Ilustración de Cameron Cottrill.

En el reciente III Encuentro nacional e internacional: “Vive la lengua y disfruta su literatura” y el I Congreso internacional de lectura y escritura: “Perspectivas investigativas” de una de las subsedes de la Cátedra Unesco, que tuvo como sede a la Universidad Pontificia Bolivariana, seccional de Montería, estuve compartiendo con los estudiantes de los diversos programas de la Institución reflexiones y consejos para la Escritura de ensayos. El evento fue organizado por Lida Pinto Doria y Enyel Manyoma Ledesma del Centro de Formación Humanística, Elaine Edith Bedoya Pastrana del área de Cultura de Bienestar Universitario y María Dominga Ramos Cantero, jefe de Biblioteca. A las directivas de la Universidad y a ellas, mi agradecimiento. Si bien durante el encuentro resolví varias inquietudes del numeroso grupo de estudiantes, les solicité escribir algunas de sus preguntas más apremiantes sobre este tipo de texto con el fin de resolverlas en este blog. Lo que sigue, entonces, es un primer grupo de respuestas a tales inquietudes.

¿Cuáles son los mejores conectores para lograr un buen ensayo? (Isaías José Hernández – Ingeniería civil).

La calidad de los conectores depende del propósito argumental elegido por el ensayista. Así que, si la intención es inferir un planteamiento de otro anterior, pues los mejores conectores serán aquellos que permitan sacar alguna deducción de tal razonamiento (“en consecuencia”, “de aquí se desprende que”, “esto conduce a”…). Pero si lo que se desea es ejemplificar cierto razonamiento, los conectores apropiados serán los que ilustren la situación (“así, por ejemplo,”, “pongamos por caso”, “ilustremos lo dicho con”…). Lo que sí no se puede olvidar es que los conectores están en directa relación con el tipo de argumento que se emplee y con la línea argumental que se vaya desarrollando. No serán buenos conectores, entonces, aquellos que, en lugar de concluir, ejemplifican; o esos otros que, en lugar de dar continuidad, hacen evidente una antítesis.

¿Cómo se vería un título más llamativo? (Ena Sofia González López – Economía).

Para empezar, es recomendable titular pensando más en el lector que en el gusto del escritor. El título debe invitar a leer el ensayo y, en esa medida, tiene que ser persuasivo, sugerente. Los títulos menos interpelativos tienen la forma de descriptores fríos o son tan genéricos que no dicen nada. Pero lo más importante es que el título del ensayo esté en relación con la tesis; esa es la inicial promesa que el ensayista le hace al lector para convocarlo a sus páginas. Por supuesto, el ingenio y la creatividad contribuyen también a que el título ideado tenga la fuerza para incitar la imaginación o el interés de los lectores.

¿Cuál sería el mejor tema para abordar en un ensayo? (María José Negrete Arrieta – Ingeniería industrial).

No hay mejores o peores temas sobre los cuales se pueda hacer un ensayo; lo que sucede es que, para el ensayista, existen temas más cercanos o con mayor dominio que otros. Sirvan de ejemplo el agudo ensayo del sociólogo Georg Simmel sobre el “el asa” de los objetos (que bien pareciera un tema baladí o secundario), o el magnífico ensayo de Alfonso Reyes titulado “Notas sobre la inteligencia americana” (que aborda un tema histórico-cultural de gran complejidad). Otra cosa que ayuda a valorar los temas es qué tanto se ha meditado sobre esos asuntos o cuál ha sido el nivel de inmersión intelectual en determinado campo. Depende del tratamiento del tema por parte del ensayista, de la agudeza o de la calidad de los argumentos, como el tema se vuelve relevante o termina dotado de gran importancia.

¿Por qué es tan importante citar en un ensayo? (Elkin Alonso Martínez Sáenz – Psicología). ¿Es necesario siempre agregar citas o referencias al ensayo? (Estefanía Barroso – Psicología).

Las citas son parte del soporte de los argumentos de autoridad; son la manera como las voces de la tradición en determinado campo del saber sirven de aval argumentativo al ensayista. Al citar, el ensayista pone en movimiento la tradición de un saber, retoma un pasado intelectual y lo actualiza. Este ejercicio de la citación “da respaldo” a la propia voz, evidencia que se ha indagado en fuentes, obliga a interlocutar con otros pensadores o escritores que están en parcelas semejantes del conocimiento. Por supuesto, la citación es un modo formal de atender a “protocolos” académicos establecidos por comunidades de saber o por estamentos que abogan por el rigor en la presentación social de la escritura y que, al hacerlo, defienden o evitan el plagio de obras del pensamiento o de la imaginación. Se cita porque se cree y se protege la propiedad intelectual. 

¿La tesis en un ensayo siempre tiene que ser una afirmación, o puede ser una pregunta? (Nahomy Nisperuza Burgos – Ingeniería civil). ¿Es buena idea comenzar un ensayo con una pregunta? (Flor De Liz Padilla Ávila – Psicología).

Es más contundente poner la tesis en una afirmación. Le da más fuerza al propósito argumentativo o es una manera de presentar sin rodeos al lector la postura personal del ensayista. Esto no quiere decir que las preguntas estén vedadas de la variedad de formas como puede presentarse la tesis; lo que no es conveniente es dejar la pregunta tan abierta, que no se sepa en realidad cuál es la apuesta del ensayista, con qué se compromete, cuál es la consigna que sirve de punta de lanza a su argumentación. Por lo demás, esa proposición afirmativa de la tesis es como un medio de hacer más evidente el punto de vista del ensayista frente a un tema, problema o asunto.

¿Qué tan largo debe ser el ensayo? (Luna Vergara Negrete – Psicología).

Si bien el ensayo puede tener una extensión de más de quince páginas, de igual modo es viable elaborar ensayos de una página. Eso dependerá de las exigencias académicas, de la profundidad con que se analice críticamente una temática o del tipo de público y el medio en que se publique el ensayo. Los ensayos de Francis Bacon no pasan de una cuartilla, mientras que otros de Octavio Paz superan las cinco páginas. Algunos ensayos retoman un tema in extenso abordándolo desde apartados autónomos, pero conservando una relación entre aquellas partes; otros, concentran su esfuerzo argumentativo en un único aspecto o dimensión de un tema específico.

¿Cómo dar más solidez a mis argumentos? (Julio Ernesto Vásquez Dueñas – Ingeniería mecánica).

Todo depende del tipo de argumentos que se emplee. Si son de autoridad, serán más sólidos aquellos que apelen a autores reconocidos en el tema, con bibliografía pertinente, y cuyas citas retomadas estén en sintonía con la tesis defendida; si son argumentos basados en ejemplos, la clave estará en que sean apropiados o atinados con los razonamientos que se vayan a utilizar; si son argumentos con analogías, lo fundamental será que la comparación a la que se acuda sea la más idónea y esté lo bastante desarrollada en sus distintos aspectos de similitud como para que ilumine y convenza al lector de lo medular de la tesis. Y si se emplean argumentos lógicos, pues tendrán que ser rigurosos, coherentes, congruentes en su planteamiento.

¿Cómo superar la hoja en blanco? (Alix Dayana Peña Ramos – Comunicación social y periodismo). ¿Cómo manejar el bloqueo mental al escribir? (Samuel David Berrocal Barrios – Derecho).

La hoja en blanco, ese vacío abierto a nuestra inteligencia o a nuestra imaginación, a veces provoca bloqueos o genera cierto temor de no saber bien cómo llenarla o por dónde empezar a pergeñar las primeras líneas. Lo más aconsejable es empezar a redactar alguna cosa sin suponer que esas frases ya son el ensayo definitivo; o utilizar la página en blanco para graficar mapas de ideas; o listar términos que vayan aflorando según nuestro estado de ánimo. Por momentos los dibujos pueden ayudar a romper su hechizo y, en otras ocasiones, transcribir alguna cita de un libro que estemos leyendo sobre el tema que nos interesa, resulta una buena piedra de toque para empezar a escribir. Si vemos la hoja en blanco como una “mesa de trabajo” y no como algo límpido o imantado de perfección, seguramente saldremos del bloqueo que atenaza nuestra mente.

¿De qué manera se puede organizar la tesis en el ensayo? (Johenis Mulett Orozco – Arquitectura). ¿Cómo hacer para redactar una buena tesis? (Beatriz Elena Suarez Falon – Ingeniería civil).

La tesis es el alma del ensayo. Corresponde a la postura personal del ensayista frente a un tema o un problema. Casi siempre se enuncia de manera afirmativa, en forma sencilla y no debe ser muy extensa ni adelantar argumentos que luego se van a desarrollar. Por lo general se presenta en el primer párrafo y le permite al lector saber cuál es el planteamiento de base del ensayista que luego, en los siguientes párrafos, va a argumentar. Siempre hay que insistir en esto: la tesis no es la exposición de un tema, sino la valoración o juicio particular sobre determinado asunto.

¿Cuál es la mejor estructura para escribir un ensayo? (Camilo Andrés Reyes Ramos – Administración de empresas).

Aunque la iniciativa y creatividad del ensayista lleven a elegir diferentes alternativas de organización, podemos afirmar que la estructura básica de un ensayo sería la siguiente: presentar la tesis, buscar los argumentos que mejor la avalen y terminar reforzando o rubricando la tesis inicial. Sobra decir que, dependiendo de la complejidad del tema, será necesario emplear dos o más párrafos para cada tipo de argumento. En algunas ocasiones, puede necesitarse hacer un párrafo de encuadre antes de presentar la tesis o, cuando el ensayo es de largo aliento, redactar párrafos de amarre o continuidad. Planteamiento de la tesis, inclusión y desarrollo de los argumentos que la apoyan y refrendación de la tesis: eso es lo vertebral.

¿Una persona realmente puede ser totalmente objetiva al escribir un ensayo personal? (Diana Margarita Lora Peinado – Economía).

Como el ensayo es la postura personal de alguien sobre determinado tema, siempre tendrá una alta carga subjetiva. Sin embargo, esto no quiere decir que en un ensayo se opine indiscriminadamente o se afirme cualquier cosa. Hay una lógica en el desarrollo de los argumentos, una coherencia en la forma de organizar el discurso, una cohesión entre las ideas, que le da validez al ensayo. La “objetividad” proviene de la consistencia interna del texto. Todo lo que se diga en un ensayo hay que sustentarlo, justificarlo, darle fundamento. 

¿Cómo sé que el ensayo que escribí es muy bueno o malo? (Saray Sofía García Hoyos – Arquitectura).

Hay dos maneras de saberlo: la primera, es corroborar si la tesis presentada ha sido soportada con solidez argumentativa; si no quedaron intersticios, cosas por atender o aspectos tratados de manera superficial. Es decir, si los argumentos elegidos fueron suficientes y apropiados para nuestro propósito. La segunda forma es cotejar, con la matriz de evaluación o la rúbrica que previamente el maestro ha compartido con sus estudiantes, si todos los criterios o indicadores previstos se han cumplido a cabalidad. Es probable que al revisar el ensayo desde esos descriptores se pueda apreciar en cuáles de ellos hay un logro sobresaliente y en qué otros se tiene una debilidad notoria. No sobra advertir aquí que el ensayo se perfecciona mediante progresivas versiones: es en ese alambique de pasar por continuas correcciones como se logra un texto de gran calidad.

¿Por qué en algunas instituciones educativas te hacen creer que realizas bien un ensayo cuando en realidad es solo un resumen? (Mariana Martínez Ramos – Psicología).

Tal vez esto se deba al desconocimiento de las diferencias sustanciales entre distintas tipologías textuales, o a la confusión entre textos expositivos, narrativos y argumentativos. También es posible que, por priorizar los propósitos evaluativos sobre un texto, se termine desvirtuando el sentido del ensayo para responder a otros requerimientos didácticos. Sea como fuere, resumir un libro o una película no es igual a elaborar un ensayo. El resumen tiene sus características (omitir, seleccionar, reconstruir y generalizar una información, para seguir las macrorreglas de Teun van Dick) y obedece a una lógica que no es la de la argumentación.

¿Qué pasa cuando inicio a redactar un ensayo de un tema de mi interés y a mitad de la escritura el tema deja de agradarme? ¿Reescribo el ensayo desde otra perspectiva o cambio de tema por completo? (Ana Sofía Hidalgo Garzón – Psicología).

Para conseguir una buena tesis hay que “meditar” un buen tiempo el tema que nos interpela o ha sido puesto como “tarea” por algún docente. Reflexionar y meterse de lleno en este tema o problema contribuye a que encontremos un filón de interés de larga motivación. De lo contrario, con facilidad abandonaremos lo que a primera vista nos parecía sugestivo. Investigar, documentarse, ayuda a “tomarle cariño” a determinada temática. Si no hay inmersión y dedicación por un tiempo a un asunto se terminará como veleta yendo de una temática a otra y, lo más grave, se caerá en el desconcierto por la cantidad de información que se ha ido recogiendo en el camino. Desde luego, si a pesar de estudiar y profundizar en un tema, este no logra jalonar nuestra motivación por escribir, lo más aconsejable será cambiar de perspectiva y elegir otro campo de trabajo.

¿Qué impacto puede tener un ensayo en cuanto al desarrollo de una comunidad? (José Julián Pacheco – Ingeniería industrial). ¿Qué función tiene en la sociedad? (José David Gallego Ortiz- Ingeniería mecánica).

Los ensayos buscan, entre otras cosas, que los lectores adquieran o afiancen su lectura crítica de variados asuntos. Al ser un género que pone en cuestionamiento lo dado por hecho, lo establecido, los lugares comunes, su finalidad es despertar la conciencia, ofrecer otros puntos de vista para comprender los problemas, dotar al entendimiento de razones más lógicas y sensatas que únicamente emotivas. Eso de una parte. Y hay otro impacto que merece resaltarse: la lectura de ensayos crea condiciones favorables para que las personas, en su calidad de ciudadanos, tengan un repertorio de razones para comprender distintos puntos de vista, además de prepararlos y enseñarles, así sea de manera indirecta, cómo organizar la mente argumentativa para defender sus derechos, participar en el debate público, y ser más aptos para deliberar frente a los acuerdos y los consensos sociales.