Fue a finales de mayo cuando se realizaron las elecciones en la selva. Tal y como en períodos anteriores, las campañas y los rumores impregnaban el ambiente.
—Lo más seguro es que repita el león —decía una jirafa, con gesto de resignación.
—Y con toda esa intimidación que ha venido haciendo durante estos días, es lo más probable —le respondía un ñu, mirando a todos los lados con desconfianza.
—Pero otros dicen que hay un hipopótamo con muy buenas posibilidades —prosiguió la jirafa, poniendo en su voz un tono de quien maneja una secreta información.
—Eso sería lo mejor —replicó el ñu—. Yo y muchos en la selva estamos cansados de este gobierno indolente que además de aprovecharse de nuestra carne, nos agobia con impuestos excesivos.
La contienda en esta ocasión tenía una variedad de candidatos. Por supuesto estaba el león que se vanagloriaba de los logros de su reciente mandato, aunque parecían más fruto de su locuacidad que de realidades concretas. Otro de los contrincantes era un hipopótamo que había logrado recoger el inconformismo de una buena parte de los habitantes de pantanos, ríos y parajes inhóspitos. También estaba un búho que se preciaba de su talante tranquilo y de una sabiduría reconocida aún por sus contrincantes. A último momento apareció una cigüeña que decía ser la abanderada de todas las hembras de la selva.
Como era de esperarse, los diferentes candidatos planearon sus campañas con un eslogan que pretendía convertirse en su bandera. El león, por ejemplo, asumió el lema de “mejor malo conocido que bueno por conocer”; el hipopótamo fue más innovador, pues su consigna la cifró en estas palabras: “ya no más montañas, es tiempo del pantano”. El búho, sesudo como era, prefirió hacer pasacalles y volantes con esta frase: “abra el ojo hoy y verá en la oscuridad mañana”. Y la cigüeña, prefirió publicitar su candidatura en estos términos: “todo al natural, nada de maquinarias”.
Cada animal hizo su campaña como mejor le pareció, usando perifoneos y volantes. Los buitres que hacían las veces de informadores o periodistas de alto vuelo eran los encargados de multiplicar las últimas noticias de los candidatos. Y se volvió costumbre emplear a lagartos que hacían encuestas para saber la intención de voto de los habitantes de la selva. Los primeros resultados mostraban que el león no estaba entre los preferidos, que el hipopótamo despuntaba en el primer lugar, que el búho ocupaba un raquítico tercer puesto y que la cigüeña apenas alcanzaba un tres por ciento de favorabilidad. Esos lugares se mantuvieron casi hasta la última semana de las elecciones, cuando apareció sorpresivamente un avestruz, hecho que los buitres resoplaron día y noche hasta el cansancio: lo llamaron el fenómeno político del momento y su consigna sorprendió a la mayoría: “conmigo será todo a las carreras”.
Se supo, por el correo no oficial de los cuervos, que había compra de votos, que las alianzas entre partidarios cambiaban según el orden en las encuestas, que se utilizaban mentiras a granel para desprestigiar a uno u otro candidato y que el león, actual rey de la selva, se había aliado con una manada de hienas intimidantes para crear la zozobra y multiplicar el rumor de que sin su garra dura todo sería un caos en la selva.
—Dicen que el hipopótamo, si llega a ganar, va a volver todo un lodazal —le confesaba una cebra en secreto a un nervioso antílope.
—Yo supe que el león dejó de comer carne en público, con el fin de convencer a todos los herbívoros indecisos —interrumpía un búfalo con ironía.
—El búho es un sabio en lo que propone, pero esta selva necesita es un guerrero de cuero duro como el hipopótamo —comentó un rinoceronte viejo.
—Como van las cosas, lo más seguro es que la cigüeña al final se una al avestruz —dijo un suricato— Eso es un pacto volando.
En todo caso, el día de las elecciones –organizadas por los orangutanes y celosamente custodiadas por los lobos y chacales– un buen número de habitantes de la selva asistieron a los lugares de votación. En praderas, sabanas, pantanos, bosques, ríos, en todos los sitios posibles los animales cumplieron la cita de ir a depositar una papeleta con el candidato de su preferencia. Y si bien no fue masiva la votación, sí fue más nutrida que en ocasiones anteriores. Hacia el final de la tarde, con los últimos resplandores de sol, todos estaban atentos a los resultados. Los buitres estuvieron merodeando los puestos de votación para dar la primicia, pero el orangután esperó a tener el mayor número de mesas encuestadas antes de ofrecer alguna información.
El primer comunicado fue toda una sorpresa. El candidato con más votación había sido el hipopótamo. Y, lo que resultaba aún más inesperado, le seguía en votación el avestruz. El león apenas logró un tercer lugar, el búho el cuarto puesto. La cigüeña, tal como se esperaba, abandonó la contienda en los últimos días, sumándose al avestruz. La tendencia se mantuvo en los dos comunicados siguientes. Los buitres anunciaron a todos los vientos el nuevo rey de la selva: el hipopótamo. Como era de esperarse el león no aceptó los resultados, el avestruz dijo que pediría un nuevo conteo y el búho prefirió no dar declaraciones, escondiéndose en medio del bosque. Pero, a pesar de los enfados y las desilusiones, lo cierto fue que el hipopótamo se posesionó un mes después de aquellas elecciones.
—Lo que somos nosotros—dijeron unos flamencos— migraremos a otras tierras. Esto se va volver invivible.
—Lo más seguro es que empezará por ensuciar todos los muebles del palacio real —refunfuñaban unas panteras de ojos amenazantes.
—Más sucios no podrán estar de como dejó el león todas las alfombras —terciaban los defensores del hipopótamo.
—A ver si puede cumplir lo que prometió —afirmaba un jabalí enfurecido—. Todos los que llegan al poder terminan olvidando lo que ofrecían durante su campaña.
—Esperemos a ver con que sale, démosle un tiempo —comentaron conciliadores un grupo de elefantes.
Después de ocupar el trono, de ponerle un poco más de agua al dormitorio real, el primer anuncio del hipopótamo dejó perplejos a seguidores y enemigos: El ministro de defensa era una paloma.
—En mi gobierno tendremos que cambiar de perspectiva para resolver nuestros problemas —dijo el hipopótamo con una serenidad que parecía emular a sus parientes las ballenas.
Buena parte de los detractores expresaron su desacuerdo con tal nombramiento. Algunos más se rieron de tal iniciativa.
—Lo que falta es que nombre de ministro de energía al perezoso —comentó irónica la grulla excandidata desde su nido.
—¿Y quién será la ministra de economía? ¿Alguna musaraña? —murmuraba un tigre excandidato con cierta mordacidad en sus palabras.
Pero detrás de aquellos comentarios negativos, otro grupo mayoritario de habitantes de la selva entrevieron que el nombramiento de la paloma era una invitación a solucionar los conflictos de los animales en la selva de otra manera, y no por la fuerza, como antes venía haciéndose.
Justo a la semana siguiente, con el mismo tono pausado que ya empezaba a volverse familiar entre los animales de la selva, el hipopótamo declaró que su ministro de justicia sería el ornitorrinco.
—Porque en mi mandato, buscaremos que la justicia sea para todos, y eso demanda una múltiple sensibilidad para resolver las inequidades —dijo el hipopótamo con una serenidad que exacerbaba los ánimos de los monos aulladores.
Más de un mes duró el hipopótamo anunciando las diferentes personalidades de su gabinete y a más de uno le seguían sorprendiendo ciertas nominaciones. Sin embargo, lo que sí generó un descontento mayúsculo en los felinos y en otros animales no habituados a ambientes húmedos fue una medida que, según el mandatario, obedecía a una convicción ecológica:
—Como lo más importante en mi gobierno consistirá en preservar la vida de todos los habitantes de la selva, por tal motivo, desde mañana mismo le he pedido a mis hermanos de manada, “La hinchazón” que abran muchos surcos en el gran río para que aneguemos toda la sabana.
Después levantó su grueso cuello y con un ronco bufido dijo:
—¡No más cuatrienio de sequía!
Y si bien hubo protestas y declaraciones en contra de esa política considerada absurda por los opositores, a pesar de los buitres que chillaron día y noche por los altoparlantes tachando de loco al hipopótamo, lo cierto fue que a los pocos meses de promulgar esa medida en la selva se empezó a considerar vital y de avanzada aprender a ser y comportarse como anfibios.
LUIS CARLOS VILLAMIL JIMÉNEZ dijo:
Apreciado Fernando:
Elecciones en la selva es una importante fábula que representa el día a día de la política durante el proceso electoral. El periodismo de alto vuelo (buitres), los medios (cuervos); los políticos conversos para ganar adeptos (carnívoros a vegetarianos); los pactos y las alianzas de última hora entre candidatos (cigüeña y avestruz).
Un ganador inesperado del partido agua (hipopótamo) que venció al león el gobernante eterno del parido seco; lo primero que hizo fue formular una política para la inclusión (inundar la sabana) para convivir como anfibios (tanto en elemento seco como en acuático); nombró ministros diversos para conseguir soluciones desde otras miradas como la paloma en defensa para la búsqueda de la paz, el ornitorrinco (un mamífero que se reproduce por huevos) en justicia, el perezoso en minas y energía. Un cambio estratégico para una selva necesitada.
Otra lectura obligada para estudiante y profesores.
Gracias por este aporte.
Fernando Vásquez Rodríguez dijo:
Estimado Luis Carlos, gracias por tu comentario.