular del escrito. Dicho en términos didácticos: para garantizar el logro en una tarea ensayística primero se aprueba el esbozo y, después, se califica el ensayo.
Con estos insumos podemos en este momento decir algo sobre algunas particularidades del esbozo.
El esbozo se asemeja a una tabla de contenido, a un esquema en el que se muestra lo que va a ser la macroestructura del escrito. Se determina el número de párrafos y las fuentes principales que servirán de soporte. Como se trata de un texto ensayístico, necesariamente tendrá que explicitarse cuál es el tema y, particularmente, la tesis que va a argumentarse a lo largo del escrito. De igual modo se podrán explicitar los tipos de argumentos que van a utilizarse (de autoridad, los ejemplos, las analogías) y las referencias o material documental que se tiene previsto para usar en cada caso. Es aconsejable en el esbozo explicitar la intención comunicativa o el propósito esencial del ensayo. Se infiere que bastará una página para dar cuenta de todos estos pormenores, eso sí, manteniendo la consigna de que entre más detallado esté el esbozo mejor serán los resultados esperados.
El esbozo se enviará al corrector o profesor como el primer insumo del ensayo. El maestro lo revisará, sugerirá ajustes o señalará las modificaciones necesarias. Una vez esté aprobado el esbozo, el escritor podrá lanzarse al segundo momento del proceso de escribir: redactar. Este plan o carta de navegación de escritura será una garantía tanto para el que trata de enseñar a escribir ensayos como para el que desea aprender a elaborarlos. Independientemente del logro, lo cierto es que con el soporte de un esbozo se estará transitando por un buen camino en esta tipología textual.
Yoostin Jakob Henao dijo:
Apreciado Fernando:
Soy estudiante de Licenciatura en Lenguas extranjeras y mi profesora es muy fiel a su página y al conocimiento que nos facilita. Realmente aprecio su labor, porque promueve la autoconsciencia en la escritura. Nuestra maestra lo cita mucho en nuestras clases, porque definitivamente sus recursos, sus consejos generan resultados. Le expreso mi sincera gratitud.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Yoostin, gracias por tu comentario. Me anima saber que los escritos de mi blog promueven tu autorreflexión sobre la escritura. Saludo cordial.
LUIS CARLOS VILLAMIL JIMÉNEZ dijo:
Apreciado Fernando:
Insistir en el proceso de preescritura es una tarea del día a día. Una alta proporción de nuestros estudiantes trabaja una sola versión (borrador) del escrito; tienen dificultades en vocabulario, hilo conductor, signos ortográficos, conectores. El esbozo y la relectura deben hacer parte del ritual de quien escribe, sobre todo de aquellos que aventuran en el profundo escenario del ensayo.Gracias de nuevo por tu oportuna reflexión.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Luis Carlos, gracias por tu comentario.