La consideración en esta oportunidad deseo centrarla en otra dimensión o valor propio de estos días navideños: el compartir. En esa disposición para hacer más amplia nuestra mesa o en el deseo de participar a otros, aunque sean reducidos, nuestros haberes materiales. Ese parece ser un mandato interior al cual nos adherimos tanto los más humildes como los más favorecidos por la fortuna. Compartir: bella consigna navideña.
Pero, ¿qué hay de profundo en esta actitud del compartir? Un primer asunto es el de renunciar por un tiempo –que ya por eso mismo lo convierte en sagrado– a nuestro habitual egoísmo. Más allá de la cautelosa planeación o del maquiavelismo de los negocios, el compartir nos convoca a entrar en la lógica del don, de tener el suficiente corazón para renunciar al acaparamiento y lograr dividir con otros un plato de comida o algunas de nuestras posesiones. Es una dinámica de manos pródigas y brazos siempre abiertos.
De otra parte, quien comparte pone su avaricia entre paréntesis. Somete a juicio los malhechores de la usura y el beneficio personalista. Y así sea animado por el ambiente de hermandad que impregna cada casa, por los adornos que decoran cada calle de su ciudad, o por las canciones decembrinas que repiten incansablemente la paz y la concordia, el que comparte pone en su corazón la enseña de la filantropía y una disposición indeclinable para ser generoso. Esa parece ser la maravilla o el ambiente espiritual de estas fiestas: el hacer que el ruin y codicioso ceda ante la magnanimidad.
Se me ocurre que el compartir está profundamente vinculado con el desprendimiento. Porque dar no es igual a desocuparse de lo inútil o salir de los estorboso y desechable. Dar es una confrontación con aquello que consideramos nuestra riqueza o nuestras posesiones más estimadas. Quien da, quien se atreve a compartir, entrega algo que le ha costado. En este sentido es una especie de ofrecimiento. Quizá ahí esté la clave del ágape, de la caridad o la compasión. Lo esencial del compartir estriba en ser sensibles ante la carencia o el sufrimiento ajeno. El que comparte es un genuino ser solidario.
Desde luego, no se comparten únicamente cosas. De igual modo pueden compartirse palabras de aliento o espacios de compañía. De allí que sea tan importante en estas fechas asistir a los solitarios, ofrecer alegría a los desesperanzados, dar muestras de entereza a los enfermos desfallecientes. Podemos compartir nuestra palabra, nuestro entusiasmo o nuestra presencia. Todo eso hace parte de la actitud festiva de esta época. Y entre más compartamos, en la medida en que ampliemos el radio de acción de nuestro dar, mayor contribuiremos a restablecer la convivencia entre los hombres y, de alguna forma, a enaltecer la dignidad del ser humano.
Hagamos un alto reflexivo en estas fechas. Desencadenémonos de las imperiosas y desalmadas leyes de los negocios y los dividendos y hagamos que el compartir torne leve nuestro corazón; le insufle alas de altruismo y liberalidad. Dividamos nuestro pan, sintámonos corresponsables con nuestro prójimo, hagamos realidad cotidiana la parábola del buen samaritano. Pongamos en letras luminosas, a la entrada de nuestra casa, un aviso en el que el compartir titile como un signo de invitación para los peregrinos menesterosos.
Cecilia Bustamante dijo:
Querido Maestro:
Gracias por esta segunda reflexión. Los seres humanos tenemos mucho para compartir.
Hay formas de dar que jamás cambian ni pasan de moda. Por ejemplo:
Escribir un mensaje a un amigo. Abrazar a alguien y susurrarle un te quiero. Sentarse en el piso y jugar con un niño o un anciano, con la familia. Salir a caminar y a ver las luces navideñas con un amigo (a). Apagar el televisor y conversar con la familia. Invitar a alguien a tomar un helado. Sacar la basura sin que se lo pidan. Ofrecerse a cuidar el bebé de una madre agotada. Elogiar un rasgo que se admira de alguien. Dar un mercado o invitar a cenar o a almorzar a una familia necesitada. Cocinar un plato o un postre para alguien que se quiere agradar.
Es más, llamar a un familiar o amigo (a) del que no sabemos nada hace ya algún tiempo. Orar por los líderes de su iglesia. Organizar una cena con velas para su esposa (o). Mientras dure ese “hoy” es necesario “mostrar una bondad demasiado pronto, porque uno nunca sabe cuán pronto será demasiado tarde”.
Por otra parte, quiero compartir unos chistes flojos, pero que pueden servir para amenizar una novena navideña como lo hice yo. Pero eso sí, el grupo debe ser muy dinámico porque o si no se muere de tedio.
Chistes flo ho ho ho hosssss navideños y de reyes magos
• Dos personas se van al bosque en busca de un pino para navidad. Después de dos horas de búsqueda, una le dice a la otra: – ¡bueno, ya es suficiente! el próximo pino que veamos lo cogemos, ¡tenga o no tenga bolas de navidad!
• Un niño les escribe a los reyes magos una carta, y les pide $30.000 pesos para comprarse unos zapatos en invierno. En la oficina de correos no saben qué hacer con la carta, así que la abren, la leen, y se quedan tan enternecidos que hacen una colecta y le mandan al niño otra carta con $10. 000 pesos. Al cabo de unos días, reciben otra carta para los reyes magos, que dice: “queridos reyes magos, muchas gracias por el dinero. Pero la próxima vez no lo mandéis por correo, porque algún cartero ladrón se ha quedado con 20.000.
• Dos niños y uno le pregunta al otro:- oye, ¿tú sabes cómo se llaman los habitantes de belén? esto… ¿belencianos?¡¡no, no, ¡belenceños! no, hombre, no. Se llaman “figuritas”.
• ¿Cuál es la marca del coche que lleva santa Claus? un renol.
• Se encontraban dos Argentinos hablando y uno le dice a otro: fíjate che, como es cierto que Dios es muy humilde, según dicen las escrituras: nació en belén, pudiendo haberlo hecho en Buenos Aires.
• ¿En qué se parece la frontera de EEUU con Canadá, a pasar la nochevieja en la plaza mayor de Valladolid en bañador?. En que, en la frontera entre Canadá y EEUU, están las cataratas del Niágara, y en la plaza mayor de Valladolid, en nochevieja en bañador, no me niegaras que te acatarras.
• ¿Por qué llaman al Santafé el equipo papá noel?
Porque es rojo y blanco y va cargado de paquetes.
• Dos locos están preparando el árbol de navidad y uno le dice al otro: – avísame si se encienden las luces. Y el otro le contesta:- sí…no…sí…no.
• ¿Qué le regaló Batman a su mamá para navidad? una bati-dora
• En navidad, Luis va al polo norte con Santa Claus y le pide: quiero una mamá buena. Al día siguiente Luis toca a la puerta y le abre su mamá. Entonces Luis regresa al polo norte y le reclama a Santa: yo pedí una mamá buena, y Santa responde: – tu mamá ya es buena. Entonces Luis dice: – si claro, tú lo dices por que a ti no te regaña.
• ¿Qué le pasa a Santa Claus si pierde el reno? le da insuficiencia renal.
• ¿Cuál es la diferencia entre una disolución y una solución? meter un político en acido es una disolución. Meterlos a todos es una solución.
• Cuando llega santa en navidad a una casa, le abre un hombre llamado pende y cuando santa se va le dice adios pende ho ho ho ho ho.
• En la escuela pepito presume ante sus amiguitos de saber quién inventó los preservativos y pregunta: ¿Quién inventó los preservativos? Alguien le contesta: los reyes magos. No puede ser… sí. Mi papá me dijo que los reyes llegaron con dádivas, regalos y con dones.
• ¿Reyes magos o reinas?
-¿Qué habría ocurrido si en lugar de tres reyes magos hubieran sido tres reinas magas?. Habrían preguntado cómo llegar al portal; habrían llegado a tiempo; habrían ayudado en el parto; habrían limpiado el establo; habrían preparado una cacerola con comida y habrían llevado regalos más prácticos.
Pero, ¿qué habrían comentado al irse?:
Por supuesto, ¿has visto qué sandalias llevaba María con esa bata? el niño no se parece nada a José. ¡Virgen! ¡ja! ¡la conozco desde el colegio! . ¿Puedes creer que tienen a todos esos asquerosos animales viviendo en la casa?. Me han contado que José está desempleado. Te apuesto lo que quieras, a que no te devuelven la cacerola. ¿Te fijaste en lo bien que estaba el pastorcito?. Viste la cara que puso José cuando le preguntamos qué haría para mantener al muchacho. Sabes, a mí me parece que a María no le gustó el chupón que le regalé, ¿sería por el color o la marca?. Qué se creerá María, que por ser la mamá del niño Jesús teníamos que darle mejores regalos, porque a los escarpines los vio feos. Tu sonrisa no salió bonita para la foto del nacimiento. ¿El lápiz labial de la Virgen María era revlon?. ¡Menos mal que nos vamos! no soporto lo mal que viven estos carajos. José como que tenía dos días sin bañarse, ¿no crees?.
Muy seguramente. ¡Qué fastidio tener que regresar a casa en camello! mejor llamo a mi esposo para que venga a buscarme con los esclavos y me lleven cargando. A ese pesebre le faltaban adornos. El ángel ni me miró. ¿Quién será el estilista de la virgen? la está robando. Etc.
fernandovasquezrodriguez dijo:
Cecilia, gracias por tu comentario. Aplaudo el haber compartido los chistes.