En la elaboración de un ensayo he notado que los novatos escritores de esta tipología textual tienen dificultad para poder diferenciar el tema de la tesis. Y por ser tan vertebral tal distinción para el logro de un buen ensayo, bien vale la pena dedicar algunos párrafos sobre dicho aspecto.
Una primera cosa por decir es que un tema puede ser bastante genérico o con unos límites difusos. Afirmar que nos vamos a ocupar en un escrito de las Pymes (pequeñas y medianas empresas), o que nos interesa profundizar en la corrupción de un gobierno; o más aún, que deseamos reflexionar sobre la relación amorosa o que tenemos en mente explorar en la comunicación interpersonal, todo ello serviría a un tema y podría desarrollarse en un texto expositivo o informativo. Además, los temas obedecen a la lógica de “dar cuenta de” o “informar sobre”; por ello, recaban datos, añaden aspectos o circunstancias, exponen etapas o momentos de un hecho, un aspecto, un problema o una situación. Quien se mueve bajo este norte terminará produciendo un texto que nos explica o nos ayuda a entender determinado aspecto de la realidad, de la sociedad o de las interrelaciones humanas.
Pero formular una tesis es una tarea diferente. Ahora ya no se puede ser tan genérico o tan difuso. La tesis es en gran medida “una toma de partido por”, “una apuesta centrada en algo específico”. Si retomáramos los ejemplos señalados atrás, diríamos que tendrían forma de tesis las siguientes aseveraciones: Las Pymes son una manera de desarrollar el emprendimiento y el liderazgo en las familias; una de las causas de la corrupción en el gobierno es la ineficiencia de la justicia; para que la relación amorosa se mantenga en el tiempo se requiere desidealizar los afectos; buena parte de la crisis de la comunicación interpersonal obedece a la falta de un lenguaje asertivo. No digo que estas sean las únicas alternativas posibles; hay, por supuesto, muchas más. Lo que me interesa con estas propuestas es mostrar cómo la tesis implica asumir una postura frente a un tema. Ya no se trata de exponer o informar sobre algo, sino de “defender un punto de vista sobre determinada cuestión”, asumir la enunciación de un juicio; es decir, atreverse a afirmar “esto es lo que yo pienso sobre tal asunto”.
Desde luego no es fácil para los novatos ensayistas lanzarse a formular la tesis. Entre otras razones por los antecedentes de nuestro proceso formativo que nos ha ido acostumbrando a ser consumidores de información y no productores de conocimiento. Una educación demasiado centrada en el desarrollo de temas y muy poco en el debate articulado desde los problemas. Este proceso formativo ha condenado la mente a asimilar información, pero no a darle importancia al valor de la pregunta. Somos hijos de una escuela temerosa del disenso y que por siglos ha visto en la confrontación más un impedimento que una posibilidad del desarrollo del pensamiento. Esto influye de manera notoria. Pero, de otra parte, no es fácil defender una tesis porque hay un miedo a la crítica, al “qué dirán”, a la falta de aprobación colectiva; porque ese temor lleva al “unanimismo” o a un silenciamiento de las propias ideas que raya con la pusilanimidad intelectual. Y agregaría otra fuente más de esta incapacidad para formular tesis, que se ha hecho más notoria en estos últimos tiempos: se trata de una carencia de argumentos para discutir, de pérdida de confianza en los principios de la lógica, de abandono a la evidencia del recto raciocinio, amparados en la inmediatez de las emociones o la opinión sin fundamento de las masas.
Quizá sean los anteriores impedimentos los que, precisamente, deben sortear los novatos ensayistas para dar el paso y lanzarse a formular su tesis en los textos que escriban. La tesis es la oportunidad para “pensar por cuenta propia”, para meditar esos temas que nos interesan o nos interpelan, para levantar nuestra voz y decir, sin vergüenza, aquí estoy presente. La tesis es el modo como actualizamos el pasado, la tradición; la forma como nos nutrimos del bagaje cultural, pero enriqueciéndolo con nuestras experiencias, nuestra historia. La tesis es el medio para lanzarnos a proponer, a innovar o crear; es un excelente recurso para alimentar los variados métodos usados por la imaginación y, especialmente, darles vuelo a las vigorosas estrategias del pensamiento. Quien presenta una tesis en un ensayo, por modesta que sea, está haciendo un acto de singularizarse, de asumirse tal y como es o –como quería Michel de Montaigne– de “pintarse a sí mismo sin estudio ni artificio”.
Agregaría, para cerrar, algunos consejos sobre cómo elaborar la tesis de un ensayo. El principal es éste: si no se medita el tema, si no se lo rumia, es muy difícil que aflore una buena tesis. Meditar el tema, ponerlo en la salmuera de nuestro pensar, es una de las claves de los buenos ensayistas. Supongamos que deseo hacer un ensayo sobre el tema de la lectura crítica. En principio pensaría en qué se diferencia este tipo de lectura de otras semejantes; meditaría en las condiciones requeridas para hacer lectura crítica o en los impedimentos para realizarla; pondría especial atención en las estrategias o técnicas utilizadas para lograr ese nivel de lectura; indagaría sobre las diferencias entre lectura crítica y pensamiento crítico; gastaría un buen tiempo reflexionando en las consecuencias para un ciudadano de contar con elementos de lectura crítica y analizaría si esto favorece la participación social… Con este modo de meditar es posible que nazca o aparezca la tesis para el ensayo que nos interesa redactar. En todo caso, la tesis no brota de buenas a primeras. Y en muchas ocasiones, si hay sequedad en nuestra mente, tendremos que investigar, leer o documentarnos, a ver si dentro de ese viaje por las fuentes o los libros, se nos va ocurriendo alguna tesis que podamos poner en el primer párrafo de nuestro ensayo.
La otra recomendación apunta a la novedad o el modo de presentar la tesis. No se trata de caer en los lugares comunes o de repetir lo que a todas luces parece conocido. La tesis requiere cierto tinte de novedad o al menos presentarse desde una mirada inesperada, innovadora, alternativa, divergente. Puede que no haya originalidad en la tesis que lancemos, pero sí debe haberla en el modo como la planteamos o en el aspecto que elegimos como relevante o en la perspectiva que asumimos para abordar el tema. Por eso el ensayo ha sido una tipología textual privilegiada para hacer crítica o, como quería Fernando Savater, para ver las fallas de un sistema, para fisurar lo cerrado o impenetrable. Entonces, no resulta muy novedoso presentar en una tesis afirmaciones como que el amor de pareja es algo muy hermoso, que la existencia humana está llena de problemas o que las personas cambian cuando tienen algún tipo de poder. La obviedad o lo evidente son los peores enemigos de una buena tesis.
Y mi último consejo se centra en la forma como se redacta la tesis. Lo mejor es expresarla de manera clara, sin recovecos o sin adherencias explicativas. La tesis es una afirmación sin digresiones; un enunciado lo suficientemente diáfano como para que el lector entienda bien cuál es propósito o finalidad del ensayista. En este sentido, no puede ser demasiado extensa o estar repleta de justificaciones. Siempre hay que tener presente que cuando se enuncia la tesis el ensayista está marcando un punto de vista que, más adelante, argumentará con suficiencia y razonada lógica. Por lo demás, el modo como se enuncie la tesis es un indicio del tono que tendrá el ensayo, da luces sobre la fisonomía de su organización en la redacción y avizora el matiz estético que orientará su desarrollo (más literario que científico, más de revisión de fuentes que de exploración creativa, más evaluativo que propositivo). Como puede inferirse, la manera en que se redacta la tesis muestra la claridad de pensamiento del ensayista y enfoca el sentido comunicativo del texto.
Martha Salgado dijo:
Mil gracias por la claridad con que escribe. En mi experiencia lo mismo les ocurre a los estudiantes con otros tipos de textos como el expositivo, confunden tema con idea principal
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Martha, gracias por tu comentario.
LUIS CARLOS VILLAMIL JIMÉNEZ dijo:
Apreciado Fernando:
La tesis es un complemento estratégico en la serie que sobre el ensayo nos ofreces en: Escribir y pensar.
Son aportes clave para apreciar la importancia del ensayo, aclarar sus componentes y procesos para una didáctica del escrito argumentativo.
Los ejemplos son prácticos. El texto es motivador.
Un abrazo,
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Luis Carlos, gracias por tu comentario.